sábado, 15 de junio de 2013

BORRADOR PARA UNA INTRODUCCIÓN

Encontramos en una biblioteca abandonada, entre el polvo y la polilla, lo que parecen las pruebas iniciales de una revisa casera o artesanal. Están comidas por la humedad y el tiempo, pero pueden salvarse las primeras páginas, que reproducimos a continuación.

Borrado para una introducción, prólogo, preliminar o exposición de motivos.
El tren traquetea pero sin hacer chu-chu, chu-chúuuuuu. Iba a escribir cuatro tonterías sobre la tropa que va a mí alrededor, pero no merece la pena ni como juego o entrenamiento de escritura.

Los cepogordistas tenemos nuestra vanidad y a veces hasta un amago de pretensiones, pero somos tan conscientes de nuestras limitaciones, son tantas, de tan diverso y completo orden, que es raro que perdamos el norte y demos la murga en exceso. Nos cansa un poquito la red, con su estructura de rollo antiguo, anterior al libro, nos cansa un poco esa vena como exhibicionista que tiene, ese aire de vago onanismo, de lugar frecuentado por vagos masturbadores de negras ojeras y cansino mirar en palabras tomadas de uno de esos escritores viejos que no tienen par. Nos hubiera gustado una cosa un poco más artesanal, con una redacción de verdad, con la tropa manchada de tinta, la corbata floja, fumando gruesos cigarros o imponentes pipas. Nos hubiera gustado mancharnos un poco las manos de tinta, al enredar con los tipos, elegir el papel, hacer alguna tirada. Algo más al estilo del Shinbone Star y de ese gran periodista que fue Dutton Peabody interpretado por Edmond O’Brien en el Hombre que mató a Liberty Valance. Nos hubiera gustado a los cepogordistas hacer algo siguiendo la estela de Cruz y Raya, de la Revista Escorial, de Destino, de aquella Litoral fundada por Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, de los Papeles de Son Armadans, ese título extraordinario encontrado por aquél grande, famoso y hoy olvidado don Camilo. Nada de todo eso.

Es buena la amistad, y es bueno frecuentar la sociedad, pero hay que andarse con ojo para no caer en las hirientes tertulias que tan aceradamente describiera Turguenev, en las que los amigos se consumen a porrazos de hiriente ingenio y litros de licor. ¡Cuanto cepogordista borrachín, deslenguado, desastrado, de mal vino! No, ese peligro hemos procurado siempre conjurarlo a nuestra manera, con temporadas de voluntario aislamiento, variando los escenarios y cambiando las butacas por largos y tertuliosos paseos. Y nos ha gustado algo hablar de alguna cosilla, comentar la actualidad, charlar de España y con España, como si fuera una más. Si, los cepogordistas nos hemos entretenido, como hemos podido y a nuestro aire, asomándonos un poco a ese otro lado de las cosas que tan cerca tenemos todos, pero que tan poco visitamos, acuciados por las carreras, las urgencias del comercio, la indignación por la actualidad, las angustias que conlleva la obligación de ganar el diario sustento. Asomarse al envés, como diría don Alvaro Cunqueiro. Este delgado tomillo es el resultado de una selección de esas pequeñas incursiones al otro lado. De lo que más orgullosos estamos es de que algunas de las contribuciones que aparecen aquí compiladas no sean el producto de horas de soledad. Han sido preparadas al antiguo modo, bajo el humo del cigarro sujeto por un techo bajo, en cuarto cerrado y sobre larga mesa cargada de papel, cuadernos, tinta, lápices, pinceles.

Todo está escrito, o al menos se ha intentado, en español. Nos hubiera gustado tirar en varios idiomas a varias columnas, en florido homenaje al resto de nuestros oficiales idiomas y también al “panocho” o dialecto murciano, pero pensándolo mejor se nos ha ocurrido que bastantes gilipolleces contiene ya este folletín como para cometer una más y contribuir al presente boinismo nacional.

Encontrará el curioso lector, o tal vez el inocente, el incauto, en todo caso el paciente lector, eso seguro, varias secciones agavilladas en este folletín de altos vuelos. En primer lugar, la sección de introducciones. Hemos reunido tres. Somos expertos en introducciones. [***ilegible***]

En todo caso, no olvide el lector el buen consejo del olvidado don Camilo, que lo dejó impreso en la introducción del primero de todos sus Papeles de Son Armadans: En todo caso, no olvide, quien leyere, ni el sosiego insular, ni la perspectiva de la distancia, ni la desintoxicación de miasmas literarias que producen, al alimón, el aire libre y la luz.

1 comentario:

  1. ¿PAra que se empeñan? Todo es inexorable. hagan como yo, pasen la tarde comiendo pipas. Unanse al pipismo contemporáneo.

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SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.