jueves, 24 de agosto de 2017

Algunos antecedentes reaccionarios (información cedida generosamente por C. de L.)


Todos tenían de alguna forma relación con el antiguo régimen porque en la memoria de sus familias todavía perduraban recuerdos de aquél tiempo o de los que enseguida le sucedieron: historias, objetos, una pintura, algún mueble. Por supuesto una relación que no podía ser sino lejana, por el tiempo transcurrido desde su fin, hecha de evocaciones. Solo Doroteo tenía además vinculación actual e inmediata por inmobiliaria, pues seguía habitando el palacio de sus antepasados en Nava, sin haber caído en el arroyo fangoso de la mesocrática y apretada propiedad horizontal. El edificio con su fachada imponente de siete balcones, su escalera monumental, la sucesión de salones, el archivo, la biblioteca, la sala azul, la de música, el salón de fumar y el gabinete era el testigo mudo de un mundo desaparecido y que nadie, una vez muerto el abate Talleyrand, podía echar de menos sinceramente, pues ninguno lo había conocido. Los Bergamota eran de prosapia antigua -se conocía a un maestre de campo de un tercio viejo, Rodrigo de Bergamota-; en la familia de Tato se mezclaban gente industriosa del estado llano con una rama más encumbrada que había dado notables eclesiásticos. Un canónigo de Nava había estado largos años ocupando funciones destacadas en la Curia romana en los tiempos reaccionarios de Gregorio XVI y de las condenas al espíritu moderno y al pecaminoso liberalismo. Condenas que Tato, por una suerte de tradición familiar, por devoción a su lejano tío, sostenía aún hoy, en las tertulias de Nava, contra viento y marea. Tato, además, seguía siendo agricultor lo que suponía hundir raíces muy lejos en el tiempo. El amigo Liposthey era otro asunto. También con hondas raíces en el pasado que le ligaban a las atrocidades hugonotas practicadas en el Mediodía francés. De familia protestante, un antepasado bravucón y fanático había cabalgado junto con el feroz Montbrun, a las órdenes del baron de los Adrets, contra las tropas dirigidas por Blaise de Monluc, participando sañudamente en las mil perrerías, canalladas y atrocidades que se cometieron en aquellas guerras civiles que asolaron Francia. Calvino había llegado a España un poco por casualidad, por los azares del rastreo de los papeles en los archivos que le había llevado hasta Simancas, naturalmente, y de ahí, al conocer al gran Bergamota, a Nava. De la condesa no hará falta que demos explicaciones.

Todos ellos eran conscientes de que el pasado pasado es, si bien por azares de la fortuna y del destino habían de alguna manera escapado al insano ajetreo de la vida moderna y eran capaces de gustar de lo que el gran Bergamota designaba como el tempo lento. Sabían dar una vuelta a paso de canónigo. Todos habían podido vivir, de alguna forma y hasta un cierto punto, al margen. Al menos respecto de ciertas cosas. Sólo el eximio polígrafo había sufrido en sus propias carnes los horrores y la servidumbre del trabajo por cuenta ajena.

GALERÍA DE TIPOS FÍSICOS EXTINGUIDOS: pipista sonriente.


Se trata por supuesto de Joseph L. Mankiewicz, tal vez uno de los más grandes.



LA JAULA

El gran Pan ha … vuelto.


¡En efecto, se acabaron las alegres correrías por florestas y umbrías!