jueves, 21 de febrero de 2013

PIPISMO

Reflexionaban Tato y Alcides sobre altas cuestiones, mientras Doroteo ponía al día su correspondencia, abriendo los elegantes sobres de la Sociedad Heráldica con una fina daga a modo de abrecartas.

- La cuestión de la pipa no es el habano, ni mucho menos. Así de sentencioso empezó Alcides, para continuar de esta manera:

- En la pipa priman sin duda la belleza del gesto y del objeto sobre el fumar. Belleza, estética, gesto, no es poca cosa. Pero fumar, fumar, el habano. Porque el habano tiene como supremo atributo, la lentitud, la languidez, el tiempo suspenso.

Tato, en lugar de replicar, le siguió el juego: 

- La pipa es más acida, requiere más atención, es más femenina y por tanto más nerviosa, apenas puede estar tranquila, requiere atención, exige cuidados, quiere protagonismo, se apaga caprichosamente. Es aromática, es ligera, ingrávida, tiene un punto de inconsistencia y romanticismo, la búsqueda del gesto, la pose antigua, la brevedad también. Fumar una pipa es, siempre, recordar a mi tío C., que la fumaba de brezo, sujetándola en un lado de la boca, mientras hablaba por el otro, con la pierna cruzada, el gesto pausado y airoso, la pierna cruzada, calzado de alpargata veraniega y pantalones claros, bigote, alta nariz. ¿Cómo transcribir aquí el recuerdo de su voz que todavía oigo?

Y es aquí cuando los dos echaron a andar para dar un paseo de esos, al caer la tarde.

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