viernes, 12 de noviembre de 2021

Tabacología.

En una de las novelas que protagoniza  Maigret, Simenon describe a un personaje que fuma unos cigarros de color negro conocidos como “clou de cercueil”, es decir, clavos de ataúd. Ahí es nada.

Otro asunto peliagudo es el del mascar tabaco, costumbre prácticamente desparecida. Encontramos la siguiente descripción:

"Para mascar el tabaco (verbo impropio si los hubo pues no se masca sino se exprime por presión), se corta de la cuerda un trozo como de media pulgada, se enrosca, se introduce en la boca y con el índice se hunde en el lado izquierdo de ella entre las llamadas muelas del juicio. Un movimiento dulce e insensible de las mandíbulas tritura poco a poco el tabaco; de vez en cuando se da una vuelta a la mascadura con la lengua; cuando el tabaco no sabe a nada y parece paja se trae la pelota adelante, se aprieta entre la lengua y los dientes y se arroja."

El arte de fumar. Tabacología universal, por Leopoldo Garcia Ramón, Paris 1881, edición facsímil de editorial Maxtor.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Apuntes en la bahía, un verano.

El mejor banco del paseo lo tienen unos viellos, a la sombra, pero con las vistas. O, dicho de otra manera, las mejores vistas y además a la sombra. Son muy cucos y les admiramos. Unos novios se dan el pico, llevan un perro de la correa. Por favor, ese lenguaje. Familia de tres generaciones, hablan nuera y suegra, no hay duda, se nota. El abuelo en cochecito, como el nieto. Un pescador, gente que para a mirar la vista sobre la bahía, recreándose. Dos amigos y dos que todavía no son novios, pero casi. Tres niñas redondas. Macarras haciéndose un selfi. Abuela en silla de ruedas, le da el aire. Sol, brisa. Matrimonio primitivo, los dos con el móvil y el con una panza de aquí a Roma.

La gorda poética que contemplaba la tarde luminosa se ha marchado y la pipa se acaba. Los barcos entran en la bahía a motor. El pescador a lo suyo, cruza el cielo una gaviota. Una chica posa, cruzada la pierna. Madre con niños se sientan en el banco de al lado. Madre con niños se sienta en el parapeto. Una paloma zurea y el que esto escriba, con la pipa, posa también.



martes, 9 de noviembre de 2021

Suplementos culturales. Un apunte sobre lecturas, por A. Bergamota.

Lecturas, exceso tal vez de libros. ¿Pero por qué no si se leen e incluso releen? Uno decepcionante, de José Enrique Ruiz-Domenech, sobre pestes y pandemias, que no merece la pena ni reseñar, verdadera ensalada de tópicos, un cacao de lugares comunes, doctrinas confusas con una vaga apelación a la educación como tabla de salvación. Sólo acierta, un poco por casualidad cuando, lamentándose, describe la situación de nuestra clase política, los medios de comunicación, el embrutecimiento social, la ciencia desbocada sin límites de ninguna clase. Pero no acierta con una sola de las causas. Y por supuesto, la poca vida religiosa y la ausencia de Dios, que tanto explican, se encuentran completamente ausentes de su análisis, como no sea para recordar que la religión viene a ser una antigua y oscura superstición. Un libro que salvo por cuatro datos históricos no vale gran cosa. Eso por fiarse de los suplementos culturales, supuestamente, de la prensa de papel, en lugar de mantenerse en la senda de lecturas donde con naturalidad pasamos de una a otra.



miércoles, 27 de octubre de 2021

GORDAL

Hay una clase de gorda muy en tipo, muy definida, con características muy concretas. Se trata de la gorda de cabeza pequeña, ojo pequeño, normalmente con el pelo recogido con una coleta. Imaginemos una aceituna gordal, en horizontal, y sobre la aceituna un guisante. Ahí tenemos a esta gorda característica. Normalmente pasea con una bolsa de algo en la mano -patatas, pipas, panchitos, cacahuetes, rara vez almendras- que se va zampando con mirada infiferente. Pero no nos dejemos engañar, bajo esa indiferencia disimula un carácter violento, una mala idea de primera categoría. Porque no se trata de una gorda que pueda resultar atractiva, con la que se pueda pasar un rato agradable, amiga del buen comer, o de la charla, con la que se pueda ir a los toros y luego a tomar algo. No. Esta gorda gordal suele estar de mal café, cabreada y puede ser muy agresiva. Es de las que suelta una coz, una patada, sin avisar y con funesta punteria. Al hacerlo, su rabia fría puede hacer que bizquee un poco y que esos ojos diminutos se junten un poco más aún. Una vez desfogada, seguirá su paseo, metiendo la manilla en la bolsa de panchitos, poniéndose las botas. Vimos venir a una de estas el otro día y nos cruzamos de acera, por si las moscas. Avisado queda.

sábado, 2 de octubre de 2021

Tarde de toros. Feria de otoño 2021.

De nuevo allí. Hoy también, esta tarde, con la plaza llena. Y hemos visto torear a Juan Ortega. Nosotros que todavía elegimos los carteles por los toros -no sé cuánto tiempo podremos seguir con esa maña- le hacíamos ascos al cartel de esta tarde. Pero nos han podido las ganas de volver a la plaza, de volver a Las Ventas. Y una vez sentados, fuera prejuicios, fuera faenas preconcebidas, fuera pañuelos preparados. Mirar, mirar y mirar. Y no hemos visto más que a Juan Ortega, con la muleta, toreando al segundo de su lote, sexto de la tarde. De repente se paran las cosas, de repente se escenifica aquello de la línea horizontal, el toro, y la línea vertical, el torero. De repente se anda menos, se pierden apenas pasos, se rectifica apenas; de repente las series son cortas, medidas, pensadas, con remates airosos, vemos torear al natural, por las dos manos, y vemos toreo cambiado, vemos empezar la faena por bajo, continuarla con ayudados por alto, vemos torear, vemos al toro que se va quedando encelado, dominado. Y la verticalidad, la compostura, la naturalidad, la mesura, el inexplicable aire suave de pausados giros del poeta. Unos muletazos que nos encienden, que encierran una belleza que de repente se derrama ante nuestros ojos, después de tantas tardes desaparecida.

Se podrán discutir cosas por su puesto, no es esa la cuestión. ¿Por qué llevarlo hacia los chiqueros? ¿Por qué no acabar la faena en los terrenos dónde empezó? ¿Faltó un poco de hondura, de poder? Qué pena la estocada que desde dónde estábamos parecía contraria. Por supuesto. Pero hemos visto torear, hemos visto lo que da sentido a todo esto, a sentarse en la plaza a ver a esos hombres jugarse la vida. Oiga, no se ponga profundo que me voy. Descuide que ha sido sólo un momento.

De los otros dos matadores apenas hay algo que decir, sino que Emilio de Justo cortó dos orejas, de las de toreo automático y el Juli, lo mismo, un sola, pero del mismo estilo, de esas en que el torero parece un compás abierto dando vueltas como una peonza con el toro prendido de la punta exterior. Tampoco hay que cebarse, cada uno hace lo que puede, como nosotros, con tantas limitaciones. En fin. Que esta tarde estábamos allí de nuevo y que hemos visto Torear, con mayúscula, a Juan Ortega.

Para el Heraldo de Nava, Genaro García Mingo Emperador.

Por cierto, al recoger el coche se veía claramente que los señores que pagaban el aparcamiento delante de nosotros también venían de los toros. Les abordo con descaro. ¿Vienen ustedes de los toros? Se giran sorprendidos, si señor dicen mirándome de arribe abajo. Me apresuro a confirmar que yo también. Sonrisa. Voy al grano: ¿Qué les ha parecido Juan Ortega? Cuanto me alegra que sea esa su pregunta, porque esos muletazos, esos muletazos, lo otro, pues no, es otra cosa. Hay que venir veinte tardes para ver una cosa así. Nos despedimos coincidiendo completamente. Oiga, ¿y es imaginación mía o al señor ese, de buena pinta, por cierto, se le caía una lagrimilla mientras evocaba esos muletazos, esos muletazos…? Hombre, y yo que se, que cosas tiene, serán cuestiones del lagrimal descontrolado.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Varios. De los cuadernos del gran polígrafo A. Bergamota. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

El monstruoso café servido en el bar Casa Papo del casino local, por el sádico camarero. Mira impasible mientras las víctimas beben el mejunje y, día a día, lo empeora gradualmente.


Con la edad la necesidad de hablar es cada vez menor y lo que más nos atrae es el simple y sencillo afecto. Es posible que al darse cuenta de la superficialidad que en todo reina y de la ignorancia que triunfa, uno tenga el pudor de callar y quiera al menos reducir la propia. Lo que parece un brote de sabiduría es en realidad algo doble pues viene a ser justificación de  (…). ¡Oiga no termina las cosas!

Reunión. Una cabeza de romano, pelo blanco, peinado hacia delante, frente despejada, nariz recta. Dos cabezas levíticas. Una de apóstol, de retrato de Ribera, tonsura, negrura, tamaño, ángulos acusados. La otra de prestamista bien comido, nariz tirando hacia abajo, aguda, al encuentro de la barbilla tirando hacia arriba.

Circo, uno recuerda que le gustaba a Ramón... Se debate entre optar por la expresión el horrible mundo de las familias y el entrañable -tal vez el meritorio- mundo de las familias. Si pensamos que la familia es la que se encarga de educar, sujetar y encauzar a la bestia parda que es el Hombre, habrá que optar por la segunda expresión y reconocer que la familia, enloquecedora y gritona es también entrañable y meritoria, en cualquier caso, imprescindible, la única manera.

Desaparecidos el concepto y la mera idea de chica decente, la civilización se hunde.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Variaciones

HDSP: Hierónimo Danza Sileno y Pérez.

RBT: Roberto Baring Tribulación. 

WHB: Werner Homero Bernaldo. 

No viajamos, ya sabe. Alcides, detrás de su fachada de amarilla barda, está en realidad estudiando a Elgar. Que ya se sabe de qué forma encaja, tristemente, con su inquietud por la primera guerra mundial. Así que nos pasamos el día envueltos en las variaciones Enigma, descifrando y descifrando, como oscuros agentes de un servicio secreto enclaustrados en la sala de cifras. El concierto para violoncello, que quiere usted que le diga. Lo compuso Elgar en 1918. Deja entrever algo de la nobleza y la pompa de la Inglaterra más altiva, pero todo queda envuelto ya en un aire de tristeza que parece superponerse al ritmo de marcha del segundo movimiento. Elgar escribió en 1917 que todo lo bueno, agradable, limpio y fresco y dulce, está lejos y, en 1919 dejó de componer. Así, hasta su muerte. Oiga, eso no es exactamente así, aunque quede muy bien, muy romántico. Lo que fue un duro golpe para él fue la muerte en 1920 de su mujer Alice, que había sido su gran valedora y apoyo. Y es cierto que supuso un parón en su actividad musical, pero la retomo más adelante. Los dos están enterrados juntos, en un cementerio católico. ¡Pero para que vea usted con que cosas estamos! Está insoportable, pero mañana le dejaremos con su murga y saldremos a dar una vuelta, un paseo revigorizante, un paseo saludable e higiénico.