domingo, 23 de junio de 2013

NOTA DE LA REDACCIÓN

Ante la avalancha de críticas recibida por la entrada en el que el Eco de la Provincia reseñaba los incidentes ocurridos con ocasión de la última comparecencia pública del eximio polígrafo Alcides Bergamota, torpemente interpretada como una monolítica crítica al gobierno actual, el periódico se ha propuesto dar con el texto completo de la conferencia, pues no encontrará mejor desmentido que ese. El Eco de la Provincia ha lanzado a sus mejores sabuesos para tratar de obtener, si no el texto completo, al menos el esquema o los apuntes que sirvieron de guión al gran Bergamota para su tan mentada intervención. No es cosa fácil, pues de nuevo retirado a su exilio provinciano, Alcides Bergamota se ha hecho inaccesible tras el alto tapial que protege su casa de los ojos indiscretos y del ruido del Mundo. El Eco de la Provincia no desiste sin embargo de su empeño y espera dar el texto a sus lectores en los próximos días.
La Redacción.

sábado, 22 de junio de 2013

NUEVAS IRAS CONTRA ALCIDES BERGAMOTA

Nuevo intento de agresión contra don Alcides Bergamota.- Los periódicos de la mañana se hacen hoy eco de un nuevo intento de agresión contra el conocido y eximio publicista Alcides Bergamota, maestro de polígrafos, así como de la provincial intervención de doña Casiana Martínez y Remondo que evitó males mayores (al menos para el Sr. Bergamota).

Sucedieron los hechos mientras el eximio publicista se encontraba en el Casino Libertad, pronunciando la conferencia esperada desde hace meses con el título “España en Europa un análisis del marasmo contemporáneo”. El salón de actos se encontraba abarrotado de gente, dada la inusitada expectación provocada por la comparecencia del gran publicista, la fama de sus sonoras intervenciones públicas, el título de la conferencia y la excepcional presencia de nuestro protagonista, como bien saben nuestros lectores desde hace ya años retirado en las soledades de su vida provinciana, rodeado de unos pocos y escogidos amigos. Se encontraban los pasillos del salón de conferencias llenos de la gente que no había encontrado asiento y tuvieron que dejarse abiertas las puertas de la sala para que la masa congregada en la entrada del casino pudieran seguir la conferencia pronunciada por el gran Bergamota que arrancó entre la mayor expectación, un silencio general y ciertos murmullos que anunciaban ya tormenta. La presencia de un muy nutrido grupo de representantes de las llamadas juventudes de nuestros partidos políticos, no anunciaba nada bueno. Pese a que las juventudes de nuestra partitocracia la forman gentes de mediana edad y que a menudo peinan canas, su edad media no es tanta que necesiten ayudarse para andar de gruesos bastones. En la tribuna de oradores, el gran Bergamota se encontraba flanqueado, a derecha e izquierda por sus entrañables amigos, Tato y Doroteo. Conocedor el público del gusto por lo antiguo que caracteriza a dicha pareja, nadie se sorprendió del todo de que vistieran coselete, guantelete de hierro, y estuvieran tocados ambos de sendos morriones con plumas rojigualdas. Nuestro enviado especial asegura haber oído a uno de ellos que a él no le volvían a cazar desprevenido. Como suele ser habitual, transcribimos a continuación las palabras con las que se interrumpió la conferencia y se inició el motín (sin perjuicio de que más adelante, cuando hayamos logrado hacernos con una copia del texto completo de la conferencia, lo publiquemos en su integridad):

-          Ante todo lo que está pasando hoy en España, entiéndase, en Europa, pues el fenómeno es el mismo, como por ejemplo que el partido que nos gobierna, aquél que los ingenuos todavía identifican con una derecha conservadora, cuando es en realidad un atroz partido socialdemócrata más, hay que recordar sobre todas las cosas que “el mundo es un lugar sonriente” en palabras de San Agustín.

A los primeros gritos, al sentir el primer objeto volar por los aires, al notar que se blandían los bastones y que la masa iniciaba un movimiento hacia el conferenciante, Doña Casiana de Melis y Martínez de Remondo se levantó y su sola e imponente presencia detuvo por un momento la avalancha, momento decisivo que permitió a la tribuna iniciar sus movimientos de retirada. El agresor más osado, una sabandija tiñosa secretario de las juventudes del PP (Partido Progre) quiso arrollar a doña Casiana e incluso faltarle al respecto con insultos alusivos a la natural y hermosa corpulencia de señora tan prócer. Fue derribado de un bolsazo, que detuvo del todo el movimiento de la masa. La falange de amigas de doña Casiana, imponentes, formó a su alrededor. El eximio publicista, sus amigos, y el director del Casino Libertad pudieron salir de la ratonera y marchare a cenar como previsto, si bien con la hora adelantada. En el coche, Doroteo se palpaba el bolsillo comprobando que los largos vegueros de la Vuelta de Abajo que fumarían a los postres se encontraban intactos. Nuestro enviado especial ha sabido, por una amiga de doña Casiana, que poco antes de acudir a la conferencia de Alcides Bergamota, la noble señora había recogido en Billares Ruiz seis bolas de billar, de pulido marfil, para el juego de casa, que llevaba en el bolso cuando lo utilizó para parar la embestida de la sabandija tiñosa, que a estas horas se recupera lenta pero satisfactoriamente en el hospital.
El Eco de la Provincia

jueves, 20 de junio de 2013

DON CAMILO (la vida es una paradoja).


VIAJE

El viajero lo es a pesar suyo las más de las veces. Queremos decir que si de él dependiera el viaje lo haría por España, y si fuera posible en largas etapas a pie. Como hizo don Camilo, como hicieron don Pío y algunos más que se patearon España mirándolo todo, como principal actividad cotidiana. El viajero anda literalmente por las nubes trepado en un avión y cuando entorna los ojos se recrea en la solana que hacía resplandecer la plaza de toros el sábado por la tarde y si los cierra un poco más acaba llegando a los pinares agostados, implacables de calor, mecidos por la chicharra (la cigarra de la fábula entiéndanme), en perpetua fiesta durante el estío, y el zumbar de los tábanos. Y el murmullo de la brisa entre los árboles le llevará al mar, al mar azul, verde, abierto, levantisco, helado y luminoso, con su pajarería y sus barcos y sus cantores y aventuras.

-¡Qué cosas Ramonchu!
- ¿Y ese quién es? – pregunta Tato alarmado.
- No nadie, - contesta Doroteo- es que me hacen gracia la expresión y el nombre.
- Di que sí, tu a lo tuyo, y ya está.

No se ha olvidado el viajero de las vacunas que todo viaje lejano precisa. Así que lleva consigo El gallego y su cuadrilla, escrito por don Camilo, y también una cosilla de don Ramón Menéndez Pidal. Mientras por esos lares anda el viajero, la vecina de asiento, que afortunadamente es menuda y aseada y además no habla, lee un libro que se titula El amante japonés. El viajero es un cotilla. Y por serlo se alarma. El viajero que estaba tranquilo por la discreción de su vecina, con su descubrimiento se sobresalta un poco y discretamente se palpa los ojos para descartar cualquier rasgo oriental que pueda poner en peligro la paz del viaje. Y pasa el resto del vuelo un tanto encogido, mirando las nubes.

sábado, 15 de junio de 2013

BORRADOR PARA UNA INTRODUCCIÓN

Encontramos en una biblioteca abandonada, entre el polvo y la polilla, lo que parecen las pruebas iniciales de una revisa casera o artesanal. Están comidas por la humedad y el tiempo, pero pueden salvarse las primeras páginas, que reproducimos a continuación.

Borrado para una introducción, prólogo, preliminar o exposición de motivos.
El tren traquetea pero sin hacer chu-chu, chu-chúuuuuu. Iba a escribir cuatro tonterías sobre la tropa que va a mí alrededor, pero no merece la pena ni como juego o entrenamiento de escritura.

Los cepogordistas tenemos nuestra vanidad y a veces hasta un amago de pretensiones, pero somos tan conscientes de nuestras limitaciones, son tantas, de tan diverso y completo orden, que es raro que perdamos el norte y demos la murga en exceso. Nos cansa un poquito la red, con su estructura de rollo antiguo, anterior al libro, nos cansa un poco esa vena como exhibicionista que tiene, ese aire de vago onanismo, de lugar frecuentado por vagos masturbadores de negras ojeras y cansino mirar en palabras tomadas de uno de esos escritores viejos que no tienen par. Nos hubiera gustado una cosa un poco más artesanal, con una redacción de verdad, con la tropa manchada de tinta, la corbata floja, fumando gruesos cigarros o imponentes pipas. Nos hubiera gustado mancharnos un poco las manos de tinta, al enredar con los tipos, elegir el papel, hacer alguna tirada. Algo más al estilo del Shinbone Star y de ese gran periodista que fue Dutton Peabody interpretado por Edmond O’Brien en el Hombre que mató a Liberty Valance. Nos hubiera gustado a los cepogordistas hacer algo siguiendo la estela de Cruz y Raya, de la Revista Escorial, de Destino, de aquella Litoral fundada por Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, de los Papeles de Son Armadans, ese título extraordinario encontrado por aquél grande, famoso y hoy olvidado don Camilo. Nada de todo eso.

Es buena la amistad, y es bueno frecuentar la sociedad, pero hay que andarse con ojo para no caer en las hirientes tertulias que tan aceradamente describiera Turguenev, en las que los amigos se consumen a porrazos de hiriente ingenio y litros de licor. ¡Cuanto cepogordista borrachín, deslenguado, desastrado, de mal vino! No, ese peligro hemos procurado siempre conjurarlo a nuestra manera, con temporadas de voluntario aislamiento, variando los escenarios y cambiando las butacas por largos y tertuliosos paseos. Y nos ha gustado algo hablar de alguna cosilla, comentar la actualidad, charlar de España y con España, como si fuera una más. Si, los cepogordistas nos hemos entretenido, como hemos podido y a nuestro aire, asomándonos un poco a ese otro lado de las cosas que tan cerca tenemos todos, pero que tan poco visitamos, acuciados por las carreras, las urgencias del comercio, la indignación por la actualidad, las angustias que conlleva la obligación de ganar el diario sustento. Asomarse al envés, como diría don Alvaro Cunqueiro. Este delgado tomillo es el resultado de una selección de esas pequeñas incursiones al otro lado. De lo que más orgullosos estamos es de que algunas de las contribuciones que aparecen aquí compiladas no sean el producto de horas de soledad. Han sido preparadas al antiguo modo, bajo el humo del cigarro sujeto por un techo bajo, en cuarto cerrado y sobre larga mesa cargada de papel, cuadernos, tinta, lápices, pinceles.

Todo está escrito, o al menos se ha intentado, en español. Nos hubiera gustado tirar en varios idiomas a varias columnas, en florido homenaje al resto de nuestros oficiales idiomas y también al “panocho” o dialecto murciano, pero pensándolo mejor se nos ha ocurrido que bastantes gilipolleces contiene ya este folletín como para cometer una más y contribuir al presente boinismo nacional.

Encontrará el curioso lector, o tal vez el inocente, el incauto, en todo caso el paciente lector, eso seguro, varias secciones agavilladas en este folletín de altos vuelos. En primer lugar, la sección de introducciones. Hemos reunido tres. Somos expertos en introducciones. [***ilegible***]

En todo caso, no olvide el lector el buen consejo del olvidado don Camilo, que lo dejó impreso en la introducción del primero de todos sus Papeles de Son Armadans: En todo caso, no olvide, quien leyere, ni el sosiego insular, ni la perspectiva de la distancia, ni la desintoxicación de miasmas literarias que producen, al alimón, el aire libre y la luz.

sábado, 1 de junio de 2013

TOROS EN LA VENTAS.

Tarde de toros. El jueves día 30 de mayo fuimos a los toros. Tuvimos la suerte de estar en Las Ventas esa tarde, para presenciar la corrida de la ganadería de Adolfo Martín. Decimos eso de la suerte, pero bien mirado el asunto no es justa la expresión. Porque no se debió a la suerte el que tuviéramos entradas para ese día. Fue una elección consciente hecha a principio de temporada, con el programa con los carteles de la feria desplegado sobre la mesa y un lápiz de color rojo con el que marcar las corridas para las que intentaríamos sacar entrada. Y desde hace ya algunos años, la elección la hacemos en función de las ganaderías, y no de los diestros. Así que marcamos Victorino, Adolfo Martín, Baltasar Iban, José Escolar y con más dudas Carriquiri, Alcurrucén y alguna otra. Lo que intentamos es presenciar una corrida de toros, eso, de toros. Sin el toro no hay tarde de toros que valga y la corrida ni se entiende, ni se justifica ni se puede defender.

Escarmentados estamos ya de esas tardes soporíferas, de animales que se caen, o que están vendidos antes casi de saltar al ruedo. Y hace mucho que decidimos no padecerlas más. Así que la verdad, nos cuesta mucho entender a esos aficionados de gesto aburrido y cara de tedio que lo primero que hacen antes de saludar es dar un gran suspiro para desahogar su decepción. Está claro que mientras las cosas no cambien tener un abono para veinte o treinta tardes es absurdo, cuando la realidad es que tardes de toros hay cinco o seis. ¿Y las figuras me dirán algunos? Las figuras son las que se ponen delante de los toros que son toros y tienen que variar el repertorio, conocer los terrenos, conocer el ganado, saber lidiar, rodearse de una cuadrilla profesional. Que unos días pueden torear al natural, ligando con profundidad y otros tienen que lidiar, doblándose por abajo para castigar a un toro que no se deja. Y saben hacer las dos cosas. Esas son las figuras, las que se ponen delante de los toros de Adolfo Martín, de Cuadri de Victorino, de los animales que tienen fuerza, casta, bravura, que nos imponen con su presencia a los espectadores. Son los toreros y el ganado que mantienen viva la Fiesta, que nos muestra algo que es absolutamente excepcional y único.

Y luego la plaza, la pobre plaza de Las Ventas, criticada por dura, por bronca, por exigente, cuando no hay plaza más generosa, más entregada, más dispuesta al aplauso cuando ve algo que lo merece. Y si no se critica a la plaza se critica a una parte del público, a ciertos tendidos por sus voces y sus pitos. Pues nosotros, cuando ha habido toros, les hemos visto deshacerse en aplausos a los diestros, puestos en pie como un solo hombre. Pero es que es gente a la que todavía le queda un poco de sentido crítico y que, cuando le dan gato por liebre, todavía sabe indignarse y protestar.

El jueves vimos una tarde de toros redonda, completa, variada. A excepción tal vez del segundo toro, ganado entero, magníficamente presentado, un poco abanto y tardo al caballo pero que luego daba una pelea tremenda, empujando con fuerza y fijeza, había que tirar de ellos con el capote para sacarlos de debajo del caballo. Se toreó en los tres tercios.

Vimos picar a Tito Sandoval, con un toro puesto muy largo, con el caballo moviéndose, con el picador toreando, lanzando la vara y parando al toro, por tres veces, con toda la plaza de pie. Vimos también el contraste proporcionado por otro de los picadores, que no quería ver al toro de largo ni en pintura, haciendo como que le citaba, y que fue estrepitosamente derribado. Vimos pares de banderillas espléndidos y variados, con los subalternos saliendo al paso de la suerte y luego al tercio a saludar a petición del público, en lo que parecían estampas de sabor clásico sacadas de los grabados de la Lidia. Vimos a un verdadero director de lidia, atento, concentrado, al que no se les escaba un detalle, Antonio Ferrera, torero todo él en todos los gestos, impresionante. Y vimos la faena de muleta de Javier Castaño a su segundo toro con momentos de una belleza lenta, serena, despojada, verdaderamente emocionantes, ante un enemigo temible, ante toros con sentido, que no perdonan un error, una falta, con toda la plaza entregada, sin un solo pero, sin un solo pito. En fin, todo eso vimos y más cosas con las que nos hemos quedado en la retina y que no damos aquí por no alargar esto y porque ya se han escrito y mucho mejor.

UNA DEL ESCRIBA

UNA PELICULA ESPAÑOLA Y UN ESPECTACULO ALEMAN

En la noche del sábado 24 de mayo el Escriba cedió a la debilidad moral de  contemplar durante un rato, hasta el momento en que, más asqueado que escandalizado, apagó el televisor, una película española titulada, para que a nadie le quepan dudas sobre el asunto, “Desde que amanece ya apetece”.  El Escriba no recuerda  haber visto en su larga existencia una cosa más zafia, soez, grosera, semipornografica y, para más inri, carente de gracia, que ese engendro, cuyo paso por taquilla, si es que realmente pasó, le parece al Escriba tan incierto como cierta hubo de ser la subvención recibida a costa del contribuyente.

Al  Escriba no le sorprendió la bastez de Loles León, porque de esa bastez ha hecho esta mujer su seña de identidad, ni tampoco le causó sorpresa Gabino Diego haciendo de panoli, porque nunca le ha visto interpretar un personaje que no lo sea, pero en cambio le produjo gran consternación la patética imagen de un Arturo Fernandez degradado a cruel y avejentada caricatura de sí mismo.  Nunca creyó el Escriba que Arturo Fernández fuese tanto como el David Niven o el Cary Grant español, pero hasta esa malhadada noche le tenía por un buen actor de comedia, en su invariable registro de galán maduro, irresistible seductor de jovencitas, muy gracioso intérprete de los ingeniosos autores (extranjeros) que dominan el arte de rozar los límites sin pisar la raya del mal gusto.  Verle ahora, pongo por ejemplo, exhibiéndose con un mínimo taparrabos  -de negro y oro-  rellenado a toda prisa para aparentar volumen ante una vecina gafosita y severa, y profiriendo una palabrota tras otra, le resultó al Escriba una experiencia muy penosa.

El habitual tertuliano de segunda fila (el mismo de siempre u otro por el estilo) le pregunta al Escriba por qué, si la película es tan despreciable, “miserable”, puntualizó el Caballero de Gandía,  se ocupa en comentarla. Hay, al menos tres razones para ello:

Primera: El productor del bodrio es Enrique Cerezo, tenido por el más importante y poderoso personaje del cine español, y presidente nada menos que del Atlético de Madrid. En calidad de tal confraternizó en la final de la Copa del Rey, en el palco del Santiago Bernabéu, con Su Majestad, felizmente reincorporado al  trabajo en tan señalada ocasión, y con ministros del Gobierno y otros conspicuos representantes del poder político y económico.  Todos ellos encantados de codearse con el personaje.

Segunda: El bodrio no fue ofrecido, como sería lógico pensar, por La Sexta o por Telecinco, sino por la Primera Cadena de Televisión Española.  Como si dijésemos nuestra BBC.

Y Tercera  (y no menos importante): El engendro se emitió inmediatamente después de la final de la Liga de Campeones entre el Bayern de Munich y el Borussía de Dormund. Un gran partido de futbol, jugado de poder a poder, con un impresionante derroche físico de todos los jugadores y pleno de deportividad y nobleza. Ni codazos, ni patadas en la cara ni revolcones de dolor fingido. Esta vez, un juego de caballeros jugado por caballeros y no por nuestros multimillonarios rufianes.  Al final ganó el Bayern, pero el Escriba opina que quien de verdad se llevó la copa a casa fue Alemania, con Doña Angela Merkel presidiendo.  Y, comparando una cosa con la otra,  el Escriba se sintió tan desalentado que ni siquiera la copita ritual de fondillón pudo rescatarle de su abatimiento.