viernes, 14 de septiembre de 2012

LAS TABAS

Nombre real, visto en los papeles de un arrendamiento no tan antiguo: María de Fátima Dos Santos de Carvalhino Dicrais Mentes Marques Perdigao, natural de Lourenço Marques, vive en la calle Nossa Senhora do Rosario…

Niño diminuto en uniforme de colegio, primeras palabras, primer colegio, bajito y cabezón como corresponde, juega con otros en un jardín. Cuando me ve pasar por la calle, se acerca a la verja del jardín, mira a través y sacando los brazos dice:

- ¡¡Estoy en la cárcel, estoy en la cárcel!!

Una paloma trota por la hierba del jardín, otra se posa entre la enramada de un fresno, las dos como aterrizando por pasillos de sol al atardecer.

Es curioso este papanatismo hispánico con la ginebra, todos los petimetres extasiados ante un brebaje que es algo así como beber colonia, que hay que disfrazar, para pasar el trago, con pepinos, limones, ramitas de romero, y esencia de cojón de pato, que es lo más, de lo más. ¿No lo sabíais? ¡¡Ah maricas!! ¡Corred a pedirlo no sea que os veáis convertidos en oveja descarriada, terror del hispánico moderno. ¡Qué tiempos los de la orden del husky la cofradía del barbour! Todos los borregos de España vestidos de verde. Como decía don Juan de Tassis, no conozco el Prado, y no lo desconozco por olvido, sino porque veo que es pisado por muchos que debiera ser pacido. ¡Con la fuerza que tenía esto! Con la personalidad que tenía la península, para lo bueno y para lo malo.

El tío Mariano, con esa pinta de tener horchata en lugar de sangre, con su oposicioncita, con su barbita cana, preparado para hacer calceta después de recoger pimientos en el huerto y de pelar patadas con la abuela, con la escritura sobre la mesa de la cocina, a medio calificar, y el lápiz en la oreja, un tantico mordisqueado… ¡Mariano, que no ganamos para lápices, leche! Y de repente, nada de pasillos palaciegos, no, coselete, banda roja de maestre de campo, bastón de mando y al frente del Tercio Viejo de Sicilia, a la cabeza de la maniobra, decidiendo. Y enfrente un ejército de hideputas hugonotes, mercenarios bestiales, suecos, germanos, flamencos, holandeses, picas en alto, cañones tronando, caballos caracoleando, el humo de las descargas nos ciega, las banderas en alto, la cruz de San Andrés se impacienta… ¿Qué hacemos Mariano? Y Mariano grita;

-          ¡¡Ahora no toca!!

Mariano es que es más de jugar a las tabas, y a dar palmas palmitas, mientras el matoncillo de tres al cuarto del patio del colegio le chulea poniéndose de puntillas para erguir su estatura tapona. En fin, como diría Feijoo, el clima, el lugar, los mimbres, son los mismos, así que no hay razón para que no volvamos a ser nosotros mismos. En primero lugar volviendo a los destilados del vino, dejando de una vez la colonia rebajada.

Tato
Esto es lo de Feijoo:

No desdigan las ramas del tronco y la raíz. Dé lección un siglo a otro siglo. En el mismo clima vivimos, de las mismas influencias gozamos que nuestros antepasados. Luego, cuanto es parte de la naturaleza, la misma, índole, igual habilidad, iguales fuerzas hay en nosotros que ellos, y acaso superiores a las de otras naciones (…)
Glorias de España, Padre Feijóo.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Continúa, o el angelito en los toros.


“La tauromaquia era mi delicia. Una tarde, en una corrida, ovacionó el público a un torero y le arrojaban al redondel, según costumbre, sombreros y cigarros. Yo que estaba en el palco de la Diputación con mi padre me quité mi gorra de marinero y mi padre lo notó y le dijo a otros señores: - Este demonio de niño va a tirar la gorra. – Y dirigiéndose a mí me amenazó diciéndome: - ¡Como la tires, verás! Pero yo no pude contenerme y la tiré. También hice que me comprase una petaca y cigarros puros para los toreros, todo eso cuando tenía seis o siete años y conocí a “Cara-Ancha”, que vivía cerca de casa y me cogía del brazo cuando iba a visitarlo, y a “Gallito”.
Javier de Winthuysen
Memorias de un señorito sevillano

viernes, 7 de septiembre de 2012

LA TAUROMAQUIA ERA MI DELICIA


"La tauromaquia era mi delicia. Una tarde, en una corrida, ovacionó el público a un torero y le arrojaban al redondel, según costumbre, sombreros y cigarros."


Javier de Winthuysen
Memorias de un señorito sevillano

lunes, 3 de septiembre de 2012

CRÓNICAS DE DOROTEO

Recordamos al amable lector, si es que hay algún incauto, que el lenguaje de Doroteo es grueso y sin pulimento, sus conceptos son ásperos y rugosos, raspan, están sin desbastar. En ocasiones puede ser soez, a veces zafio. En cambio es claro y directo, sin melindres ni mariconadas…ya estamos. Ustedes verán.

Doroteo no se rasca sólo la panza antes de empezar a escribir. Lo hace a medio cocer, bien empapado. El oporto envejece en barricas de carvalho, como dicen nuestros vecinos portugueses, y Doroteo lo hace empapado en vino de oporto, y también del marco de Jeréz, y también con la ayuda y el consuelo de algunos destilados del vino, para los que no conoce fronteras: el aguardente velha portuguesa, el coñaque y el armañaque de nuestros vecinos de arriba, los brandies españoles, del sur, del centro, del este. No trabaja los licores de fruta centroeuropeos, demasiado azucarados, si no hay posibilidad de tirarse luego por la ventana del castillo sobre tres metros de nieve.

Paseaba Doroteo el otro día con el amigo Pulardo, a buen ritmo pese a todas las protuberancias. Las familias iban quedando atrás a medida que la cuesta entre los pinos se iba haciendo más recia, el aire más fino, la vista más amplia. Casi trotaban sin resuello, por mantener la honrilla, cuando por fin llegaron, al final del repecho, a terreno llano. El paseo de los frailes, mil veces andado por los del Monasterio cuya cúpula inmensa presidía el espléndido paisaje, invitaba a la confesión a media voz, como susurrada, mientras se calmaba la respiración. A lo lejos, Pelolechuga entretenía a las señoras como siempre.

- Yo voy de tabaco hasta las trancas. Un exceso, creo que la situación exige moderación durante una temporada. ¡¡Bendito contrabando!!
- Veo que no te moderas, Doroteo, nada en exceso, recuerda el viejo aforismo clásico, que eres un bala.
- Y conócete a ti mismo, no te jode, seguro que tú te conoces bien de tanto meneártela… Lo que no se puede es empezar una confesión cigarrera y que le salgan a uno con moralina… Desembucha de una vez, ¡Coño Pulardo!

Se detuvo la conversación por un momento. La brisa mecía las ramas de los pinos y llegaba el oleaje serrano, muy levemente, con una leve sonoridad como de cristal, anunciadora temprana del próximo cambio de estación. Caminaban por la senda desierta, parándose de vez en cuando para mirar atrás, y comprobar que les seguían a distancia pero a ritmo constante todos los demás. Parlanchina, la dueña, departía con don Juan Calabazas, mientras la enana Maribárbola caminaba serena con sus andares de bolo en equilibrio. Onofre Balilla seguía entreteniendo a las señoras, gesticulante y meloso, intentando pillar cacho después de una verano en barbecho, sin catar nada decente.

- Bueno, bueno, calma, pues los ahorros prácticamente enteros…
- ¡¡El bote!!
Cincuenta puros en un mes… pero es por culpa de la montaña y por la playa que al mesetario le trastornan, le incitan a todo, a la falta de moderación, Doroteo hijo.
- Pues como te decía, ¡Yo tengo en forma de habano hasta el nabo!
- Pues será una mierda puro, una perla o algo así, jiji… ¡Me lo has puesto a huevo Danilo!
- Ya estamos con lo de siempre, pues no señor, doble corona, pero no voy a entrar en detalles.

Habían apresurado el paso y ganado altura. El paisaje invitaba al silencio y callaron por un momento contemplando toda aquella extensión, dominada de nuevo por la inmensa cúpula del Monasterio, por detrás la planicie, el pantano, los encinares, el secarral de las estribaciones de la sierra y al fondo la ciudad señalada por las cuatro torres, como el tenedor pinchado en la tortilla, tortilla al aire, sin mampara.

Pulardo fue quien primero abrió el pico cuando ya descendían resbalando por la arenilla, sobre las chinas y los cantos deslizándose sobre la tierra seca, y dura. A lo lejos Maribárbola era una tachuela rodante, la aplastaría alguna de las vacas que pastaban por el camino.

- Hay que moderarse porque el buen habano gasta mucha energía – Doroteo asentía reservón a la prudentes razones del taimado amigo de los cincuenta puros- y si al día siguiente hay que trabajar, pues estas tieso.
- Hombre no siempre, depende del día. Si fumas con agua no pasa nada. Lo malo es el alcohol, Pulardo hombre que siempre bailas al son que más te conviene, después de fumados los cincuenta.
- Lo malo es que por la mañana estás tieso, luego llega la hora de comer, sales de la hura, das una vuelta a la manzana, lees una sentencia del Supremo y ya te vas despejando, y por la tarde la cosa mejora y llegas a casa, y claro, después de cenar cae otro y mejor y más grande, un nabo de mandingo y…
- ¡No empecemos con los nabos! – protestó Dorotero dando un respingo.
- Ya me entiendes, te animas, lo más grande que tengas en la tabaquera y si puede ser un Bolívar pues ya empal… Bueno lo dejo ahí.

Doroteo como siempre, esperaba turno para meter cuña, buscando una salida honrosa al embrollo de la moderación.

- A lo mejor tienes razón, te metes en la espiral de humo y acabas un día de bruces sobre la alfombra del salón, con los brazos en cruz y el hilillo de baba, hasta que te despiertas y consigues arrastrarte a la cama –dijo mirando a lo lejos antes de meterse por la calle a la que habían vuelto dejando el paseo de los frailes. Ya había gente, gentecilla, gentucilla, atuendos, pintas, poses, traumas, un par de familias, una loca corriendo con cascos en las orejas y como Dios la trajo al mundo, o casi, perros, muchos perros. Lo más digno, un galgo curvilíneo y cimbreante.
- Hombre, tampoco es eso - contestó Pantuflo un tanto dolido por su fácil triunfo.
Exagero un poco, pero viene a ser lo mismo- continúo el Doro-, pero la otra cara es el poder de concentración, el habano es un gran concentrador. ¡Qué momentos de lectura solitaria dónde nada existe más allá de las páginas del libro y del anillo de humo que rodea al lector! El humo azulón que lo envuelve viene a ser el soplo del dragón traído por Merlín desde el ciclo artúrico, duplica las fuerzas, dispara la lucidez, todo se hace claro y por momentos se adentra uno físicamente en lo que lee. En fin. Nada en exceso, no vaya a ser que un día se cierre el libro y nos quedemos dentro, atrapados por Bárbola, la hija de la panadera que nos obligará a hacer las bellaquerías detrás de la puerta, hasta el fin de los tiempos.

jueves, 30 de agosto de 2012

TORERÍAS - ARTE PURO


UNAS INSTANTÁNEAS TOMADAS POR UNA BELLA AFICIONADA EN PAMPLONA - SANFERMIN 2012

UN BRINDIS DE "CEPO" A LOS ANTI-TAURINOS

 ¡¡¡QUE DISFRUTEN DEL ARTE!!!

martes, 28 de agosto de 2012

"Desde el corazón del CESID", una obra prescindible.

Acabo de terminar la lectura del libro de Juan María de Peñaranda "Desde el corazón del CESID". Esta obra es una suerte de cóctel donde se mezclan la memoria, el ensayo y  la crónica. El relato resulta un tanto pesado ya que el autor no puede, o no quiere, abandonar el tono monocorde y doctrinario de ciertos informes del ámbito militar dónde ha hecho fortuna el "estilo" del Estado Mayor que se caracteriza por mutilar la lengua de Cervantes.

El lector interesado en la reciente Historia de España se siente atraído por la promesa de jugosas revelaciones y la abundancia de juicios certeros y reflexiones de calado. Tras completar la lectura, la decepción es completa. El General Peñaranda ha redactado una obra que abunda en el análisis de informes y materiales internos de interés meramente burocrático y que pasa de puntillas por la mayor parte de los asuntos esenciales del periodo estudiado. El autor pasa de puntillas por el jugoso y prolijo capítulo de las actividades del Centro  y del Gobierno con respecto al separatismo y terrorismo vasco. Pese a que hoy día se dispone de cientos de obras de referencia que analizan desde todas las ópticas posibles el asunto, el General Peñaranda opta por no citarlas ni tratar nada de lo dicho en las mismas, como si el silencio pudiera borrar la existencia de una información que es hoy día pública y de fácil acceso. En el capítulo final del 23-F, el autor se dedica a defenderse a si mismo atacando la obra muy bien informada de Jesús Palacios "El 23 F, el rey y su secreto". A la vista de ésta obra uno no termina de comprender bien  el interés de su publicación. Este trabajo no aporta nada y a estas alturas un libro de la linea oficialista con "tintes de obra seria" no interesa a nadie ya que lo que narra el General Peñaranda ya lo hemos leído y escuchado una y mil veces. Lo peor del libro es lo que no cuenta, o bien este señor es un gili cómo se decía coloquialmente hace unos años y no se enteró de nada o bien es un jeta porque sabiendo, calla. A estas alturas no  es decente amagar y no dar. Si quiere contar cosas que las cuente enteras y si no que se dedique a darles la murga a sus nietos delante de la chimenea. A modo de botón de muestra no dice ni mú de la reunión entre Adolfo Suarez y los emisarios de la Asamblea de Txiberta, un asunto de la máxima importancia para entender tanto la personalidad del político cómo el trasfondo político de las formaciones nacionalistas y sus relaciones con el gobierno a finales de los setenta. Calla también muchas de las intervenciones y manipulaciones de la CIA y otras instancias norteamericanas, limitándose a narrar un parte muy menor de las conversaciones del rey con Kissinger. Podría continuar detallando muchos de los asuntos importantes de los que no habla y que debió de conocer pero me abstendré para no aburrir al respetable. En resumen, una obra que carece de interés y que no contribuye al mejor conocimiento de una parte esencial de nuestra Historia reciente. Mi consejo, ahorrense tiempo y dinero.

domingo, 26 de agosto de 2012

Aficionados en agosto


Mira que han “sentío” Tato, Alcides y Doroteo no acabar de cuajar la escapada a Bilbao, sobre todo para ver a los Vitorinos, que es de verdad ir a los toros. Emoción y animales enteros, que imponen, y que llegan a la muerte con la boca cerrada. Estuvieron a punto, pero no pudo ser. Alcides está a régimen y le duele un poquito un tobillo, Doroteo aseguraba que tenía plan con una de esas, que van montadas sobre altas plataformas y cortísimos chores. Alcides con mala baba dice que la conoce y que es una de Seseña que se la beneficia tolquequiereee. Doroteo dice que mentira y que lo que más le pone del asunto es que las correas de la plataforma de esparto son de cuero, cuero, y dobles, alrededor del fino tobillo con esclava. Alcides se tapaba la nariz y a punto ha estado la cosa de acabar mal.

En fin, ante semejante panorama, Tato se ha acercado, bien acompañado, a ver una novillada de agosto en Las Ventas. El gran atractivo, para Tato, la ganadería, Villamarta, toros con historia, como lo son los que protagonizarán las novilladas de los siguientes domingos: Prieto de la Cal (casta Vazqueña, duque de Veragua); Partido de Resina (Pablo Romero), Concha y Sierra (también casta Vazqueña). La tarde no nos decepciona, los novillos cumplen, verdaderos toros, por encima de los 450 kilos, dos de ellos de más de 500. Pintas variadas, sobre el negro de Vistahermosa: negro, negro con listón, berrendo en negro y cárdeno salpicado (creo yo). Bien al caballo, y mejor si los hubieran puesto como se debe, parecían justos de fuerzas, abrían pronto la boca, pero luego no se venían abajo. De muchos pies, altos de manos, bastante morrillo, ensillados, con trapío, con presencia y sin una cosa fea.

En la plaza un cuarto o tal vez incluso media, calor, turisteo a tutiplén, muslismo al poder, sólo contrarrestado por el chancletismo, la tropa sudando, las troncas con el pie al aire y todo lo demás, si fuera posible. Afortunadamente, no estábamos solos, a nuestra derecha, una nutrida representación del siete, que pone un contrapunto a la general desidia: aplaudía la gente a una estocada atravesada, se podía ver la punta de la espada saliendo por el costado. Gracias a ellos, a sus protestas, se colocó como debía uno de los picadores y se dejó colocado al toro con distancia. Asistimos a un precioso tercio de varas, lleno de emoción y no sólo por la caída del picador. Toro arrancado de lejos, vara bien puesta en lo alto, picador sujetando, caballo bien movido, eso hasta que el pequeño barullo que se formó al final de la segunda, tapando feamente la salida del toro y dejándose llevar bastante más allá del tercio. En fin, con todos los peros que se les quieran poner, pero gracias al Rosco y a su asociación esto de los toros en Las Ventas aguanta todavía algo. En el tendido, con la emoción se oían gritas de ánimos y jaleo tanto a toro como a picador, buscando el encuentro: “eje toro, vamos ya, jeeee”, “¡¡Vamos caballista!!”...
Queremos dejar constancia de que somos perfectamente conscientes de que detrás de una corrida de Toros hay profesionales que se juegan la vida y que tienen por ello todo nuestro respeto, incluso cuando les criticamos, estudiamos, analizamos o parodiamos. Lo decimos una vez y ya.