martes, 6 de diciembre de 2011

CARTA


NOTA EDITORIAL: hemos empezado a recibir las primeras cartas de nuestros lectores, muy elogiosas. Ahí va la primera:
Penal del Dueso. Octubre del 2009.

Sr. Director (si es que esas cuatro hojas tienen algo digno de ese nombre):
Sirva la presente para transmitirle mi más enérgica disconformidad con todas las opiniones y memeces vertidas en su infecta publicación. Nos veremos las caras si consigo localizarle. Tendrá noticias mías. Su mísera gacetilla merece ser cerrada de inmediato y los repartidores que el otro día la distribuían por el centro de Madrid (si es que Madrid tiene algo digno de ese nombre – aprovecho aquí para atacar al repelente alcalde que también es infecto-) fusilados al amanecer.
Atentamente
Gesualdo Lacontra Gravedad.

TABAQUISMO

Tabaquismo
 Con este título un algo desagradable, uno se propone, una vez atraído el ojo del desocupado lector, alejarse todo lo posible de la actualidad y vagar un poco a la ligera como lo hace el humo del cigarro. Comparación facilota, pero que hace al caso puesto que, al fin y al cabo, el tabaco sigue todavía siendo nuestro pretexto. Así que apetece rondar un poco a su alrededor, a ver como se da la cosa y si no jodemos la marrana.
El pretexto para arrancar nos lo da la ilustración amablemente cedida por doña María Gumersinda Micol, cuyos apellidos ilustres callamos, la más antigua de las suscriptoras de Cepo Gordo. Doña María Gumersinda Micol no sólo pone a disposición de nuestra modesta iniciativa sus inagotables caudales, sino que ha tenido a bien abrirnos el archivo de su casona antigua, de su vieja casa. Sabe bien lo que para nosotros representa. Le pedimos prestado el dibujo que encabeza el artículo, modesto apunte realizado por autor anónimo a partir de una fotografía bien conocida, retrato del general de brigada Joaquín Vara del Rey, el héroe de El Caney. La mano del artista resulta un tanto limitada y un algo torpona. No hace justicia al original, pues sin pretenderlo, lo deja un tanto en caricatura. Pero Cepo Gordo tiene también su vanidad y no ha sabido resistirse a dar a la turba de sus ávidos lectores, una primicia rescatada del polvo de los viejos archivos de una vieja casa.
No sabemos si el general era fumador y el que esto escribe no le conoce todavía como para tener el atrevimiento de emprender una semblanza del héroe. Dejó la vida en Cuba, junto con la de dos hijos que servían a sus órdenes, tiroteados por un enemigo cuando transportaban a su padre herido, para alejarlo de la primera línea. Mandaba una columna formada por soldados del Regimiento de Infantería de la Constitución, del Regimiento de Infantería de Cuba y por noventa y cinco voluntarios cubanos. Una unidad de algo más de quinientos hombres que detuvo a más de seis mil norteamericanos, convirtiendo lo que sus enemigos abordaron como una asalto de dos horas en una defensa de doce.
Al leer estas cosas uno se queda pensativo. Al parecer, llevada con un poco más de acierto por el responsable último del mando español, la defensa de Santiago de Cuba hubiera podido convertirse en victoria española. Casi lo fue. Pero la derrota de la escuadra en el mar hizo inútil cualquier intento de continuar la lucha, porque la isla quedaba aislada de España. Si los barcos no hubieran salido y los norteamericanos hubieran quedado dónde estaban, a las afueras de Santiago, o incluso en las playas si la reacción hubiera sido más temprana, pues tal vez la guerra hubiera terminado de otra forma. Y puestos a soñar, que no es otra cosa esto, a lo mejor todo hubiera terminado con una Cuba autónoma o libre, pero con una libertad concedida por España, en asociación amistosa. Y entonces los cubanos se hubieran evitado cosas tan feas como la presencia de un gobernador norteamericano, al poco de firmado el tratado de París dónde no tuvieron representantes, y luego cosas como la enmienda Platt, y la United Fruit. Y de haber evitado eso, tal vez los tiranos no hubieran surgido. El alumno de los Jesuitas hijo de gallegos no se hubiera dejado crecer la barba y el medicucho argentino hubiera fumado tranquilo en Buenos Aires, como otros fumaban tranquilos en España. Hablaremos de tres de ellos. Mejor dicho, dejaremos que hablen ellos, cortando aquí el rollo. Poco más tiene que decir quien esto os arrea, como no sea citar de qué lecturas extraigo los cuatro textos que os presento. Ya hemos comentado que para un Habano la lectura puede ser la mejor compañía. Si, si, lo que ha leído, primero el habano, que es lo que gusta, luego el libro, “padornar”, y lo escrito para patear un poco la espinilla de la tropa. Total, que proponemos aquí cuatro pasajes de tres escritores, de los surgidos al encuentro, al humo de las lecturas. Una breve anotación en los diarios de un germano y tres cosillas españolas, que es lo propio.
En el tomo segundo de sus diarios de la segunda guerra mundial, publicados bajo el título general de Radiaciones, en la parte titulada Segundo Diario de París, en la entrada que corresponde al 28 de febrero de 1943, Ernst Jünger nos deja esta noticia: “En el comedor había encima de la mesa puros habanos en tubos de cristal. Se cambian en Lisboa por coñac francés, del que no les gusta prescindir a los Estados Mayores de la otra parte – eso continua siendo, de todos modos, una especie de comunicación.” Sus diarios captan de una manera agudísima el siglo de barbarie en que le tocó vivir, pero supo ver detalles como el comentado. Hemos evolucionado y hoy ese trueque estaría prohibido. Probablemente calificado como poco ecológico o no sostenible para la seguridad social. No hay duda que seguimos avanzando raudos en el camino hacia el gran clon uniforme. Jünger es inagotable pero un servidor muy limitado. Y además hay que ceñirse a lo anunciado. El puro es el puro y ese es el tema alrededor del cual revoloteamos hoy. Dejemos al alemán y vamos con los españoles.
Ni que decir tiene que la gracia del artículo es esa, la sorpresa del habano apareciendo al azar de las lecturas. No se trata por tanto de chupar del bote de un libro sobre tabaco, expoliando la labor de otro. Uno es canalla pero no hasta el punto de hacer el canelo. Para el que quiera historias sobre tabaco en modelo concentrado suministramos al final un par de títulos satisfactorios[1]. Además, es habitual que esos libros se refieran bastante poco a nuestro entorno cultural al hablar del tabaco, lo que es paradójico y absurdo. Tal vez por eso este artículo, con la pretensión de rellenar un poco esa laguna, cobre un poco más de sentido. Laguna irritante porque España, y también sus letras, pese al momento presente, son un pozo sin fondo de extraordinarias sorpresas.
César González-Ruano nos hace el siguiente retrato de un conocido suyo, el Sr. Daza. Sobra que yo añada nada, a no ser que, en tierra de mariconas, son hoy escasos personajes tan potentes como Daza:
Daza, que creo que se llamaba Antonio era un extremeño disparatado, diputado, hombre muy rico y apopléjico, sucio y gordo, con una vocación de mecenas, aunque de mecenas más bien prudente. (…) Este don Antonio Daza parecía un rey asirio con bombín. Tenía millares de cerdos en Extremadura y había acabado por parecer él un gran cerdo humano. Dos papadas le caían sobre el cuello almidonado, renegrido, y gozaba de dos vientres de Buda, que empezaban en el pecho, reventándole casi el pantalón. El chaleco de Daza tenía verdaderas incrustaciones de huevo frito, ceniza de puro y baba de siesta. Sus piernas, enormes de gordas en los muslos, eran como palillos de rodilla para abajo.”
Con la agudeza que les caracteriza, los cepogordistas se habrán claramente dado cuenta de que el potente Daza era fumador de cigarros puros, lo que los cubanos llaman tabacos. Para los despistados he subrayado el lugar que nos permite deducir esa característica de la personalidad de Daza el potente. Pues bien, esto lo confirma González-Ruano en el pasaje siguiente:
En otra ocasión Daza convidó a comer en Fornos al poeta sevillano y periodista Juan González Olmedilla, y al terminar entraron juntos en un estanco y pidió dos cigarros puros de los mejores. Olmedilla no fumaba puro y se lo dijo. Daza se encogió de hombros:
- Pues usted se lo pierde pollo…”. Para la completa descripción de Daza y de sus maneras, remito al lector a la joya que es Mi medio siglo se confiesa a medias, las memorias de César González-Ruano. Los cepogordistas que estamos en el ajo, que somos varios, manejamos la edición publicada por la Editorial Renacimiento en el 2004.
Y por fin Pla. El gran Pla era gran fumador de puros. Pero sospecho que fumador a la manera excesiva. Es decir, yo creo por mis lecturas, que se tragaba el humo, que se lo echaba encima. Eso me ha parecido entender al menos. Caramba. Pero inhalara o no, que es cosa suya, escribía de una manera que no seré yo, mindundi, quien descubra a estas alturas. Supo captar con su sensibilidad extrema y socarrona todo aquella hermosura que la vida ofrece, también el aroma del habano. Ahí van un par de cosas, que tomo prestadas de su libro dietario titulado “El Cuaderno Gris”, publicado por la editorial Destino:

Pocos días después, en la terraza de un café, decía a unos amigos –me parece, a Junio- el horror y la preocupación que me daban el tener que ir ala pensión a comer las indefectibles judías tiernas. Era antes de cenar. Camps Margarit me escuchaba en al mesa de al lado. En el momento de levantarme para emprender el camino, absolutamente fatídico de la pensión, se me acercó, me puso un duro de plata en la mano con un movimiento imperceptible, cosa que me dio idea de que estaba habituado a hacerlo, y me dijo:
-Vaya a cenar al restaurante… La descripción que ha hecho de las judías verdes cales más de un duro. Después, déjese caer por el Ateneo.
Son cosas que no se olvidan. Después, en la peña, me convidó a café, a coñac francés y a un cigarro de la Habana. Después de esto me consideré en el derecho de tenerle por amigo. Me gustaría escribir un retrato de ese hombre. Pero quizá, no lo conozco bastante todavía para hacerlo.”
En el pasaje anterior utiliza Pla la extraordinaria expresión “cigarro de la Habana”. Y lo que el tabaco de la Habana es para él, lo explica en una entrada del Cuaderno Gris, de 26 de febrero:
Ahora que me vuelve el gusto del olfato, me encanta el olor del buen tabaco, del tabaco de la Habana, que uno puede reconocer en muchos sitios de Barcelona. A veces, pasando por la calle, os llega una bocanada de perfume de tabaco deliciosa. Fumador inveterado, mis posibilidades económicas no me permiten fumar bien. Soy un cliente de la Arrendataria muy modesto, pero precisamente porque veo esas cosas con los ojos de la imaginación las aprecio más.
El buen tabaco, sobre todo el tabaco de hoja, el cigarro, debe tener un punto de humedad. El régimen de vientos que impera en este país y en Barcelona concretamente, es un régimen de vientos del sur, sirocos y sudoestes. Estos vientos transportan un grado de humedad que puede ser antipático para los reumáticos y los propensos a las migrañas pero mantiene el tabaco en un estado admirable de conservación, de perfume y de sabor. La humedad evita que la hoja se vuelva como un pergamino, que se descascarille, que se deshoje, que crepite. Cuando hace viento del Montseny –que es la tramontana local- el tabaco, en Barcelona, no es, con mucho, tan bueno como cuando hace viento de sudoeste.
El clima de esta parte del Mediterráneo, pues, permite fumar admirablemente. No es que sea un clima capaz de convertir el tabaco malo en buen tabaco. Esto sería excesivo. Lo que hace este clima es acusar al máximo las buenas cualidades del tabaco. La hoja se mantiene densa, de una calidad de pulpa, aceitosa, como si estuviese impregnada de una ligera oleosidad, suavísima. En el fondo de los fondos del perfume del tabaco de La Habana hay un punto de algo en descomposición, un punto de la fermentación de la fibra vegetal en un sitio húmedo –casi un punto de putrefacción. En la fibra, se nota el sabor de una tierra gruesa y viva, saturada de bacterias.
Hay personas que aprecian el perfume del tabaco, sobre todo, al aire libre. Dentro de un salón, yo lo encuentro exquisito. La visión de una señora o de un grupo de señoras agradables a través del perfume y del humo del tabaco de La Habana, contribuye a hacer pasar la vida.

Bueno, yo creo que después de esto de Pla no queda más que cerrar aquí el artículo (cualquiera se atreve a añadir algo), sentarse, encender el cigarro y fumar tranquilo.
Edgardo Segis


[1]           Guillermo Cabrera Infante. Puro Humo. Editorial Corva y Media.
                    Reynaldo González. El Bello Habano. Ikusager Ediciones 1998.
                    Javier Caldereta Berberecho. El Habano y la Nouvelle Cuisine. Editorial Recebo 2003.

Dos años de bote



Dos años de bote formado con las compras del Círculo
(aportación económico estadística del Sr. Tesorero)




09/10/2007
20/02/2008
16/07/2008
03/12/2008
29/04/2009
13/07/2009
25 HABANOS CON LAS SIGUIENTES DIVISAS:

2 SAN CRISTOBAL DE LA HABANA.
2 VEGA ROBAINA.
2 REY DEL MUNDO.
3 BOLIVAR.
2 HOYO DE MONTEREY.
4 SANCHO PANZA.
1 RAMON ALLONES.

1 ROMEO Y JULIETA.
1 PARTAGAS.
2 FONSECA
1 PUNCH
1 MONTECRISTO
1 RAFAEL GONZALEZ MARQUEZ.
2 H UPMAN.

Feria Taurina Pontevedresa


Feria taurina pontevedresa.

Hablo el pueblo y lo hizo con contundencia y no solamente lo hizo una vez, sino que en varias ocasiones, hasta que le hicieron caso; le costo pero finalmente las plegarias fueron atendidas por la autoridad, que cambio de opinión, porque el clamor era tal que no era prudente seguir firme en su negativa. Como verán ustedes estoy relatando lo vivido en una de las mejores corridas que he tenido la suerte de presenciar.
El presidente no quería indultar a 'turco', pero el 'Fandi' seguía mirando para el, mientras el volumen se iba incrementando (unos pocos silbidos y algún grito) y en apenas unos segundos era un clamor popular, del que como no, se contagio 'el Fandi', cuyo deseo como al que aspira todo torero es indultar al toro.
El Fandi pedía el indulto, el público lo exigía y el presidente se negaba. Su cara era un poema pero iban pasando los segundos, minutos... hasta que acabo claudicando. Dio su brazo a torcer para que el turco pase a mejor vida, viviendo como un rey en el campo (eso me comentaban los entendidos del lugar).
Fue un día del pueblo, el de los deseos y diversión. Probablemente no presencie una tarde de arte (bajo mi modesto punto de vista) pero fue una tarde de diversión y la gente se lo paso en grande.
PCJ

TRIBULACIONES

Tribulaciones de un hombre en proceso de reflexion en el camino de su santo y el papel que el humo azul juega en el.

En este pequeño y breve relato pretendo poner en valor el papel que juega un determinado habano en un momento determinado de nuestra vida, y de cómo hace de él un instante más exquisito.
               Por necesidades propias de mi nueva condición tuve que adquirir un nuevo coche, y tuve la suerte de encontrar uno perfecto que se ajusta a mis necesidades y que además tiene techo corredizo. Al principio no le di mucha importancia, si no fuera por el hecho de que las niñas se empeñan en subirse al asiento y asomarse para que les de el aire. Pero cuando iba camino de de Roncesvalles para hacer mi primer etapa del camino del santo descubrí que abriéndolo completamente ¡¡¡¡¡¡podía ir fumando!!!!!
               Les puedo asegurar que el Romeo y Julieta me supo a gloria; me ayudo a soportar el atasco, con un aire displicente respecto del resto que me rodeaba en evidente estado de histeria. De camino a Roncesvalles cayeron otros dos, de tal manera que para cuando llegue a la casa rural reservada era un cenicero ambulante. Era tarde así que a la cama directamente.
               Llegue a Roncesvalles prontito por la mañana para encontrarme con un taxista que me trasladaría al punto de partida del camino francés: Saint Jean de Pied de Port. Bella localidad que más tarde visitaría. Clásico chirimiri para empezar el día, recogida de la “compostelana”, y todo el material preparado para andar los 27 Km. que me separaban de la meta, armado de abundante agua, embutidos y la clásica “baguette”, y un excelente Ramón Ayones
               Anduve más de tres horas hasta que alcance la cima del monte que sirve de frontera entre los dos países que tanto me dan y tanto me avergüenzan al mismo tiempo. Momento en el que dejo de llover, me preparé un clásico bocata y cuando termine de comérmelo, procedí a fumarme el postre, que me supo a gloria. El “environement”: 1.600 metros de altitud, nubes por debajo de los pies, unas simpáticas ovejitas, y pastos verdes.  Es un momento que se te queda gravado en la retina para siempre y unido a ese Upman. El cigarro estuvo en sintonía con el medioambiente.
               Es obvio que a medida que descendía volví a entrar en mundo de las nubes y de la lluvia, pero para entonces mi habano se había terminado. Tuve hasta la oportunidad de rellenar mi botella de agua en la fuente de Roland. La bajada por los frondosos bosques de la selva de Irati, con sus impresionantes hayedos, fue sin duda otro momento soberbio, pero bajo la lluvia no lo podía adornar de otro habano.
               Me permitiréis que haga un pequeño paréntesis cultural sobre el tema de Rolando, y de cómo la mitología francesa ha despreciado y castigado esta parte de la Navarra, en busca de los dichosos huesos del sobrino de Carlomagno. La explicación de la guía Navarra de Roncesvalles, lejos de ser exacta en sus términos históricos, esta llena de sabiduría popular y sarcasmo, por lo que aconsejo a todos oír la versión navarra de la misma historia, que dista mucho de la que a algunos de nosotros nos contaron en el colegio francés.
               Llegue a las 15:30, justo para poder sentarme a comer unas judías de Tolosa, con media botella de Bodegas Bilbaínas del 2004, que recomiendo a todos, pues parece que esa añada esta siendo especialmente buena, al menos en crianzas. Después de esa paliza me fui de vuelta a Saint Jean de Pied de Port, esta vez con un Rey del Mundo en el Buche, doy fe que con el techo abierto ni el rey ni yo nos mojamos. Paseo por la histórica población hasta que a las 20 horas me senté el Restaurante del Hotel des Pyrénnés. Botella de champán, una excelente botella de Taitinger millesime 2002, para acompañar una entrada de langostinos en 4 texturas, francamente ricas, pero que sirvió de entrada a una lasaña de foie y trufas, que se coloco, definitivamente y más, después de escribir y recordarlo hoy, en el primer puesto de los manjares que he probado en mi vida. A la vuelta un Hupman me acompaño en los casi 80 Km. que había de vuelta y que fuero el mejor postre que se puede pedir.
               A la mañana siguiente me jure a mi mismo no volver a fumar más en el fin de semana (mentira, ya no me quedaban puros), así que me concentre en la segunda etapa que va desde Roncesvalles hasta Zubiri. El paisaje más rural y civilizado me enseño una Navarra profunda y orgullosa, que no nacionalista, que ha sabido conservar sus pueblos en perfecto estado. Ahora entiendo el orgullo navarro. ¡Es para estarlo!
               Los 21 Km., que me separaban de la meta no fuero obstáculo para que en cinco horas hubiera liquidado la etapa y estuviera de vuelta para Madrid. ¡Demonios! sin un mísero puro que meterme entre pecho y espalada. Renunciaremos a los principios y parare en el primer bar y pediré una o dos Farias. Sorpresa en cuatro pueblos no había rastro de puros. Esto esta cambiando mucho. Ahora tienen a las personas mayores en centros de reclusión, haciendo deporte, jugando al ordenador, y bailando, en vez de estar donde ellos quieren que es fumando, bebiendo, jugando al tute o al mes, en el bar del pueblo.
               La vuelta a Madrid no tiene nada de reseñable.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Este sí que sí.

Realmente la pipa y el puro tienen mucho que ver, son primos hermanos, son una misma actitud, al menos fumados con cierto estilo, muy alejados del lujo y de la ostentación con los que últimamente se tiende a asociarlos. Al menos en lo que al cigarro puro se refiere. La pipa prácticamente ha desaparecido.

Este hombre tan grande, que sujeta tan perfectamente su pipa, con esa expresión reconcentrada, es William Wellman, uno de los grandes contadores de historias que nos ha dado el cine, que en casos como el suyo, si es séptimo arte. Volveremos a hablar de el un día.

lunes, 21 de noviembre de 2011

PINTUREJA


Sábado, pintura de Chardin en el Prado por fin. Naturalezas muertas, bodegones bien pintados, pero sin la fuerza ni la vida de la pintura española, algo evanescentes. Me gustan más los retratos que son delicados, con la iluminación que centra el cuadro sobre la cara y el busto de los personajes, con la raqueta, con la peonza, tomando el té o haciendo pompas de jabón. Todo tiene un aire ligero, hermoso, de buena pintura, pero como intrascendente, tal vez seriado.