sábado, 14 de noviembre de 2020

De los diarios de Alcides Bergamota el Grande.

Al indio de la India le gustan los colores extremos, por ejemplo, la camisa de un morado oscuro, de buganvilia encendida, surcada de rayas negras, las gafas cuadradas, de buena pasta y patillas azules, el grueso reloj, el acento de Gunga Dhín al hablar inglés.


Cuando el cepogordista se cruza por la calle con dos moros que hablan a gritos como si estuvieran solos, en el extraño idioma gutural y cavernoso que es el suyo, le corre por el cuerpo una cierta desazón y casi involuntariamente invoca silencioso las Navas de Tolosa y se refugia en el recuerdo de don Alfonso VIII diciendo al arzobispo Jiménez de Rada “Arzobispo, voy y yo aquí muramos”. De repente se da cuenta de que ninguno de los dos está ya en este mundo, ni Pedro de Aragón, ni Sancho de Navarra, ni el señor de Vizcaya y que los pueblos y villas castellanos que mandaron a sus milicias a combatir al moro son hoy lugares de gente mayor y poco vigor.

Se rechaza una novela. Nota sobre un sucedido, cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

¡Soy Genaro García Mingo, candidato del Partido Regular! Estoy aquí rodeado y me quieren hacer cosas feas y luego cosas malas, y me han tirado un huevo. Mira Alcides, esto no es verosímil, si lo publicamos se nos queda todo en las librerías, si es que conseguimos colocarlo en la mesa de novedades. La escena del asedio y el tío diciendo que el desfile de la fiesta nacional le parece un coñazo, nadie se lo cree. Y la escena del sindicalista forrándose de marisco y percebes en Bruselas, eructando mientras reniega del capital y brinda con litros de cerveza contra la clase empresarial, todo pagado por los impuestos del contribuyente… ¡Pero hombre! Como sátira, como farsa reconozco que tiene su fuerza, pero no encaja en la ficción política. Y la coca, las putas, los chaletes, los lujos de medio pelo, ¡todo pagado con los presupuestos para la lucha contra el paro! La verdad es que eres un cínico. Te pasas tres pueblos. Y el sátrapa del sur, nuevo Abderramán de la corrupción democrática metiendo las manos en un caldero lleno de billetes de quinientos y toda esa gente corriendo por todos lados cargando con bolsas de basura llenas hasta arriba de pasta gansa. ¡Pero hombre, deja ya la bebida! ¿Qué tomas antes de irte a dormir?

jueves, 5 de noviembre de 2020

Inclinaciones, por Calvino de Liposthey, cronista.

-    Que el mundo sigue siendo hermoso, como obra de Dios que es, que se puede respirar aire puro y quedar uno absorto o deslumbrado, según cada cual, ante este otoño espléndido, no hay duda. Pero tampoco parece haberla sobre el hecho de que nuestro mundo -no el mundo como tal sino el nuestro, ¿entiendo usted? - parece colocado desde hace tiempo sobre un plano inclinado. Y puesto sobre ese plano inclinado, se va deslizando hacia un abismo en el que desaparecerá. La inclinación del plano parecía leve y de alguna manera fácil de corregir. Pero hoy, por el contrario, la inclinación parece cada vez mayor y la velocidad del deslizamiento aumenta por momentos. El edificio se va desmoronando.

-      Oiga, no se ponga siniestro.

- Me pongo como me parece. Pues sólo faltaba. ¡Vamos hombre!

- Y yo me cisco en usted, en los profundos, en los analíticos y en los literatos.

- Es usted incorregible, su zafiedad no tiene límites.

-  Pues va a pagar usted la cuenta, además.

La conversación anterior pudo oírse no hace mucho en el Café Libertad de Nava de Goliardos. Se tomó la molestia de transcribirla Calvino de Liposthey, fiel a su labor de cronista, amanuense, testigo, memorialista y también, porque no decirlo, fiel a su condición de viejo cotilla. Estaba sentado bastante cerca de los que esas cosas se decían sorbiendo un dedal de anís y, como el mismo dice, se le fue la oreja por los planos inclinados...

viernes, 23 de octubre de 2020

Una novela del oeste.

Hoy he encargado una novela del oeste. Es una novela de aventuras, de espacios abiertos, de grandes bosques, de vida al aire libre, de galopadas por las praderas y viajes en canoa por ríos caudalosos, de las que publica la editorial Valdemar en su colección Frontera. Creo que ha sido un acto casi reflejo, como para compensar la sensación que tenemos hoy en España de estar viviendo en una habitación mal ventilada, en un ambiente asfixiante, dónde apenas si nos dejan respirar a los que no comulgamos con el dogma progresista, con la ultra izquierda, con los radicales del género, abortistas y eugenistas, con terroristas y nacionalistas, con la ñoñez blandengue de los tibios, con los ataques a la familia, al derecho a educar a los propios hijos, a hablar español, a la propiedad privada, a la unidad de España, a la libertad, y a ese mundo en el que, mal que bien, todavía quedan restos de lo que un día fue la Cristiandad.

miércoles, 14 de octubre de 2020

PARENTELA

Tendremos que hablar un día de Ogún y Changó Bergamota, primos lejanos, hijos de la tía Fidela Gómez Seisdedos, una equivocación en la vida de Felix María Bergamota Dulce, distinguido primo decadente, que de Samaniego el fabulista sólo leía la otra cara de la moneda. Ella, dada al espiritismo, eligió los nombres de los niños, vaya gracia.

jueves, 17 de septiembre de 2020

BRUTALIDAD. Un extracto de los llamados Cuadernos Negros, de A. Bergamota. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

 

Al parecer el fundador de la gran tienda era un nazi camuflado de mercader para seguir conspirando. Tal vez su tienda sea una tapadera para lograr la expansión de enfermedades o la proliferación de invertidos. Recuerden el escándalo de la carne de caballo. Es posible que estemos ante un Untador del siglo XXI. Los untadores untaban la peste con pinceles sobre superficies en las que luego se apoyaba la gente que quedaba contagiada. Eran perseguidos por esa razón, apedreados, linchados o quemados. De ahí que resultara peligroso, en las épocas de las grandes pestes, realizar cualquier gesto que pudiera confundirse con el acto de untar. Por ejemplo, sacar un pañuelo para limpiar cuidadosamente el banco antes de sentarse. A lo mejor en aquel lugar abarrotado regalaban algo o era gente llevando a suegras, abuelos y parientes mayores para intentar liquidarlos por la vía del contagio y hacere con pisos, herencias, bibelots y demás. Con la eutanasia que pronto será legal en este paraíso progresista ya no será necesario meterles en unos grandes almacenes atestados. Un empujón por las escaleras será suficiente.