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miércoles, 20 de febrero de 2019

Apuntación antigua. De los diarios de A. Bergamota Elgrande.


A la hora de comer, en el restaurante, indescriptible escena en la mesa de al lado porque el camarero explica que para dividir la cuenta cada uno tiene que decirle lo que ha comido. Unos jovenzuelos de pinta siniestra, trajes de medio pelo y corbatas exageradas, le dicen de todo con grandes aspavientos, con expresiones que revelarían su zafiedad y grosería rabiosamente actuales si uno no pudiera verles. Que les vio. Me hubiera gustado levantarme a montar la gorda. Pero se encargó Tato al dirigirse a uno de ellos, al de traje más feo y corbata más chillona y relamida: “niño ponnos un café cortado y luego te vas a fregar, y –refiriéndose a su acompañante- no te traigas fulanas al trabajo que te podemos despedir”. En la mesa de al lado dos matrimonios. Entre los cuatro les falta poco para juntar los trecientos años. Su tema de conversación es la salida de Morata del Real Madrid. Así están las cosas.


jueves, 20 de julio de 2017

PRENSA Y BOCADILLO


Zamparse un bocadillo mientras se lee un periódico es hoy un acto de locura temeraria, de valor extraordinario y supone en el osado un estómago capaz de todo, pero sobre todo un ánimo a prueba de horrores.

Es un acto de locura temeraria por lo primero, si el bocadillo es ponzoñoso, si se ha preparado a la manera infecta, es decir si se dan ciertas condiciones negativas, hediondas, pútridas, infecciosas. Y lo es por lo segundo, por el periódico, pero en este caso, lo será seguro. No serán necesarias condiciones ni circunstancias que lo califiquen. Abrir un periódico y asistir a los actos y declaraciones de nuestros representantes públicos es algo terrible, funesto. Y mirar la imagen de nuestra vida social que el periódico proyecta sería casi insoportable, moriría la gente en la barra de los bares expirando con horribles gemidos de desolación, si no fuera porque uno se agarra a lo que conoce más de cerca y se consuela. Y eso hará cada lector, suponemos.

Lo que, por cierto, plantea la difícil cuestión de lo que son hoy los medios, de la cloaca fétida en que se han convertido. Medios de adoctrinamiento ayunos de verdadera información; máquinas de imponer una opinión previa, al servicio de grupos de interés, sin contraste ni información alguna.

Pero volviendo al bocadillo con lectura. Le llega al sufrido proletario un tufo que es mezcla de estupidez profunda –por lo que lee- y de miedo –al percibir que se ha despertado y puesto en marcha una tiranía, un espíritu de odio ciego y censor que hará palidecer a lo que se haya conocido previamente sobre control de conciencias si la cosa sigue asi. Veamos a continuación ejemplos de las dos cosas. Creemos que para el lector Cepogordista los ejemplos se explican por si mismos, así que añadiremos poca cosa.

Un niño lleva a juicio a su madre por darle un bofetón y el juez la absuelve porque estaba "justificado". [¿Cómo llega el asunto a juicio y se admite a trámite? Simplemente, el mundo como lo hemos conocido se acaba].

GETXO [o sea Guecho] campaña contra al violencia de género; Fiestas con sexo, pero sin sexismo. El Ayuntamiento remite a establecimientos hosteleros un listado de temas musicales para luchar contra las agresiones machistas. [Parece que ya no hay fiesta popular sin violaciones de todo tipo, individuales o en grupo. Hemos pasado del baile con orquesta a la macro orgía estilo San Fermín. La Vascolandia inventada por Sabino suele batir marcas en la mezcla de estupidez y autoritarismo. Ahora te dicen hasta que música es la recomendable. Pero seguiremos hablando durante cien años más de la censura del franquismo, sin ver lo que ya tenemos encima. Iglesias vacías -se llevan la palma de la deserción las regiones con nacionalismos-, exaltación de todo lo sexual a todas horas y eso sí, en toda España, intromisión en la labor educativa de los padres por motivos ideológicos y luego, cuando ya el personal no tiene freno posible y todo el mundo anda en pelota por la calle a punto de borrachera, la campañita para concienciar al pájaro que a estas alturas está ya como loco. Es mejor no seguir comentando que llegamos a la procacidad salvaje. Todo el asunto es asombroso. Fisguen si tienen valor.]
Más de lo miso:

Retiran por sexista el cartel de un restaurante en Ibiza por usar como reclamo culos de mujer [¡Pero no habíamos quedado que ¡Viva el sexo!, que la educación católica es represora y que a copular! Pues ahora no. En el fondo si, pero por arriba moralina. Descosemos el saco y cuando se caen las cosas hacemos una campaña, para alertar de la caído, pero nadier se atreve a decir que a lo mejor habría que volver a coserlo, es decir, a educar.] Más titulares ibicencos, la isla debe ser la nave de los locos:
El alcohol, el tabaco y el cannabis son las tres sustancias adictivas más consumidas en Baleares

Expertos recomiendan que la lengua vehicular en la escuela sea el catalán.

Iniciativa pionera en Ibiza: los perros podrán visitar a sus dueños ingresados en el hospital.

Las andanzas de las gaviotas patiamarillas

Mar Blava ve "inaceptable" que el Gobierno vete la ley contra las prospecciones en el Mediterráneo.

Llegamos a Valencia con sus podemitas particulares: Valencia quiere que el Estado le acepte una quita de deuda de 20.000 milllones. [Nosotros nos contentamos con una quita de dos millones y como no tenemos tanta deuda, la diferencia que nos la ingresen. ¡Cuánto palo sin dar!].

La guerra civil y el franquismo, que son el pretexto y la coartada para todos los robos y latrocinios, para el cinismo, la mentira y la manipulación, para trincar la pasta mientras se engaña a la gente, dan para capítulo aparte. Todos los días un nuevo esperpento más salvaje que el anterior, pero nadie coge un micrófono para desmontar tanta mentira y echar a esta gentuza a la calle. Algunos ejemplos, agárrense:

El cadáver (incómodo) de Queipo de Llano. El alcalde de Sevilla inicia "contactos" para que los restos del general franquista abandonen la Basílica de la Macarena. La Iglesia anuncia que estudiará la petición mientras IU y organizaciones republicanas presionan. [Quieren sacar el cadáver de don Gonzalo de dónde está enterrado y llevárselo a otro lado. Son desentierra cadáveres. De película de terror. Además tema de rabiosa actualidad, que enlanza con las maniobras de distracción y siembra de odio con el Valle de los Caídos. El ltitular es la pera, pero el artículo no tiene desperdicio. Queipo de Llano es calificado de Virrey de Franco en Sevilla… La sepultura del general es un vestigio franquista. ¿Nadie hay que organice la resistencia ante tanta memez? Mientras tanto en la Junta de Andalucía todo parece indicar que se roba a dos manos…].
La campaña sigue con el Psoe: El PSOE pide la nulidad de la condena a Companys, [Companys fusilado en el año cuarenta, golpista siniestro. Y mientras los herederos del personaje vuelven a las andadas. Pero el golpe de estado actual, en directo, no lo condenamos. Que se anulen resoluciones antiguas pero no se cumplan las vigentes. Por su parte IU, en esta carrera de a ver quien dice la burrada más grande, en este campeonato de lancear moros más que muertos fosilizados, ¡¡anuncia la presentación de una proposición de ley para lograr ¡¡la nulidad de la Ley de Amnistía de 1977!! Nos abstenemos de todo comentario. Sólo recordar que es un brindis al sol, uno más con tal de hacer demagogia y sembrar odio, puesto que la hipotética ley que derogue o anule la del 77 no podrá tener efectos retroactivos, al menos en un estado de derecho. Otra cosas es que este deje de serlo.

Y para acabar, los maños en la misma línea: Aragón aprueba la Ley de Memoria Democrática que pide la derogación de la Ley de Amnistía de 1977. Podrán multar por cantar el Cara al Sol y continuarán arrasando con el patrimonio histórico, una horda de catetos armados de moralina y suficiencia, sin un pelo de tontos, el poder y la pasta agarrados al precio que sea.


Lo anterior de el Periódico El Mundo, otro día probamos con El País y luego con el ABC y así… A lo mejor nos aburrimos antes.

Para El Grito de Nava, El Zuavo, analista.

jueves, 6 de julio de 2017

Orgullo...


 Mientras en Madrid tenía lugar esa espantosa manifestación llamada Orgullo no sé cuántos, con el amparo y el apoyo expreso de todas las administraciones y el aplauso unánime, acrítico y babeante, de prácticamente todos los medios de comunicación, el Cepogordismo huía de Madrid para refugiarse en la vecina Portugal, el país de Alfonso Enríquez, del Rey Miguel, el absoluto, de los Manueles, de los descubrimiento, de Tructesindo Ramires, de Pepe Eça, de Fradique Mendes, Oliveira Martins, de la Casa Havaneza, de la sin par Lisboa, del poeta Engenheiro Naval Sr. Álvaro de Campos em estado de inconsciência alcoólica, de fadistas y cavalheiros.. Oiga, ya está bien. Es verdad, a lo que íbamos. Camino de Lisboa paramos a comer en una de esas sorprendentes ciudades blancas, dieciochescas, que están puestas a lo largo del Tajo, como para que el visitante se vaya preparando para el deslumbramiento que es Lisboa. Callejeamos un poco y nos encontramos con esta calle, de nombre singular, evocador, y que viene como de perlas, a modo de gráfico resumen de lo que ha representado el fin de semana en Madrid.

 


 

En honor a la verdad, debemos reconocer que al menos un periodista, el de siempre, ha tenido las narices de levantar la voz y hacer uso de espíritu crítico respecto de la manifestación madrileña. Eso del espíritu crítico era algo que en el pasado se usaba bastante a menudo en Occidente, hoy caído en un desuso casi general. Se trata de Federico Jiménez Losantos. Si, con todos los defectos que ustedes quieran, hay algo que desde luego tiene, que es independencia y valor. Citamos a continuación dos párrafos de su artículo, pueden leerlo entero en este enlace:


La cita es la siguiente:

 

Estos días, en el WorldPride de Madrid, ha habido populosas y orgullosas manifestaciones, copadas por los partidos políticos, que habrán disfrutado sobre todo los que viven en lugares donde una opción sexual te condena ya en la escuela -siguen siendo casi todos- o de países islámicos donde la homosexualidad está prohibida; o penada con la horca, como Irán. Como siempre, se han hecho burlas a la Iglesia católica y se ha repetido lo mucho que el franquismo reprimía a los homosexuales, como si hubiera sido el único país de Occidente en hacerlo y, sobre todo, como si hoy, en Oriente y una parte cada vez mayor de Occidente la persecución, no sólo discriminación, por motivos sexuales, sigue aumentando donde manda el islam. No sé si alguna carroza aludiría al fenómeno. Hubiera sido novedad.

 

Lo que sí ha habido es algún silbido a Rivera, muchos a los del PP y grandes aplausos a Pablenin, que esta semana obtuvo el permiso del Congreso para seguir cobrando miles de euros al mes del régimen de Irán, el que ahorca en grúas a los homosexuales en estadios de fútbol. Siempre son muy aplaudidos los comunistas, cuyo icono, el Che, creó los campos de concentración de la UMAP para los gais cubanos.

 

En el mismo periódico, el mismo día, la Voz del Gran Hermano oficial, representada esta vez por Lucía Méndez decía en su artículo “España, el país más “gay friendly” (el artículo es una sarta de memeces y lugares comunes que no tiene desperdicio, que daría risa si no fuera tan representativo de lo que tenemos ya encima) que: “El cambio social está resultando ser tan profundo que todos aquellos contrarios al matrimonio gay permanecen en silencio, retirados del debate público. El temor ha cambiado de bando y ahora nadie quiere ser acusado de homófobo. Lo cual no puede ser interpretado sino como un gran avance histórico de la tolerancia y la igualdad.” El temor, esto es sin duda toda una defensa de la libertad. El progreso consiste en eso, no en la libertad, sino en que el temor lo sientan otros. En fin.

 


El viaje a Portugal, los paseos por la Baixa, por el Chiado, el fisgoneo en la librería de la plaza Camoens, el deambular por la Alfama, la comida en aquel pequeño y silencioso restaurante nos permitieron descansar un poco de tanto ruido y tanta fealdad

Genaro García Mingo
para El Heraldo de Nava



martes, 4 de julio de 2017

DIVERSIDAD I. Como saquemos fuerzas del calor habrá II e incluso III.


Estuvo don Manolito detenido tres días por pasearse por todo el pueblo gritando ¡Viva las tontas! Por su estado mental, y pese a la denuncia presentada por la policía de la diversidad, se libró de ser acusado por un delito de odio. Las señoras del pueblo estuvieron unos días de mal humor, no tanto por la extravagancia de don Manolito, que les traía sin cuidado, sino por la reacción de las autoridades, tan visceral y solícita. Ninguna de ellas se sentía ofendida por los gritos de don Manolito, pero los funcionarios de la policía y de los juzgados, como haciendo méritos, estuvieron obsequiosos y atentos con todas las mujeres del pueblo como diciendo, no permitiremos que se burlen de vosotras, no dejaremos que os odien. En cuanto a las autoridades, lo peor fue la reacción de las señoras elegidas por sufragio universal. Se lanzaron a hablar de misoginia y discriminación, reprocharon a don Manolito sus burlas a la Mujer, con mayúscula. A la más vehemente de todas ellas, Toñi la Roja, le soltaron un ¡viva la señora concejala! que sentó fatal, por si iba con segundas. Al del grito, la policía de la diversidad no consiguió identificarlo. Pero se llevó un bofetón que, por si las moscas, le arreó con terrible violencia doña Tomasa. Esto puso fin al incidente. Don Manolito volvió a su ser con una inyección y unos días de reposo en la Fundación Tato.

 
- Hombre, como dicen en mi pueblo, le ha quedado muy curioso, muy fino, provocador y sinuoso. ¡Pero no hay parecido con la realidad, tiene usted una imaginación!
- No se crea, no se crea.

lunes, 22 de mayo de 2017

Don Manolito y don Estrafalario: bullying vecinal. Es decir, acoso y derribo de vecino redicho.

- Hoy en día escribe cualquiera
- ¡Incluso usted!
- ¡Oiga que yo hago lo que me da la gana! ¡Hasta escribir!
- Hombre, tampoco se ponga así.
- No, si no me pongo.
- Con los medios que hay, que remedio.

Suena el timbre. Sin abrir contestan con un ojo inquieto puesto en la mirilla.

- ¿Quién es? ¿Qué quiere?
- Soy el vecino de abajo.
- ¿Otra vez? ¡Pues no le abro!
- ¡Les voy a denunciar, ya está bien de tirar cosas por la ventana!
- ¡Váyase a paseo! ¡Con mi ventaba hago lo que me da la gana!

Se oye un murmurar sordo y pasos que se alejan por la escalera.

- ¡Todo porque vacío la pipa por la ventana…!
- Y también tira por la ventana las flores secas, y las pochas, y la poda, que le he visto.
- Eso es ecológico, no molesta.
- ¿Y las brasas de la pipa? ¿Y las cerillas encendidas? Y el otro día un cabo de cigarro todavía caliente y lleno de babas negras. Y por lo visto, de la chaqueta blanca de la visita reboto a la taza de té de otro de los invitados, salpicando a los demás, encima.
- Veo que está usted en todo. Pues que barran, o haber puesto la terraza en otro sitio. ¡O que pongan un toldo!


Caía la noche, entraba por los ventanales abiertos una brisa casi detenida. Tómese la pastilla don Estra, que luego le sube la tensión. Tiene razón, la tomaré con un dedal de brandy, ¿me acompaña usted? No faltaba más, muy agradecido, y tengo aquí dos tabacos, ¿no me rechazará usted uno? ¡Don Manolito, como ya he dicho está usted en todo! Traiga para acá. En esa caja de marquetería fina tiene todo los utensilios: cortapuros, navaja capadora o micológica, cerillas, lanzallamas… ¡Lo que más le cuadre que en esto de chiscar el habano hay muchas manías! Cuando acabemos, ¡¡todo por la ventana!!

viernes, 7 de abril de 2017

DIVAGACIÓN

El agua mineral se sirve de forma tan ruidosa, a chorro libre, que cubre la voz del conferenciante. Una voz por otra parte débil, más para susurrar escondido que para arengar a las masas que tan necesitadas están de que alguien les grite. El poder de la gorda que se sirve litros y litros de agua mineral es tal, es como ver un elefante conectando la trompa a un surtidor, que remata la jugada dejando caer con fuerza terrible la enorme botella sobre la mesa. Ante el estallido vibra toda la sala, sus vecinos respingan, a un tío cursi se le caen las gafas y pone un mohín tan atroz que su vecino no lo puede resistir y violento le amenaza con un enorme puño cerrado. Pasado el momento, la onda de violencia provocada por el paquidermo con vestido de flores se extingue. Prosigue la charla sobre procesos. Hay que marcar las casillas, todas las casillas, con un lápiz y por orden… ¿Y si las marco con la minga no vale? Esto lo ha pensado el enano de delante, se ha notado, pero como es como los demás, se calla. Está sentado entre el largo y la gorda, el jirafa y la elefanta. En esta selva el viene a ser una hierba, una hierba, alta para ser hierba, seca, crujiente. En cualquier momento lo arrancan del asiento para zampárselo y aquí se arma una de miedo, con el enano pataleando por los aires, apretado por la trompa del elefante que lo agita como un sonajero para llevárselo a la picuda boca. Cuello de toro se está durmiendo. Es normal, ahora se están describiendo todas las casillas, cada una y su contenido. Hay ciento diecisiete. Es mejor marcarlas rellenándolas con un aspa, con un aspa. Con un punto no, porque es confuso. Al saludarle antes se notaba la falta de un dedo, un rasposo vacía que daba escalofríos. Seguimos con las casillas. Excelente exposición sustentada por todos los hábitos verbales del anglosajón para quien todo es global, mundial, todo son lecciones aprendidas, mejores prácticas, si, no, hacer no hacer… Con ayuda de unos buenos carros de combate todas las artes salen mejor.
Al cumplirse la tercera hora de conferencia sobre procesos y casillas, y pese a la abundancia de agua mineral, ya han muerto dos oyentes. Uno se ha desplomado sobre la mesa, con la cabeza sobre el cuaderno. De forma bastante discreta, todo hay que decirlo. Como estaba sentado no se ha notado mucho. Parce que se ha quedado dormido, pero le sangran las orejas. Ha reventado por dentro en la casilla ochenta y dos, faltaba poco. El otro se desliza de la silla y cae debajo de la mesa, desaparece tragado, escondido por el mantel. No le encontrarán más que al día siguiente, al oponerse su grosura inerte al avance del aspirador. Hay un panorama de cráneos pelados, sobre gruesas nucas, con el cogote surcado de rollizas arrugas. Ya lo decía Pardo Bazán, nosotros vamos a los toros mientras ustedes beben solitarios hasta perder el conocimiento, perseguidos por sus ligas antialcohólicas.

martes, 3 de enero de 2017

BONI


Terminamos hoy la lectura de las extraordinarias memorias de Boni de Castellane.
El Cepogordismo quisiera rendir a este personaje controvertido y polifacético el homenaje que merece sin duda, pero son conocidas las limitaciones del Cepogordismo, que no suele pasar de apuntes, bocetos, escorzos, y eso con suerte y mucho esfuerzo.

El nombre completo del señor Castellane es Marie Ernest Paul Boniface. Fue conde de Castellane-Novejean y luego marqués de Castellane, conocido como Boniface de Castellane y sobre todo por su apodo, Boni, abreviatura de Boniface. En definitiva, Boni de Castellane.

Una de sus abuelas era sobrina de Talleyrand con quien convivió a menudo en el castillo de Rochecotte[1]. Estos datos pueden encontrarse en la red, aunque en este caso, como en muchos otros, la red contiene numerosos errores, insidias, frases que se le atribuyen y que nunca dijo (a la manera de lo que ocurre con Agustín de Foxá), chismes sobre su vida y sobre todo un sinfín de juicios, la mayoría de ellos más bien desfavorables.

El personal empeñado en etiquetar y calificar a nuestro Boni. Por las fotos que más adelante incluimos consideramos esto inevitable. Es natural que en esta época mesocrática y oficialmente igualitaria, de una grisura sin par, la estela del personaje despierte sentimientos de animadversión, de rencor social, de rabia irracional ante sus bigotes en punta, su evidente dandismo, su increíble pose, su refinamiento, su posición y su conciencia de todo ello. El contemporáneo no soporta que se le mire desde arriba.

Se dirá que fue despilfarrador, e incluso algunos se atreverán a reprocharle el haber sido tal vez mal padre y peor marido. Cuestiones estas sin duda debatibles, aunque no deja de ser una ironía siniestra que se le imputen hoy en día, cuando la institución familiar padece una crisis sin precedentes y realmente el divorcio ha llegado a ser socialmente un plus, una medalla que se exhibe sin rubor tantas veces y tan pronto como resulte posible, con lo que esto supone para los hijos que, en general, nunca se han educado peor.

Para la mayoría, para el masivo cateto contemporáneo, quedará así reducido nuestro personaje a la estereotipada imagen del frívolo dandy, casado por interés con una rica americana, Anna Gould, quien al cabo de doce años de matrimonio, cansada de sus excesos económicos y de sus devaneos con otras señoras, le pone un día en la calle. ¿Puede haber algo de verdad en esta rápida pintura de trazo grueso? Sin duda algo hay. Pero hay mucho más. Y ese mucho más son las memorias de Boni de Castellane.

Se trata de un libro en dos partes: Como he descubierto América seguido de El arte de ser pobre. Título este último de por si extraordinario y provocador que puede malinterpretarse si no se conocen los orígenes y el medio social al que pertenecía y en el que se desenvolvió toda su vida Castellane.

A lo largo de las quinientas páginas del libro aparece, como no podía ser de otra forma, el hombre de mundo, organizador de infinidad de saraos, conocedor del todo París, y de toda esa sociedad internacional y transnacional que vive como pez en el agua entre París, Londres, Nueva York, Roma, Viena, los balnearios alemanes, los cruceros por el mediterráneo, la costa azul. Esa sociedad que termina como tal con la primera guerra mundial. Para los que ya estén murmurando sobre España, diremos que formaban parte de ese mundo numerosos españoles de los que también habla nuestro autor. Lo que tampoco es ningun timbre de gloria. Se trata simplemente de un hecho. Es posible que usted no lo sepa, pero eso no cambia nada. Tampoco hay ningún deshonor en los abuelos aldeanos noblemente inclinados sobre el arado romano navegando entre los terrones. ¿Qué me dice? ¿Un tendero malvado que hizo fortuna aguando la leche, enarenando el chocolate y usando un juego de pesos y medidas trucado? ¡Qué le vamos a hacer! No por eso debe usted verter su bilis sobre las personas egregias. De todo tiene que haber, no se preocupe y volvamos a Boni.

A medida que avanzamos en el relato, la pura leyenda del dandy y esteta de la Belle Époque, que teníamos presente cuando lo empezaos, va quedando atrás, un tanto difuminada, tanto por las otras facetas de la personalidad de Boni, como por la calidad de su escritura.

Escribe en efecto de forma amena y muy viva. Se lee como si las cosas que nos cuenta hubieran pasado ayer y casi pudiéramos hacerle llegar una invitación a cenar, para pedirle más detalles, más historias. Pero no tenemos frac, ni talento alguno para los arreglos florales que tanto le gustaban, ni medios para colgar tapices que armonicen las tonalidades del salón (¿un solo salón?) con la luz de la hora del convite, ni candelabros para las velas, ni cocinero, ni... ¿Cómo convidar a Boni? Pues bien, al terminar sus memorias estamos seguros de que Boni agradecería la invitación y accedería a darnos algún consejo para arreglar un poco mejor el comedor, el salón, aquella salita, la casa entera (¡hay que tirar doce tabiques!). Siempre que, siendo las cosas como son, encontrara educación, curiosidad, ganas de charlar y un intento sincero de hacer mejor las cosas.

En sus memorias, el sentido del humor está presente un poco por todas partes, como parte de un estilo y de una forma de ver la vida que le ayudan a sostenerse cuando las cosas se tuercen. Es decir, no se trata de fatua ironía, ni de pedantería, ni de la media sonrisa del snob. Tiene sentido del humor verdadero, refinamiento, capacidad para matizar y valorar, para dar con el comentario certero, el detalle crucial. Y esto se debe, sin duda, a que lejos de ser un frívolo (aunque frívolo y despilfarrador ha sido como el miso reconoce) es una hombre formado, con creencias sólidas, formación religiosa (católico enemigo de la tercera república ferozmente anticlerical), culto, buen conocedor de la historia de Francia, de la historia europea, de la cultura clásica, con ideas políticas bien fundamentadas y claras, y un experto en bellas artes (lo que al fin y al cabo le permitió rehacer su vida después del cataclismo que supuso el divorcio). Además su don de gentes y sus habilidades y refinamiento sociales, capaz de recibir en su casa a un rey sin el menor titubeo y con la mayor y más refinada naturalidad.

Dónde resulta verdaderamente estupendo es en la descripción tanto de sus contemporáneos como de la sociedad en la que viven, de sus códigos y de su evolución. Con tres o cuatro pinceladas precisas, agudas, va surgiendo a lo largo de las memorias el fresco variopinto de todos aquellos a los que frecuentó. Y fueron realmente muchos. Pasamos del ámbito familiar, de su infancia y juventud que evoca con verdadera belleza y nostalgia, consciente de que se trata de un mundo que no volverá, al sinfín de escenarios por los que evoluciona el personaje: dueño de periódicos, político, mecenas, coleccionista sin par (varios de los cuadros de la Frick Collection de Nueva York le pertenecieron antes de su divorcio y estaban colgados en su casa –consideraba los museos un cementerio-), gran conocedor de Francia y restaurador de su patrimonio, excelente jinete y cazador, exitoso marchante de arte, magnífico relaciones públicas (expresión que le hubiera horrorizado).

Fue durante doce años diputado por el departamento de los bajos Alpes (Basses-Alpes) dónde su familia tenía sus raíces. Sus memorias contienen una evocación de la política durante la tercera república francesa interesante y un tanto desmitificadora para quien considere que todo lo de aquí es malo y lo de fuera bueno. Sabe por supuesto ser crítico, con una ironía ácida que no es extraño que no le perdonaran en vida. Algunos ejemplos:

Página 211 de nuestra edición: “nuestros diplomáticos eran pobre gente, salvo los Cambon, quienes en Londres o en Washington, o en Madrid o en Berlin, ejercieron su talento de manera aventajada. Nuestro personal estaba dominado por las ideas de la época. Se abandonaba la tradición y, bajo apariencia de servir al país, se era esclavo de concepciones ideológicas contrarias a sus intereses. (…)

La fealdad física de los gobernantes era como la mueca que hacía al mundo el diablo, escondido bajo su corteza, y los apellidos disonantes que llevaban tenían también un algo demoniaco. Un proyecto de ley “Waldeck-Cocula-Trouillot[2] dice mucho de ello. Pelletan, Combes y el pobre André daban la impresión de gárgoles vomitado veneno. (…). Es imposible tomarse en serio a hombres tan enanos. (…). El “pequeño” Delcassé se bajaba de la butaca y parecía más alto sentado que de pie. Cual un viejo santurrón al que Lucifer hubiera mordido el corazón y sufriendo de su propia infamia, se presentaba el ministro Combes.

Pelletant tenía algo de humanidad; pero su sectarismo, su increíble y demasiado aparente desorden, no le dejaban más que las marca del orangután. (…). Yo hacía esfuerzos sobre humanos contra su política; eso me valió su odio y más tarde el encarnizamiento de sus amigos para la destrucción de mi hogar.

También sabe elogiar con generosidad:

Página 208: “Léon Daudet era el más maravilloso de los invitados de esa casa. Ingenioso, profundo, fino, ya era considerando como el enfant terrible de la República. No hubo nunca alegría más franca que la suya, ironía más sabrosa, talento más peligroso para sus adversarios. Sus sueños son sinceros, lo que es raro. No tiene el alma del condotiero, sino el instinto del toro que embiste y empuja. Su fisionomía es atrayente.

Más adelante, refiriéndose nuevamente a la política encontramos una de las muchas confesiones que salpican las memorias y dan al documento un tono de tanta autenticidad:

Página 212: “Yo sufría por ese ambiente, ya que no me sentía hecho para la fealdad y la hipocresía que estaban a la orden del día. Todo el “mi mismo” de mi infancia se revolvía. Entonces quise crear cosas magníficas en el dominio del arte. Demasiado confiado en mi estrella, pensaba, como suele ocurrir la víspera de una catástrofe, que nada se me resistiría. Me dejaba ir a un lujo inmoderado, útil al menos al comercio de París. Como me gustaban los objetos artísticos y la decoración, hice numerosas colecciones y gasté considerables sumas en los muros de nuestra casa.

Se podrían multiplicar las citas, pero no tiene sentido glosar el libro entero. Resulta extraordinaria, por ejemplo, su visión de los Estados Unidos, la comparación con la vieja Europa a la que él pertenece; la pintura de su familia política y de su medio social de financieros multimillonarios, la forma de vivir y de pensar. ¡Cuántas cosas nos resultan familiares! Y es que las formas de allí – que Castellane analiza con tanta agudeza- hace mucho que han cruzado el atlántico y son ya las de aquí. En Europa ya no se pasea apenas. Se corre por la calle recubierto de plástico con cascos en la cabeza, dando rienda a una obsesión por el ejercicio bastante ridícula que ya era propia de los norteamericanos de entonces, presumiendo de músculos ante un pasmado Boni que suponemos se atusaba el bigote ante semejantes confidencias.

Las aspiraciones de la Sociedad americana, restos de civilización del antiguo mundo, exasperados por una libertad que va hasta la licencia, no se detienen ni ante la religión, ni ante la jerarquía, ni ante el culto de los antepasados, ni ante la familia, ni ante la historia ni ante el respeto humano. Existe en los Estados Unidos algo violento, que para nosotros, pobres europeos, parece enervante como el chirrido de la sierra sobre la piedra, que contradice nuestras ideas, desarregla nuestro entendimiento, nos hace perder la noción del ritmo, de la mesura y del orden.” (página 114).

No nos resistimos a incluir una cita más en la que se unen en una sola frase sus impresiones sobre los Estados Unidos, la política francesa y la sociedad contemporánea, con cierta gracia un tanto hiriente que podría aplicarse, tal cual, a mucho de lo que vemos hoy en día:

Página 117: “Asistí a una reunión de “hembras en pelos” [se entiende que se refiere a mujeres sin sombrero], cuya vulgaridad supera todo lo que he visto, incluso en el Congreso de diputados de Francia. Si estas son las costumbre que nos prometen con la emancipación total, el infierno se habrá instalado sobre la tierra”.

Pero quien quiera encontrar en Boni de Castellane a un misógino antiamericano se llevará un chasco si se toma la molestia de leer sus memorias. Ya decimos que no es posible glosar el libro completo que merece ser leído con tranquilidad, sobre una butaca que esté a la altura, con un atuendo correcto y un habano que no desmerezca. No hemos hablado del Palacio Rosa, cuyo descubrimiento dejamos a la curiosidad del lector. Sólo diremos que se lo llevó por delante la especulación inmobiliaria de los años setenta. Si señores, en todo un París y con Malraux en el ministerio. Con lo cual, la obra más emblemática y concreta de nuestro personaje se perdió para siempre. Como se había perdido antes la Belle Époque y se perderán todas las cosas que no son, al fin y al cabo, sino verdura de las eras. Ya lo dejó escrito el poeta clásico.

A continuación las fotografías, no se asusten ni ofendan.





Retrato familiar con dos de los tres hijos del matrionio con Anna Gould







RETRATO DE BONI DE CASTELLANE POR EL PINTOR PAUL EMILO BLANCHE. Observen a la derecho un distinguido bulldog francés.



BONI EN SU DESPACHO. A su espalda el retrato que le pintó Paul Emile Blanche.




BONI HA CUMPLIDO AÑOS, EL ABRIGO PARECE EL DEL RETRATO DE BLANCHE.

Y para terminar Boni con Anna Gould, algo hay en la foto que nos dice que no podía salir bien...







[1] Este castillo es hoy un hotel. Puede encontrarlo en la red, hacer una reserva y alojarse allí si quieren.
[2] Es difícil dar en español lo mal que suenan esos apellidos en francés.

lunes, 1 de agosto de 2016

CANO


Ya saben que ha muerto Cano, el fotógrafo taurino. Ciento tres años. Parece que se le conocía cariñosamente como Canito, pero a nosotros nos gusta más lo de Cano, que es más serio, de más empaque. Así es como firmaba sus fotos. Descanse en paz. De fotógrafos taurinos nos habló en su día el dueño de Salvador. No es que le conociéramos, ni tuviéramos especial trato con él. No vamos a darnos pisto. Es que era amable y aficionado a la tertulia, dos grandes cualidades, y como éramos la última mesa de la hora de comer de un viernes, a la salida nos entretuvimos un poco y le preguntamos cosas. Ya se daría él cuenta de que lidiaba con unos novatos, pero no por eso dejó de atendernos. Entre otras cosas hizo una referencia a la fotografía taurina como profesión, comentando que “claro, hoy en día que cualquiera en la plaza te saca una foto decente, eso se ha terminado. Como profesión me refiero. Yo a algunos que vienen por aquí pues les sigo comprando, tengo montones, no me caben ya. Es por echar una mano.” Algo sí fue lo que nos dijo. Lo que teníamos que haber hecho era pedirle permiso para volver a sentarnos, pedir otro café, pedirle a él que se sentara con nosotros, cerrar el local, encender un cigarro grande, y luego charlar. Pero si no recuerdo mal algún prisucas debía de haber en el grupo, alguno de esos que se sorprenden de que se hable con la gente; uno de los que atienden todo el tiempo el móvil y, si no, lo miran ansiosos de reojo; uno de los que se extrañan de que se siga acudiendo a la plaza de toros y en el momento asegura, todo ancho y pelele, que los menores no pueden entrar, que no es para ellos espectáculo tan fuerte o que se aburren; uno de los que viven como encerrados en la manga de los corrales, corriendo todo el tiempo ciegos hacia los chiqueros, para acabar encajonándose en los más entecos y estrechos horizontes, reduciéndose a la condición de becerro productor. Un gilipollas vamos. Pero el gilipollas debió de tirar del carro porque tenía mucha prisa, muchas cosas que hacer, porque le habían puesto hora, porque vaya usted a saber. Y los demás, más bobos entoavía, le seguimos. Y luego el Sr. Blázquez se murió. La muerte de Cano coincide con un año de presagios regulares para los aficionados a los toros: continúa el mono encaste y se sigue podando inmisericorde la variedad de la cabaña brava; las alternativas a lo de siempre, Victorino, Adolfo, parece que han iniciado una evolución, fruto sin duda de la presión ambiente, hacia algo más manejable. La desgraciada muerte de Victor Barrio es obra de la cornada de un toro de origen Santa Coloma, lo que no hará sino marginar un poco más a esta línea de Vistahermosa. Las terribles cogidas en las novilladas veraniegas de Las Ventas parecen indicar (lo decimos con toda prudencia) una pésima preparación de los novilleros, poco puestos, poco placeados, mentalizados para el toreo moderno, con el toro de vaivén que vacía las plazas porque es aburrido y tiende a ser, además, feo. Y finalmente, para rematar, la proliferación de los indultos –en días pasados a un toro de Victorino y a otro de Adolfo, precisamente- que es casi el peor de los síntomas, porque revela que el público ya no sabe lo que son los toros ni a lo que se va a la plaza. Esto está en perfecta sintonía con la prohibición de matar al Toro Vega, perpetrada por el PP de Castillo y León que esperamos que por fechorías como esta se lleve su merecido y que allana el camino a todas las persecuciones. Aunque los síntomas apuntados parecen indicar que las amenazas a la Fiesta provienen más bien de su propia evolución que del acoso exterior.  Pero bueno. Ya se sabe que desde el comienzo de los tiempos, los Toros han estado siempre en crisis. La afición aguanta y la juventud parece que se arrima. Trataremos de acudir a Bilbao en unos días a ver a Ureña con los Victorinos.
A.B.

Cano con el actor Heston.

viernes, 11 de marzo de 2016

11 DE MARZO

Hay que tener clara una cosa: desde el 11 de marzo de aquél año, desde los terribles atentados, nada ha vuelto a ser igual. Aquello se hizo con la clarísima intención de llegar a dónde estamos, de alejarnos de una senda de cierta normalidad. Han pasado los años y sigue en la cárcel un único culpable, un morito. Nadie más. ¿Pero quien organizó aquello? No se ponga a preguntar porque le llamarán de todo. ¿Y las víctimas? Ya saben lo que se dice, que no molesten, que no fastidien con el asunto este. Las víctimas del terrorismo que son el medidor de la calidad de nuestras instituciones prácticamente no existen ya, han sido amortizadas, eliminadas de la vida pública, son parias. Recemos porque no haya más asesinatos así, porque ya sabemos lo que le espera a la víctima: palo, oprobio, marginación. Y aquellos que defienden el asesinato como medio para hacer política, de forma más o menos velada, los herederos o compañeros de terroristas, hoy están en las instituciones, dentro de nada serán la gente normal.