viernes, 14 de diciembre de 2012

EL ESTADO DEL BIEN-ESTAR Y EL MITO DE LAS "CONQUISTAS SOCIALES"

Desde hace unos meses se viene repitiendo en los medios de comunicación y entre los mal llamados líderes políticos  una suerte de martingala que se formula más o menos de la siguiente forma: "espero que pronto recuperemos el bienestar anterior a la crisis", "algún día recuperaremos el nivel de bienestar de los años anteriores a la crisis".

A fuerza de escuchar esta memez, muchos conciudadanos del que esto escribe se han puesto a repetirla por las calles adoptando un tono entre la añoranza y el deseo y ponen ojos de ese obrero clásico que a la vista del prietísimo y muy palpable muslamen de la morenaza semiencuerada lanza desde el púlpito de su andamio su requiebro celtíbero "quien tuviera esos jamones en su alacena". El piropo, un arte perdido bajo la opresión de la cultura de género.

Me vienen a la memoria las sabias y entrañables palabras del Profesor Pérez de Ayala cuando en sus exquisitas lecciones de Hacienda Pública nos decía con su voz educada y amable que "el estado del bienestar no es lo que se siente después de haberse tomado dos güisquis". El querido Pepe Pérez cómo el mismo se denominó ante la atónita y más bien legañosa audiencia que acudía a primera hora de la mañana a escuchar sus bien preparadas lecciones, tenía toda la razón..el estado de bienestar no es un "estado del bien-estar" que es lo que han vivido falsamente los españolitos en la loca y nefasta primera década del nuevo milenio.

A nadie le gustan las malas noticias y al vulgo patrio menos que nadie. Ahora que el personal las pasa canutas y que se acuerda de los días del cubata, el BMW y las vacaciones en Punta Cana se unen con gozo a la famélica legión de los adoradores del perdido estado del bien-estar.

Este mito del perdido estado del bienestar que a mi juicio debe denominarse de bien-estar se une inexorablemente a otro mito, en este caso  marcadamente progre, como es el de las "conquistas sociales".

Veamos en qué consiste cada uno y cual es la triste realidad que espera a la pléyade de soñadores que ansían su retorno.

Lo que el vulgo patrio entiende por regresar al estado del bien-estar es volver a disponer de crédito barato para el consumo desmedido, que la riada ingente de dinero público se desparrame por doquier permitiendo la creación de innumerables puestos de trabajo públicos y semipúblicos con escaso o ningún contenido real, que alguien (quien sea y como sea, da igual) ponga en marcha la máquina de hacer billetes para que las calles se llenen de vehículos todoterreno y las pantallas de televisión aumenten de tamaño hasta ocupar toda la superficie disponible del salón, etc..etc..

Es decir que el vulgo patrio quiere que regrese el despelote y en ese deseo se manifiesta que nadie o muy pocos han reflexionado porqué se ha llegado a la situación que vivimos hoy día, situación que si bien auspiciada y promovida por los políticos no encuentra entre estos y los banqueros a sus únicos responsables.

En cuanto a las "conquistas sociales", el progre sindicado o no que las demanda y llora su pérdida y lanza venablos contra Mariano y su Banda del Empastre y se manifiesta frente a la Comunidad de Madrid o berrea delante de la sucursal bancaria de turno, de lo que se trata básicamente es de vivir a cuenta del erario público trabajando lo menos posible o directamente no trabajando nada y responsabilizando al Estado de todos los gastos personales del ciudadano.

La conquista social se traduce en el lenguaje común en la educación gratis se estudie o no, en la sanidad ilimitada y la atención social rayana en la prodigalidad, en la piscina climatizada municipal en el municipio de mil habitantes, en los cursos de tiro con arco olímpico patrocinados por la consejería de deportes del ayuntamiento de Carriezo de la Matapiedrilla, en la construcción del campo de golf público y gratuito para los vecinos de un secarral manchego y así hasta el infinito.

Las "conquistas sociales" se han obtenido fundamentalmente mediante la combinación de dos acciones nefastas: por un lado la acción ideológica de la izquierda a través de sus numerosas terminales políticas, sindicales y sociales y por otro la cooperación culpable de los diferentes gobiernos que han ido concediendo más y más "beneficios sociales" a costa del erario público y con la doble intención de tener al rebaño amansado y de paso hacer unos negocietes apañados con las contratas, contratos y actividades correspondientes.

La España de la locura, la especulación y el pelotazo sostenido con dinero público que han patrocinado PSOE y PP (la responsabilidad de Aznar en esto es enorme) era el medio natural dónde se desarrollaba ese añorado estado del bien-estar y en el que los políticos progres (de ambos partidos) construyeron el gigantesco edificio del beneficio social.

De lo que no se han enterado la mayor parte de los españoles es algo que ningún político quiere explicar con claridad meridiana: el modelo anterior que ha traído la crisis no sólo no era tal modelo sino que adolecía de errores fatales.

La economía española es poco competitiva, escasamente innovadora, altamente dependiente de un sector servicios anclado en el consumo interno y muy poco industrializada.

España ha renunciado a la industria y la innovación. Las grandes generadoras de dinero durante el "milagro del bien-estar" eran lavadoras de dinero público como las grandes contratistas de obra pública, la construcción y sus sectores asociados.

A la agricultura y la agroindustria que son uno de los sectores más sólidos y aseados de nuestra maltrecha economía se las dejó de la mano de Dios, hasta el punto de desaparecer el ministerio del ramo o bien ser amalgamado con otras carteras  de escaso fuste.

La industria innovadora y puntera es escasa y se basa fundamentalmente en empresas de pequeño tamaño que dependen fundamentalmente de la resistencia heroica de sus propietarios y un puñado de obreros especializados.

Las únicas grandes empresas españolas que funcionan han desarrollado la mayor parte de su actividad en el exterior y por tanto generan empleos y futuro en otros rincones del mundo.

Convendría reflexionar el porqué de todo esto y que han estado haciendo los españoles tanto políticos cómo ciudadanos en materias esenciales como el aumento de la natalidad, el avance en la educación, la estabilidad territorial, la moderación en el gasto público para  poder invertir capital en el trabajo, el apoyo al emprendedor y una política fiscal que fomente el ahorro, la inversión y por supuesto el beneficio.

Los españoles deberían de enterarse de una vez por todas que el empleo y la riqueza lo crean los empresarios y que éstos buscan el beneficio y que éste se consigue con trabajo, competitividad y algo tan sencillo como la falta de trabas y barreras al desarrollo de la lícita iniciativa personal.

Esto no es un discurso liberal, ni mucho menos, es un discurso de doctrina social de la buena en el que la riqueza verdadera consiste en distribuir lo ganado adecuadamente en función de los méritos y esfuerzos de cada uno, como dijo San Pablo a los Tesalonicenses; el que no trabaje que no coma.

La España del bien-estar se basaba en el pelotazo y el dinero público, la España de las conquistas sociales se basa en que paguen impuestos unos cuantos y el resto se "enchufen" en el sistema de vivir a costa de la subvención porque gano poco..

La gran lesión moral causada es la de haber acostumbrado al ciudadano a vivir de prestado, a vivir con poco, a conformarse con un salario bajo a cambio de trabajar poco y mal y tener al padre y madre Estado como surtidor de todos los bienes necesarios y superfluos.

Al progre le gusta el modelo porque sabe o intuye que un ciudadano que depende del Estado pasa a engrosar inmediatamente la famélica legión de los beneficiados y se le puede educar en su forma de ser, pensar, vivir y consumir. Es el paraíso compartido de los sindicalistas, de la nomenclatura  socialista y de los millonarios al estilo Roures y Cebrián.

Mientras hubo dinero público el no-modelo gustaba a casi todos o pasaba desaparecido.."otra de gambas". Ahora que Europa ha cerrado el grifo y las cuentas no salen es cuando algunas gentes comienzan a preguntarse el porqué cientos de miles de españoles tendrán que emigrar para buscar sustento y si no podría haberse hecho algo para crear una economía seria.

La respuesta a esa dolorosa pregunta tiene mucho que ver con lo que un pueblo quiere de si mismo y todo empieza por lo que cada uno quiere para si y cuanto está dispuesto a luchar para conseguirlo. El español contemporáneo tiene una visión pequeñita de España (salvo en lo tocante al fútbol) que como mucho se extiende al horizonte de su comarca o la comunidad autónoma y en consecuencia tiene una visión pequeñita de si mismo y se contenta con ser un consumidor con aspiraciones.

Sin un re-enfoque de la persona y la familia consistente en una revisión profunda de los valores, es decir del "ser" del español, no habrá mejora duradera posible. 

Todos los grandes asuntos de los que depende la economía pasan inexorablemente por la cuestión del hombre y su acción que se dirige siempre conforme un cuadro de preferencias y valores. Si no se comienza por esa "reforma" básica no hay nada serio que pueda hacerse y España seguirá a la deriva hasta su transformación en otra cosa cuya forma y contenido solo Dios sabe cual puede llegar a ser. 

Por todo lo expuesto no conviene repetir por tanto esas frases tópicas sobre el bien-estar o falso bienestar y sobre las conquistas sociales. Aparte de manoseadas encierran un contenido fétido, una triste ilusión de euforia pasajera que encierra en su interior un veneno mortal.

Sanglier.


jueves, 6 de diciembre de 2012

CARGAS A LA BAYONETA

De la correspondencia de Espartero a su mujer.

-          ¿Quién el torero?
-          ¡No! ¡El famoso general! …

He escarmentado bien a la canalla (30 de marzo de 1834)
La canalla fue bien escarmentada como lo será siempre (12 de abril de 1834)
La canalla me teme más que al diablo (6 de mayo de 1834)
Los rebeldes me tienen un terror pánico (1 de junio de 1834)
Yo en persona cargué a la bayoneta (6 de agosto)
Yo salí sin pérdida de consideración pues no resiste nadie la impetuosidad de mis cargas a la bayoneta (15 de noviembre)

Tato, siempre tan fino le comenta al Doroteo mientras repasan esta correspondencia:

-    Oye, esto de tanta carga a la bayoneta en las cartas dirigidas a su mujer… ¿no irá con segundas?
-    Hombre! Pues claro que no, si fuera por ahí hubiera escrito sable en ristre…

Monarquía


De las memorias del editor y poeta barcelonés Carlos Barral. Si tenemos fuerzas lo comentaremos en otra ocasión.

“De vez en cuando eran los monárquicos los acosados por los provocadores. Pero evidentemente sólo había monárquicos por causa de vanidades sociales. El monarquismo, como el polo, es un sport de las buenas familias que no suele implicar ninguna idea. En aquellos años llevar en la solapa una J y un tres en romanos entrelazados en forma de lira era mucho más un signo de elegancia que una afirmación política. Esa lira y una pluma de perdiz en la cinta del sombrero –que barbaridad, había olvidado que gran número de estudiantes llevaban sombrero, qué tiempos- indicaban más que el fervor de don Juan, el pretendiente, que se veraneaba en Puigcerdà y que se poseían fincas. Lo que defendían a puñetazos los llamados monárquicos contra los zafios falangistas era generalmente una partícula postiza de los apellidos o un marquesado pontificio. No, apenas había nadie con ideas.”

Carlos Barral
Años de penitencia
Tusquets Editores
Primera edición 1990.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Café y farias.

“Y a vos, alma de cántaro, ¿quién os ha encajado en el cerebro que sois caballero andante y que vencéis gigantes y prendéis malandrines? Andad enhorabuena y en tal se os diga: volveos a vuestra casa, y criad vuestros hijos, si los tenéis, y curad de vuestra hacienda, y dejad de andar vagando por el mundo, papando viento y dando de reír a cuantos os conocen, y no os conocen.”

El jurista, aunque sea medianejo, sabe que las cosas son lo que son y no lo que las partes dicen que son. Lo mismo sucede con la historia, cuando lo es. Y así, la historia del descubrimiento, conquista y población de América es lo que es, y no lo que algunos, muchos en el siglo XIX y mucho bobalicón aún hoy, dicen que es.

De la misma forma que perduran hoy con mucha fuerza y nublando el entendimiento de muchos, esquemas sobre España acuñados por el pesimismo de la generación del noventa y ocho, paradójicamente sin duda lo menos estimable y valioso de su extraordinaria producción, perviven sobre la América española, toscas ideas preconcebidas, que se superponen con sorprendente fuerza, pese a su torpe tosquedad, sobre lo que las cosas fueron y siguen siendo. En ambos casos recibidas sin espíritu crítico y mantenidas por la falta de curiosidad y el complejo de inferioridad, por españoles de uno y otro lado del mar, de ambos hemisferios, según la expresión famosa del año 1812. Ideas mantenidas hoy, con torpe pasión ciega por esa forma de no pensamiento que es el sentimiento progre, porque difícilmente se le puede calificar de pensamiento, que como el pulgón se extiende sobre el rosal en primavera y lo ahoga, privándole de flores.

Alcides, en su exilio provinciano, no renuncia sin embargo. Fue difícil al principio. Su fama de mujeriego, de temible don Juan, le cerró al principio las puertas del casino, temerosos sus socios por la virtud local. Luego se conoció las historia de sus batacazos sentimentales y la aparición, fugaz, para la firma de unos papeles, de Toñi la socialista, el error de los años progres, en coche oficial conducida por el chofer de las cortes autonómicas, ajamonada y brutal, le granjeó la inmediata simpatía y compungida solidaridad de todos el personal. Pronto tuvo sitio en la tertulia y compartió café y cigarro en las sobremesas de los sábados. Fue allí, cuando pudo reanudar, constante y paciente, con una de sus obsesiones favoritas, el desfacer entuertos. Comentaba Aquilino sin ánimo de picar en el ojo de nadie, que los mejicanos no tenían idioma propio, puesto que el español era nuestro. Con delicadeza replicó Alcides que tan suyo es el español como nuestro, pues en rigor no existía Méjico cuando arribaron allí las primeras naves. Es decir, no existía un Méjico anterior al descubrimiento que se pudiera conquistar y sobre el que se impusiera lo nuestro. En rigor, lo que allí había era otra cosa y el nuevo mundo, fue el resultado de lo que allí sucedió. Y el resultado fue lo que deslumbró al viajero alemán cuando describió la América española, pocos años antes de la independencia, de su triste independencia, porque se hizo al amparo de un error intelectual, cuando podía haberse hecho de otra forma, sin la ceguera de sus caudillos españoles. No se impuso el español como algo ajeno a los ancestros de Juan Rulfo, por ejemplo, porque no había ancestros de Juan Rulfo antes de la llegada de los grandes barcos. Como le decía Alcides a su contertulio de casino provinciano, si usted no quiere ver, no culpe a las generaciones pasadas, siga ciego, pero bajo su responsabilidad, sin retroactividad. Pero no alarguemos esto, que aburriremos al lector. Le dejamos, para escándalo de cegatones bien pensantes y amigos de revoluciones, con el soriano Franciso López de Gómara:
diéronle bestias de carga para que no se cargue; y de lana para que se vistan no por necesidad sino por honestidad, si quisieren; y de carne para que coman, nunca les faltaba. Mostráronle el uso del hierro y del candil con que mejoran la vida. Hánles enseñado latín y ciencias, que vale más que cuanto oro y plata les tomaron; porque con letras son verdaderamente hombres, y del la plata no se aprovechan mucho ni todos. Así que libraron bien en ser conquistados, y mejor en ser cristianos”. Se hizo en la tertulia del casino provinciano un algo de silencio, tanto sorprendió la rotundidad de la frase de Gómara que sonó a la más extraordinaria de las provocaciones. Pero como no son los socios del casino, amigos de Alcides, gente empanada del todo todavía, se atrevió uno de ellos, a preguntar casi en voz baja:
- Oye, ¿y este Gómara quien era…?

lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Pero que te has fumado, hijo?

 El pobre Alcides se armó de diccionario para leer en su texto original a Li Po y a Tu Fu. Fue una decepción. No entendió nada. Tuvo que conformarse con la traducción:

A la señora Yang
(Según la melodía “Ching Ping”), de Li Po

Su traje es una nube, su cara una flor,
radiante con el rocío de la primavera.
¿Estoy en la cumbre de la Montaña de Jade,
o en la Terraza del paraíso bajo la luna?

A mi amigo Wei, letrado en retiro, de Tu Fu (fragmento)

Difícilmente podemos vernos
como las estrellas Shen y Shang
¡Bendita la noche de hoy que nos reunimos
A la luz de un mismo candil!
Ya ha pasado rauda
nuestra edad lozana,
y ahora nos cubren las canas.
Visito a los viejos compañeros,
más muchos de ellos son ya espectros.
(…)

No es sorprendente enterarse de que el delicado y tintineante Tu Fu fuera el inventor del epitafio, el suyo propio, según la leyenda, propalada por don Alvaro Cunqueiro, nuestro famoso sinólogo gallego. Este fue el epitafio de Tu Fu, melancólico, lúcido y tembloroso, para sí mismo:

Tu Fu amaba las blancas nubes
 y las verdes colinas,
¡pero ay, murió de tanto beber!

Pero volviendo a Alcides, se sentía cosmopolita e internacional por haberse cruzado con una inglesa en chores al volver de tomar café en el casino. No quiso intentarlo con los haikus japoneses, pero si con Turguenev. Se lanzó con el diccionario sobre Padres e Hijos y sobre un capítulo de Memorias de un cazador. Pensó que, como conocía las obras, sería más fácil. Pero nones. Nada de nada. Con el capítulo de las memorias ni lo intentó, pese a probar la traducción por infusión, con unos tragos de Vodka. Pero el destilado de patata no es lo suyo, pues Alcides es más del país de la uva. La verdad es que las traducciones de ahora son directas del ruso y muy buenas. Los cursis no lo soportan. Así que no merecía la pena sacrificar el hígado. Alcides pasó al español:

Iván Turguenev, Memorias de un cazador:

El bosque de Ardalión Mijáilych me era familiar desde la infancia. Con frecuencia acompañaba a Chaplýguino a mi preceptor francés M. Desiré Fleury, bellísima persona, que, sin embargo, estuvo a punto de arruinar mi salud, a fuerza de administrarme todas las noches la medicina Leroy. Este bosque que constaba de doscientos o trescientos enormes robles y gigantescos fresnos. (…)

Finalmente, agotado en su retiro provinciano por tanto esfuerzo, lo intentó en francés. Esta vez sí. Pensó que abdicaba al reeditar la intentona con una novela policiaca. Pero se encontró con un extraordinario contador de historias, un gran narrador. Aunque Alcides no es partidario de utilizar expresiones rebuscadas, ni de envolverse en ningún manto de intelectualismo de pacotilla, pensó, sólo por un momento, que había dado con gran literatura (nadie topó nunca en España, pese a lo que repiten siempre los que no han leído el libro) :

Quand il se réveilla au petit jour, il y avait devant le train arrêté, une barrière peinte en vert, une petite gare entourée de fleurs.
Mme Maigret et sa sœur, déjà inquiètes, regardaient les portières les unes après les autres.
Et tout cela, la gare, la campagne, la maison des parents, les collines d’alentour, le ciel lui-même, tout était frais comme si chaque matin c’eût été lavé à grande eau.
Georges Simenon, La guinguette à deux sous

Horrorizado por la palabreja, por la ermita intelectual, en San Angel o en Coyoacán, salió a dar una vuelta. En realidad, el gran regalo era aquello, el otoño en su culminación. El extraordinario silencio. El paisaje un poco fantasmal, sin llegar a la niebla, pero con una humedad que la hacía presagiar, de maravillosa luz grisácea, veladuras lechosas en un silencio casi absoluto, alfombrado el suelo de hojas pardas y desechas en montones, a orillas de caminos y carreteras, llenando las cunetas, esparcidas por el suelo, quietas como el entorno. Sin la menor brisa, sin un movimiento, sin un animal, como conteniendo la respiración el paisaje, al echarse a dormir. Sobre los árboles, todavía una nota de color, de un amarillo extremo, último, como un recuerdo del mundo alegre que el invierno se aprestara a recoger del todo, a ordenar y a colocar cuidadosamente podado, antes de pasar por todas partes el manto de frío que  no había hecho todavía su presencia.

Por la noche, entusiasmado por la visión de aquél paisaje, ahora bien guardado en la retina, se lanzó sobre el más extraordinario habano que los tiempos hubieran visto y el fumeque fue memorable: la tapa de la tabaquera sin cerrar, el rápido y certero corte, la llama espléndida y la nube convocando todas las compañías, y páginas y más páginas. Lo cierto, sin embargo, es que le produjo luego las más atroces pesadillas. Despertó sobresaltado a las tres de la mañana, escapado del puchero en el que un atroz marmitón quería cocerlo, como a un ingrediente más, sumergiéndolo en el burbujeo de una desmesurada y extraordinaria sopa de pescado al estilo del cantábrico. Así es la vida señores, una ermita intelectual, en Coyoacán o en San Angel.

sábado, 17 de noviembre de 2012

AUNQUE SE EXPLICA POR SI SOLO EL TEXTO

 ...le ponemos esta entradilla:

Aún hoy, una mayoría de conversaciones, y en plena crisis sobre todo las que a España y a los españoles se refieren, se articulan de la forma en que lo hacían las discusiones de estos jovencillos de 1940, que tan bien se describe a continuación.

“Hablábamos de vez en cuando de política (…). Una y otras opiniones muy flacas y asentadas en muy pocos datos. Hablar de política era sobre todo remontarse a generalidades históricas, un tema que tienta mucho a esa edad, y defender las banderas de las civilizaciones con las que cada uno simpatizaba. Antonio y yo éramos furiosamente pro-franceses y anglófobos, pero en mí apuntaba una subsidiaria debilidad por el mundo germánico. Román era pro-anglosajón sin indulgencia para los continentales. Es curioso, de pronto, darse cuenta de la cantidad de energía mental y de derrochada pasión que se invierten en estos vicios, tributarios, como los fanatismos de cualquier tipo, de las limitaciones de información o, mejor dicho, de la exclusiva incidencia de una información limitada a un área de posibilidades. Generalmente esos furores histórico-geográficos están casi unánimemente determinados por la identidad de las lenguas a las que cada cual tiene acceso. Y lo grave que suelen constituirse en deformaciones permanentes por más que una cultura más universal las disimule.”

Carlos Barral,
Años de penitencia
Tusquets Editores

CARLOS BARRAL


Tato nos presentó a Carlos Barral hace unos años. Cosas de Tato, inexplicables. Y le llamaba Carlitos. Nosotros, ante aquel hombre de presencia única, ante aquellas barbas espléndidas, como de mitológico dios Pan y esa forma de fumar, sujetando el cigarrillo con una mano larga y tensa, que parecía esculpida en piedra, estábamos atónitos. Y por qué no decirlo, fascinados ante aquella complejidad, ante aquél atractivo, tan difícil de definir, tan peculiar. ¿Un algo pagado de sí mismo, como posando a lo intelectual o tal vez escondido tras la imagen; y de una ironía sutil, disimuladora de una sensibilidad difícilmente contenida por el juego de espejos? Pero Tato, Carlitos por aquí, Carlitos cuéntanos, Carlitos por allá. Cosas del inexplicable y misterioso Tato. Y durante toda la tarde estuvimos tirando de la lengua, si es que puede utilizarse esta expresión, a este hombre extraordinario que con amabilidad, brillantez y punto de altiva condescendencia, desplegaba ante nosotros con su verbo preciso, redondo y pétreo a un tiempo, con esa voz algo ronca tan única por española, su visión del mundo. No hemos vuelto oír a nadie hablar de esa forma, desprendiendo ese dominio del verbo hablado, con esa soltura y un halo de elegancia viril como mundana, como de salón de otro tiempo. Buscábamos a hurtadillas, a su alrededor, la flauta mitológica, que seguramente tocara por la noche, al despedirse de nosotros, para salir a correr los bosques, excesivo.