sábado, 16 de septiembre de 2017

Un sueño (uno de tantos). De los papeles del eximio polígrafo, Alcides Bergamota Elgrande.

Agradecemos como siempre la gentileza de Calvino de Liposthey que desinteresadamente nos hace llegar este sencillo relato

Salía contento del simposio en el que había participado con una conferencia muy sonada. Al calor de los aplausos sucedía ahora el frío helador de una noche negra y silenciosa, sin luna. Las sombras parecían piedra maciza de tan impenetrables. Segundo simposio en defensa y promoción de una Fiesta auténtica, convocado y organizado por la asociación El Toro Integro, de la que era vicepresidente y por la Peña los Puros, para la que servía gustoso de tesorero. La calle estaba desierta. Y todo por no andar lejos de la plaza. Quien le mandaba, pensaba ahora al oírse andar, al oír su corpulencia respirar pesadamente, por efecto del frío, del paso que había acelerado y de las arrobas que arrastraba, quien le mandaba haberse mudado a estas calles tan solitarias de noche. Cerrado el comercio, claro, cerrado el taller de coches, y la academia de contabilidad, cuyo rótulo decía estudios financieros, y cerrados también bares de copas, era lunes, y tascas taurinas, era tarde y era día sin toros. Había estado soberbio con su charla larga y concienzudamente preparada, y hasta un poquito flamenco, chasqueando los dedos para adornar pasajes de su conferencia, aupándose casi de puntillas sobre sus botines lustrosos, asomándose por encima del atril, ¡embalado! Nuevamente aguzaba el oído. Era la segunda vez que los oía nítidos. Pasos que le seguían. Precisamente ahora, cuando llegaba al desmonte, al solar de aquella casuca que habían tirado hace poco. En la calle estrecha, en la que se mezclaban diminutos chalets de otro tiempo con un jardín raquítico, y edificios de pisos, de cinco o seis alturas, estrechos, de un ladrillo pobretón, de terrazas pequeñas cerradas de cualquier forma -pese a todo dueña de cierta gracia castiza- en esa calle, no se oía a esas horas ni un alma. Salvo aquellos pasos, otra vez, claramente. Y sonaban de una forma peculiar, inconfundible para el oído finísimo del Amigo Pulardo. Eran pasos de boto campero, o de botín flamenco, de calzado de tacón macizo y alto. No había duda. Se inquietó de repente un poco, recordando los pasajes más encendidos de su charla, cuando arremetió contra el toro raquítico y colaborador, descastado y repetidor, que eliminaba de la fiesta toda emoción; cuando puso a caer de un burro al todo el gremio de picadores, clamando por la reforma de la pulla y por cabalgaduras más ligeras, cuando recordó que Bienvenida, Antonio, había tomado la alternativa con toros de Miura, ganadería que alguna de las pretendidas figuras esquivaba por sistema, Aplausos, puntillas, chasqueo de dedos, pulgar contra cordial y el público rugiendo, es un decir, prorrumpiendo en si señores repetidos… No había duda, ahora a un lado, la negrura, el espesor de la noche, se movía. Se movía sigiloso como una nube oscura que se desplazara sin pisar el suele, pese a que a la altura de los zapatos parecían brillar unas grandes hebillas. Al acercarse, la nube se hizo saco, y al acerarse más aún, un poco asustado, Pulardo tuvo que hacerse a un lado. El saco negro del tamaño de un hombre encorvado le recortaba. Si le recortaba y le quebraba, obligándole a salirse del camino, empujándolo con tres gestos más bruscos a una bocacalle desierta. Pudo por fin distinguir un sombrero ancho, una capa española llevada como embozo. Se quedó helado: ¡El estudiante de Falces! Quiso echar a correr, pero entonces una mano gigantesca lo agarro con fuerza y de un tirón casi en volandas, lo metió en el callejón. Ven aquí tú, tío piernas, lechuguino, piquito de oro, tío pera, listillo. La voz era ronca y cavernosa. Encendieron un farol y entonces pudo verles. Al gigantón de voz cascada y aguardentosa, de patillas a lo Paquiro, de aires a lo canalla antiguo pese a lo moderno de su chupa vaquera, le conocía de vista, de las tertulias del patio de caballos. Luego miró a los otros y ya no tuvo dudas, conspicuos representantes del denostado gremio: el Pimpi, el Rubio, el Linchi y el Mingas. Pero no podía ser, los dos primeros, ¡con lo que habían sido! ¡Si tenían que estar de acuerdo con el! Que quiere usted Amigo Pulardo, la solidaridad gremial, nosotros no queremos, en el fondo no es nada personal. En cambio los otros dos, el Linchi y el Mingas, le miraban con saña, con los ojos vidriosos del que se pasa el día achispado. Ventrudos, hinchados, apenas capaces de cerrar sus enormes muslos para andar derechos, la corpulencia del Amigo Pulardo a su lado no era nada, el gorrión frente al gocho. Cuando parecía que nada iba a suceder, volvió aparecer el estudiante embozado, con el venía Martincho montado en un toro cornalón ensillado con una albarda. Se hizo de repente un silencio atroz. Todas las miradas se inclinaron hacia el suelo. Se puso el Amigo Pulardo a seguirlas hasta entender lo que había provocado el silencio. Ahí estaba vestido de corto, con sus polainas camperas, su castoreño como de juguete, sus manazas peludas y chupando un cigarro Antonio Merino, el enano de Las Ventas. Asomaban de la faja que le ceñía la cintura las cachas de su faca descomunal. Abrió la boca para decir maligno: así que mis compañeros de ahora son un gremio de botijeros y montan caballerías como montañas, así que son jugadores de ventaja que pican protegidos por un caballo que es como un carro de llevar cántaros, así que hay que reformar las cosas, que se pierde la suerte. La suerte la vas a perder tú ahora cuando probemos contigo si esta pulla sirve o no sirve. Y diciendo esto escupió el cigarro y abrió la gigantesca faca. Vaya, faca de bella factura se dijo Pulardo, ya no se ven así. De esas de capar gorrinos y de abrir melones de piel de sapo de un solo tajo. ¡Zas, por la mitad! Parece una antigüedad. Y dejando de temblar pensó, ¿y este enano cuantos años puede tener hoy…? No puede ser y tampoco el Pimpi, ni el Rubio. Por la ventana entraba el primer rayo de sol. 

Debajo
Francisco de Goya. El diestrísimo estudiante de Falces.


miércoles, 13 de septiembre de 2017

CATALUÑA: GOLPE DE ESTADO POSTMODERNO

Han de creerme los amables cepogordistas cuando les digo que he estado mucho tiempo tratando de evitar escribir sobre un asunto sobre el que ya se ha dicho casi todo.

Sinceramente no creo que esto vaya más allá de un desahogo, pero ante la riada de tinta, bites y ruido que hemos tenido que soportar en las últimas semanas no hay forma de evitar ponerse frente a la pantalla y dejar algunos comentarios por escrito.

En primer lugar el golpe de estado en Cataluña (llamemos a las cosas por su nombre) no es un "choque institucional" ni un "conflicto político" ni ninguna de esas cosas que periodistas, tertulianos y políticos del pesebre emplean como eufemismos de lo que no es sino un levantamiento de dentro hacia fuera.

Los cargos electos de la comunidad catalana son representantes en su territorio del Estado y están sometidos a la Constitución por encima de su estatuto y demás legislación que les sea aplicable.

El artículo 67.1 del Estatuto establece que el presidente de la Generalidad ostenta la representación ordinaria del Estado en Cataluña. 

En este contexto legal claro y nítido, cualquier acción del presidente y su gobierno en contra de la Constitución y del Estado al que representa deben considerarse particularmente graves e injustificables desde un punto de vista legal y ético.

No hay "choque insitucional" ninguno, lo que hay es un representante del Estado se levanta en contra de ese Estado y del rey que lo ha nombrado presidente y se infla como un pavo amenazando con la proclamación de la república catalana.

Si España no estuviera hecha unos zorros la bravuconada de Puigdemont y su grupo de iluminados se hubiera atajado el primer día mediante oportuna detención, procesamiento y condena de los caudillos por uno o varios delitos en los que ,supuestamente, están incurriendo tales como rebelión o malversación por citar dos de los más jugosos.

El disparate al que asistimos ha llegado al siniestro punto en el que estamos no sólo por la nefasta gestión política de UCD, CDS, PSOE y PP sino por la profundísima corrupción política y moral de los líderes políticos de Cataluña y de una buena parte del entramado social sobre el que se asientan y al que han beneficiado a manos llenas.

Enfangados en una sima de robo y corrupción generalizada la "patada hacia delante" ha sido una forma torpe, siniestra y grave de chantajear al gobierno e intentar una huida a un nuevo sistema que les permita huir del peso de la Justicia y mantener su esquema de latrocinio institucional.

La parte de los separatistas profesionales de las diferentes tribus (ERC, CUP etc..) es otra, ya que en este caso no están haciendo sino lo que les toca. Son agitadores profesionales, viven del presupuesto del Estado al que denigran con el único objetivo de mantener sus poltronas y prebendas a costa de lo que sea.

Las víctimas de este golpe de estado son los españoles que han nacido y viven en Cataluña así como los de las demás regiones que con su esfuerzo durante siglos y siglos han levantado la tierra, hacienda y cultura que un grupo de sinvergüenzas intenta mantener bajo su exclusivo control.

En cuanto al número no pequeño de comparsas en las que se apoya el separatismo (asistentes a la Diada separatista, miembros de asociaciones, palmeros y plañideras...) aquí nos enfrentamos a tres grupos diferenciados; los estómagos agradecidos del pesebre separatista, los tontos útiles y los odiadores profesionales cuya única razón de ser es destruir España y lo que representa.

Las gentes bienpensantes se manifiestan preocupadas por ese grupo de "soñadores" que solo buscan libertad y deseo de autodeterminación. A mi las histerias y los delirios del personal no me producen ni frío ni calor. 

A estas alturas el que se niegue a conocer la Historia y se una a movimientos estrictamente basados en la mentira y en la manipulación más burda no pueden pretender estar protegidos por un teórico "derecho a ser gilipollas". 

Los fundamentos "teóricos" de este movimiento están basados en la mentira y la manipulación. No hay verdad detrás de una falsa aspiración.

En el caso de los tontos útiles que llenan calles y cuelgan banderas; Si eres tonto del culo lo mejor es asumirlo, dejarte de manifestaciones y salir a la calle a jugar a la pirindola sin molestar a los demás. Si no eres tonto del culo y participas en esa bazofia entonces el asunto es más grave.

El problema es que no hay tantos tontos útiles, lo que hay es mucho inmaduro emocional y mucho jeta al que le da igual romper el jarrón porque sabe que a el no le van a pasar la factura.

Ese es el delito de la posmodernidad en la que nos ha instalado el sistema político actual; se puede poner en riesgo cualquier cosa con tal de dar la nota y ejercer el "derecho" a disentir, a decidir, a negarse, a colocarse al margen, a hacer al fin y al cabo lo que les salga de la higa porque es el triunfo absoluto de la inmadurez y la irresponsabilidad. Todo vale, nada cuesta, nada significa nada si a mi no me afecta.

Tan inmadura y pedorra es esta afrenta que se ha planteado de dentro a fuera, empleando la estructura y los medios del Estado, la debilidad de un sistema débil y enfermizo para cagarse en todo sin aparentes consecuencias. Por eso están crecidos, apuestan poco, son cobardes y se esconden tras las familias, los niños pintarrajeados, las plañideras, las turistas con camiseta del Barça y bandera revolucionaria.

Asistimos a un triste golpe de cuño postmoderno, no es otra cosa, no  busquemos razones filosóficas, políticas ni históricas más allá de la profunda decadencia del hombre occidental. En Cataluña el separatismo está sirviendo de válvula de escape para un grupo humano débil manejado por gente sin escrúpulos. En otros sitios es el animalismo o la cristianofobia, al final es la decadencia del hombre convertido en una cosita blanda y llorona que no quiere ser responsable de nada y quiere disfrutar de paz y seguridad sin esfuerzo y con vacaciones pagadas.

lunes, 11 de septiembre de 2017

TOROS: SALTILLO Y JUAN LUIS FRAILE


Una de las cosas más tontas que suele destacarse para reprochar a los españoles una supuesta indolencia y despreocupación por las grandes cuestiones del momento es el haber acudido a los toros la tarde –o tal vez fuera al día siguiente, ya no recuerdo- del día en que se conoció la pérdida de Cuba. Los que eso señalan se quedan tan anchos, encantados de su observación y agudeza, felices de haber demostrado la existencia de un nuevo rasgo nacional más, negativo por supuesto. Pues bien, será que la historia se repite, porque en pleno golpe de estado en Cataluña, eso es exactamente lo que hicimos nosotros ayer, irnos a los toros. 
Todos los días al abrir el periódico soñamos con que nos enteramos de que por fin se ha suspendido la autonomía, se ha detenido a los sediciosos, miles de catalanes aliviados salen a la calle con banderas españolas, se anuncia la retirada de las competencias sobre educación, justicia y seguridad a todas las comunidades autónomas y se cierran las televisiones públicas regionales. Atreverse con una bajada de impuestos ya nos parece un imposible hasta en sueños. Pues bien, ayer domingo por la mañana los golpistas seguían con su proyecto ilegal, financiado con nuestro dinero. Así que nos dijimos: ¡Una buena tarde de toros que no nos la quiten!

Las ganaderías anunciadas prometían y no decepcionaron. Tres toros de Saltillo, antigüedad de 1845 y procedencia Marqués de Saltillo –el vallisoletano Antonio Rueda de Quintanilla- hoy propiedad de don José Joaquín Moreno Silva, y tres toros de Juan Luis Fraile, con antigüedad de 1895 y procedencia Conde de Santa Coloma y Graciliano Pérez Tabernero. Ahí es nada. Ahí tenemos tradición, antigüedad, continuidad en el tiempo, pericia ganadera… ¡y la continuación de una labor iniciada en su día por sendos títulos del Reino! Oiga Pulardo, ¿esto último es para decir luego que les conoce a todos? No que va. Es que como el otro tópico es que aquí no ha habido élites… Ya ve usted, hasta en los toros. Hombre, Amigo Pulardo, yo no sé si este apunte suyo está un poco fuera de lugar, pero en fin.

Los toros como decíamos, con fuerza, casta y presencia, no decepcionaron. Un ganado imponente que se hacía sentir en la plaza, de gran seriedad, bocas cerradas y consintiendo pocos errores. Además el espectáculo de comparar las dos ganaderías era un aliciente más:

El toro cárdeno o negro de saltillo, de menos complexión física, más estrecho, alguna testuz rizada, el quinto cariavacado, de mucho sentido, enterándose, pero metiéndose en la muleta si se podía con el. El segundo entró hasta cuatro veces al caballo. De forma esquiva las tres primeras, haciendo cosas de manso con genio, para luego, a la cuarta y para sorpresa de todos, empujar con nobleza, fijeza y enorme fuerza, apretando al caballo contra las tablas, recibiendo un duro castigo, pero que no se notó en la muleta dónde fue extraordinario. 

El graciliano, con aire de toro antiguo, alto de remos, ensillado, enmorrillado, bien armado, prontos al caballo dónde pelearon con bravura y de reacciones rápidas. Una lámina espléndida, variados de comportamiento, tremendo de difícil el último. 

Variedad de comportamientos, evolución del comportamiento de un mismo animal durante su lidia, en función de que se le hicieran las cosas bien o mal, de forma confusa u ordenada, con cabeza o atropelladamente… De los tres matadores nos quedamos con el capote de Octavio Chacón que luchó con los toros de salida para sujetarles y ahormarles y que los puso al caballo de forma primorosa y muy torera (vimos una media verónica doblando la rodilla de gran sabor). Venegas cortó una oreja que no le íbamos a discutir con estos toros. Y Pérez Mota estuvo mal, fuera de sitio toda la tarde. 


Con el paso del tiempo es posible, nos dice el Amigo Pulardo, que los españoles ahora más modernos e internacionales, mejor pertrechados intelectualmente con sus redes sociales y sus teléfonos, las generaciones mejor preparadas y demás, pasaran ayer la noche pendientes de Cataluña, haciendo cábalas, enrolándose en partidos y organizaciones para demostrar su compromiso contra la secesión –cosas del progreso-. Lo decimos porque la plaza estaba casi vacía. Un cuarto de entrada. Eso no impidió que a la salida –en un acto de verdadera frivolidad política- tuviéramos nuestros diez minutos de tertulia exclusivamente taurina. 
Para El Heraldo de Nava
A. Bergamota Elgrande

miércoles, 30 de agosto de 2017

LAS VENTAS

Leemos en la prensa lo siguiente (los subrayados son nuestros):


La Comunidad de Madrid va invertir 15,1 millones de euros en la rehabilitación de la plaza de toros de Las Ventas para adecuarla al funcionamiento de espacios multiusos y adaptarla a la nueva normativa vigente en materia de seguridad. Así lo acordó ayer el Consejo de Gobierno, que aprobó el encargo de la redacción del proyecto y de la ejecución de las obras a la empresa pública Obras de Madrid. (…) Según informa Roberto Becarés en El Mundo, Las Ventas de Madrid perderá al menos entre 2.000 y 2.500 de los 23.700 asientos de que dispone[1].

Esto es una muy mala noticia. No hay ninguna necesidad de reformar la plaza para que pueda servir como espacio multiusos. La plaza de Las Ventas debería tener un único y exclusivo uso: la celebración de corridas de toros y otros espectáculos taurinos de toreo a pie y a caballo (nada de recortes). El pliego para la concesión de su gestión debería redactarse teniendo en cuenta este único uso, ajustándose a las posibilidades económicas que la explotación de festejos taurinos permite.

Espacios multiusos en Madrid, sobran. Los hay a patadas. Esa no es la cuestión. Nuevamente cortinas de humo, disimulación, medias verdades, oscuridad. La cuestión es pura y únicamente la pasta gansa.

Esto que escribimos no es nada original. Lo encontrarán mejor expresado en varios artículos en la red. Llevamos meses siguiendo este tema en prensa escrita, digital y radio y aún a riesgo de repetir lo que otros han dicho sin duda mejor, no queremos dejar de arrimar un poco el hombro.

Por lo que hemos podido entender, hace años, las condiciones económicas de la gestión de la plaza eran muy sencillas: únicamente festejos taurinos, repartiéndose los beneficios generados por mitades: la mitad para el empresario, la otra mitad para el dueño de la plaza, la Comunidad de Madrid. Pero la rapacidad de nuestros políticos no tiene límite. El pliego preparado por el equipo del Sr. Ignacio Gonzalez (hoy entre rejas) y no sé si los pliegos anteriores, adoptó la fórmula de la subasta. El que más dinero ponga sobre la mesa se lleva la gestión de la plaza. De esta manera, la mera celebración de espectáculos taurinos no puede garantizar el pago por parte del empresario del dinero comprometido, por lo que necesita explotar la plaza todo lo posible, exprimirla como un limón hasta la extenuación mediante su uso para otros espectáculos no taurinos. Con esos espectáculos se llenan no solo las gradas sino también el ruedo (para un concierto por ejemplo) y para esos espectáculos son necesarias otras medidas de seguridad (se multiplica la ocupación de la plaza) y los permisos del Ayuntamiento… es decir, en estos momentos, de Podemos…


Por lo tanto el uso de la plaza como espacio multiusos multiplica los flancos por los que puede ser atacada, como de hecho lo está siendo, de forma silenciosa y traicionera, por unos y otros. Por los movimientos antitaurinos, por la rapacidad de los políticos, y también, todo hay que decirlo, por la rapacidad de las empresas del mundo del toro, interesadas en un negocio de mayor tamaño al que se llega a través de la fiesta. ¡Simón, ese empresario de la noche! Pero no hablemos hoy de el.

¡¿Suprimir más de 2.000 localidades?! ¿Qué pasa con los abonados? ¿Qué pasa con el precio de las entradas que lógicamente subirá? ¿Qué pasa con el ambiente único de la plaza, con su sonoridad, con el eco de todo lo que sucede? ¿Qué se va a tocar? ¿Es que no nos damos cuenta de que esto, como las ganas de cubrirla con un tejado, no es más que un ataque contra los toros? Todo son pretextos –la lluvia, la comodidad- para conseguir dedicar la plaza a otra cosa que no sean los toros. Con el intento de cubrirla se produjo un milagro y el tejadillo móvil se derrumbó el día de su estreno. Se ve que en el Cielo el mundo del toro tiene todavía alguna consideración.

La Plaza de Toros de las Ventas es la plaza de toros más importante del mundo, pese a todos los peros que se le quieran poner. Es el lugar dónde toros y afición resisten atrincherados contra toda suerte de ataques, los que vienen desde dentro, y los que vienen desde fuera. Es la gran plaza de las 600.000 entradas vendidas en San Isidro y que no sólo no vive de subvenciones sino que da dinero, y mucho, a la Comunidad de Madrid. La reforma que se propone es un verdadero asalto. ¡Nada más y nada menos que reducir el número de asientos en más de dos mil con el pretexto de adaptación multiusos! Reducir la plaza, hacer que mengüe, hacer un poco más difícil al aficionado mantenerse… Bastaría con pintar, hacer las reparaciones necesarias, limpiar, reparar óxidos y limpiar cuartos de baño. Sería más barato y, no sirviendo la plaza más que para ir a los toros, suficiente. De paso se podrían suprimir las adherencias más modernas y groseras introducidas con pretensiones de darle a la plaza un aire actual y moderno que es en realidad aroma discotequero de chiringuito zafio.

Y por favor, que no nos digan que los asientos de la plaza no son muy cómodos (no sea rata y cómprese una almohadilla) o que la plaza no es moderna, o que se está muy apretado o que el confort –vaya palabra- de hoy exige la reforma pretendida. No sean tan pardillos y que no se la cuelen por ahí, no compren el timo de que la reforma se hace por nuestro bien, para que estemos más agustito. No sean tan lelos. Sobre todo si quien se traga esa trola es de los que aparece por la plaza una vez al año, y poniendo pegas. Si esa es su aportación, creemos que es mejor estarse callado, chitón. A los que vamos un poco más a menudo la plaza nos parece suficientemente cómoda, nos gusta un poco de apretura, nos gusta ese ambiente excepcional que sólo hay en los toros, esa comunión entre aficionados, el poder departir con el de al lado, porque le tenemos cerca, el que las apreturas obliguen a ser civilizado, a saludar, pedir perdón, ofrecer tabaco, compartir aperitivo. Si quiere que le pongan un asiento individual de plástico y una papelera para las pipas váyase a… ver baloncesto o fúbol. A los aficionados, la cuestión ésta de la comodidad es lo que menos nos importa, lo primero que se nos olvida, cuando empezado el festejo en el ruedo se torea.

Por lo tanto, póngase fin a la actual adjudicación (instrumentos legales habrá sin duda), redáctese un pliego nuevo para la explotación de la plaza como plaza de temporada, únicamente para festejos taurinos, y convóquese un nuevo concurso. Espacios multiusos en Madrid sobran. Y eso sí: píntese, repárese lo necesario y asegúrense el orden y la limpieza.

 

Para el Heraldo de Nava

Genaro García Mingo Emperador.



[1] Lea más en http://www.purezayemocion.com/noticia/5212/actualidad/la-comunidad-invertira-151-millones-en-la-rehabilitacion-de-las-ventas.html#xYGm24IGlZ4DctYy.99”


jueves, 24 de agosto de 2017

Algunos antecedentes reaccionarios (información cedida generosamente por C. de L.)


Todos tenían de alguna forma relación con el antiguo régimen porque en la memoria de sus familias todavía perduraban recuerdos de aquél tiempo o de los que enseguida le sucedieron: historias, objetos, una pintura, algún mueble. Por supuesto una relación que no podía ser sino lejana, por el tiempo transcurrido desde su fin, hecha de evocaciones. Solo Doroteo tenía además vinculación actual e inmediata por inmobiliaria, pues seguía habitando el palacio de sus antepasados en Nava, sin haber caído en el arroyo fangoso de la mesocrática y apretada propiedad horizontal. El edificio con su fachada imponente de siete balcones, su escalera monumental, la sucesión de salones, el archivo, la biblioteca, la sala azul, la de música, el salón de fumar y el gabinete era el testigo mudo de un mundo desaparecido y que nadie, una vez muerto el abate Talleyrand, podía echar de menos sinceramente, pues ninguno lo había conocido. Los Bergamota eran de prosapia antigua -se conocía a un maestre de campo de un tercio viejo, Rodrigo de Bergamota-; en la familia de Tato se mezclaban gente industriosa del estado llano con una rama más encumbrada que había dado notables eclesiásticos. Un canónigo de Nava había estado largos años ocupando funciones destacadas en la Curia romana en los tiempos reaccionarios de Gregorio XVI y de las condenas al espíritu moderno y al pecaminoso liberalismo. Condenas que Tato, por una suerte de tradición familiar, por devoción a su lejano tío, sostenía aún hoy, en las tertulias de Nava, contra viento y marea. Tato, además, seguía siendo agricultor lo que suponía hundir raíces muy lejos en el tiempo. El amigo Liposthey era otro asunto. También con hondas raíces en el pasado que le ligaban a las atrocidades hugonotas practicadas en el Mediodía francés. De familia protestante, un antepasado bravucón y fanático había cabalgado junto con el feroz Montbrun, a las órdenes del baron de los Adrets, contra las tropas dirigidas por Blaise de Monluc, participando sañudamente en las mil perrerías, canalladas y atrocidades que se cometieron en aquellas guerras civiles que asolaron Francia. Calvino había llegado a España un poco por casualidad, por los azares del rastreo de los papeles en los archivos que le había llevado hasta Simancas, naturalmente, y de ahí, al conocer al gran Bergamota, a Nava. De la condesa no hará falta que demos explicaciones.

Todos ellos eran conscientes de que el pasado pasado es, si bien por azares de la fortuna y del destino habían de alguna manera escapado al insano ajetreo de la vida moderna y eran capaces de gustar de lo que el gran Bergamota designaba como el tempo lento. Sabían dar una vuelta a paso de canónigo. Todos habían podido vivir, de alguna forma y hasta un cierto punto, al margen. Al menos respecto de ciertas cosas. Sólo el eximio polígrafo había sufrido en sus propias carnes los horrores y la servidumbre del trabajo por cuenta ajena.

GALERÍA DE TIPOS FÍSICOS EXTINGUIDOS: pipista sonriente.


Se trata por supuesto de Joseph L. Mankiewicz, tal vez uno de los más grandes.



LA JAULA

El gran Pan ha … vuelto.


¡En efecto, se acabaron las alegres correrías por florestas y umbrías!