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lunes, 21 de julio de 2014

Bohemia (más cosas que hemos leído).

A pesar del calor que nos agota, que nos derrite, que nos licua la sesera, hemos terminado Bohemia. Nos interrumpen llamando al telefonillo. Como estamos solos, pese a que hablamos en plural, dejamos el plumín y el pergamino y vamos a contestar. ¿Diga? No me conoce, soy Niqui –voz femenina aterciopelada- y quiero dejarle una invitación personal en su buzón. ¿Pero qué dice oiga? ¡Ábrame! Antes de que la tensión siga subiendo recurro al viejo truco. La señora no está y no puedo abrir a nadie en su ausencia que me la juego, sabe, es muy suya y me pone de patitas en la calle. Ya veo, bueno entonces vendré en otro momento. Retomamos el hilo. Estornudo, es alergia al calor o tal vez a lo ingerido a la hora de comer: amalgama de verdura en aglomeración informe supurante, a la infamia.


Hemos leído, pese a todo y a todos, Bohemia, de Rafael Cansinos Assens. Es un buen libro es un descubrimiento. Un paseo por ese Madrid fabuloso de las tertulias, los cafeses, las disputas literarias, Valle, los Machado, los Sawa, Villaespesa, los Molano, Rubén, el Ateneo, revistillas, revistejas, lumpen, y un paseo por ese salvajismo hispánico tan fabulosos, hecho de individualismo exacerbado, exabrupto, taco y talento a raudales exteriorizado a voces, a gestos, a menudo malgastado en verborrea airosa y cabreada. Un hermoso libro sobre la iniciación del propio autor, que aparece trasmudado en Rafael Florido, a la escritura y a la vida literaria, entre las penurias de la vida sin recursos de una familia venida a menos que parece girar sobre sí misma, sin lograr que las cosas se muevan: el empleo que nunca llega, la boda que nunca se celebra, el comistrajo, la ayuda que venía pero no pudo ser. Sólo disputas y peleas logran fácilmente abrirse paso. Y en aquél mundo de miseria y desenfreno, cafés y lupanares, Cansinos escribe. Llaman a la puerta. Es el mirlo de ayer. Que si sobran unas migas, oiga… Que ya está bien hombre, fuera, que no le dejan tranquilo a uno. Narices. El mirlo nos hace la higa. Tampoco es para ponerse grosero. Si canta usted algo... Entonces el mirlo canta y correspondemos generosamente con migas y unas pipas. El pipismo al poder. 



domingo, 20 de julio de 2014

CRÍTICA LITERARIA (Sesuda)

Terminamos el último librito publicado por don Andrea Camilleri, cuyo título no merece la pena traer aquí. Una auténtica porquería. Nos ha recordado a otra porquería parecida, a la que por error nos asomamos hace tiempo: el no sé cuantos de los número primos. Hay muchas coincidencias deprimentes y siniestras entre ambas obras, retrato de una Italia que da escalofríos. Don Andrea, el viejo gordo cabreado, tan admirado por sus brutales novelas de Vigatá y por las aventuras de su comisario Montalbano o ha perdido facultades o le han prohibido los pitillos. Esperamos que se recupere pronto. 

Pero para no dejar con mal sabor de boca al lector, y a la vista de que estamos ya en verano, y que la época se presta a las largas lecturas, si el sufrido veraneante no tiene vigor para ahondarse en las dificultades del Tractatus, al menos durante la primera semana de huida de la capital, le recomendamos dos títulos españoles que podrán acompañarle y servir de transición hacia lecturas de mayor enjundia. Dos títulos que contrariamente a los bodrios italianos citados son literatura y muy buena. Se trata de La canción del pirata, de Fernando Quiñones y de La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez. Los dos son contemporáneos, aunque don Fernando pasó ya a mejor vida hace unos años. En fin, la patria está mal, pero la piel de toro parece que todavía aguanta mientras que la bota necesita con urgencia un zapatero remendón.
 Alcides Bergamota (El Grande)

viernes, 29 de noviembre de 2013

LECTURA

“Alberto fue contentísimo al internado, como siempre. Cuando venía de vacaciones a casa contaba que el día que comían tortilla de pronto sonaba la campanilla y a continuación entraba el director en el comedor diciendo: Advierto que la tortilla no se corta con el cuchillo. Después volvía a sonar la campanilla y el director desaparecía.”
Natalia Ginzburg, Léxico familiar.

En España el director hubiera añadido que tampoco el huevo frito. Si no han leído este libro maravilloso no se lo pierdan. Es una demonstración más de que la gran literatura, la más grande, puede ser hermosa y alegre y puede ver en la vida muchas cosas, muchas cosas hermosas y alegres que forman también parte de ella. Así el escritor siniestro viene a ser alguien que se entrega a la facilidad.

Otro ejemplo es el gran escocés Stevenson. Que Stevenson es un gran escritor, un gran narrador es obvio. Lo confirma el cuento leído ayer, el Tesoro de Franchard, en el que se ve como el maestro es capaz de describir la felicidad. Algo reservado a los más grandes. Stevenson en una carta a Henry James del 17 de junio de 1893: “No me gusta pensar en la vida sin el vino tinto en la mesa y sin el tabaco con su encantadora brasa encendida”. De los textos de Stevenson sobresalen varias cosas en común a todos ellos: la agilidad en el contar, la belleza en la forma siempre y en el argumento o en alguno de sus personajes, la ausencia de pretensiones y de artificio y la economía. Nos libera, nos perdona esas cientos a veces miles de páginas inútiles que no cuentan nada, con la que tantas veces se rellena el vacío. Lo mismo sucede con el cine y las famosas series tan de moda, horas y horas de metraje inútil. Entre nosotros, así de pronto pensemos en Cervantes, dónde la frescura, la belleza, la humanidad en su grandeza están tan presentes. Y si queremos, tal vez paradójicamente, el extraordinario Gutierrez Solana, capaz de lo mismo que extrae de lo más bajo, de lo más terrible de nuestra condición, con una visión impregnada hasta el tuétano de una amor al prójimo de raíz indudablemente católica y española, que no está reñida con su feroz anticlericalismo, paradoja en la paradoja. Pues eso.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

EL GOBIERNO DEL PP SE UNA AL FRENTE EN CONTRA DE "CASATE Y SE SUMISA"

La polémica en torno al libro de Costanza Miriano "Cásate y se sumisa" continúa, alentada en esta ocasión  por una invitada de excepción, ¡sorpresa, sorpresa! la mismísima ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad señora Ana Mato.

Vaya por Dios, la que faltaba se ha unido a la fiesta, llega tarde, un poco despeinada, se le ha roto un tacón y lleva una carrera en la media...así es como me imagino yo la entrada triunfal de la señora Mato en una polémica atizada, azuzada y promovida por lo más trasnochado, cutre y analfabeto de la carcundia progre.

Las razones aducidas por la ministra las tomamos de la noticia difundida por Europa Press que cito literalmente:

"La ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, ha pedido que se retire el libro "Cásate y se sumisa" de Constanza Miriano (el nombre de la autora está mal escrito, eso si que es precisión periodística, la nota es mía) editado por el Arzobispado de Granada, porque no comparte "ni el título ni el contenido" y lo considera una "falta de respeto a la mujer".
"No comparto en asboluto el título ni el contenido y me gustaría y así lo he pedido que se retirara ese libro, creo que no es nada adecuado y que es una falta de respeto a las mujeres", ha precisado en declaraciones a RTVE recogidas por Europa Press.  

No sabía yo que la sra Mato fuera crítico literario ni tampoco censora del Reino. Ninguna de las razones aducidas se sostiene. Primero que no comparte el título ni el contenido..¿y eso a quién le importa? Si sólo pudieran publicarse los libros cuyo título y contenido comparte la señora Mato dudo que la industria editorial pudiera sacar más de cuatro o cinco ejemplares al año que serían muy probablemente hagiografias de  san Mariano I, catálogos de máquinas de rayos uva y obras de contenido similar, profundo, comprometido e innovador.

La segunda razón aducida es que el título y contenido del libro suponen una falta de respeto a las mujeres. 

Vamos a ver, señora Mato, para criticar un libro primero hay que haberlo leído. Si usted se ha tomado el tiempo (unas dos horas y cuarto, dos y media para un lector medio-lento) de leer el libro en cuestión, no puede usted sostener que en el mismo se falta el respeto a nadie y menos a las mujeres ya que esta obra es un canto a la femineidad, al papel de la mujer en la familia y en la sociedad y un grito en pro de la independencia de criterio que deben tener las mujeres jóvenes frente al océano de manipulación, desinformación y mentira a las que se les somete mañana, día y noche desde los medios oficiales y privados afiliados a la verdad única de lo políticamente correcto.

Si lo que a usted le molesta del libro de Costanza Miriano es que promueve un estilo de mujer completamente opuesto a lo que usted representa, me temo que su declaración no pasa de ser una pataleta infantil ya que, por ponerle un ejemplo, a nadie se le ocurre dar una rueda de prensa en su función de Ministro para decir que no está de acuerdo con la obra de Colette o con el trasfondo de la creación artística de Frida Kahlo.

Que yo sepa el libro de la señora Miriano no ha sido incluido (desafortunadamente) en el catálogo de lecturas obligatorias para el bachillerato que indican las autoridades educativas, ni tampoco he visto que en el BOE se publique una ley obligando a las madres con hijas casaderas a adquirir el mismo bajo pena de prisión y multa.

El solicitar la retirada de un libro es un hecho muy grave. La mera solicitud formal, que entiendo la señora Ministra ha realizado, supone un acto de grave condena que debe reservarse para situaciones extremas dónde se esté causando un daño objetivo a las personas. Esa situación no sólo no se da en éste caso, sino que la petición de retirada se debe a que a juicio de la Ministra sus opiniones no coinciden con lo que a ella le parece bien. ¡Toma del frasco!

Por si fuera poco, toda esta polémica se genera en una sociedad que permite, alienta y mira con complacencia mil y una situaciones dónde la mujer si que es denigrada, humillada y mancillada. La sociedad del aborto, la prostitución indiscriminada, la pornografía libre y disponible a toda hora y en todo lugar, la publicidad cosificadora de la mujer, los programas de telebasura dónde se venden mujeres al peso de las chequeras y se airean los actos mas bajos y viles que quepan imaginarse, etc.. etc..

¿Se puede convivir con todo eso pero no con un modesto ensayo que defiende el papel de la mujer desde la base de la familia?

¿Merecen la autora y su editorial el ostracismo por presentar propuestas que refuerzan a la mujer en su posición de dignidad, respeto, fortaleza y dan realce a su verdadero valor?

No se si la ministra ha hecho estas declaraciones por cuenta propia o al albur de la presión progre. No se si con ello quiere amigarse con la horda feminista, ese batallón de mujeres a las que les debería dar vergüenza afrentar a su sexo y condición promoviendo las actitudes y conductas más tristes y lamentables. No se si todo esto no es más que otra de las innumerables salidas de pata de banco de la falsa derecha centrista que vive acomplejada y que busca mil y una escusas para hacerse perdonar no se sabe que pecados por no ser un poco progres, muy progres o totalmente progres.

Verdaderamente no se que ha motivado esta intervención extemporánea. 

Espero equivocarme, pero lo más grave es que la señora Mato crea de verdad lo que dice, que haya leído el libro y siga pensando que lo que en el se explica y propone es ofensivo para la mujer. De ser así me daría pena por ella, porque puede discrepar, puede estar en contra de la tesis de Miriano, puede darle alergia el modelo de femineidad que destila la obra, puede hasta tener un reparo estético, ahora bien decir que es ofensivo para la mujer supone faltar lisa y llanamente a la verdad.

Envío desde aquí todo mi apoyo a los injustamente perseguidos, en primer lugar a la autora Costanza Miriano, en segundo lugar a D.Javier Martínez Arzobispo de Granada e impulsor de la editorial "Nuevo Inicio" dónde se ha publicado la obra y por último al equipo de la Editorial misma. Que Dios les bendiga.

Les animo a seguir difundiendo buenas ideas y publicando buenos libros sin temer la persecución pública y privada. El calor provocado por su trabajo es buena muestra de cuan acertados están. 

Quizá esta polémica sirva para que alguna joven, alguna madre con hijas, alguna abuela perdida por ahí lean el libro y le den al magin, para beneficio de sus hijas, alborozo de sus novios y maridos y bien de la sociedad toda. 

El que prefiera otros modelos de vida que los siga pero que no traten de apagar las voces que ofrecen alternativas, las represiones siempre tienen efectos indeseados.

Sanglier. 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

HEREJES, LA ULTIMA NOVELA DE PADURA

Mi afecto por Padura se debe esencialmente a su personaje Mario Conde, el cual me cae bastante bien. 

Mario Conde (desconozco si Padura sabía de la existencia del homónimo español y conocía su peculiar ejecutoria vital) es un buen personaje de novela negra. Padura lo ha armado con piezas sueltas de la larga tradición americana y se perciben en él las lecturas y preferencias cinematográficas del autor, todo ello teñido con ese color peculiar de lo cubano que tanto atrae al lector español en cuanto Cuba es un crisol de muchos rasgos de la madre patria batidos en los calores del Caribe y adaptados por la mezcolanza racial y cultural del medio.

Mario Conde es un tipo que aspira a vivir con un mínimo de dignidad y un máximo de humanidad en una sociedad hecha trizas de un país arrumbado, sumido en el caos y la contradicción permanente entre lo predicado y lo ejecutado. Sus valores se centran en la amistad con un predominio de eros sobre ágape, algo comprensible dadas las circunstancias. Conde es humano, muy humano.

Reconozco que el deambular habanero de Conde, sus aventuras sentimentales presididas por el amor eterno a Tamara (relación que en esta última entrega parece consolidarse) sus amigos, desde el flaco Carlos a Candito y Yoyi, un remedo cubano de un pícaro castellano, me hacen gracia y creo que tienen un valor literario nada desdeñable.

Padura me recuerda en muchas cosas al chileno Roberto Ampuero y considero que Cayetano Brulé comparte algunas cosas con Mario Conde aunque barrunto que su molde está trabajado bajo la inspiración de Pepe Carvalho. Ampuero, del que les hablaré otro día, es un caso incomprensible de falta de éxito en España, misterios de la literatura y la edición, solo Dios sabe por qué no se le ha dado más cancha.


Asentado en la buena opinión que tengo de Padura como productor de entretenimiento literario de género negro y el aprecio por su personaje, me he embarcado en la lectura de su última novela de la serie Mario Conde titulada Herejes.

En primer lugar Herejes es un tomete largo y denso al que le sobran un montón de páginas, cosa que sorprende al estar publicado por una editorial solvente.

La historia, bastante simple en el fondo, se adorna de tal forma que acaba por convertirse en dos libros en uno. El primer libro es el que enlaza el principio y el final de la novela y no es sino una aventura más de Mario Conde. El segundo libro, insertado a modo de nudo, falla estrepitosamente. La historia del pintor judío y el maestro holandés es un pestiño insufrible. 

Tras haberlo meditado no tengo claro si Padura quería hacer una novela denuncia, una historia del judaísmo europeo o una pseudo biografía del pintor holandés, el caso es que el intento falla estrepitosamente.

Lo lamento por Padura que a juzgar por el texto se ha molestado en trabajarse el tema, documentarse y armar una buena guía del Amsterdam de la época, ahora bien, yerra en el planteamiento y abusa del enlace haciendo de un asunto que debería ocupar no más de veinte o treinta páginas un muro de ladrillo insertado en medio de un edificio de piedra sillar.

Desconozco por completo el proceso creativo de Herejes, pero me da la sensación de que o ha empleado a Mario Conde como marco para contar una historia que nada tiene que ver con una novela negra - policiaca o bien que se la ha ido la mano y tras recoger mucho material lo ha metido todo teniendo que desarrollar la historia del pintor más allá de lo deseable.

De haber sido su editor yo le hubiera sugerido replantearse la novela de cabo a rabo e incluso la conveniencia de escribir dos libros, uno sobre el pintor judío y otro, una aventura de Mario Conde, que hubiéramos leído con gusto.

Sea porque el tema se ha apoderado del autor, sea por empecinamiento en querer hacer una novela negra con fondo histórico, al final Padura ha entregado al lector una obra que en su parte central se hace mortalmente aburrida, algo absolutamente prohibido en un género nacido por y para el entretenimiento inteligente como bien decía Somerset Maugham.

No sé si Herejes marca un giro en la orientación de la serie Mario Conde, espero que no. A mi juicio un escritor que goza del favor del público y del apoyo editorial tiene en su mano el trabajar en varias líneas de creación sin que su público se resienta, Camilleri es un perfecto ejemplo de un escritor que trabaja en tres y hasta cuatro frentes con singular éxito en todos ellos.

A mi juicio, la línea de Mario Conde tiene aún mucho recorrido dentro de un formato negro clásico y si a Padura le asaltan y rodean otras historias lo que debería hacer es contarlas separademente, sin mezclar a Conde en asuntos que no hacen sino restarle frescura e interés.

Sanglier.

miércoles, 28 de agosto de 2013



(…)
Oui, nous vivons une période difficile
où il est toujours question de droit et jamais de devoir
et où la responsabilité qui est l’once de tout destin,
tend à être occultée.

Mais je dirai à mon jeune interlocuteur que malgré tout cela,
il faut croire à la grandeur de l’aventure humaine.
Il faut savoir,
jusqu’au dernier jour,
jusqu’à la dernière heure,
rouler son propre rocher.
(…)

Helie de Saint Marc, Que dire à un jeune de 20 ans

Huele a lluvia y con los cambios de tiempo, en la transición de las estaciones, mueren a menudo nuestros mayores. Hace unos días la abuela centenaria de una amiga, hoy enferma gravemente otro de la misma generación. El lunes pasado moría Hélie de Saint Marc que había nacido en 1922. Roguemos a Dios por todos ellos, por los vivos y por los muertos, y a estos pidamos que rueguen por nosotros.

El 26 de agosto pasado, moría Hélie Denoix de Saint Marc, al que se conoce también como Hélie de Saint Marc. No vamos a dar ninguna reseña de su vida. Sería largo hacerlo y cualquiera puede informarse rápidamente y mejor en la red. Sólo diremos que con él, resistente con diecinueve años, salvado por puro milagro de un campo de exterminio nazi, alumno de Saint-Cyr, legionario, soldado en Indochina, soldado en Argelia dónde se levantó en armas contra el gobierno del general de Gaulle y finalmente escritor, termina de pasar la página de toda una generación, o poco falta. En su caso, una vida a través de la cual puede penetrarse la reciente historia de Francia y de Europa, la que todavía pesa con toda su terrible fuerza, con todos sus terribles efectos (nihilismo, pacifismo, socialdemocracia, estatismo, entreguismo, pereza y resignación) sobre todo el continente. La vida de Saint Marca cambió de forma radical con la segunda guerra mundial y la invasión de Francia. Una guerra que no puede entenderse sin la primera y los catorce puntos del incompetente o puede que malvado Wilson, que fueron el germen, en gran medida, del segundo conflicto. Vendrán luego las descolonizaciones y el progresivo abatimiento moral de una Europa que desde entonces vive bajo el ala protectora de los Estados Unidos, y cuyo proyecto de unión, en plena deriva hacia una super-burocracia, despierta cada vez más recelos o indiferencia entre la población.

Algunos de los libros de Hélie de Saint Marc, incluyendo la biografía que escribió su sobrino nieto Laurent Beccaria, son los siguientes:

Les Champs de braises. Mémoires avec Laurent Beccaria.
Les Sentinelles du soir
Indochine, notre guerre orpheline.
Notre histoire (1922-1945) avec August von Kageneck, conversations recueillies par Étienne de Montety.
L’Aventure et l’Espérance.
Laurent Beccaria, Hélie de Saint-Marc, éd. Perrin, 1989 ; rééd. « Tempus », 2008


martes, 27 de agosto de 2013

NOVEDADES LITERARIAS SEPTIEMBRE 2013


Para desengrasar un poco tras los excesos veraniegos (si, no me lo nieguen, que alguno seguro habrán cometido..) y animar la rentrée dejando que la mente huya de las siniestras y aburridas noticias que nos ofrecen los medios, aquí les dejo unas tres sugerencias de novela negra,policiaca y thriller-acción. Si no les gustan, ya saben, comenten y si les gustan, también, que no todo van a ser críticas negativas.

Comenzaremos por el cubano Leonardo Padura, un autor querido por ciertos sectores del cepogordismo y visto con cierto escepticismo por otros. Su nueva novela "Herejes" aparece en Tusquets este mes de septiembre de 2013.

Se nos anuncia una historia más enrevesada de lo habitual en la que Mario Conde deberá poner en juego todas sus habilidades como investigador. Esperamos con impaciencia ver hasta dónde llega en esta ocasión el antiguo alumno del pre-de Víbora.

                                                              Portada de Herejes

Continuamos con otro autor de Tusquets, en este caso el griego Petros Markaris, su nueva novela titulada Liquidación Final también llegará a las librerias en Septiembre de 2013. El entrañable comisario Jaritos nos adentra en la crísis económica y moral de la Grecia actual. Conociendo a Markaris nos espera una buena obra con tintes de análisis político y crítica social. Para saber más: http://www.tusquetseditores.com/titulos/maxi-liquidacion-final


Portada de Liquidación final (MAXI)

Terminamos con la primera novela publicada por Quintín Oria, autor que nos presenta una obra inusual en el panorama narrativo en lengua española en la que se combina acción, aventura, intriga y crítica social en un contexto internacional. La obra, publicada por una editorial con distribución limitada, no dejará indiferentes a lo que valoren un thriller de calidad. 

DEUDA PAGADA

sábado, 29 de junio de 2013

LA FERIA DEL LIBRO

Hace unos días terminó la feria del libro de Madrid. Y como entre las manías del cepogordista se encuentra la manía libresca, en la forma de afecto desordenado, mezcla de extravagancia y tendencia al furor, decidió acudir a darse una vuelta, para saciar la vista de libros y disfrutar también del resto del espectáculo. No sabe que parte le ha gustado más.

Era una de esas tardes de verano inclemente, repentino, como si nos hubieran echado a todos una gruesa manta de la más compacta lana. Luz lechosa, difuminada, engordada por el bochorno. Libros por todos lados, y también multitud de tipos. Con el calor, sensación de poca ducha y demasiada chancleta. Tatuajes, piernas peludas, y no sólo las de ellos, también ellas, sobre todo en las casetas progres, aquellas de grupos editoriales de ultraizquierda presididas por efigies del Che, que siguen predicando la ruina del mundo con absoluto orgullo y entusiasmo. Y es gracioso que sigan en un combate que en realidad, a día de hoy tienen ganado, puesto que estatismo, dirigismo, progresismo y nihilismo están a la orden del día. Pero como buenos iluminados, ellos a lo suyo. Pronto no quedará nada que derribar y no sabemos que harán con la maza. Tato dice que se la me… Bueno las cosas que dice Tato a veces es mejor no repetirlas. Tampoco era demasiado bonita la caseta de una editorial o librería, no recuerda el que esto teclea, para gais. Ya me entienden, asuntos de maricones. Pasamos corriendo. En general, tal vez por el calor traicionero que se nos echó encima sin avisar y cogió a la gente desprevenida y sin los afeites convenientes, vimos fealdad, bastante fealdad. ¡Que viva el Tercio y se mueran los feos! gritaba el otro día Curro en A mí la legión. Pues de cumplirse el deseo hubiera quedado la feria mermada de público, la verdad. Pero estas pequeñas cosas, estos detalles inevitablemente observados por el cepogordista son la excepción, y dan color solanesco a la feria. También lo dan las absurdas colas, a pleno sol, en plena cocción, para conseguir la firma de no se sabe que autor juvenil que está de moda. Afortunadamente, no sabemos ni quién es ni que ha escrito En la caseta Verde, libro sobre reflexoterapia o masaje sexual. Pues claro, que puede esperarse acudiendo a la caseta verde. Otro detalle verde fue el libro escrito por Giovanni Verga titulado Eros que publica Gadir. Hay cierta lógica entre el apellido del autor, uno de los grandes de finales del XIX italiano, y el título del libro. Por supuesto lo hemos comprado. Veamos una de sus frases: “Las primeras inquietudes del corazón depositaron en su mente la semilla funesta del análisis”. Gadir publica la pequeña colección El Bosque Viejo, grandes autores clásicos para todas las edades, es decir, para niños. Pequeños libros bien editados, bien ilustrados, atractivos con magníficos textos accesibles, que nos permiten huir de la espantosa literatura infantil (así la llaman), con su horrible desfile de brujas buenas, lobos tímidos y otras cursilerías, ñoñeces y demás. Ya lo decía don Wenceslao: “No es fácil escribir un libro de lecturas para la infancia. Muchos creen que para esto basta con que el autor carezca absolutamente de talento. Es un error.” Para el que tenga curiosidad remitimos a la entradita dónde copiamos el resto de las palabras de don Wenceslao: http://cepogordo.blogspot.com.es/search/label/Wenceslao%20Fern%C3%A1ndez%20Florez. Cuando la bruja deja de serlo, cuando el lobo es cariñoso, el gigante va al psicólogo para curar su miedo a la oscuridad y el ogro hace pasteles vegetarianos, es decir cuando se subvierten las categorías, se vacían de principios y sentido y el cuento se convierte en una gilipollez, en una moralina ñoña que nada refleja de nada, el siguiente paso cuesta abajo es que Blancanieves se lie con todos los enanos a la vez, la Bella Durmiente sea una militante lesbiana, los tres cerditos, pues imaginen ustedes, y Caperucita Roja decida con el lobo aplicarle a la abuelita un tratamiento al amparo del derecho a la eutanasia (adquirido por la nieta, ¿por qué no?), que ya es hora que la vieja nos deje la casa. Así que para huir de todas estas horrible cuestiones, el Bosque Viejo, de Gadir.

Las casetas, en el tramo más largo de la feria, formaban un pasillo muy largo por el que se movía la masa de visitantes, de una caseta a otra. En ese pasillo, salvo por momentos en que corría el aire, se concentraba el calor, por estar cerrado, y por la acumulación de gente. Hubo momentos en que pensó el caminante que circulaba por un pasillo entre dos chiqueros. Sin embargo, algunos de los paseantes se distinguían del resto por su elegancia o su porte. Un chico alto y bien vestido, pantalón y camisa en tonos marrón claro caminaba erguido y no sudaba, indiferente a su alrededor, con los ojos puestos en los libros. Otro personaje trotaba cargado de bolsas, se veía que iba a tiro hecho a darse el atracón, vicioso él. Vestía traje bien cortado de tres piezas, impecable barbita rala, nudo de corbata sencillo que desde que lo hizo por la mañana no se le había movido y llevaba una novia que cual mora trotaba detrás de él, como podía, intentando no perder rueda. Un grupo de señoras charlaba en un descanso, y era como para quedarse mirando: peinado de peluquería, collares de perlas, pendientes de perlas, vestidos, sobriedad, elegancia, sonrisas, iban luego a merendar juntas, seguro. A lo lejos, Martínez Campos a caballo, seguía un año más ahí, en su eterna caballada.

La feria parece que remonta, que ha ido bien. Ha conseguido más ventas que el año pasado. Al parecer, un nueve por ciento más. Y es que, según nos explican, la gente ha acumulado títulos. Es decir, en esta feria del 2013, ha pedido títulos del 2012. Es decir, la tropa se ha estado aguantando las ganas y ahora se gasta el dinerillo. Para que luego se meta la gente con España y los españoles. Mientras tanto, una administración local, destina hace unos días 484.716 euros en forma de subvención a la “mejora de la alfabetización mediática” con el fin, entre otros, de contribuir a “revelar la identidad propia” de los habitantes de esa región española (parece ser que no acaban de conocerse a sí mismos del todo). Estas son las dos Españas. Las del personal que acude sudoroso a la feria a comprar los libros del año pasado y la de los sacamantecas demagogos. No hay otras y no las ha habido nunca.

Dice Tato que al que le vuelva a sacudir con eso de las dos España para explicar lo que pasa hoy le devuelve el golpe, pero con la bota y en todo el hocico. Doroteo ha dicho que a esas ferias que no va, que son para las masas, que a él con la biblioteca de su casa la basta y le sobra y que sólo puede leer en libros encuadernados en piel, porque si no le pican las manos y estornuda.

jueves, 14 de marzo de 2013

ALGUNAS LECTURAS

El cepogordista ha terminado Pabellón de reposo. Es un hermoso y melancólico libro de don Camilo, el gran parlador, que el cepogordista tomó prestado de casa de sus padres y ha prometido devolver. Uno tiene gran simpatía por don Camilo, una simpatía retrospectiva por ese gran escritor y por ese hombre excesivo que no escapó a las debilidades, miserias y flaquezas de la condición humana. Pero que por otra parte supo ver, supo escribir, supo sacarle a la vida mucho de lo que la vida puede dar, para verterlo en una obra que nos regaló esencias extraordinarias. El cepogordista terminó hace poco, ayer quizá, otra novela de Baroja, al que ha frecuentado mucho ultimamente. Se trata de Las noches del Buen Retiro. Es una gran novela y Baroja sigue siendo el gran escritor, el gran narrador con un estilo propio, tan personal y peculiar, descubierto hace unos años. Hay en esta novela, como en otras de Baroja, una fascinante galería de tipos del Madrid finisecular (¡que fineza lo de utilizar la palabreja!) y una hermosa recreación de la ciudad, con el Guadarrama en su sitio, siempre ahí, como eterno. Hubo un Madrid en el que los habitantes de la glorieta de Quevedo, por ejemplo, podían tener vistas sobre el Guadarrama nevado. Hoy disfrutan de esas vistas los que conducen por la M-40 en dirección oeste-sur. Pero no es exactamente lo mismo, aunque al Guadarrama le importa poco el asunto de las perspectivas. Esas vistas que comentábamos envidiosos y casi espumeantes las tiene Jaime Thierry, protagonista de la historia. El lenguaje es el de Baroja, rico, variado, preciso, como secos puñetazos o capones precisos cuando es hiriente. El ritmo es rápido y vivo, en capítulos cortos. En ese ritmo sincopado, en esa aparente falta de estilo, en la forma que tiene de narrar, como si sólo fueran hechos sin apenas interpretaciones del autor, en esas apariencias engañosas está la belleza de la escritura de don Pío, don Pío el gruñón. El ciclo de la Selva oscura es interesante y sugestivo en su desorden y en la, a veces, brutal subjetividad de sus personajes. Con él paseamos por la España de los años veinte y treinta del siglo XX. Las Noches del Buen Retiro que forma parte de otra trilogía, la de la Juventud perdida, nos traslada un poco más atrás en el tiempo. Madrid estaba hoy espléndido al atardecer. No tenemos palabras: La sierra azul, cárdena, realzada por la orla de nieve, la helada transparencia del aire, el fulgor del último sol, un cielo inmenso multiplicado por la perspectiva sin fin de infinitas nubes gruesas y ventrudas como el cepogordista que esto escribe y que no hablará del Papa Francisco más que para dar gracias a Dios, pedir por él y rezar con él.

domingo, 16 de diciembre de 2012

REYES SODOMITAS (una entrada del Escriba)

El Escriba y sus contertulios don Pablo Cañizares  y el Caballero de Gandía se muestran celosos y resentidos ante la irresistible ascensión de Alcides Bergamota, quien con sus pujos de intelectual provinciano está desbancando incluso la primacía de gentes menos refinadas como Doroteo y Tato. El Encargado, a quien el Escriba ha dejado traslucir su malestar por la privanza de Alcides, le ha contestado que menos quejarse y más trabajar, y ante tal admonición los contertulios se han puesto las pilas, ganosos de que sus cosas merezcan el honor de ser publicadas en Cepo Gordo.
Ayer mismo el Caballero de Gandía se presentó en la tertulia con un ejemplar del  tan esperado libro “Reyes Sodomitas”, subtitulado  "Monarcas y favoritos en las cortes del  Renacimiento y Barroco", y para ir abriendo boca leyó a sus amigos el índice de la obra, que para satisfacción del curioso lector resumimos:

La homosexualidad en su contexto histórico. El pecado nefando o contra natura: un vicio impronunciable.-  Los castigos.- Amores entre caballeros.- Papa Julio III. El mono del Papa.-  Enrique III de Valois. El príncipe de Sodoma.-  Jacobo I de Inglaterra. El tonto más sabio de la cristiandad.-  Luis XIII de Francia, El Casto. El rey de "los mosqueteros".-Felipe de Orleáns, más conocido como Monsieur.- Cristina de Suecia. La reina libertina.-  Guillermo III de Inglaterra. Un monarca honesto.-  Federico III el Grande. El rey ilustrado.
Y para postre,  El Panorama ibérico. Felipe II un rey anti sodomita, en el cual figuran apartados como Don Carlos y Don Sebastián, dos personajes enigmáticos con similar y trágico final.-  El caso de Antonio Pérez: de flamante secretario del rey a reo de muerte por hereje y sodomita.-  Sodomía en la corte del Rey Prudente. Los casos del conde de Ribagorda y del Gran Maestre de Montesa.
Tanto el Escriba como Don Pablo Cañizares mostraron su extrañeza por la inclusión en esa lista de una mujer cual la reina Cristina de Suecia, a lo que el Caballero de Gandía replico con palabras del Autor,  que dentro de su compleja y azarosa, su orientación sexual sería un rasgo distintivo más en su enigmática ambigüedad que tanto le gustaba cultivar.  Cristina  -concluye el autor- tuvo cuatro pasiones importantes en su vida, de las cuales sólo una, la que le dedicó a Ebba Sparre, era de sexo femenino, las otras tres, la de Magnus de la Gardie,  Antonio Pimentel y el cardenal Azzolino, fueron masculinas, con lo que podríamos deducir que, en todo caso, Cristina de Suecia tuvo que ser más bien bisexual que homosexual, coincidiendo con él perfil de libertina en el que gustó de probarlo todo, también en el sexo.
Esta aclaración tranquilizó mucho a los contertulios, a quienes sobre todo enorgulleció la honrosa mención de Don Antonio Pimentel, Embajador de España.

¡Después de esto, cualquiera se atreve¡
“Un hijo de lo primero que sirve es de malicia para llevar la cuenta de pasadas satisfacciones en que fue engendrado”.-  Gabriel Miró, “Nuestro Padre San Daniel”

lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Pero que te has fumado, hijo?

 El pobre Alcides se armó de diccionario para leer en su texto original a Li Po y a Tu Fu. Fue una decepción. No entendió nada. Tuvo que conformarse con la traducción:

A la señora Yang
(Según la melodía “Ching Ping”), de Li Po

Su traje es una nube, su cara una flor,
radiante con el rocío de la primavera.
¿Estoy en la cumbre de la Montaña de Jade,
o en la Terraza del paraíso bajo la luna?

A mi amigo Wei, letrado en retiro, de Tu Fu (fragmento)

Difícilmente podemos vernos
como las estrellas Shen y Shang
¡Bendita la noche de hoy que nos reunimos
A la luz de un mismo candil!
Ya ha pasado rauda
nuestra edad lozana,
y ahora nos cubren las canas.
Visito a los viejos compañeros,
más muchos de ellos son ya espectros.
(…)

No es sorprendente enterarse de que el delicado y tintineante Tu Fu fuera el inventor del epitafio, el suyo propio, según la leyenda, propalada por don Alvaro Cunqueiro, nuestro famoso sinólogo gallego. Este fue el epitafio de Tu Fu, melancólico, lúcido y tembloroso, para sí mismo:

Tu Fu amaba las blancas nubes
 y las verdes colinas,
¡pero ay, murió de tanto beber!

Pero volviendo a Alcides, se sentía cosmopolita e internacional por haberse cruzado con una inglesa en chores al volver de tomar café en el casino. No quiso intentarlo con los haikus japoneses, pero si con Turguenev. Se lanzó con el diccionario sobre Padres e Hijos y sobre un capítulo de Memorias de un cazador. Pensó que, como conocía las obras, sería más fácil. Pero nones. Nada de nada. Con el capítulo de las memorias ni lo intentó, pese a probar la traducción por infusión, con unos tragos de Vodka. Pero el destilado de patata no es lo suyo, pues Alcides es más del país de la uva. La verdad es que las traducciones de ahora son directas del ruso y muy buenas. Los cursis no lo soportan. Así que no merecía la pena sacrificar el hígado. Alcides pasó al español:

Iván Turguenev, Memorias de un cazador:

El bosque de Ardalión Mijáilych me era familiar desde la infancia. Con frecuencia acompañaba a Chaplýguino a mi preceptor francés M. Desiré Fleury, bellísima persona, que, sin embargo, estuvo a punto de arruinar mi salud, a fuerza de administrarme todas las noches la medicina Leroy. Este bosque que constaba de doscientos o trescientos enormes robles y gigantescos fresnos. (…)

Finalmente, agotado en su retiro provinciano por tanto esfuerzo, lo intentó en francés. Esta vez sí. Pensó que abdicaba al reeditar la intentona con una novela policiaca. Pero se encontró con un extraordinario contador de historias, un gran narrador. Aunque Alcides no es partidario de utilizar expresiones rebuscadas, ni de envolverse en ningún manto de intelectualismo de pacotilla, pensó, sólo por un momento, que había dado con gran literatura (nadie topó nunca en España, pese a lo que repiten siempre los que no han leído el libro) :

Quand il se réveilla au petit jour, il y avait devant le train arrêté, une barrière peinte en vert, une petite gare entourée de fleurs.
Mme Maigret et sa sœur, déjà inquiètes, regardaient les portières les unes après les autres.
Et tout cela, la gare, la campagne, la maison des parents, les collines d’alentour, le ciel lui-même, tout était frais comme si chaque matin c’eût été lavé à grande eau.
Georges Simenon, La guinguette à deux sous

Horrorizado por la palabreja, por la ermita intelectual, en San Angel o en Coyoacán, salió a dar una vuelta. En realidad, el gran regalo era aquello, el otoño en su culminación. El extraordinario silencio. El paisaje un poco fantasmal, sin llegar a la niebla, pero con una humedad que la hacía presagiar, de maravillosa luz grisácea, veladuras lechosas en un silencio casi absoluto, alfombrado el suelo de hojas pardas y desechas en montones, a orillas de caminos y carreteras, llenando las cunetas, esparcidas por el suelo, quietas como el entorno. Sin la menor brisa, sin un movimiento, sin un animal, como conteniendo la respiración el paisaje, al echarse a dormir. Sobre los árboles, todavía una nota de color, de un amarillo extremo, último, como un recuerdo del mundo alegre que el invierno se aprestara a recoger del todo, a ordenar y a colocar cuidadosamente podado, antes de pasar por todas partes el manto de frío que  no había hecho todavía su presencia.

Por la noche, entusiasmado por la visión de aquél paisaje, ahora bien guardado en la retina, se lanzó sobre el más extraordinario habano que los tiempos hubieran visto y el fumeque fue memorable: la tapa de la tabaquera sin cerrar, el rápido y certero corte, la llama espléndida y la nube convocando todas las compañías, y páginas y más páginas. Lo cierto, sin embargo, es que le produjo luego las más atroces pesadillas. Despertó sobresaltado a las tres de la mañana, escapado del puchero en el que un atroz marmitón quería cocerlo, como a un ingrediente más, sumergiéndolo en el burbujeo de una desmesurada y extraordinaria sopa de pescado al estilo del cantábrico. Así es la vida señores, una ermita intelectual, en Coyoacán o en San Angel.

sábado, 17 de noviembre de 2012

CARLOS BARRAL


Tato nos presentó a Carlos Barral hace unos años. Cosas de Tato, inexplicables. Y le llamaba Carlitos. Nosotros, ante aquel hombre de presencia única, ante aquellas barbas espléndidas, como de mitológico dios Pan y esa forma de fumar, sujetando el cigarrillo con una mano larga y tensa, que parecía esculpida en piedra, estábamos atónitos. Y por qué no decirlo, fascinados ante aquella complejidad, ante aquél atractivo, tan difícil de definir, tan peculiar. ¿Un algo pagado de sí mismo, como posando a lo intelectual o tal vez escondido tras la imagen; y de una ironía sutil, disimuladora de una sensibilidad difícilmente contenida por el juego de espejos? Pero Tato, Carlitos por aquí, Carlitos cuéntanos, Carlitos por allá. Cosas del inexplicable y misterioso Tato. Y durante toda la tarde estuvimos tirando de la lengua, si es que puede utilizarse esta expresión, a este hombre extraordinario que con amabilidad, brillantez y punto de altiva condescendencia, desplegaba ante nosotros con su verbo preciso, redondo y pétreo a un tiempo, con esa voz algo ronca tan única por española, su visión del mundo. No hemos vuelto oír a nadie hablar de esa forma, desprendiendo ese dominio del verbo hablado, con esa soltura y un halo de elegancia viril como mundana, como de salón de otro tiempo. Buscábamos a hurtadillas, a su alrededor, la flauta mitológica, que seguramente tocara por la noche, al despedirse de nosotros, para salir a correr los bosques, excesivo.


Carlitos

sábado, 27 de octubre de 2012

Era fascista

"Asisto a la competición deportiva internacional en el estadio milanés de Sempiove, colocado a la derecha del Prefecto, cuyas barbas de chivo superan a las de Valle-Inclán, tanto como su corpulencia física.

Acaba de comenzar la Era fascista y el espíritu totalitario de la escuadra azul, les envuelve desde la cabeza hasta los pies de los jugadores. Por eso se les grita: ¡Avanti Italia!, cada vez que se acercan a la portería española. Cuando nuestra defensa actúa eficazmente, oigo gritar a mi alrededor, en la propia tribuna oficial: ¡Torerini! ¡Mala razza! Mis compatriotas y yo salimos incólumes del campo porque el resultado es: un empate a cero."

Duque de Maura
Reflexiones, confidencias y recuerdos
Fundación Antonio Maura
Madrid, 1992

jueves, 18 de octubre de 2012

UNA DEL ESCRIBA

LOS LIBROS CON LOS QUE EL ESCRIBA NO PUDO MAS


Desoyendo los sabios consejos de quienes opinan que nadie debe sentirse obligado a leer hasta el final un libro que no le satisface, el escriba, niño de la lejana posguerra, ha tenido siempre por norma apurar hasta las heces el cáliz literario que en cada caso le tocó beber, y cumplir íntegramente la penitencia que merecía por su propia culpa in eligendo.  Cierto es que en mas de una ocasión optó por suspender indefinidamente la lectura en espera de momentos mas propicios, que, como él mismo sospechaba, nunca llegaron.  Pero han sido muy contadas las veces en que el escriba decidió que no valía la pena, o no era capaz, de soportar ni una línea más.

Uno de los libros que el escriba abandonó a media lectura, irritado y asqueado, fue el engendro de Ken Follet  llamado “Los Pilares de la Tierra”, insufrible culebrón de obispos malos y curas buenos  (medievales progres avant la lettre), cuyo aplastante éxito en todo el mundo demuestra que en todas partes cuecen habas  (aunque en España sea a carretadas, por completar el refrán).  Ken Follet sigue escribiendo best-sellers e incrementando su mal ganada fortuna, pero desde luego no a costa del mermado bolsillo del escriba

Otro de esos libros de los que nuestro hombre decidió liberarse, en una fase temprana del embarazo, fue el no menor engendro intitulado “Un asesinato piadoso”, fruto de la fértil pluma de Don José María Guelbenzu. Este señor busca hacerse rico  -no sabemos si lo ha conseguido-  escribiendo novelas de género policiaco cuya protagonista es una jueza de instrucción llamada Mariana de Marco, no recuerdo si soltera o divorciada, pero en cualquier caso legalmente libre a los efectos que no es necesario exponer. Cuenta el escriba que el bodrio comenzó a atragantársele ya en la página 39 en el momento en que  “Marina pasó a la cabina del retrete”. Si hemos de creer a Guelbenzu, “Se bajó el pantalón y las bragas hasta las rodillas, tomó asiento y orinó pensativamente […]  Luego cuando terminó, cortó de manera mecánica un trozo de papel higiénico, lo doblo, lo limpió y se vistió de nuevo”  (de lo que resulta que lo que Doña Marina limpió, no sabe bien cómo, fue el papel higiénico y no lo que todos estamos pensando; así como que la ilustre Señoría se vistió sin antes haberse desnudado).  Poco después el escriba volvió a sobresaltarse al comprobar que el señor Guelbenzu,  “colaborador habitual de las secciones de Opinión y Libros del diario El Pais” y factotum del suplemento Babelia, no tenía reparo en escribir que cierto personaje  “solía frecuentar” no se qué establecimiento. Con todo, el escriba habría superado estos contratiempos de no ser porque el relato le pareció tan alicorto como pedantesco (sin duda, marca de la casa) y carente de interés.

Del abandono de estos y otros subproductos del género novelesco el escriba se siente orgulloso.  No así de otro, que nuestro buen hombre atribuye, pesaroso, a sus propias limitaciones. Nos referimos a  “La montaña mágica”, de Tomas Mann.  El escriba se aferra al fácil símil que le brinda el título de la novela para confesar que pedaleó esforzadamente durante muchos capítulos pero llegó un momento en que las fuerzas no le respondieron. Él mismo reconoce que es una lástima porque en algún lugar  -no, desde luego, en Babelia-  ha leído que La montaña mágica es una de las tres novelas cumbres del siglo XX, de imprescindible lectura.  Las otras dos son …

Al llegar a este punto el escriba dibuja un gesto de ingenua malicia, que no sabemos muy bien si es tan sólo un modo de decir mañana mas, o una incitación a los improbables pero necesariamente selectos lectores de Cepo Gordo.

SC

sábado, 29 de septiembre de 2012

Escritores Malditos, recuperando a Ángel Vazquez

En estos tiempos de sequía del ingenio literario en lengua española una buena forma de combatir la atonía es la recuperación de autores vetados o desparecidos de los estantes de las grandes librerías. 

La fecunda labor editorial de una multitud de románticos y atrevidos editores independientes está recuperando para el gran público las obras de numerosos escritores españoles cuyas creaciones habían sido olvidadas cuando no arrinconadas por diversas causas, casi siempre inconfesables.

Uno de estos autores es Ángel Vázquez (Tánger 1929 - Madrid 1980) cuya novela Fiesta para una mujer sola (1964) fue reeditada en 2009 por el estupendo sello Rey Lear, que con tanto acierto ha relanzado la obra de grandes escritores olvidados como Francisco García Pavón.

Ángel Vázquez, ganador en 1962 del Premio Planeta por su obra Se enciende y se apaga la luz, fue un escritor atormentado e insatisfecho (según el mismo confesó como explica muy bien Sonia García Soubriet en la introducción) al que su origen tangerino marcó de forma indudable.

La atormentada biografía de Ángel Vázquez; precariedad económica, desarraigo, alcoholismo, explican bien su sabiduría a la hora de captar y transmitir los vaivenes sentimentales de unos personajes que resumen toda una época de España.

Escrita con una técnica circular y basada en una trama aparentemente simple, el mayor valor de esta novela es la precisa recreación de los paisajes y los personajes a través de un lenguaje empleado con precisión y economía.

Las historias entrecruzadas de Damián y Paula Carosio (la mujer sola) sirven al autor para elaborar un retrato de una época vista desde la lejanía de la provincia, en este caso el África española. Se trata de una novela muy moderna que hoy día mantiene  toda su frescura y dónde las cuestiones morales y sociales se tratan abierta y crudamente sin recurrir al dogmatismo ni al exceso.

La madurez literaria del autor queda de manifiesto en su forma de entrelazar las historias y situarlas en un marco físico descrito con sutileza cinematográfica. Novela de planos cortos y largos, de diálogos justos, de tempo variable y bien manejado. Es de lamentar que ningún director de cine haya tenido la idea de llevarla a la pantalla ya que tanto la historia cómo el marco dónde se desarrolla se prestan magníficamente para ser narrados en la pantalla.

El Tánger de Ángel Vázquez por ser real y auténtico escapa de ese aura de ciudad mágica que tan bien define Mohamed Chuckri " Todo aquel que llega a Tánger quiere ser su rey Shariar y convertir a la ciudad en su Sherezade". El Tánger dónde vive Paula Carosio y al que llega Damián es un ambiente acomodado y cosmopolita pero que convive con las gentes sencillas de una ciudad compleja de múltiples razas, religiones y lenguas.

La visión de Vázquez nos aparece como pesimista, fatalista, como si los personajes no pudieran escapara a una vida predeterminada dónde los momentos especiales no son sino el preludio de un destino inexorable. Se palpa una visión muy personal, la mirada de un autor solitario, probablemente  sumamente sensible y tímido.

Quizá Vázquez escuchó de labios de su amigo Paul Bowles las palabras que según relata Chuckri dirigió a Chaker Nouri durante una entrevista en Tanger "Yo nunca hice proyectos porque estaba seguro de no poder realizarlos", es posible que Vázquez tampoco hiciera muchos proyectos y por eso mismo fuera capaz de dejarnos tres buenas novelas de gran interés y una indudable calidad literaria que ni el tiempo ni el silencio han marchitado.

Sólo queda esperar que Rey Lear se anime y nos ofrezca su re edición de Se enciende y se apaga la luz y La vida perra de Juanita Narboni, estoy seguro de que los lectores actuales lo agradecerán.

Sanglier.



FERNANDO QUIÑONES

No estamos del todo seguros, pero pensamos que este hombre de la foto, que se refería en Los trabajos y desventuras de Pedro Simeoni a la áspera hermosura multitudinaria de las corridas, seguramente se fumara, de vez en cuando, un largo veguero habano, con dos dedos de oloroso seco por compañía. Quien sabe.