Se reprochaba al gran polígrafo
la dispersión de su obra, diseminada en opúsculos, panfletos, acotaciones,
glosas y explicaciones dadas en la prensa, en periódicos locales, regionales o
extranjeros; en revistas especializadas, marginales, subterráneas, escondidas,
montaraces. Escritos nunca sistematizados ni recogidos en antologías más que
muy parciales y sesgadas, reunidas por sus enemigos para difamarle defendiendo
la tesis de su radicalidad y violencia, de su elitismo, misoginia, xenofobia y
agorafobia. Era efectivamente tildado de agorafóbico por su costumbre de
conferenciar siempre en recintos cerrados, viejos cafés o antiguos teatros reservados
para la ocasión. Siempre que haya terciopelo de un rojo oscuro me parecerá bien,
aseguraban que decía en una nueva demonstración de su esnobismo, de su elitista
y plutocrático espíritu. Estas antologías sesgadas y manipuladas habían sido
analizadas y refutadas por los críticos y seguidores del polígrafo, demolidas
en artículos implacables con los que habían demostrado la mala intención, la
rabia y la vesania de sus enemigos. Estaban también los prólogos, los ensayos
parciales, los textos de las conferencias, las monografías acotadas a temas
concretos, especializados. Pero se reprochaba al gran Bergamota la ausencia de
la gran obra, del gran corpus doctrinal. Y también del gran poema épico. ¿Pero cómo
es esto? respondía el aludido cuando se lo comentaba Mireia Morcón Chumbera, la
periodista. Si Sr. Bergamota se le reprocha la ausencia en su obra de un gran
poema épico. Una Ilíada, unas Lusiadas a la manera de Camoens. ¡Pero si yo no soy
poeta oiga! Pues esfuércese, esfuércese, insistía la periodista tensando el
busto hacia adelante, no cediendo un milímetro ni en la argumentación ni en el
espacio. Es un auténtico despliegue de misiles balísticos intercontinentales
murmuraba Tato al oído del Amigo Pulardo que asistía con él a la entrevista. La
periodista, tensando el velamen de su blusa de seda blanca insistía: ¡Unas
Lusiadas de Nava de Goliardos! ¿Se lo imagina? La verdad es que no oiga, la
verdad es que no.
lunes, 16 de julio de 2018
APUNTACIONES SUELTAS III. El gran polígrafo en los Estados Unidos.
El agua
mineral se sirve de forma tan ruidosa, a chorro libre, que cubre la voz del
conferenciante. Una voz por otra parte débil, más para susurrar escondido que
para arengar a las masas que tan necesitadas están de que alguien les grite. El
poder de la gorda que se sirve litros y litros de agua mineral es tal, es como
ver un elefante conectando la trompa a un surtidor, que remata la jugada
dejando caer con fuerza terrible la enorme botella sobre la mesa. Ante el
estallido vibra toda la sala, sus vecinos respingan, a un tío cursi se le caen
las gafas y pone un mohín tan atroz que su vecino no lo puede resistir y
violento le amenaza con un enorme puño cerrado. Pasado el momento, la onda de
violencia provocada por el paquidermo con vestido de flores se extingue.
Prosigue la charla sobre procesos. Hay que marcar las casillas, todas las
casillas, con un lápiz y por orden… ¿Y si las marco con la minga no vale? Esto
lo ha pensado el enano de delante, se ha notado, pero como es como los demás,
se calla. Está sentado entre el largo y la gorda, el jirafa y la elefanta. En esta
selva el viene a ser una hierba, una hierba, alta para ser hierba, seca,
crujiente. En cualquier momento lo arrancan del asiento para zampárselo y aquí
se arma una de miedo, con el enano pataleando por los aires, apretado por la
trompa del elefante que lo agita como un sonajero para llevárselo a la picuda
boca. Cuello de toro se está durmiendo. Es normal, ahora se están describiendo
todas las casillas, cada una y su contenido. Hay ciento diecisiete. Es mejor
marcarlas rellenándolas con un aspa, con un aspa. Con un punto no, porque es
confuso. Al saludarle antes se notaba la falta de un dedo, un rasposo vacío que
daba escalofríos. Seguimos con las casillas. Excelente exposición sustentada
por todos los hábitos verbales del anglosajón para quien todo es global,
mundial, todo son lecciones aprendidas, mejores prácticas, si, no, hacer no
hacer… Con ayuda de unos buenos carros de combate todas las artes salen mejor.
Al cumplirse
la tercera hora de conferencia sobre procesos y casillas, y pese a la
abundancia de agua mineral, ya han muerto dos oyentes. Uno se ha desplomado
sobre la mesa, con la cabeza sobre el cuaderno. De forma bastante discreta,
todo hay que decirlo. Como estaba sentado no se ha notado mucho. Parce que se
ha quedado dormido, pero le sangran las orejas. Ha reventado por dentro en la
casilla ochenta y dos, faltaba poco. El otro se desliza de la silla y cae
debajo de la mesa, desaparece tragado, escondido por el mantel. No le
encontrarán más que al día siguiente, al oponerse su grosura inerte al avance
del aspirador. Hay un panorama de cráneos pelados, sobre gruesas nucas, con el
cogote surcado de rollizas arrugas. Ya lo decía Pardo Bazán, nosotros vamos a
los toros mientras ustedes beben solitarios hasta perder el conocimiento,
perseguidos por sus ligas antialcohólicas.
miércoles, 11 de julio de 2018
Apuntaciones sueltas II. Dietario del gran polígrafo. C. de Liposthey.
Junio de ****.- Iba andando
por el poligó. Al pasar un coche cerca de mí, me grita el pasajero, ¡eh puto gordo!
Luego se oye una carcajada grosera, estridente, ventruda. Yo me indigno, utilizo
la expresión ¡como se atreve!, rabio y tasco el freno. Con una inspiración
repentina me agacho y agarro a todo agarrar una gran canto y lo lanzo con
violencia y rapidez. Con hábil puntería le arreo en todo el melón al de la risa
boba que ahora se lamenta de haberse arrimado a paquidermo tan agresivo.
Seto nevado. Colección particular. |
martes, 10 de julio de 2018
Apuntaciones sueltas. Nuevamente agradecemos la paciente contribución de C. de Liposthey.
Calvino de
Liposthey considera que, pese a su crudeza, los apuntes del dietario del Gran Polígrafo
pueden tener cierto interés. Corresponden a la época sombría en que, lejos de
Nava, el gran Bergamota sufría los rigores de ser empleado por cuenta ajena. Las
entradas del dietario de aquella época cuentan con el atractivo de una cierta
frescura y espontaneidad, propia del apunte trasladado al papel para que no se
olvide la impresión de un momento.
Conviene
recordar que el Gran Polígrafo consideraba aquella época como una experiencia
personal desoladora en su mayor parte. Coincidía en eso tanto con Hayek cuando
afirma que una sociedad de asalariados no puede constituir una sociedad de
hombres libres, como con el Tradicionalismo al que se unió en Nava y sus
críticas al capitalismo financiero de grandes multinacionales. Curiosamente, en el mismo
sentido iba Ramiro Ledesma cuando en su Discurso a las Juventudes de España se
refiere varias veces al asalariado como perteneciente al más bajo de los
estratos de la sociedad: “Si las
juventudes angustiadas y sensibles a las desgracias de España emprenden una
acción enérgica en pro de su fortaleza y liberación, tienen que buscar con más
insistencia que otros los apoyos y colaboraciones de una parte —lo más amplia
que puedan— de la clase obrera, de
los asalariados, de los pequeños agricultores y, en fin, de esa masa general de españoles en
constante y difícil lucha con la vida.” Y el tío, más adelante remata: “(…) Y más aún, no se trata sólo de asalariados,
de proletarios. El paro amenaza hoy asimismo a zonas inmensas, pertenecientes a
las clases medias, y se agudiza cada día con caracteres más graves en las
juventudes.” Obsérvese como asocia asalariado y proletario y de alguna
manera lo considera como no perteneciente a las clases medias. En fin. Así es
la vida.
Calvino de
Liposthey nos facilita un primer apunte del famoso dietario. Esperamos que la
cosecha sea abundante y vengan más.
Finales de junio de ****.- Subiendo las
escaleras me cruzo con Pepita que es el bombón de por aquí y además actúa como
tal. Podría incluso decirse que lo que la convierte en el bombón de por aquí es
más la actitud, la actuación, que la propia condición física, que tampoco es
que esté mal. Baja las escaleras con una falda más que mini, camiseta tensa y
el pie al aire, al cruzarnos suelta como una risilla-gemido y al tiempo se
muerde el labio inferior con los ojos disparados. La primavera trastorna al
personal, es evidente. Y da que pensar sobre esa parte de nuestra personalidad que
casi siempre pasamos por alto, más cercana de la naturaleza primera, bruta, que
racional. Pepita que bajaba por las escaleras estaba en ese momento más cerca
de la planta tropical, del felino, que de la ciudadana urbanita pagadora de
impuestos. Hemos escapado con vida, que no es poco.
La FAUNA.
jueves, 21 de junio de 2018
Los sueltos de El Heraldo de Nava: don Pedro Mourlane.
Por el Pirineo azul, vascongado
el Rey de la barba Florida ha pasado…
F. Q. S.
Valentín de Zubiaurre |
Hemos pasado
un rato con don Pedro Mourlane. Si señores, los hay con suerte, así son las
cosas. ¡Claro que le conocíamos! ¿Quien no ha oído contar aquello que le dijo a
Jacinto Miquelarena, asomado a la ventanilla del tren?: ¡Que país Miquelarena! Pero
la mayoría de las veces no se pasa de ahí. Y es una pena quedarse en la anécdota,
famosa por la eufonía del apellido del amigo.Ya se quejaba en vida Jacinto
Miquelarena de pasar a la posteridad por la dichosa frase que parece haberles
ocultado a los dos. No pasar de ahí aclara mucho de lo que en estos tiempos
sucede, censuras y cesuras, y lecturas de novelillas traducidas.
Alrededores de Irún. |
Le conocíamos
de oídas, pero realmente nos lo presentó hace unos días Dionisio Ridruejo. Le
dedica unas páginas en la parte final de Casi
unas memorias, denominada Memorias
literarias. Valga un ejemplo: Pocos
hombres han carecido como Mourlane de la pasión burguesa por el lucro y la
competencia, nos dice Ridruejo. Y añade: Para mis ojos medios niños –tendria quizá 19 años cuando me senté por
primera vez a su mesa- Mourlane era un espectáculo fascinante[1].
Así que
aprovechando la ocasión, hemos estado charlando hoy con él. Esperamos que pueda
repetirse la entrevista. Su obra no es mucha, han quedado un par de libros y la
parte periodística, que sepamos, completamente dispersa. Y muchos comentarios alrededor
del personaje, contradictorios, distintos, elogiosos algunos, como el de
Ridruejo, magnífico; otros menos. Y hay también muchas alusiones a don Pedro
como esta que escribimos, que no llega a vago apunte. Y las famosas anécdotas.
Al parecer Mourlane era un espectáculo verbal, al hablar, al declamar, al
narrar, al decir. Una obra escrita dispersa, pero un mundo propio, enteramente
poseído, nada de retales. Y además el personaje. Durante la charla nosotros atentos
y el hablando.
Bidasoa con vista a Hendaya. Obra de Rafel Boti |
Don Pedro era
irunés, que así se nombra a los naturales de Irún, como bien nos recordaba hace
poco nuestro gran amigo Sardanápalo Salmón Lafuente-Bermeja. Insiste en que al
citarle precisemos que su segundo apellido, unido por un guion, es compuesto.
Así lo hacemos.
Pues don Pedro
era irunés y para quien conozca un poco la región, con eso de la Escuela Romana
del Pirineo se abre todo un mundo. Mejor dicho, se nos recuerda su existencia y
que lo cortés no quita lo valiente, como que por ejemplo fue Irún un gran
puerto romano. Claro que estas cosas sencillas y claras incomodan. Son como
chinchetas puestas en la mesa sobre la que se quiere descargar el puñetazo.
Nos decía hoy
don Pedro -no nos atrevemos todavía con lo de “el amigo Mourlane”, tal vez un
día-; nos decía que el disturbio
romántico estremece aún el aire de Europa. Hemos asentido. Rompiendo el
silencio, hemos añadido que tal vez ahora más que nunca. Todo envuelto en otros
aires y sirviendo de caballo de Troya para la siniestra cantinela de mentiras, utopías
y persecuciones que conforman el paisaje oficial. Y don Pedro, irunés, desde
Irún, desde Bilbao y hoy en Madrid, nos recordaba que el bien no está en las cosas, sino en el orden de las cosas, que es su
justificación en cuanto trasunto del orden eterno. ¡El orden! Atardece y
nos entra una como punta de melancolía. ¡El orden, la inteligencia, el saber!
Nunca, que
sepamos, posó a la manera local, ni tuvo que hacer el cansino alarde de
vasquismo con el que tantos creen justificarse no se sabe bien ante quien ni
ante que. No es necesario hacer exhibición de lo que se es auténticamente y nos
conforma con naturalidad. Tampoco su inteligencia despierta y su cultura clásica
lo hubieran permitido.
Don Pedro
tenía una calle en un pueblo de su provincia, Guipúzcoa, pero el orden nuevo le
hacía pintadas en el cartel, llamándole lo de siempre, facha. Así que se cambió
el nombre de la calle y arreglado. Cuando se lo cuento, a don Pedro esto le
importa poco y nos mira de una forma, desde tan alto, desde tan lejos, que nos
sonrojamos un poco. Fue poco amigo de vanidades y actitudes impostadas. Aunque
a el no le importa, al paseante de aquél pueblo, que tampoco se llama ya como
se llamó durante siglos, le quitan el nombre de la vista y con el nombre tal
vez la curiosidad y el preguntarse por la Escuela Romana del Pirineo. Quien
sabe.
Y es que hay a
toda costa que cegar las fuentes y para ello esconder a Mourlane que nos decía:
Osemos remontar las aguas para beber en
los manantiales a que deben su origen. Es lo que hace el amor, que reta al
tiempo y, con sólo recordar, lo vence. Para vencer a nuestra manera al
olvido, a la estrechez de los tiempos y al enemigo malo, dejamos esta nota
sobre nuestra primera charla con don Pedro Mourlane. Hemos quedado para otro
día.
Para el Heraldo de Nava, Genaro García Mingo.
Valentín de Zubiaurre, nuevamente. |
[1] Dionisio Ridruejo, Casi
unas memorias, editorial Península, 2017, pag. 480 y siguientes.
domingo, 17 de junio de 2018
sábado, 16 de junio de 2018
Hemos visto: DOMINGO DE CARNAVAL de Edgar Neville.
Edgar Neville es uno de
esos directores que de alguna manera rescatan el cine español. No es el único
por supuesto. Un argumento sencillo y ameno, sin histrionismos ni segundas intenciones,
nadie va a darnos una lección. Cuidada realización, dominio del contar haciendo
cine. Excelentes actores, todos ellos. En esta ocasión Conchita Montes y
Fernando Fernán Gómez, pero también la extraordinaria Julia Lajos, por citar
sólo a uno de los llamados actores de reparto, que se come literalmente la
pantalla. Y por encima de todo, Madrid.
Un paseo por Madrid visto
por unos ojos que saben mirar ¡y de qué forma! el Rastro, la plaza de Cascorro,
una corrala. Es el gran acierto de Edgar Neville, mirar lo suyo, contar lo que
conoce. Domingo de Carnaval podría formar junto con La torre de los siete jorobados y El crimen de la calle de bordadores algo así como una trilogía de
Madrid. Un Madrid entre castizo y noir,
entre alegre y terrible por la presencia del crimen, pero sin que esto suponga
caer en tremendismo, tópicos o Españas negras. Por la sencilla razón de que el
talento y la finura del director, que es también guionista, no lo permiten. Un
paseo por la ciudad redescubierta por la mirada viva y no exenta de ironía de
un gran cineasta.
Manuel Requea en su papel de ... Sr. Requena precisamente. |
No falta en su cine una
veta de profunda comicidad. Ahí es donde el papel de Julia Lajos es es esencial,
pero también el de Manuel Requena, fabuloso en su papel de impasible castizo
metido a ayudante de detective.
Máscaras solanescas. |
Por otra parte, agradecemos
infinitamente su recreación de Madrid y de lo español; el tono, el acento, la naturalidad
y en definitiva el profundo conocimiento de aquello que recrea y narra. Y todo
ello se resume en el clarísimo y natural homenaje a la pintura de José
Gutierrez Solana y, por Solana, inevitablemente también a la de Goya. La obra
de los dos pintores, sobre todo la del primero, amigo de Neville y que moría
poco antes del estreno de la pelicula, forma el paisaje en el que se
desarrolla toda la película, en pleno carnaval. Y ahí están las máscaras
terribles –una de ellas en un momento determinando nos hace dar un brinco en el
asiento- las escenas de comparsas, el entierro de la sardina llevada sobre una
cama antigua, de las de barrotes, escena que recrea la recogida por Solana en
uno de sus cuadros. Y todo ello sin las estridencias ni el esperpento que tanto
ha encasillado al cine español, después de que la extraodinaria pareja formada por Berlanga
y Rafael Azcona hubiera como secado, por el vendaval de su enorme talento, otras
fuentes de inspiración, dándose hoy por imposible, parece, retomar con ánimo y
talento la senda que dejó abierta Edgar Neville.
Para el Heraldo de Nava,
Alcides Bergamota Elgrande
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