El
melón; Disputa sobre un vino (o ¿Pero hay vino malo?); La cena en la terraza;
Los trajes de baño verdes; El árbol torcido; Llegan las bicicletas; Moras y una
caída; Tarde de excursión; El palacio de los Ibarra; Lecturas; Retiradas a la
francesa; La subida al Castillo o tormenta en la cumbre; Martirio y exaltación
de don Calixto; La visita; Entusiasmo y acacias; etc.
jueves, 7 de junio de 2012
Los enfados de Doroteo.
El motivo del enfado tiene su origen en el insulto dirigido por un gacitellero local al buen Alcides Bergamota. El ilustre polígrafo ha sido calificado de "conejo pantuflero", en la tercera de la gaceta Saña, publicada hace unos días y de poca difusión, es cierto. Pero un número ha sido deslizado con nocturnidad por debajo de la puerta de la mansión de Alcides, en su exilio provinciano, para darle un soponcio a la hora del desayuno. Ya no hay caridad. El Sr. Bergamota podrá ser un algo conejil, pero nunca ha tenido pantuflas.
Uno está
en lo que está, la verdad, en cuanto a intereses, aficiones, lectura y demás.
Así son las cosas y será raro que por mucho lazo que nos tiren metamos la pata
para dejarnos coger por cuestiones del todo ajenas, que no linden al menos con
aquello en lo que estamos. Son cosas de la condición humana. Nos dirá el que
esto lea (probablemente “naides”), que parece mentira la inmensa falta de
curiosidad de la que nos vanagloriamos en pandilla Doroteo, Tato, Alcides,
Serapio y el resto de la cuadrilla. Y todos en coro le diremos que no, que al
revés, que lo que tenemos es una curiosidad enorme y por eso, no logrando
saciar apenas la propia, no podemos asumir además la ajena. Añadiremos a la
contestación, para que se deje oír por encima de la voz coral, algún insulto,
algún exabrupto, un ¡¡memo!! o cosa por el estilo. Añadiremos también, que la
curiosidad de nuestro interlocutor nos importa un pito, que su visión del mundo
menos y que su carapan nos da la risa. ¡¡Ea!!
miércoles, 30 de mayo de 2012
Barete.
Lo
que son las cosas. Casi sin quererlo, después de una aburrida gestión para la que nos ayuda la señorita del banco vestida como si trabajara en otro tipo de
casa, entramos en un bar. Quiero decir que entramos en un bar de verdad,
castizón, de esos en los que toda la barra es una tertulia y que permiten
hacerse una idea, cierta idea al menos, de lo que piensa la gente. Al entrar le
cedemos el paso al repartidor de barriles que va armando con la carretilla esa
de hierro para moverlos. Cualquiera se cruza. Me da las gracias de todas formas
y el camarerillo que le acompaña se rechifla explicando que como el hombre es
cojo por tener una pierna más corta se agradece doblemente el gesto. No hemos
entrado y ya empieza el fraseo más genuino. Es uno de esos bares bien puestos
que siempre alegran al compañero Bergamota. Por todas partes motivos marineros,
grabados, conchas marinas, pero sin agobiar, con orden. Detalles que se
agradecen con estos treinta grados de calor mesetario. Y además, de piratas
andamos rodeados, así que, al fin y al cabo, el mar no nos pilla tan lejos.
Esto lo dice siempre Alcides. Que le gusta el mar, pero que hay mucho
filibustero y que a el, con cerrar los ojos un día de viento cerca de un corro
de árboles, le parece que ha pasado la tarde en la playa saltando olas. Cosas
de la austeridad. Tato va más allá, y dice que cuando le llevan a la playa
(porque ir el, no va) echa de menos los tábanos y le da como una nostalgia de
zumbidos. Cosas de cada cual. Son una pareja paradójica pues lo que más les
gusta decir cuando se explayan ante algún paisaje del interior, de esos
abierto, claro y grandioso, es que les recuerda al mar. En fin.
Decíamos
del bar. Uno en su desconocimiento tiende a pensar que van quedando menos como
este. Los churros están al aire y el vaso de caña en el que sirven el café es
de grueso cristal que ha perdido hace mucho la transparencia. Al fondo por una
puerta abierta se ve una gigantesca estantería metálica llena de botellas del
mismo brandy, Soberano, o Veterano. Sólo le falta la nube de humo que daba
tanto ambiente. Es uno de esos sitios que, dentro de un orden, ponen a trabajar
el sistema inmunológico, tan maltrecho y adocenado en estos tiempos de excesiva
higiene y obsesión por la salud. Tiempos de culto a la materia, en que,
paradójicamente de nuevo, no ha sido nunca la gente tan fea. El espectáculo del
verano tiende a estremecer y el paseo por una playa llega a asustar. No
hablemos de pies. En la barra charla un grupo que se conoce. Llego justo a
tiempo para participar de oyente en los comentarios sobre la chica que sale en
la contraportada del periódico deportivo As. Se le aplican toda clase de
calificativos refinados entre rugidos y risotadas. Un poco asustado pienso en
recular y salir por la puerta, pero la cosa se calma justo cuando me sirven el
café. Siguen bromazos al estornudo del camarero: ¿Qué? ¿Hace frío en los calabozos del Juzgado? ¡Habrá dormido con el
culo al aire! ¡Con eso no, con lo otro! ¡Con la chisma al aire! Pues eso,
parece que por la chisma se enfría uno también. Ustedes sabrán perdonar estas
consideraciones un poco pedestres. A mi izquierda se están ventilando un
anisazo en copilla de balón. En la enorme televisión que tenemos a un lado, al
extremo de la barra, crisis, crisis y más crisis alrededor de Bankia. Los
comentarios y el desencanto que reflejan son inenarrables: ¡Mira como tragan! Mira y ponte tú a ver si te llevas los millones… No
sé contar… Pa estar ahí y trincar no hace falta, a ver si te crees que saben
ellos… Algo sabrán digo yo… Pues no se nota. La televisión es de plasma
extraplana, claro. Al final no lo resisto y meto baza diciendo que todo eso lo
vamos a pagar nosotros. El del anís sigue mudo pero ahora me mira la corbata. Creo
que porque la tela está un poco pasada. El de más allá entabla conversación y
así me entero de que está en paro y de lo que opina del INEM. Uno entraba
divertido en el bar pero sale un poco trasquilado. A la salida, la calle
tranquila y el olor de un enorme macizo de rosas blancas puestas por el
ayuntamiento.
jueves, 24 de mayo de 2012
Salida a hombros.
Llevamos
unos días de sequía, a que negarlo. Demasiadas cosas a la vez, demasiada
dispersión, y claro, así no hay forma. Habrá que retirarse a meditar, a ver si
ponemos un güevo. El 16 de mayo estábamos en Las Ventas para la corrida de la
prensa. Aniversario de la muerte de Joselito en Talavera. Noventa y dos años. Se
guardó un minuto de silencio, que extrañamente no llegó al minuto, cortando un
poco la emoción profundísima del momento. Un aniversario celebrado sin miedo,
sin complejos, sin azoramiento y la plaza llena en silencio. Sin embargo, la brevedad
del minuto fue una cosa fea, poco torera, de poco empaque, preocupante. Dieciséis
de mayo era, y un dieciséis de mayo murió Joselito, pese a que la megafonía, al
anunciar el minuto de silencio dijo que se cumplían los noventa y dos años de
la muerte de Joselito un veintitrés de mayo de… ¡Que manera de hacer mofa,
involuntaria, de todo! Según nos cuentan en un “blos”, en el programa de mano
de hace unos días el apellido del torero mejicano Zotoluco fue convertido en
¡Zotoculo! Lamentable errata, un poco en la línea del enano torero, del bombero
torero, de la confusión de fechas solemnemente manifestada por la megafonía de
la plaza. Y lo de la carpa que hay fuera, ¡mira que llamarla Hemingway! Hay que
ser cateto con pretensiones. Pero así están las cosas. El domingo vamos a la
plaza, a ver que tal. Ya veremos si hay energía para contárselo a nadie luego.
Tato
lunes, 21 de mayo de 2012
A los toros con don Gregorio
La
lectura de los libros de Gregorio Corrochano es apasionante. Se descubre un
mundo. No se torea porque sí, nos dice en “Cuando suena el clarín”, y con esa
sencilla frase se revela con toda su dificultad lo que ir a los toros debería
ser. Con toda su dificultad y con todo su enorme interés, que viene a ser no
abdicar del espíritu crítico que se supone caracteriza a un occidental y tratar
de ver lo que en el ruedo sucede, tratar de entenderlo y tratar de saber si se
hace bien o se hace mal, con verdad o con engaño, si era posible otra cosa o no.
Y todo ello centrado en el toro, en el toro espectáculo. Cuantos amigos acuden
a la plaza en busca de una única faena, del faenón que sólo puede ser de una
manera, que sólo puede ser uno. ¡Que aburrido tiene que ser ir a los toros de
esa manera! Buscando siempre lo mismo, que rara vez llega, pues no está en la
naturaleza de la fiesta que pueda suceder con la frecuencia con que lo pretende
cierto público.
Tato
está molido y contribuyen a molerle más aún ciertas conversaciones sobre toros,
que son en realidad en exclusiva sobre toreros. Tal compañero va a la plaza a
ver a Fulanares, tal otro cuenta su emoción ante un pase de Fulante, pero no recuerda
de que ganadería eran los toros que se lidiaron ese día; un tercero cuenta
orejas como quien cuenta goles. Y mientras tanto Corrochano, con su agudeza,
con su sensibilidad y con su conocimiento del asunto, conocimiento técnico
también, nos va explicando las cosas de otra manera: variada completa, de
matices asombrosos, siempre alrededor del toro, que es el eje del espectáculo.
Nos decía ayer, al comentar la faena de muleta que le hizo a un toro Luis
Miguel Dominguín, que una de las dificultades residía en que el toro era de
cuello corto y grueso y por lo tanto sería más difícil bajarle la mano para que
humillara. Al intentarlo, se perdería el contacto entre muleta y toro (la mano
baja pero el toro no sigue) y por tener el toro poco son, se pararía la
embestida. Dominguín se dio cuenta y toreó con la mano más alta, logrando
embarcar la embestida. En fin, como suele pasar, el resultado es que Tato, con
los compañeros de trabajo que acuden a la plaza no puede ni mentar estas cosas,
porque le miran como si fuera un loco predicando cosas extrañas. Ya ve don
Gregorio, la faena que me ha hecho, con lo feliz que estaba yo aplaudiendo a
Fulante por hincar la barbilla en el pecho…
Tato
Para
más noticias sobre don Gregorio y para abrir un poco los ojos con un aficionado
crítico que trata de entender lo que narra, y no sólo de narrarlo, se
recomienda acudir a José Ramón Márquez en www.salmonetesyanonosquedan.com.
¡Que modernez! A el le debemos lo de hincar la barbilla, la verdad sea dicha.
jueves, 10 de mayo de 2012
SAN ISIDRO
Empieza
San Isidro, continuará la feria de junio y se sumarán las corridas de la Prensa
y de la Beneficencia. Como todos los años gran expectación y el misterio de
esto tan apasionante y tan difícil que son los toros. Han empezado ya los
comentarios. Leemos en un periódico una reseña titulada el San Isidro más gris.
No ha empezado la feria y ya se le atribuye un color. ¿Cómo es esto posible? Se
entiendo al leer la reseña, bastante boba, como tantos artículos de los
cronistas taurinos actuales, que ni enseñan nada ni dejan ver nada personal,
ninguna idea propia sobre lo que es una corrida de toros. Se entiende lo de
gris al leer que en la reseña mencionada no hay una sola referencia a los
toros, al animal que es protagonista y esencia de la corrida, sin el que no hay
nada. Esto da una idea de dónde pueden estar los problemas. Sólo nos dice el
torpe cronista que “Ahora falta que los toros acompañen, lo más difícil de
predecir.” La frase es una verdadera barbaridad. El periodista que la escribe no ha visto
nunca una corrida de toros, aunque haya pasado muchas horas en los tendidos.
Ni
una mención a las ganaderías que se presentan, salvo al citar los carteles de
cada tarde. Digo yo que el cronista debía de estar enterado, por lo menos un
poco: tal ganadería está en este momento, tal otra ha cambiado de dueños, los
toros de la tercera hicieron tal o cual cosa el año pasado. Podía por ejemplo
analizar los orígenes y decirnos dentro de Vista Hermosa los que van a
predominar (Domecq, Saltillo, Albaserrada, Lisardo, Atanasio…), analizar el
tipo de toro predominante y a cual se enfrentarán las estrellas… En fin, no ha
empezado la Feria y la contribución del amigo es decirnos ya de antemano que es
la más gris. Enhorabuena.
Anunciaba
el lunes la empresa que ya están vendidos todos los billetes para algunos
festejos. Por ejemplo para la Beneficencia (6 junio: Morante, Manzanares y
Talavante, con toros de Nuñez del Cuvillo). Es una corrida de la que se habla
mucho y que buenos amigos nos recomiendan, sin duda con razón. Nosotros hemos
optado sin embargo (pues no tenemos más remedio que elegir…) por la de la
Prensa. Tal vez equivocadamente. Explicar las razones seria un poco prolijo
ahora, pues la necesidad de elegir no es la única. ¿Significa eso que no nos
interesa el festejo del 6 de junio, que le hacemos ascos? En absoluto. Lo que
ese día suceda será interesante aunque sólo sea por una razón: es el cartel de
moda, para el que ya no hay billetes. El que acuda ese día a los toros podrá
asistir a lo que gusta hoy a la mayoría de la afición (el tipo de toro, la
forma de torear) y así tomarle el pulso a la fiesta. Sólo por eso merecerá la
pena. Asistirá además a las discrepancias que puedan producirse en la plaza,
pues el sector más exigente con las estrellas (¡con el G-10!) no les perdonará
el seis de junio nada, ni el paso atrás, ni la falta de mando, ni colocarse
sobre el toro arrancado desde afuera, no perdonará el uso de ninguna ventaja.
Por lo que a nosotros se refiere, que de esto sabemos poco y vamos despacio,
hemos optado este año por ver toros. Para ver si hay suerte y vemos un toro que
sea un espectáculo en si mismo y por eso hemos optado por algunas ganaderías,
más que por los diestros. Con la única excepción de la corrida de la Prensa.
Uno de los tres nos interesa especialmente y sólo podremos verle ese día, por
estar de viaje cuando repita. Suele torear esas ganaderías por las que también
sentimos curiosidad estos aficionados principiantes que somos. Principiantes
desde hace unos años, dicho sea sin falsa modestia que esto de los toros es
así.
Tato
miércoles, 9 de mayo de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)