domingo, 26 de noviembre de 2017

HEMOS LEÍDO. De los diarios de A. B.


Hemos terminado hoy, en este día de otoño, espléndido, esta mañana, antes de comer, mirando a ratos por la ventana las bocas de dragón doradas por el rayo de sol… Oiga. ¿Sí? ¿Puede ir al grano? ¿Qué ha terminado hoy? Es verdad, me dejo llevar por una sensibilidad poética que sin duda le resulta a usted ajena por completo. Veamos.

 

Hemos leído La revolución francesa de Pierre Gaxotte. Se publicó en 1928, aunque su autor continuó trabajando en el libro y mejorándolo para las ediciones que siguieron a la primera. Se considera un clásico sobre la revolución francesa, analizada desde una perspectiva crítica. Por esa razón fue en su día todo un acontecimiento. Lo calificó León Daudet de “libro bomba”. Todavía lo es hoy, pues el relato oficial de la revolución consiste aún en su panegírico y sigue resumiéndose como la lucha del pueblo contra un tirano y su séquito. Lo cierto es que nada hay más lejos de la realidad que ese esquema utilizado para afianzar ideológicamente determinados regímenes y una cierta Francia. En fecha tan reciente como 1989, bicentenario de la revolución, la publicación de libros sobre el genocidio de la Vendée fue obstaculizada o silenciada y sus autores molestados o incluso perseguidos. Pocos años antes, el estreno de la coproducción polaco-francesa Danton, dirigida por Andrés Wajda y financiada en gran parte por el ministerio de cultura del entonces socialista gobierno francés, fue acogido con indignación y hasta furia por la izquierda francesa, generándose una fuerte polémica. Pierre Gaxotte explica como no hay tal tirano y como la revolución es realmente la obra de unos pocos, decididos, bien organizados y capaces de todo. Un esquema con muchos puntos en común con este se repetirá con los bolcheviques de la revolución de octubre de 1917.

 

Vemos una cita del libro:

 

Un voyageur qui n’a pas vue Paris depuis six ou sept ans promène sur la ville un regard stupéfait. Toute la France à l’air d’être à l’encan. On vend les biens des condamnés, des faillis, des émigrés, des familles ruinés par l’inflation. La vente de Versailles à durée un an. Les plus beaux meubles ont pris le chemin de l’Angleterre. Les galeries du Palais Royal et les rues proches sont une sorte de bazar ou l’on débite sans arrêt les vases, les tapisseries, les objets d’art, le linge, les voitures, les livres, les vêtements, les tableaux… Les petites églises de la Cité sont vendues, démolies, ou à vendre. L’une est un théâtre, l’autre une fonderie, une autre un guignol. On a installé une raffinerie de sucre dans le sous-sol de Saint Germain des Près. Peu après Thermidor, la raffinerie a mis le feu à la bibliothèque du couvent, la plus riche de France après la nationale. Partout on lit l’inscription : « Propriété nationale à vendre ». C’est le prétexte d’une spéculation effréné. On achète l’Hôtel d’un ci-devant. On le dépouille de tout ce qui peut être vendu en pièces détachées, les plombs des toits, les glaces, les boiseries, les fers forgés, les marbres, les trumeaux, les planchers, les boutons de portes… Puis on en revend la carcasse, en profitant de la hausse de tout. L’hôtel Biron est une guinguette, l’hôtel est un Orsay gymnase, l’Hôtel Brissac est un bazar, l’Hôtel de Salm la propriété d’un ancien garçon perruquier. Au rez-de-chaussée de l’Elysée, on trouve un restaurant, dans les jardins un bal. Les étages et les dépendances sont loués en petits appartements. Alfred de Vigny y habitera avec ses parents.
Un viajero que no ha visto París durante seis o siete años recorre la ciudad con una mirada aturdida. Toda Francia parece estar en almoneda. Se venden los bienes de los condenados, de los quebrados, de los emigrados, de las familias arruinadas por la inflación. La venta de Versalles ha durado un año. Los mejores muebles han tomado el camino de Inglaterra. Las galerías del Palacio Real y las calles cercanas son una especie de bazar donde se venden sin cesar jarrones, tapices, objetos de arte, ropa, coches, libros, ropa, pinturas... Las pequeñas iglesias de la Cité son vendidas, demolidas o puestas a la venta. Una es un teatro, la otra una fundición, en la otra marionetas. Se ha instalado una refinería de azúcar en el sótano de Saint Germain des Près. Poco después de Thermidor, la refinería prende fuego a la biblioteca del monasterio, la más rica de Francia después de la Nacional. En todas partes leemos la inscripción: "Propiedad nacional en venta". Este es el pretexto para una especulación frenética. Se compra el hotel de un ciudadano. Se le despoja de todo lo que se puede vender por partes, las juntas de los tejados, las ventanas, las maderas preciosas, el hierro forjado, los mármoles, los pilares, los hierros forjados, los pomos de las puertas... Luego se revende la carcasa, aprovechando la subida de todos los precios. El Hôtel Biron es una taberna, el hotel de Orsay un gimnasio, el hotel Brissac un bazar, el hotel de Salm es propiedad de un antiguo mancebo de peluquería. En la planta baja del Elíseo hay un restaurante, en los jardines un baile. Los pisos y dependencias se alquilan en pequeños apartamentos. Alfred de Vigny vivirá allí con sus padres.
 

 
Les dejamos para otra entrada la dantesca descripción del estado de la sociedad que corresponde al saqueo descrito.

2 comentarios:

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