miércoles, 6 de junio de 2018

MARIANO APAGÓ LA RADIO Y DEBE HABER ROTO EL MANDO

Mariano se marchó demasiado tarde, pero ese agua no mueve ningún molino y la clave para aquellos que quieran conservar el PP es afrontar el futuro adoptando una orientación completamente diferente. Ni sirve la herencia de Aznar ni menos aún la de Mariano.

Lo "mejor" del PP han sido sus votantes, ese capital dilapidado por una estructura monstruosa, una organización mastodóntica y una red complejísima de pactos, acuerdos, componendas y lealtades que se distribuyen por toda la geografía nacional como una gigantesca tela de araña.

Mariano recordaba ayer sin disimular su orgullo que el PP era el mayor partido de España. Ese ha sido y es uno de sus problemas, que es un partido, nada más.

Si el PP quiere tener algún futuro tienen que hacer una renovación total y absoluta, empezando por una limpieza a fondo de despachos, luego una re-fundación doctrinal, sin doctrina no hay política. Los problemas son quién y cómo.

De momento sólo se escuchan planes que apuntan a una continuidad, versión más o menos aseada del vuelta la burra al trigo.

Mientras la PSOE de Sánchez presenta una puesta en escena con mucho marketing político que apunta a un atrincheramiento hasta el ultimo día posible. El amor del PSOE por el poder es inigualable. Quizá el heredero de ZP haya aprendido de los errores de bulto y esté dispuesto a hacer sus apaños por debajo de una bruma de aromas baratos e imágenes confusas. Quizá esté leyendo mejor la mentalidad de ese nuevo español al que los medios de comunicación quieren progre-progre-progre a toda costa. De momento todos son champanes y abrazos. Veremos.

jueves, 31 de mayo de 2018

BOLLERÍA - Breve apunte del dietario del eximio polígrafo, nuevamente cedido por Calvino de Liposthey.

- De vez en cuando entran ganas de zamparse un bollo esa es la verdad.
- No somos nadie.
- Sobre todo cuando se oye a un gilipollas hablar de estructuras de mapping de posiciones
- ¡Pero qué horror! Después de esa frase supongo que le pondrían mirando a Cuenca para practicar.
- ¿Pero qué dice?
- Supongo que se resistiría usted… ¿Le sujetarían entre varios? ¿Le dolió mucho?
- Pero quiere hacer el favor de dejar de pensar barbaridades. Lo de las estructuras de mapping de posiciones es como lo de agendar, los procesos corporativos, hacer mentoring o mindfulness, embrazar la diversidad –dicho y escrito así- , y otras paridas por el estilo milenial siglo XXI, y me congratulo de tu compliance en los reportes. ¡Seudo lenguaje, meta lenguaje, joputismo al por mayor!
- Ya entiendo ya, no somos nadie.
- No hace falta que insista, porque los que hablan esa jerga son los que le pisan la cabeza en lo privado, para lo público ya están los otros.
- ¿Le gusta con relleno de nata o de crema?
- De crema, espolveroado con azúcar, presentado sobre cartón y muy grande.

lunes, 28 de mayo de 2018

LA ENÉSIMA HORA DE ESPAÑA

En una reciente reunión cepogordista hablábamos Alcides Bergamota "El Grande" y yo acerca de los posibles derroteros de nuestro querido y desatendido (por mi parte) Cepo Gordo, órgano oficial de esa corriente mínima pero intensa que es el cepogordismo. Hablo de corriente, cuando quizá sería mejor hablar de modo de estar en el mundo, pero ese es un hueso para otro caldo.

En esa amable charla en torno a una mesa servida con sencillo licor, jarra de agua y humeante tabaco, nos preguntábamos acerca de la conveniencia de recuperar los temas originales que dieron vida a Cepo y abandonar las temáticas políticas o más bien de crear una segunda cabecera dedicada a alojar nuestras modestas contribuciones al debate ciudadano en torno a los temas de la ciudad y el mundo.

En el cepogordismo nada se hace con precipitación, así que a la espera de una decisión final, que sin duda requerirá de más reuniones evaluativas con sus correspondientes libaciones, fumeques, silencios y lectura de poemas y chismes varios (eso son reuniones y no las ejecutivas) me veo en la necesidad de hacer uso de nuestro querido Cepo para comunicar "a quien pudiera interesar" unas rápidas reflexiones sobre el triste y grave momento que nos toca vivir a los hijos de España y primos de Europa, hermanados en eso que otrora fue la civilización cristiana de occidente y que hoy es el guirigay de la turba confundida, el corre-ve-y-dile de conejos sin cabeza, la plasmación física de las ensoñaciones bosquianas.

España afronta su enésima hora final. Hasta aquí nos ha llevado la peculiar forma de ser y concebir el mundo de un gallego que nos hubiera hecho a todos un gran favor quedándose de mirón de la partida en el casino de Pontevedra.

Rajoy no es el único responsable del estado de cosas pero si es uno de los mayores responsables. No existe justificación posible para esa forma de hacer que mezcla con singular finura la abulia con la saña, la cobardía con la determinación a la hora de elegir mal a todo el que le rodea. Si el liderazgo se mide por la capacidad de elegir a los compañeros de viaje y alentarles en el mejor desarrollo de sus virtudes operativas y morales, está claro que Rajoy no es un líder sino un señor capaz de poner una carga de dinamita, hacer la siesta mientras el edificio se derrumba a su alrededor y luego acusar al arquitecto de mala praxis profesional

De todos los que podrían enumerarse y que por conocidos ahorro al lector, el mayor error de Rajoy es haberse permitido el lujo de llevar a España hasta el abismo de verse (una vez mas) controlada por los enemigos declarados, convictos y confesos de ser antiespañoles.

No sé si Rajoy tiene "todo el estado en la cabeza" o si olvidó los temas de registros, pero por su dilatada experiencia en el banco público, desde la responsabilidad municipal hasta la mas alta magistratura del Estado, parece evidente que debe conocer los resortes legales fundamentales que entretejen nuestro ordenamiento y a estas alturas debería haber aprendido las sucias artimañas que implica el estar en política. Su comportamiento niega ambas cosas. Ha manejado con tremenda torpeza las posibilidades que le otorga su poder ejecutivo y ha dilapidado con la fruición propia de un adicto los apoyos políticos que le permitieron comenzar a gobernar con una mayoría absoluta incontestable.

Decir que Rajoy ha traicionado las expectativas de sus electores es quedarse muy corto. Sencilla y llanamente este buen señor ha combatido con científica precisión todas y cada una de las cuestiones que resultaban esenciales para sus votantes.

El problema no es la traición de Rajoy sino las consecuencias de la misma. Si España fuera una de esas democracias miríficas a las que tanto gustan referirse los publicanos de la urna, la cosa no tendría más gravedad que ir a elecciones y mandar a este señor de vuelta al casino o al registro o a la butaca dónde tenga a bien sentarse a ver el ciclismo. El problema está en que la situación política de España no es la de una democracia (ni simple, ni buena ni menos aún mirífica) sino la de una dictadura de partidos que gracias a una legislación electoral prevista para una circunstancia puntual pero que nadie ha querido modificar, permite que cuatro desarrapados con malas intenciones puedan organizar un follón de mil pares que, sin exageración, puede dar por traste con "eso" que hasta ahora hemos dado en llamar España. Y Rajoy sabe esto tan bien como usted y como yo. Vaya si lo sabe.

Para colmo de males y en íntima conexión con la crisis social y política de España, resulta que el mundo anda un pelín revuelto. Así que tenemos a toda la patulea de los padres de la patria discutiendo por su trozo del pastel en las cortes, a los enemigos de España tratando de liquidarla (con bastante eficacia y ayudas varias) y mientras Europa y Occidente enfrentando la crisis más grave de su historia, comparable si no más grave que la vivida en la primera mitad del siglo XX.

Rajoy es reo de meternos de hoz y coz en un debate inicuo. Rajoy es reo de debilitar la trama política y social de España dejándola inerme para afrontar los retos que nos acechan. Rajoy es reo de sustraer tiempo, energía y renta a millones de españoles creadores y trabajadores que deberían estar empleando sus años en hacer de España un lugar mejor dónde vivir y una referencia y un oasis para las gentes de buena voluntad que quisieran compartir ese destino en el mundo.

Todo paralizado. Todo enredado y enfangado. Todo pendiente de batallas judiciales costosísimas, interminables debates estériles, terribles peleas a cuchilladas entre facciones y banderías de oportunistas y sacamantecas y el pueblo español de público de este drama cruento en el que se juega no ya el futuro de hijos y nietos sino la propia seguridad personal y la libertad de los padres y abuelos.

Mientras, la humanidad se enfrenta a los cambios antropológicos, a los retos sociales, a las cuestiones medioambientales, que requieren ideas, valores, energía, trabajo, algo que no puede darse ni generarse si el día a día la sociedad se va desangrando poco a poco en una siniestra autodestrucción que supone un monumento a la estupidez mas supina a la que hemos llegado tras un acelerado viaje de unas pocas décadas.

Así que lo grave de hoy no es si Rajoy aguanta o cede, si Sanchez gana los laureles o se hunde en el arroyo, si Ribera es césar o nada, si Iglesisas se compra el segundo chalé (este en Marbella) o si se hace un chaqué a medida, ni tampoco si los separatistas trincan más o menos, lo grave de hoy es que España se desangra poco a poco cuando tendría que estar armándose intelectual, moral y físicamente para dar la batalla por su lugar en el mundo, un mundo que avanza convulso, caótico, pero que avanza, lamentablemente, sin nosotros.

domingo, 27 de mayo de 2018

TOROS - Alcides Bergamota el Grande nos cede unas cuartillas.

 - ¡Mu-mu, mueran los señoritos!
- ¿Oiga pero que es ese grito? – exclamó Regino Heno Herrera dando un respingo.
- No se preocupe Regino. Ese es Pablillo el tonto de Nava con lo suyo – contestó el Amigo Pulardo sin inmutarse. Dio luego una plácida calada a un habano largo, inmenso, una verdadera cachiporra de tabaco.
- ¿Pero que hace por aquí? Regino al hablar se había removido inquieto en el butacón. Dio un sorbito a la palometa, apurando la copilla de cristal con forma de dedal.
- Pues muy sencillo. Es Lentini Spotti, la pústula de los Abruzzos, que de vez en cuando le da una propina para que el pobre grite esas cosas.
- ¿Y se lo trae desde Nava?
- Con tal de fastidiar es capaz de todo. En cuanto se ha enterado de que habría la casa para la temporada ha empezado con las intrigas. Lo de que mueran los señoritos le chifla – dio una nueva calada al gran cigarro que descubría un poco más de esa ceniza compacta de un gris espléndido, ¡un verso de Mallarmé!
- Pues a mí no me gusta nada eso de las amenazas, aunque las grite un tonto.
- Oiga Regino, no se haga el fino que lo del grito no va con usted, usted de señorito ya sabemos que nada.
Con gesto breve de la mano libre el Amigo Pulardo atajó un principio de protesta de Regino Heno, que venía ese día tan compuesto; con corbata y traje claro, la raya en medio, los cuatro pelos sujetos con un poquito de gomina y bastante riego de un agua de colonia como infantil que a él le parecía que hacía inglés. Porque Regino Heno es culturalmente un inocente, un alma cándida que cree que hacer el inglés le da realce y elegancia, que es una pose adecuada porque aquello, ya sabe usted, no se puede comparar, es superior. Y suelta a veces un plis, por please, y un zenquiu por thank you y hasta un zans por thanks.


Regino se había servido otra palometa. El Amigo Pulardo está bien surtido y para la tertulia con Regino tiene dos marcas de anís, Anís Tenis y la Cordobesa. Porque a Regino que es muy inglés, como él dice, al final le tira más Monforte del Cid que los brandys de Jerez, el vino de oporto o los licores franceses del aparador del Amigo Pulardo.
- Mire Regino deje que le explique, porque ya le he dicho muchas veces que el asunto de los toros va siempre de contradicciones, de todo orden y a todos los niveles. Mire, hace años era frecuente que una parte de lo que podemos llamar la buena sociedad mirara con malos ojos la afición a los toros y trataran por todo los medios de apartar a sus vástagos de la plaza. Esto lo cuenta muy bien García Pavón en aquel libro estupendo que son Los cuentos de mi tía. Cuando había toros en Tomelloso ¡prohibido salir de casa! Nada de tentaciones. Paco Pavón –perdone la familiaridad- entonces niño en casa de sus padres se asomaba al balcón a ver pasar a las cuadrillas a pie, a los matadores en coche descubierto y a la muchedumbre que los seguía entusiasmada hacia la plaza. Imagínese al niño mirando desde el primer piso, sujetando los montantes del balcón con las dos manos, como un preso asido a la reja de la celda, fascinado por el espectáculo. Al libro le remito para que vea que no me lo invento. Para mucha gente de entonces en los toros anidaba escondida la tentación de majeza y flamenquería, de tablaos y juergas, de chulería y taberna, como dijo el poeta. ¡El miedo a que el jovencito de familia se perdiera en nocturnos ejercicios venatorios por colmaos y tabernas, entre claveles y mantones de Manila…!
- ¡Que barroco es usted Amigo Pulardo! -se atrevió a comentar Regino ante la parrafada encendida que le acaban de soltar- pero no veo a dónde quiere llegar.
- ¡Déjeme hombre, que el verbo es de lo poco que nos queda! Así que como le decía, a los de la coleta ni arrimarse. Remato ahora el argumento.
- Pues se le agradece que vaya al grano, sí.
- Lo que quiero decirle es que en el estado actual de derrumbamiento social, cuando la gran diversión, la más fina, es ver un partido de futbol por la tele dando gritos y alaridos; cuando el hijo de familia es un concepto que a la gente le da risa; cuando la única vertebración social y probablemente familiar es ya la pasta gansa, no contando apenas todo lo demás, pues resulta que una tarde de toros es algo de un refinamiento y de una belleza únicos. Una belleza estética que está prácticamente ausente en el resto de manifestaciones sociales a las que podemos asistir. La gente en lo que está es en dotarse de medios económicos para llevar a cabo las cientos de actividades que exige el frenesí social contemporáneo y aguantar el ritmo, ¡de los viajes en chancletas y de todo lo demás!– al concluir la frase el Amigo Pulardo se había puesto de pie de un brinco y agitaba toda su corpulencia, como sacudiéndose el esfuerzo.


- Hombre, pero que exagerado es usted. Y un tanto cenizo en su análisis. Y además, que quiere que le diga, de esa sociedad que usted describe en tonos tan negros sale el público que va hoy a los toros – y al decir esto, como para darse un premio Regino Heno remató la segunda palometa.


Regino Heno era como el Amigo Pulardo buen aficionado y se unía a la tertulia que él llamaba “de los de Nava” cuando estos acudían a Madrid a los toros. Llevaba tiempo preocupado por lo que el calificaba, refiriéndose a la Plaza de las Ventas, como la desorientación general de público, diestros y empresas. El cigarrón del Amigo Pulardo seguía ardiendo con pausada y constante lentitud, sereno aromático, y subían hacia los cielos del pequeño salón de altísimos techos, volutas de humo azul. Metiendo dos dedos regordillos en el bolsillo del chaleco para consultar el reloj de cadena, apreciadísima joya familiar, se dio cuenta de que era ya hora de partir hacia la plaza.
- Pues mire Regino, tampoco le falta a usted razón. ¿No se dice que los toros son como un reflejo, un resumen, del estado de la sociedad española? Por ahí va su comentario me parece. Todo esto hay que pulirlo bien, matizarlo como conviene porque, por una vez, no hay contradicción entre las alabanzas al espectáculo y la condición del público que acude cada tarde a presenciarlo. Porque al menos ese público sigue acudiendo a las tardes de toros, y aunque lo haga desnortado y a veces en estado calamitoso, sigue interesándose por algo que está por encima de la media y que no es una simple recreación de la cultura muerta de épocas pretéritas.
- Vamos que no llegamos – dijo Regino poniendo punto final a la amigable charleta.