jueves, 17 de septiembre de 2020

BRUTALIDAD. Un extracto de los llamados Cuadernos Negros, de A. Bergamota. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

 

Al parecer el fundador de la gran tienda era un nazi camuflado de mercader para seguir conspirando. Tal vez su tienda sea una tapadera para lograr la expansión de enfermedades o la proliferación de invertidos. Recuerden el escándalo de la carne de caballo. Es posible que estemos ante un Untador del siglo XXI. Los untadores untaban la peste con pinceles sobre superficies en las que luego se apoyaba la gente que quedaba contagiada. Eran perseguidos por esa razón, apedreados, linchados o quemados. De ahí que resultara peligroso, en las épocas de las grandes pestes, realizar cualquier gesto que pudiera confundirse con el acto de untar. Por ejemplo, sacar un pañuelo para limpiar cuidadosamente el banco antes de sentarse. A lo mejor en aquel lugar abarrotado regalaban algo o era gente llevando a suegras, abuelos y parientes mayores para intentar liquidarlos por la vía del contagio y hacere con pisos, herencias, bibelots y demás. Con la eutanasia que pronto será legal en este paraíso progresista ya no será necesario meterles en unos grandes almacenes atestados. Un empujón por las escaleras será suficiente.



lunes, 14 de septiembre de 2020

Aproximación.

No es un secreto para nadie que Tato y Doroteo eran amigos de la crítica social y de cierto cuchicheo contenido, limitado a ciertos extremos que se justificaban por la necesidad de conocer el mundo en que vivimos. Sólo la benéfica influencia del gran polígrafo lograba moderar esa inclinación, consiguiendo que emplearan sus fuerzas y notoria capacidad en actividades de mayor fuste, para las que por otra parte sentían natural inclinación, como la especulación intelectual o el arte cisoria, el paseo por las soledades que rodean Nava, las largas horas de solitaria lectura o el apaleamiento de enemigos políticos.






viernes, 4 de septiembre de 2020

TERAPIA.

Hemos leído a la frívola, elegante y decadente Nancy Mitford a la que nos gusta nombrar usando la extinguida “che”: Nanchy Michtford. Al hacerlo, Nanchy Michtford engorda de repente cien kilos. Justino Polardi Mar del Plata les quiere. Esteeee. Miren, miren las patorras simpáticas de esta tipa entre balancín y peonza y no menos amable, que oscila en frenético vaivén al patearse la calle. A no ser por el firme contrapeso de su inmensa pompa trompicaría de súbito, rompiéndose los morros a cada paso. Justino Polardi ha quedado agotado. Tiene los pies minúsculos. Visión de porcelanas, infinitos juegos de incalculable valor repartidos por todos lados, sobre las mesas, los sillones, sobre las mesas, el borde de las ventanas, las camas: Tobe-yaki Meissen, Sajonia, Noritake, Quing, Alcora, Buen Retiro, Sargadelos, Sèvres, Limoges, Chelsea, Vincennes, Capodimonte… Deslumbrado, Bergamota oye a la condesa decir “¡¡uhh cuanto polvo, cuanto hay que fregar!!” y de repente la visión tiembla, tazas y platos se quiebran violentamente, saltando por los aires y toda la imagen se resquebraja reducida a polvo que a su vez se esfuma. La condesa es pateada. Corre por la casa ladrando mientras Bergamota dispara la posta. Polardi aconseja terapia con voz lejana y de ultratumba. Debés dejar la bebida y la lechuga, sobre todo la lechuga que es alucinógena, dejá el fumeque de una vez, ¿oís?

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Apuntes del poligó. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

[Corresponde a la época de hierro del gran polígrafo]

Juanqui, que el día de San Juan nos invitó a desayunar a T. y a mí, hoy repite la operación conmigo. Le pido que me cobre. Está sentado leyendo el periódico, y creo que por no levantarse me invita.

Insisto, pero me comenta que está solo y que otro día. Le doy efusivamente las gracias. Con el canto de la mano recoge las migas de una mesa que tira al suelo y luego se sacude la mano que ha servido de trapo, con la otra. La cuchara del café está mojada, asumo que porque no se ha secado bien después de lavarla. El agua humedece el sobre de azúcar. Decido prescindir tanto de la cuchara como del azúcar. En la barra un tío en pantalones cortos desayuna vaso de vino tinto y tapa de higadillos.

martes, 4 de agosto de 2020

La oportunidad.


-    Comprendo perfectamente todas las razones de supervivencia que usted alega y todo lo relacionado con su numerosa familia y su infinita prole, sin embargo, me complace enormemente poder confirmarle que está usted profundamente despedido.

-      ¿Profundamente despedido? ¿Pero qué dice?

-            ¡Lo que oye!

- ¿Pero cómo puedo estar profundamente despedido?

-            Porque lo digo yo.

-            Miserable.

-  No siga cavando, que se cierra puertas. Además, ya sabe cuál es el mantra de la nueva gestión: Este despido que le deja en la calle, más pobre que una rata, es para usted, una oportunidad. Que la disfrute.

-            Se va a enterar, pedazo de …

-            ¡Seguridad, seguridad!




lunes, 3 de agosto de 2020

El discurso del Rey y don Pariolo.

Cuando se estrenó la película inglesa El discurso del Rey, fueron muchos los cursis que mirando desde lo más alto con condescendencia a los demás,  explicaron que el titulo original en inglés, The speach of the King, bien podría haberse traducido por el habla del Rey y que en la traducción española se perdía el sutil juego de palabras discretamente alusivo a la tartamudez del monarca británico. Don Pariolo de España fue uno de los que –una vez enterado de la explicación leída en un periódico- se puso a mirar enseguida por encima del hombro a los demás, convencido de que su inglés era inmejorable y de que había sido él, en el fondo, uno de los que había contribuido a ilustrar a sus mentecatos compatriotas. Y es que en España hoy sabemos mucho inglés. Don Pariolo de España fue noventayochista finisecular tras haber leído poco y mal, entendiendo menos, un algo de Baroja, el Idearium de Ganivet, otro poco de Azorín, un pellizco de Unamuno. De ahí pasó naturalmente a la cosa progre pop y un tanto melenuda, con la escoba de barrer y nuevos ánimos de renovación. A todas horas repetía, henchido y pomposo, engallado y ufano, la expresión en este país, aplicada a troche y moche, a todas las cosas. A fuerza de usar la muletilla adornada con todos los complementos posibles (en este país no se piensa, no hay cultura, no cabe un tonto más, es imposible, etc.), completo desconocedor de que su manía había sido ya explicada y ridiculizada por Larra hace cien años, las facultades mentales de don Pariolo de España, sin llegar a perderse, fueron quedando anquilosadas, tiesas para todo lo que fuera la reflexión histórica, política, social, análisis de la actualidad, puesto que todo se debía al fatal determinismo recogido en el veredicto inapelable en que consistían esas pocas palabras: en este país.


martes, 21 de julio de 2020

Libros.



De una novela de Nabokov: “(…) era de esas personas para las que un buen libro antes de dormir es algo que uno espera durante todo el día con deleite. Esas personas, al recordar en medio de las rutinas de costumbre que en su mesilla de noche les espera un libro perfectamente a salvo, sienten una oleada de felicidad difícil de expresar.