viernes, 13 de abril de 2018

LA MANZANA


Después de estos días de lluvia y nieve que nos han sumido como en una grisura parisina, de repente el sol. El paseante sigue con el abrigo puesto, pero se abrocha sólo el botón de arriba, el del cuello, y deja que el abrigo invernal se abra y deje pasar cierta tibieza que hay en el aire. Camina con las manos a la espalda. Con una mano sujeta los dedos índice y corazón de la otra y la brisa le peina a lo Napoleón, cierra los ojos para mejor sentir el primer sol de la primavera. Sobre la acera, una manzana de tipo starkin, roja, de apariencia pétrea, ocupa solitaria una plaza de aparcamiento y causa pasmo entre quienes la miran. Nadie la recoge por temor sin duda a que, si se tira de ella o se la patea, reviente la manzana en atronadora y bestial explosión llevándose todo por delante.

3 comentarios:

  1. ¡Bonito artículo y genial dibujo!

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  2. Lirismo en estado puro, como humo azul que se desvanece, en la mediocridad mundana.

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  3. Amerita un máster el pollo.

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