miércoles, 13 de febrero de 2013

ALCIDES Y SOLANA

Alcides repuesto, habían reanudado los paseos.
E incluso habían fumado juntos. Aquella tarde de invierno se sucedía el callejear por el casco antiguo de la ciudad, guiados distraídamente por don Dimas que tan bien la conocía: la Merced, las Agustinas, Santo Domingo, la Antigua, Platerías, San Clemente… Oyeron Misa en Santa Eulalia. Resonaba en la cabeza de Alcides la brutal y esperpéntica clerofobia del pintor, tan extraordinariamente vertida en sus escritos. ¡Cómo estaba escrito aquello, pero que desgarramiento, que encono! Hasta el punto de que Alcides no sabía si sería apropiado abordar el asunto con don Dimas, pese a la entrañable amistad, o tal vez por eso mismo. Pero pudo más la necesidad de desahogo, de compartir aquello, al menos para intentar una aproximación. Recordando sus lecturas de teoría militar –pocas pero sabrosas- se decidió, con ánimo de mitigar cualquier dificultad y de asegurar su posición para un posible repliegue, por una maniobra de flanqueo, vía la pintura. Fue don Dimas quien al primer trasteo desbarató él prudente movimiento.

-          Alcides hombre, si te interesa la pintura del Guti, como le llamo yo, deberías leer sus libros. Gutiérrez Solana es tan buen escritor como pintor, si no mejor…
-          Pero Dimas ¿tú has leído a Solana?
-         ¿Pero hombre Alcides, por quien me tomas? ¡A estas alturas!
-          Hombre, entiéndeme, es que a veces es tan…. Y tú que eres sacerdote…
-          A ver si vas a empezar con los remilgos y las tonterías con los sacerdotes, que te doy un capón. Lo dirás por la manía anticlerical supongo…
-          Si claro, no sabía si… A mí me parece un gran escritor y claro me parece tan duro, tan injusto y sesgado.
-          Tan ofensivo y tan brutal, puede decirse y, a veces, tan gracioso. A veces. Pero no le entres por ahí. Solana es por una parte un hombre de su tiempo, y por otra no es un reportero. Qué manía tiene la gente de confundir historia y literatura, y no lo digo por ti. No hay que leerlo de esa forma. Yo no creo que él tuviera ninguna pretensión de objetividad, son sus obsesiones y su escritura es puramente plástica, mezclada con un gran conocimiento de la vida y guiada por su obsesión de realismo, de no obviar nada, de considerar que hasta en lo peor hay humanidad. Además, tampoco neguemos que pudiera haber realmente mucho de lo que describe. La Iglesia tampoco escapa al tiempo en el que vive y aquella España, sin reducirla a lo que Solana quiere ver, era otra. Era otro el mundo. Si lees al normando Maupassant, ¡cuántas historias negras entre sus cuentos! Lo que es extraordinario en Solana es como escribe, como está dicho y narrado, su franqueza, y su voluntad de buscar realidad, carácter, personalidad, de remontarse hasta las entrañas de las cosas, de la vida, de no cerrar los ojos ante nada, pese a lo que ese proceso pueda suponer, pese a la negrura que aflora, porque él la ve y no la niega, porque estar, está ahí, aún hoy, ahora. Yo creo que no es descabellado decir que la inmensa humanidad de Solana viene a revelar, a su manera, un hombre religioso. No es un nihilista. No puede serlo el hombre que ayuda, que se abraza al viejo mendigo encontrado en plena calle, que llora, y al que ayuda. Ya sabes a qué escena me refiero.
-          Ya. Dimas la verdad es que me dejas pasmado.
-          Bueno, es un tema para empezar y no acabar. Y sí, es un libro terrible también, y una experiencia, y tal vez no para cualquier lector, al menos no de buenas a primeras.
-          Está claro. Vamos ya hacia casa que empieza a helar.

domingo, 10 de febrero de 2013

CEPOGORDADA

Cepogordada

Desde hace una temporada han notado Tato y Doroteo que Alcides ha desarrollado una obsesión nueva, y es que se siente observado - y cohibido un tanto- por la presencia de la condesa de la Croqueta.

-         Será de la Cocreta, dice Tato maligno.
-         No señor, de la Croqueta que es mucho más fino.
-         Será que tiene dos títulos, dice Doroteo terciando como siempre.

Tato prosigue a lo suyo:

-          El vino había que beberlo por tragos de a litro, en cubos.
-          ¡Oh! ¡Estoy desolado por tanta rudeza señora condesa!

Doroteo no quiere tampoco tener el pico cerrado:

-          Para una sobremesa decente sería necesario poder transformarse a voluntad en perro de caza, para poder echarse a dormir al lado del fuego, casi en el halo de la llama, tostándose un poco los bigotes y dando algún aullido en sueños.
-          Eso no puede compararse –dice Tato- con ser un gato recostado sobre un cojín bordado con la palabra Micifuz.
-          Pero que bobada, donde esté un perdiguero de Goya, vamos hombre, un gatejo…
-          Si, perdiguero. Yo te veo más bien adoptando forma de perro quiqui de pueblo, que es nuestra gran aportación a la zoología moderna: tamaño de un ladrillo, con patillas vivarachas, brincador y saltarín, celoso y malhumorado, feo como no hay dos, rey de las manchas y la asimetría, ladrido aflautado e incesante, y echado para adelante, verdadero capitán Matamoros de la perrunez, siendo más pulga que mastín…

Tato es interrumpido por Alcides:

-          Querida condesa, estoy desolado nuevamente, cuanta rusticidad, acepte en desagravio esta flor de camelia…
-          ¡¡Flor pocha!! ¡De las que se caen solas al suelo por tu falta de pericia con la planta, tío cursi!

Esto fue ya demasiado, excesivo, se oyó un portazo y la condesa de la Croqueta se marchó para siempre. Cuando salió del sanatorio repuesto de sus cansancios y vivificado por los aires de la sierra y los largos paseos, Alcides estaba como nuevo. El bueno de Dimas estaba con él. No dejó de estarlo un momento. Si, su cuñado, el sacerdote hermano de Charito la Estrecha, que pese a todo, seguía siendo su gran amigo y compañero de los interminables paseos por la ciudad levítica, por la espléndida e inabarcable ciudad por la que trepaban y descendían como cabras durante horas y horas, a buen paso de conversación.

Dimas sermoneó primero un poco a Tato y a Doroteo, para que extremaran en sus visitas al sanatorio la cortesía con el enfermo. Eso sabía hacerlo don Dimas con buenas formas y mucha eficacia. Unas visitas cortas durante las cuales Tato leía en voz alta, pero sin alzarla mucho, la biografía de Gertrudis Gómez de Avellaneda, salpicada de algún verso romántico suelto, dicho por Doroteo, pinzando una lira y con un pie en el aire: Yo como vos para admirar nacida, / yo como vos para el amor creada, / por admirar y amar diera mi vida, / para admirar y amar no encuentro nada. Conocían ambos la debilidad de Alcides por la poesía española del romanticismo. Aunque esta primera intervención de Doroteo con este primer verso estuvo a punto de ser contraproducente, pues no convenían los bruscos ataques de risa todavía. Visitas acotadas por el buen Dimas a veinte minutos.

Pasados quince días, don Dimas tuvo una segunda intervención decisiva, en la forma de una caja de habanos. Pero nada vulgar ni ostentoso. Una caja vieja, en la que cabían tranquilos y sin apreturas ni movimientos, veinticinco cigarros de distintas marcas y vitolas, seleccionados por el buen sacerdote, y sufragados por Doroteo. Aclaremos, para los hipocritones que se escandalicen, que don Dimas hacía tiempo que había renunciado al tabaco. Sólo consentía una excepción, que era la de fumar en compañía de Alcides, sentados al atardecer con una gran jarra de agua y dos vasos. Ordenados por orden cronológico, para fumarlos en secuencia a partir de los quince días de convalecencia, tan pronto como Alcides tuviera permiso para pasear de verdad, tres Romeo y Julieta Exhibición número 4 y dos Exhibición número 3. Cigarros medianos, de buen cepo, para que no exigieran demasiado y no hubiera resistencias en el tiro. Disminuían luego, con dos Montecristo del 4 y tres Rey del Mundo de parecida vitola, que más concentrados constituían una cierta prueba. No de fortaleza del cigarro, sino de paciencia y calma en el fumar. De ahí, tres Punch Punch, y dos H. Upmann medianos, Magnum. Luego proseguía la caja con tres Partagás 8-9-8 y tres Ramón Allones para completarse con las grandes vitolas para las grandes conversaciones, los grandes silencios y las largas lecturas, varias de los cuales se fumarían ya en casa, una vez dada el alta, tal vez con una gota de Oporto: Sancho Panza, un inmenso Vega Robaina, varios Churchill de Romeo y Julieta, dos gigantes de Hoyo de Monterrey y un par de Lusitanias. El peculio y la generosidad de Doroteo no tenían límite. Pronto reanudaron sus paseos por la hermosa ciudad y sus alrededores. Don Dimas y Alcides eran de la misma quinta y de misteriosas afinidades. Apenas tocaban el espinoso tema de la catástrofe en que había terminado el matrimonio de Alcides con Charo la Estrecha (para don Dimas simplemente Charito, claro). Pero tampoco se esquivaba, pues a menudo Alcides había recurrido a su amigo, como tal y como sacerdote. ¡Sacerdote! Y es que el milagro había obrado, pues don Dimas y Alcides no llegaron a alejarse del todo durante la que podría llamarse furiosa etapa del matrimonio civil de Alcides con Toñi la socialista. Alcides, como un péndulo, renunciando a sí mismo y a su entorno, por infantil oposición, contrajo el más feroz sarampión progre que imaginarse pueda. Pero ni por aquél entonces el vaso de la paciencia de don Dimas llegó a colmarse, y Alcides estuvo asido a esa presencia amiga, casi sin saberlo, como el náufrago en la tormenta abrazado a un tablón desgajado de la amurada del navío que zozobra. Pero en fin, eso es otra historia. Demasiado hemos picado de aquí y de allá. Ya mediado el cigarro, nos interesa traer aquí la opinión de don Dimas sobre la escritura del pintor Solana.

sábado, 2 de febrero de 2013

Una de politiquería (perdonen ustedes...)

Impostura

Hay, pues, en la España Isabelina y del sexenio una tradición constitucional escrita; una serie de documentos constitucionales que responden, en líneas generales, a un desarrollo homogéneo y a cuya proyección efectiva global sobre el conjunto de la visa política española, pese a lo que me dispongo a añadir inmediatamente, sería obvio referirse. Pero hay, por otra parte, una tradición de anomalía, o desviación o incumplimiento con respecto a la norma constitucional, que se manifiesta históricamente de diversas formas, según veremos en su momento, por más que afecte principalísimamente la adulteración de los procesos electorales. Esta contraposición viene a expresar el desajuste existente entre unas sociedades meridionales (revolución burguesa incompleta, sacada adelante a través de los onerosos “compromisos históricos” que quedaron aludidos) y unas formas jurídico-políticas pensadas inicialmente –en Francia, en Gran Bretaña, en Bélgica- en función de realidades sociales distintas.
José María Jover Zamora, La Civilización española a mediados del siglo XIX.

Impostura: Fingimiento o engaño con apariencia de verdad.


Quizá lo que más duela al Cepogordista es el nivel de los que se lo están llevando crudo, tan ramplón, tan grosero, y que sigan los trotapáramos, los salteadores, proponiendo UN GRAN PACTO de lo que sea… Como suele decirse en español, cornudo y apaleado, y hay otras expresiones.

Y no es que el cepogordista vaya a ser más indulgente con un ladrón de más altos vuelos, pero al menos habría algo que admirar: la expresión graciosa, el corte de la chaqueta, el garbo y la donosura, la belleza de la mansión, la elegancia, la calidad de la pintura adquirida con la sisa de los fondos públicos. Al menos algo. El intendente Fouquet nos dejó aquél castillo que hizo palidecer de envidia al Rey Sol; el malvado Talleyrand la elegancia de su cojera, su cinismo sin igual, el ingenio de sus flemáticas sentencias; todavía podemos pasear por la calles de la hermosa Lerma, profusamente dotada y hermoseada por don Francisco Sandoval y Rojas; y don Rodrigo Calderón supo pasar a la historia por su pasmosa dignidad en el morir.

¿Pero que nos dejarán estos injertos de chorizo y termita? Si vamos buscando la frase, la máxima, la sentencia, el ingenio, volveremos de vacío o con cosas como lo importante es la economía, ahora no toca, manda huevos o la mayor putrefacta organización (…) que nos endilgó hace un par de días el señor ministro de justicia. Si vamos a la estética, trajes mal cortados, corbatas peor anudadas, pantalones que se acumulan en los tobillos formando pliegues sin fin, zapatos plasticosos, caspa sobre los hombros, estilo entre chandalero y de falso arquitecto milanés; las casas son chaletes con gimnasio y camas redondas, incluso con bañeras de nombre oriental; las colecciones son de espantosos vehículos o de gruesos relojes. La tosquedad cultural, la brutalidad mental, la ostentación más torpe y chabacana. Casas vacías, que ha llenado de cachivaches muertos un espantoso decorador a golpe de talonario. Sobre la mesa camilla, o de centro, la ilustración contemporánea se reduce a una revista del corazón y a la colección de libros regalada con el periódico del domingo, todavía metidos en su piel de plástico. Fríen los güevos fritos con chistorra según receta leída con ojos bizcos en el Tablet manchado de aceite de oliva que chisporrotea con maligna intención. Y los güevos sin puntilla. Cagoen…

Ejemplos de la ramplonería, la vulgaridad, la mediocridad, el ínfimo nivel de los ladrones hay muchos y no nos cansaremos haciendo una lista. Valga como resumen ejemplificativo de todos ellos, como arquetipo, la delicadeza con la que el duque, el yerno de la Casa Real, deformaba, hacía mofa y se burlaba de su título. No repetiremos la grosería alrededor del Ducado de Palma. Es lo que pasa por casarse con un pajarraco de esa clase. Nada hacía presagiar que pudiera salir bien, que el deportista sin carrera de familia del PNV pudiera ser digno de la posición que le esperaba. Así ha sido. Este hombre no es el más ladrón, pero es el más simbólico y un campeón de la zafiedad. No faltaban en sus correos electrónicos ninguna de las espantosas formas de expresarse y ninguno de los giros de la jerga semi-profesional, simbolizados también todos ellos por el uso, al redactar en español, de la palabra please. ¡¡Ya está, sabemos inglés!! La mentalidad colonial se va instalando del todo, pero en nuestro caso, asumiendo el papel de colonizados,…of course.

Este entusiasmo por el inglés, cuando existe en España un problema de libertades en torno al uso del español, de una gravedad tan grande, es una cosa obscena. Español que muchos se empeñan en llamar castellano cuando no es tal. Lo mismo sucede con las nuevas tecnologías.

No discutimos ni la importancia de conocer idiomas ni la utilidad, o la evidente e ineludible existencia de esas nuevas tecnologías, pero si nos produce un poco de repugnancia y cierta náusea la mentalidad servil con que se abrazan ciegamente, sin el menor espíritu crítico, con el fanatismo del converso, con una actitud borrega, de rebaño. Y mientras esto sucede, mientras se aprende un idioma extranjero para poder trabajar para el rico que vendrá de fuera, en lugar de crear riqueza dentro, mientras se desmantela lo que pueda quedar de estructura económica y política, balan los entusiastas, esa masa lanar, que sigue disfrutando, mientras el agua le llegue sólo por la cintura. Y los que intentan ejercer la crítica lo hacen tascando el freno, rabiando y pateando, pero sin dar el salto a la arena. Unos por la acuciante falta de tiempo y medios, otros por un olfato demasiado sensible que les impide acercarse a las cloacas de la vida pública, aunque sólo sea para limpiarlas, armados de escobón y lejía. Como decía Ignacio Ruiz Quintano en una de sus columnas del ABC, gentes de café.

¿Y los que ahora gobiernan? Pues los que ahora gobiernan se ve que son parte del problema que tienen que resolver, lo que lógicamente dificulta la solución. En primer lugar son impostores y la falta de autenticidad es la primera dificultad para la acción, entre otras cosas porque falsea cualquier reflexión que se supone debería ser el fundamento previo de cualquier iniciativa. Se supone que el Partido Popular es la derecha española. Sin embargo, la ausencia de cualquier pensamiento teórico hace difícil confirmar eso a priori, y la práctica nos dice que no es cierto. Son cualquier cosa menos un partido de derechas, menos aquello que esperaban los pobres incautos que les dieron la mayoría absoluta para sacarnos del atolladero. Veamos brevemente, espigando noticias de aquí y de allá, algunos ejemplos que confirman lo dicho:

La subida de impuestos general, que ha hecho de España unos de los países de la UE con mayor presión fiscal: no es sólo el IRPF, es el IVA, el IBI, los impuestos especiales sobre alcohol y tabaco (más del 50% del precio en muchos casos), el impuesto sobre la gasolina (más del 50% del precio del litro), etc. Y además las cotizaciones sociales. Uno pensaba que el ahorro y la inversión eran la base de una economía sana. Se ve que no, para Mariano y Cristóbal lo importante es el gasto público desaforado y financiar como sea, sangrando a la peña, lo que se gasta el sector público que cada día es más. Ni ahorro, ni inversión.

Don Mariano tiene unos 578 asesores contratados, como suele decirse a dedo, a los que no se exige especial formación. 578, que se dice pronto.

Don Mariano le pide a doña Angela más gasto público, si más gasto público, según recoge un periódico digital de hace unos días. ¡Y nosotros que pensábamos que precisamente lo que había que hacer era recortar el gasto público galopante! Al parecer la iniciativa privada está ahogada en gran medida porque el crédito lo monopoliza el sector público. Pero además, decía un representante de una asociación de trabajadores autónomos el otro día, el primer responsable del cierre de empresas es la administración por su morosidad, por sus impagos que han llevado al cierre a cientos de empresarios. ¿Pero cómo aguantamos esto?

El mercado único tendrá que seguir esperando, puesto que no se han atrevido a ponerle el cascabel al gato lingüístico. Maricas. 

Todo lo dicho hasta aquí, en cuanto a la economía. Socialdemocracia pura. Para esto ya teníamos a Zapatero. Y el gigantesco sector público es fuente de corrupción y de pobreza si partimos de la base que la administración no crea riqueza sino que la administra, gestiona los recursos obtenidos mediante el cobro de tributos, pero como empresario es completamente ineficaz. Si no se permite al sector privado trabajar, pronto no generará riqueza que gravar con tributos de toda clase. Perdonaran ustedes estas explicaciones tan burdas.

Y si dejamos la política… ¿Qué ha sido de la reforma de la justicia? ¿De la reforma del sistema de elección del gobierno de los jueces que nos devolvería la separación de poderes y por fin un poco de autenticidad? Ni en pintura las quieren ver.

¿Y la ingeniería social socialdemócrata? El mal llamado matrimonio homosexual, sigue ahí, las tremendas estadísticas del aborto, en un país que ya ha perdido población por primera vez desde 1939, siguen ahí. Cuarenta y seis millones de habitantes, Italia más de sesenta, Francia más de sesenta y dos, Alemania ha superado los ochenta y dos.

¿Y los nacionalismos y su chantaje? ¿Y la reforma de la ley electoral? El chantaje sigue ahí, y de la reforma nada se sabe. Y lo peor de todo es la ausencia de ideas, la ausencia de debate, la total ausencia de pedagogía. El Sr. Rajoy sólo sale del letargo para atacar con saña a Rosa Díez, sin duda porque, con todos sus defectos, representa eso que el barbudo no puede soportar, la crítica al sistema, la voluntad de cambio, la denuncia de la terrible situación actual.

Al fin y al cabo, lo que le sucede a este partido (o partida) de profesionales de la política es normal, no se puede enseñar y menos realizar aquello en lo que no se cree, ni tampoco se pueden esperar reformas o una actuación de hombre de estado de quien carece de convicciones, creencias o de una mínima idea sobre su propio país. Así que estamos en plena impostura. Nos gobierna un partido que dice ser de derechas, cuando en realidad la derecha carece en España, en estos momentos, de representantes políticos. De la oposición se puede esperar poco, son lo mismo, pero más enemigos de la libertad todavía y su programa consiste básicamente en manejar una grúa de demolición, con una acémila a los mandos. 

La cuestión es ¿cómo salir de esta crisis que es puramente política? Si no se puede saltar a la arena, al menos retirar el voto a esta tropa.

Y una observación final, la de siempre: lo dicho no pone en cuestión ni condena a España como nación, ni a los españoles como personas, ni existen vicios nacionales, ni son ciertos los tontos tópicos que sustituyen al análisis racional de la historia y de la actualidad, por mucho que a veces ayuden a desahogarse. Hay un problema y hay que ver cómo lo resolvemos. Siempre es más fácil describir lo negativo que aportar soluciones.

El Comité Cepogordista para un arbitrismo contemporáneo.

domingo, 27 de enero de 2013

AVES NOCTURNAS


A los búhos les gusta proferir gritos, su voz es inconfundible; sin embargo, y de acuerdo con el fino oído de sus congéneres, esos gritos nunca son escandalosos.

Aquellos búhos que cada año se aparean de nuevo, en la época de celo dejan oír su retahíla de reclamos mantenidos largamente. Las especies emparejadas de por vida, por el contrario, denotan con un insignificante derroche de voz la llegada del tiempo del apareamiento.

Después de leer lo anterior, y sin saber muy bien por qué, Tato proclamó que era asombrosos el parecido entre las personas y los búhos. Como además el grupo de las aves nocturnas es numeroso y variado, las posibilidades de encontrar parecidos se multiplican. ¡¡Cuánta gente si se mira bien tiene cara de autillo!!

El autillo es diminuto y destaca por su maestría en esconderse. Esta habilidad y su plumaje difuminado en tonos pardos y grises lo hacen prácticamente invisible. Así es como naturalmente podemos decir que nuestro gobierno de hoy es un gobierno de autillos, diminuto e invisible.

martes, 22 de enero de 2013

GUTIERREZ SOLANA y LINCOLN


Si señores, esto es lo que vimos, cuando nos faltaba poco para rematar el libro de Pepe Gutiérrez Solana, tan único y tan fuera de serie. Es que muy a menudo las líneas convergen. Una vez estaba un servidor contemplando un enorme melón que de inmediato me recordó la fisionomía tosca y mendruga de un amigo, cuando de repente, allí estaba él, saludando con oscilante parsimonia, sandio, melonero, una gran col. ¡¡Pero Solana en la tienda de las chuches ya es mucho trenzarse las cosas!! Así es la vida señores (y señoras, no griten…). Ha nevado y Madrid se ha colapsado y estamos encantados. Es normal, porque aquí nieva una vez al año y esto es como un espectáculo gratis, un acontecimiento esperado, deseado, vivido con emoción infantil, y más de uno se la pega, o embiste al de delante por mirar embebido al agua cristalizada caer lenta y silenciosa, sin pagar entrada, sin imposición fiscal, blanca e inmaculada, sin corrupción, sin gentuza.
Fuimos ayer a ver la película Lincoln, una buena película, que no parece casi de Spielberg, de otro ritmo, otra textura. Una película norteamericana, para norteamericanos, sobre los Estados Unidos y sobre la historia de los Estados Unidos y de su política. Pero ya se sabe, la fuerza del imperio sigue siendo mucha. Y también se sabe que en tiempos pasados dijo un español, en el prólogo a la primera gramática de una lengua romance, que siempre la lengua fue compañera del imperio... Hoy actualizaríamos la frase sustituyendo lengua por cine. La película es sugestiva para el que se interese por la historia que cuenta. Se atreve con cosas inesperadas, como a abordar el motivo más profundo que subyace en el origen de la guerra de secesión, escondido por debajo de la gran cerilla que hizo prender la llama. Por debajo del gran y terrible tema de la esclavitud, la existencia o no del derecho de los estados que formaban la Unión a separarse de ella y el deseo de Lincoln de preservarla a toda costa, con todos los matices legales, jurídicos, constitucionales implicados. Y además, una reflexión sobre el poder, sobre la vivencia familiar del poder, sobre los hijos, sobre el deber. En fin, que merece la pena pero, insistimos, tiene que sentirse cierto interés por el trasfondo histórico. Al encenderse la luces de la sala, un poco abrumados por la talla del personaje (al menos en la versión que de él se da, que tampoco ahorra ciertas sombras que sólo captará el espectador un poco atento a la cuestión jurídica) se nos ocurre la comparación malévola evidente, pues los dos comparten barba:

¡¡A nuestra izquierda…..!! ¡Abraham. Lincoln! Nos dirige unas palabras:

Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.

Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como último lugar de descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.
Pero, en un sentido más amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí, ya lo han consagrado, muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restarle mérito. El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí decimos, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Es para nosotros los vivos, más bien, quienes debemos dedicarnos a la tarea inconclusa por la cual ellos lucharon e hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Es más bien para nosotros que estamos aquí, dedicados a la gran tarea que aún nos resta: de que estos muertos a los que honramos, tomemos mayor devoción a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida plena de celo. Que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra.

[Es el discurso de Gettysburg, los subrayados son del cepogordista, que al leerlo ha recordado, por ejemplo, a las víctimas de los asesinatos del 11 de marzo en Madrid, y a las víctimas del terrorismo, por ejemplo, y a más compatriotas]

¡¡A nuestra derecha….!! ¡Mariano Rajoy! También nos dirige unas palabras (a la fuerza, le hemos obligado porque no quería):

-          Gracias, gracias. Ahora no toca. Lo importante es la economía, la economía, el consenso y el diálogo. Esto yo, hay que ser serios, esto es, seamos serios. Es la economía. Y también las auditorías. Lo demás nada, no toca. Gracias, gracias. [el micrófono se queda abierto y se oye: oye Luisss y Soraya, al final nos quedamos con las Cajas, que hay mucho amigo político que colocar. Si se vuelven a hundir ya veremos, que ahora no… bueno pues eso.]

Hay que pedir a todos nuestros amigos pueblerinos que rescaten de entre los útiles de casa abandonados en el desván el capador de puercos que hay mucha faena pendiente.

Por cierto y para acabar, protagonista de la película es el congresista Thadeus Stevens. Pues asombra leer al recorrer brevemente un resumen de la biografía de Thadeus Stevens que ya en el principio de su actividad política en el congreso de los Estados Unidos introdujo legislación para poner un límite al endeudamiento de los estados. Y por aquí, estos pájaros, precisamente quieren lo contrario porque es la forma de poder seguir robando con el descaro con que lo hacen, a fuerza de no creer en nada, ni tener una sola idea. En fin, y aquí lo dejamos. A ver si aparece pronto un Thadeus Stevens celtibérico.

viernes, 18 de enero de 2013

LINCOLN


Sobre la película Lincoln, de Spielberg que todavía no he visto:

No dejen de verla los cepogordistas amigos del cine. Hay mucho que decir, y tendríamos que volver a hablar del Viejo. Lo haremos al final (si no lo han adivinado ya sabrán a quien nos referimos leyéndose todo el rollo…). Pero destaquemos la interpretación del protagonista, genial caso de mímesis y perfección actoral, como si el presidente se hubiera reencarnado en la piel de Daniel Day Lewis. Este actor, pájaro de pocas carnes (le copiamos la expresión a Pepe Gutiérrez y la usamos a troche y moche…) es el genial heredero de la mejor tradición teatral inglesa. Quien haya disfrutado con las actuaciones sobre la escena de Willburn Micham, de Fromental Merryweather o incluso de Fiorinda Capo di Srozzi (la gran actriz era hija de un cómico italiano especializado en el papel de Pantaleón de la Comedia del Arte) lo comprenderá sin duda.


Un amigo pensaba que el actor había podido incluso beber en las fuentes y el método del gran Oswald Carnegie Bellarazza (la madre de Carnegie era una cómica italiana especializada en el papel de Colombina de la Comedia del Arte). Pero sobre esto último nada podemos decir, porque nada sabemos Carnegie había muerto ya, antes de que naciera este cepogordista. El amigo que hace este comentario es un viejete centenario en plenas facultades y muy amigo de las tablas, que llegó a militar en la claque profesional de un conocido teatro madrileño con cuya soldada mercenaria redondeaba sus emolumentos de estudiante disipado. Algo sabe del tema por cierto y como nosotros estuvo en Londres siguiendo a sus actores favoritos, sólo que muchos años antes, en tiempos del gran Carnegie Bellarazza. Fue por cierto acosado por la gran Lola Pulardo, la “Cojitranca”, apodada así por sus andares inestables, debidos según las malas lenguas, más que a un defecto de pernil, pues defecto físico no tuvo ninguno el gran Pimpollo Reventón (mote también pero más frívolo), a su afición a los vinos de Rioja y a la espuela de brandy manchego entre actos. Pero en fin, que nos hemos ido por las ramas. Vayan a ver Lincoln y disfruten.


Otro día hablaremos de una obra maestra alrededor del tema: El prisionero de la isla tiburón (The Prisoner of Shark Island, en español Prisionero del odio), de John Ford, que también dedicó a Lincoln una extraordinaria película protagonizada por Henry Fonda. Nos es de extrañar que Spielberg se haya lanzado sobre el tema, siguiendo la estela inalcanzable, la hermosura extraordinaria del cine del maestro, otro de las obsesiones del cepogordista.