jueves, 11 de julio de 2013

Mariano y el asunto Bárcenas, los daños colaterales

A vueltas con Mariano y el papelón (nunca mejor dicho) del asunto Bárcenas, lo que más me duele por el inquilino de la Moncloa es que le han amargado el Tour de Francia.

Lo único loable de Mariano es su afición por el cigarro y el ciclismo, ambas compartidas por quien esto escribe.

Uno se imagina a Mariano sentado en su sillón,en rebeca y zapatillas de andar por casa, con el Lusitania humeante en la mano disfrutando de las hazañas pirenaicas y de los duelos alpinos. En ese momento no caben ni sorayas, ni montoros, ni primas de riesgo ni rescate a la banca ni nada de nada..solo bellos paisajes, pelotones inquietos, fugas, abanicos y llegadas en alto

Es esta y no otra la más noble imagen de Mariano, en el resto ni gusta ni convence, ahora bien cuando se trata de ver el tour con un cigarro estoy seguro de que se transmuta en ser amable, casi beatífico.

Hasta que llegó el Tour del 2013. Ironías de la vida, tenía que ser este año, el del centenario de la ronda gala, en el que se abre la caja de Pandora, o la caja de los cigarros de Bárcenas, según lo quieran ver ustedes, para atragantarle la sobremesa y el cigarro al bueno de Mariano. Así no hay quien disfrute de la remontada de Contador ni del gallardo esfuerzo de Valverde ante el asténico britón.

Lo siento por Mariano, se acabó la paz de las sobremesas, la alegría de la volata frenética, de la cumbre coronada por el héroe exangüe. Se acabó el Lusitania tranquilo y la rebequita que protege de los males del aire acondicionado monclovita, se acabó el "no me pasen a nadie", se acabó la cabezadita a la altura del kilómetro setenta hasta que no lleguen al comienzo del puerto.

Pero llegó el tesorero, se descubrió la pasta gansa, lo metieron en la trena y se puso a cantar la gallina con aires de barítono jubilado. Mariano dice que él tranquilo, que todo claro, que le importa un pito, pero no nos lo creemos mucho y nos barruntamos que debe estar el hombre preocupado, su rostro le delata.

En fin, Mariano, que al final los fantasmas del armario genovés se han terminado por colar en la Moncloa y ya no te dejan ni ver el Tour en paz con tu cigarro. Para una cosa amable que te gusta...que fastidio chico, así no hay quien viva, total por unas perrillas de nada cómo se pone el personal...con lo serio que es uno, mire usted.



domingo, 7 de julio de 2013

EMMET GOWIN EXPOSICIÓN EN LA FUNDACIÓN MAPFRE.

Hoy el cepogordista se ha sentido moderno, rabiosamente contemporáneo. O por mejor ajustarse a la verdad, se ha dejado gustoso arrastrar por una hermosa y contemporánea señorita a visitar una exposición de fotografías. Ni más ni menos que de fotografías. La retrospectiva que organiza una fundación sobre el fotógrafo norteamericano Emmet Gowin.

Decir norteamericano es referirse al nuevo continente, novísimo. Esta novedad lo hace, sobre todo a su parte norte, mucho más nueva que la parte española, seco, despojado, arisco. Esto se refleja en las fotografías de Gowin. Hermosas fotografías en blanco y negro tomadas en el estado de Virginia, Estados Unidos, en los años sesenta y que transmiten una sensación de hermosura congelada, de hieratismo, sequedad, despojo, cierto vacío y cierta locura. Tenemos una casa y pasamos la tarde sentados en el porche, mirando al vacío. Tenemos un arma al alcance de la mano. Dios nos juzga y nos condena.

Emmet Gowin casó, como dicen los gallegos. Caso con Edith y gran parte de su obra como artista de la fotografía ha consistido en retratar a Edith a lo largo de la vida. Y no nos sorprende el interés porque la Edith es de armas tomar y su contrario, Emmet, parece empeñado en captar en sus fotografías toda la seca dureza de Edith, en ocasiones, y en otras, su salvajismo de indígena de las selvas de Virginia. Una indígena desnudo pero calzada con botas de granjero sembrador del atroz maíz, recolector mecanizado de la infame mazorca. Caramba con Emmet y con Edith. En algún retrato asoma un rasgo de fugaz belleza, pero en casi todos, bajo la impecable factura de las fotografías en blanco y negro, de una textura delicada y refinada, sobresalen los rasgos duros y hombrunos, las formas secas y angulosas, de caderas picudas, que apenas disimulan pobres vestidillos harapientos. Uno se imagina a toda la tropa andando por la casa en calcetines, y la verdad, pues resulta un tanto sobrecogedor. Flota sobre todos los retratados como un halo de locura, de miradas desviadas, de quijadas fuera del sitio, de cuerpos resecos y sarmentosos, a manera de raíces vestidos con pantalones de peto, camisetas blancas y niños en pelota, en mísera pelota que pese a ser infantil, sorprendentemente resulta impúdica. Incluso cuando Edith se desata la melena y nos enseñara provocadora sus encantos no logra transmitir ninguna sensualidad, ninguna tentadora belleza. Encerrada en la hermosa corrección formal de la fotografías, Edith a la que ya tratamos de tú, parece algo así como una alienada encerrada en una granja. Edith y su familia son la alegría de la huerta de esa región según explica el propio Emmet, hijo de pastor metodista y cuáquera. Así que de alguna manera, las fotografías son un homenaje a la generosidad y alegría de esa familia, cuyos retratos tanto asustan, sin embargo, al cronista.

El cepogordista está sobrecogido por la exposición y va dando rienda suelta a su imaginación. Piensa que debe haber sin duda más retratos de Edith: Edith con hacha; Edith con guadaña; Edith con picahielos; Edith y el charco de sangre; Edith en el aquelarre, Edith con bigote, Todos en cueros, etc…

Uno, puesto a fotografiar señoras con carácter, hubiera elegido a la madre de los Gallos, por ejemplo, Gabriel Ortega Feria, madre de Joselito y del Divino Calvo, o a la sobrina de éstos, la también bailaora y cantaora Gabriela Ortega.

Uno se imagina diciendo:

-          Abuela, no te enfades y cántanos otra vez Torerillo en Triana o la Viuda Enamorada… ¡Anda! Tirarán, tan, tan, tirarán, tan, tan.

En cambio le cuesta más imaginarse en el papel de nieto de la Edith, diciendo,

-          Abuela Edith, anda decapita otro pollo, que lo haces muy bien, dale fuerte con el hacha grande, a dos manos, ZAS…

Con el paso del tiempo, sin dejar de retratar a la bella, seca y hosca Edith (si es que esos tres adjetivos cabe sumarlos), Emmet se orientó hacia el paisaje, evolucionando hasta lo que es verdadera pintura abstracta, siempre de una gran belleza formal, fotografías de un blanco y negro que parece trabajado con buril. Se trata a menudo de vistas tomadas desde el aire. Nos explica la bella señorita que nos acompaña que todo está en el trabajo al revelar, la mayoría de las fotografías, con gelatina de plata. Es lo que da al trabajo un aire artesanal que quizá sea lo más atractivo de la exposición, como si las fotografías hubieran sido moldeadas a mano, hechas con barro sobre un torno y cocidas luego en un horno. Por eso el grupo de fotografías digitales tomadas en color e impresas tal cual, unas vistas aéreas de Granada, no nos dice nada, y parece una como broma para relajar al espectador al terminar la exposición, unas fotografías del catastro para contar olivos y gravar al propietario con saña.

Desde luego, si a la fuerza hubiera que quedarse con una fotografía del Sr. Gowin uno elegiría un blanco y negro de los años sesenta, una vista del porche, sin gente, o tal vez la vista sobre aquella ciudad italiana petrificada.  Pero nada de Edith.

Tabaco y oro. Faja
salmón. Montera.
Tirilla verde baja
por la chorrera.

Capote de paseo.
Seda amarilla.
Prieta para el toreo
la taleguilla.

(…)

Me perfilo. La espada.
Los dedos mojo.
Abanico y mirada.
Clavel y antojo.

En hombros por tu orilla,
Torre del Oro.
En tu azulejo brilla
sangre de toro.

Si salgo en la Maestranza,
te bordo un manto,
Virgen de la Esperanza,
de Viernes Santo

jueves, 4 de julio de 2013

EL CEPOGORDISMO MEDITA EL MENÚ.

Comida Homenaje a Don Alcides Bergamota ofrecida por el Círculo de Estudios Heráldicos y Gastronómicos Marqués de Casa Pil-Pil

Recibimos en la sede de Cepo una misiva de nuestro ilustre amigo don Andrés de la Pomarada y Rodriguez de Villafranca, que nos escribe desde su solar en el corazón de la Fidelísima Vardulia con el propósito de hacernos partícipes de una noticia que nos llena de satisfacción.

En su última sesión plenaria, los socios del Círculo de Estudios Heráldicos y Gastronómicos Marqués de Casa Pil-Pil han acordado por unanimidad organizar una comida homenaje en honor del Ilustrísimo Señor Don Alcides Bergamota y tienen el placer de invitar a todos los cepogordistas a participar en tan magno evento que se celebrará D.m. el próximo sábado 13 de julio a la una y media de la tarde en la sede del Círculo situada en el número 3 de la calle Infantes de Lara de la capital várdula.

Nuestro amable amigo ha tenido a bien adelantarnos una copia del menú que pasamos a transcribir:

Entremeses fríos y calientes

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Sopa bullabesa con costrones

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Tortilla en salsa de pepitoria

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Cangrejos de río picantones

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Delicias de rape en salsa verde

Bacalao al pil pil y Club Ranero

Cocochas de merluza rebozadas

Anchoas al estilo de Jolaseta

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Carrillera de ternera estofada

Solomillo "Kaiser Guillermo" con riñón en brocheta

Paletilla de cordero lechal al horno

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Quesos del país:oveja curado, Picón-Tresviso y cabra fresco

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Natillas

Arroz con leche

Tarta Panchineta caliente

Paris-Brest con helado de café

Milhojas de crema

Delicias de Antibes en isla flotante

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Bizcochos borrachos de Guadalajara

Piononos de Santa Fé

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Vino blanco y tinto obsequio de la Cooperativa Santo Niño de la Roca.

Café y licores por gentileza de Don Atilano Candelaria, agricultor y propietario de la bodega tomellosera Hermanos Candelaria




Cigarros Partagás de la afamada casa Cifuentes & Cia proporcionados por el Círculo Cepogordista de Vardulia

A los postres nuestro amable anfitrión don Andrés de la Pomarada se dirigirá a los invitados con una loa y aprecio de don Alcides Bergamota, acompañada por los compases de la marcha "Alcides, eres el más grande" compuesta por nuestro bardo local, Telesforo Acebuche, e interpretada al piano por la ñiña Etelvina Rodriguez de Villafranca.

Todos aquellos cepogordistas que deseen participar en tan magno evento deberán comunicarlo a la Secretaría del Círculo de Estudios Heráldicos y Gastronómicos Marqués de Casa Pil-Pil con antelación suficiente.

miércoles, 3 de julio de 2013

ARISTÓBULO, LETRADO ABSTEMIO, DESCUBRE LA MIRINDA

Luego dicen que se abusa del alcohol, pero es que los hay que van provocando, a quien se le ocurre llamarse Aristóbulo y pretender pasar por abstemio en medio de la polvorienta meseta manchega, tierra de vinazos y atardeceres cárdenos.

Tenía que pasar, estaba escrito en el libro del destino, uno llega a un bar de pueblo, el UNICO BAR del pueblo un mediodía de principios de verano y haciendo caso omiso de la mirada astuta de la parroquia vinícola se sienta en una "sillita de apnea" como decía la Cuqi en sus efluvios etílicopoéticos y pide una Mirinda. Comienza el choteo. Mire usté que Mirinda no nos queda. Pues vaya con el señorito de la Mirinda dice una voz gangosa desde una esquina.¿Pero ese no era el nombre de la portuguesa que trabaja en casa de la Cuqui..? suena otra voz ronca y aguardentosa y así hasta el agotamiento neuronal del visitante, que pasa por abstemio, y rehace la orden pidiendo un Bitter Kas...error aún peor. Aquí el único bitter que tenemos es el Cinzano y el que hace Paco El Patás con vino de bodega y hierbas frescas del huerto de su puta m...le dice un colérico y malencarado gerente de bodega cooperativa que agita sus patillas cortas encaramado en un taburete junto a la barra.

Aristóbulo, honrado funcionario de la firma legal Sietefincas, Brown, Meyersson & Gondolfino que ha acudido al pueblo de marras para hacerse cargo de una herencia peliaguda de un cliente de postín y aparentes posibles trincados todos ellos gracias a su oficio político frunce el ceño y se hace el longis...tercer error y en menos de cinco minutos.
La parroquia se anima, ha llegado a sus manos una perita en dulce, un pichón peladito y listo para el asador, una perdiz de   Santa Cruz de Mudela en conserva...un regalo de la Fortuna..
Un habitual de patillón y barriga bandoneón se sienta frente al abstemio sosteniendo un palillo entre los dientes y agarrando el chato de cencibel-tempranillo-tinta fina-ojo de liebre como si fuera el único clavo ardiendo disponible en la patria entera. Oiga ustez y si no bebe pa-que-si-puede-saberse a venio-ustez-a esta noble villa de Pámpano del Jucar.

Aristóbulo nada acostumbrado al cara a cara rural escruta la mirada del parroquiano con cara de no entender nada, que es la cara que se le pone a uno cuando no entiende nada de verdad.
Pues mire, acierta a decir, yo la verdad es que soy muy serio..y aquí el pobre Aristóbulo yerra por cuarta vez en siete minutos.
Joder con el señorito si es como Mariano pero sin barba...que dice que es muy serio...suelta el gerente...como si nos importara un huevo si es un golfo, aquí lo que importa es lo que se bebe, el bebercio define al hombre, el nene no bebe vino luego el nene es nene y no hombre.
Hombre, mire usted..arranca de nuevo Aristóbulo en un remedo de protesta.
Que no coñe, que no, dice la voz aguardentosa de la esquina, que aquí o vino o coñaz o anís o ná de ná..que le tenemos prohibida a la Cuqui hasta la cerveza, invento uropeo que hincha la panza y reblandece el seso. Risas de la parroquia, algún eructo aislado, quizá hasta un rumor de cuesco escondido entre el bramido de la tropa.
Por primera vez (tengan en cuenta que el tipo sabe leyes y lamer culos pero no es muy listo) Aristóbulo comienza a percatarse de que ha cometido un error fatal, o más bien tres errores fatales; primero tener sed y entrar en el bar, segundo pedir una bebida analcohólica y tercero tratar de hacerse comprender por ese atajo de sujetos bebidos, desaliñados y poco empáticos.

Mira majo le dice la voz aguardentosa, esto sólo lo arreglas pagándote una ronda y tomando un vino, como los hombres. Aristóbulo ve peligrar su abstinencia y trata de emitir una negativa mientras se pone en pie. Quinto y último error. En cosa de segundos Aristóbulo siente cómo dos garfios de acero lo sujetan por los pies al tiempo que una mano rápida le quita la chaqueta y otra se hace con su portafolios cargado de informaciones confidenciales que los protocolos internos de Sietefincas, Brown, Meyersson & Gondolfino le obligan a proteger con su vida si fuera necesario.

El propietario de la barriga bandoneón aplica un embudo metálico a la cuidada boca de Aristóbulo que trata de resistirse sin éxito. La garrafa de garnacha tintorera vuela de mano en mano hasta que el rojizo líquido comienza a verterse por la boca de la pipa camino del gaznate del abstemio, pasan los segundos, la deglución continúa a medida que los ojos se abren tratando de abandonar el cráneo y la nuez se mueve al ritmo de jota navarra.

Aristóbulo ya no es abstemio, Aristóbulo ha sido trastocado en pellejo cervantino, en pipa sudada y boqueante que exuda vinazas y sonríe entontecido por el alcohol y los taninos. Sentado sobre un mojón al borde de la carretera comarcal lo encuentra la patrulla de la Guardia Civil incapaz de dar cuenta de quién es ni de dónde viene ni porqué su ropa está bañada en vino y su corbata substituye al caro cinturón de marca que vestía horas antes.

En la sede central de Sietefincas, Brown, Meyersson & Gondolfino la llamada de la Comandancia de la Gurdia Civil es recibida con la misma alegría que un exocet argentino en el puesto de mando de un crucero inglés. Aristóbulo, el entregado aspirante a socio, el fingido  abstemio ha resultado ser en realidad un depravado que aprovecha las dietas para engancharse terribles curdas y pasar las tardes en sucios puticlús de carretera, a juzgar por la foto-tarjeta de Cuqui que los civiles han encontrado en el bolsillo de su chaqueta. Por si fuera poco, Aristóbulo, el impecable alumno de ICADE con varios masteres y abundosas recomendaciones y conexiones sociales, ha perdido los delicados documentos que no dejan lugar a dudas de los trapicheos legales del cliente político de tronío. El daño potencial es tremendo. Aristóbulo debe ser expulsado tras la correspondiente sesión de amenazas y firma de acuerdos de confidencialidad y exclusividad. Mientras su destino queda trazado, Aristóbulo permanece sentado en una sillita metálica en medio de una espartana sala de espera de la Comandancia, su mirada fija en la ventana, sobre el alfeizar dos gorriones pugnan por una miga de pan, en su memoria aún resuena una voz aguardentosa que rié y gruñe al tiempo que no es capaz de librarse del aroma dulzón del perfume de Cuqui que le ha hecho descubrir a la verdadera Mirinda, la portuguesa.

Sanglier.


domingo, 30 de junio de 2013

PENA DE JUAN Y JOSÉ

El toro de Santa Coloma, autor Adolfo Rodríguez Montesinos.

El cepogordista es un modesto aficionado a los toros y alguna vez en Cepogordo le hemos dado una vuelta a la cosa taurina, tanto en la forma de reseña de una tarde en la plaza, como a modo de sesuda reflexión sobre la Fiesta.

Un poco a trancas y barrancas y como hemos podido, pero ha salido alguna conclusión. La primera de todas es que si la fiesta está de alguna forma amenazada, no es por la política y sus prohibiciones, que también, sino por su actual discurrir, es decir, por su actual decadencia, interesada y fomentada por una mayoría de directores del espectáculo y una mayoría de toreros, con las figuras a la cabeza. En resumen, la amenaza política y nacionalista es una amenaza general contra la libertad, y por eso contra todos nosotros y contra lo que se supone que una sociedad abierta y libre debería ser. Los problemas de la fiesta son otra cosa: la adulteración del espectáculo con un toro sin fuerzas, sin casta y que no es bravo, toreado por supuestas figuras que naufragan vergonzosamente en cuando salen de esa rutina (véase Talavante con los Victorinos en Madrid), espectáculo frente al que los niños bostezan, porque no transmite nada y los cursis se extasían antes posturas y culillos en pompa. No queremos extendernos más, para no repetirnos. Pero enlazando un tema con otro, la mejor defensa de la Fiesta, la que volvería a llenar las plazas, es la defensa del toro bravo, de la lidia, realizada por maestros que la conozcan, y no la tontería de la cultura, el arte y decir que a Picasso o a quien fuera le gustaba el asunto de los toros, que qué nos importa. Ya nos explicaremos con más calma si no se ha entendido. Pero cedemos la palabra a alguien mucho más entendido que los que esto escriben y se despiden dando una larga cambiada.

En el epílogo del libro El toro de Santa Coloma de Adolfo Rodríguez Montesinos, podemos leer lo siguiente (por otra parte algo obvio y conocido entre los aficionados a los toros, que no a las posturas y a las figuras y demás, como decíamos):

“La importancia histórica de la raza de lidia debería bastar por si sola para convertir al toro bravo español en un animal mimado por las Administraciones Públicas, las cuales deberían proteger y estimular los esfuerzos de los ganaderos por seleccionar y mejorar la cabaña brava. Nada más lejos de la realidad, porque el toro ha sido y sigue siendo un animal marginado por los poderes públicos, ignorado dentro del marco de la política agraria de nuestro país y hasta vilipendiado cuando las corrientes de la moda han soplado en contra de la fiesta nacional.

En esas circunstancias, la existencia del toro de lidia es mérito exclusivo de los ganaderos que han invertido y siguen arriesgando su patrimonio en la producción del ganado bravo y, como no, de todas las personas que acuden a las plazas de toros y con su aportación económica posibilitan la supervivencia de esta raza y mantienen una complicada estructura en la que se integran todos los profesionales que, de forma directa o indirecta, viven la fiesta de los toros.

No obstante, la galopante mercantilización del espectáculo taurino surgida en los últimos tiempos y que está alcanzando cotas desmesuradas en la década de los noventa, está imponiendo por vía dictatorial la supremacía de los valores económicos sobre cualquiera de las virtudes de tipo ético y estético que, tradicionalmente han constituido el mejor patrimonio de la fiesta y que están abocadas a la desaparición en un plazo de tiempo muy breve. [Nota cepogordista: este párrafo y el siguiente serán objeto de comentario aparte, pues merecen matizarse]

Hoy día la corrida de toros es un simple producto de consumo, como lo son igualmente las figuras del toreo y el resto de los integrantes de la cadena de producción del espectáculo. El torero ha perdido mayoritariamente el sentido y la capacidad de la lidia y parece programado para repetir únicamente la misma faena ante el mismo tipo de toro (descastado, suave, blando, y carente de toda emoción), impuesto por los amos del “circo taurino”. [Nota cepogordista: como hemos dicho en otras ocasiones, hoy no hay figuras del toreo, lo son únicamente aquellos diestros que todavía son capaces de ponerse delante de los Albaserrada –Victorino y Adolfo Martín, José Escolar-, Cuadri, Cebada Gago, Torrestrella, Miura, etc.]

A base de enfrentarse siempre a un ejemplar sin contenido alguno, cuyas mayores complicaciones son falta de fuerza y falta de interés por acometer a los engaños, los toreros son cada día más incapaces de solventar cualquier tipo de dificultad emanada de la casta y se ven desbordados o se acobardan cuando sale un toro que conserva algo más que reminiscencias de bravura y repite media docena de embestidas.

Quienes manejan el entramado organizativo de la fiesta son conscientes de estas limitaciones crecientes en la capacidad de los diestros y por ello velan escrupulosamente para que solo salga a la plaza el tipo de toro que no complica la vida a los profesionales del toreo y además, en la generalidad de los casos, que salga de la forma que resulte más agradable para los diestros, de modo que el fraude mayor no es la mutilación de las defensas de las reses, sino la manipulación genética para mermar o eliminar su casta.

El concepto del espectáculo taurino manejado por los profesionales se basa en la ignorancia de lo que es un toro de lidia que tienen la mayor parte de los asistentes a las plazas, mientras que los verdaderos aficionados que ocupan los tendidos son una minoría. Así las cosas, se intenta aburrir al aficionado serio para que deje de ir a los cosos y se promocionan socialmente las figuras del toreo para que la mayoría de las plazas se llenen de un público festivo, ávido seguidor de la prensa rosa y sin exigencia alguna. Este tipo de clientela profana en la materia no tiene interés real por el espectáculo taurino, sólo le interesa ver a los toreros del momento, va a rendir pleitesía a sus ídolos y aplaude con el mismo calor lo mismo que lo inadmisible.

Pero para los rectores de la Fiesta, estos “aficionados eventuales” tienen muchas ventajas, ya que realizan su aportación económica en las taquillas de las plazas, no plantean problemas a la hora de admitir como bueno un espectáculo adulterado, devaluado o degenerado, como el que se está ofreciendo tarde tras tarde, feria tras feria.

En esto, como en todo, también hay algunas excepciones (Madrid y pocas plazas más), pero, salvo en la capital de España, los mentores de las figuras del toreo actúan a su antojo y cuando no pueden imponer sus exigencias, se “caen” de los carteles.

El proceso degenerativo que sufre el espectáculo taurino induce irremediablemente a la crisis de la ganadería de lidia, dónde la bravura y la casta son objeto de persecución implacable por parte de quienes dominan el negocio taurino, condenando al ostracismo o a la desaparición a las dividas que aún poseen lo que antes fuera el mayor tesoros de la raza.

Adolfo Rodríguez Montesinos. El toro de Santa Coloma.
Consejo General de Colegios Veterinarios de España, 1997
ISBN 84-923276-0-X