lunes, 16 de julio de 2018

Nota biográfica; por Calvino de Liposthey, obviamente.

Se reprochaba al gran polígrafo la dispersión de su obra, diseminada en opúsculos, panfletos, acotaciones, glosas y explicaciones dadas en la prensa, en periódicos locales, regionales o extranjeros; en revistas especializadas, marginales, subterráneas, escondidas, montaraces. Escritos nunca sistematizados ni recogidos en antologías más que muy parciales y sesgadas, reunidas por sus enemigos para difamarle defendiendo la tesis de su radicalidad y violencia, de su elitismo, misoginia, xenofobia y agorafobia. Era efectivamente tildado de agorafóbico por su costumbre de conferenciar siempre en recintos cerrados, viejos cafés o antiguos teatros reservados para la ocasión. Siempre que haya terciopelo de un rojo oscuro me parecerá bien, aseguraban que decía en una nueva demonstración de su esnobismo, de su elitista y plutocrático espíritu. Estas antologías sesgadas y manipuladas habían sido analizadas y refutadas por los críticos y seguidores del polígrafo, demolidas en artículos implacables con los que habían demostrado la mala intención, la rabia y la vesania de sus enemigos. Estaban también los prólogos, los ensayos parciales, los textos de las conferencias, las monografías acotadas a temas concretos, especializados. Pero se reprochaba al gran Bergamota la ausencia de la gran obra, del gran corpus doctrinal. Y también del gran poema épico. ¿Pero cómo es esto? respondía el aludido cuando se lo comentaba Mireia Morcón Chumbera, la periodista. Si Sr. Bergamota se le reprocha la ausencia en su obra de un gran poema épico. Una Ilíada, unas Lusiadas a la manera de Camoens. ¡Pero si yo no soy poeta oiga! Pues esfuércese, esfuércese, insistía la periodista tensando el busto hacia adelante, no cediendo un milímetro ni en la argumentación ni en el espacio. Es un auténtico despliegue de misiles balísticos intercontinentales murmuraba Tato al oído del Amigo Pulardo que asistía con él a la entrevista. La periodista, tensando el velamen de su blusa de seda blanca insistía: ¡Unas Lusiadas de Nava de Goliardos! ¿Se lo imagina? La verdad es que no oiga, la verdad es que no.

APUNTACIONES SUELTAS III. El gran polígrafo en los Estados Unidos.


El agua mineral se sirve de forma tan ruidosa, a chorro libre, que cubre la voz del conferenciante. Una voz por otra parte débil, más para susurrar escondido que para arengar a las masas que tan necesitadas están de que alguien les grite. El poder de la gorda que se sirve litros y litros de agua mineral es tal, es como ver un elefante conectando la trompa a un surtidor, que remata la jugada dejando caer con fuerza terrible la enorme botella sobre la mesa. Ante el estallido vibra toda la sala, sus vecinos respingan, a un tío cursi se le caen las gafas y pone un mohín tan atroz que su vecino no lo puede resistir y violento le amenaza con un enorme puño cerrado. Pasado el momento, la onda de violencia provocada por el paquidermo con vestido de flores se extingue. Prosigue la charla sobre procesos. Hay que marcar las casillas, todas las casillas, con un lápiz y por orden… ¿Y si las marco con la minga no vale? Esto lo ha pensado el enano de delante, se ha notado, pero como es como los demás, se calla. Está sentado entre el largo y la gorda, el jirafa y la elefanta. En esta selva el viene a ser una hierba, una hierba, alta para ser hierba, seca, crujiente. En cualquier momento lo arrancan del asiento para zampárselo y aquí se arma una de miedo, con el enano pataleando por los aires, apretado por la trompa del elefante que lo agita como un sonajero para llevárselo a la picuda boca. Cuello de toro se está durmiendo. Es normal, ahora se están describiendo todas las casillas, cada una y su contenido. Hay ciento diecisiete. Es mejor marcarlas rellenándolas con un aspa, con un aspa. Con un punto no, porque es confuso. Al saludarle antes se notaba la falta de un dedo, un rasposo vacío que daba escalofríos. Seguimos con las casillas. Excelente exposición sustentada por todos los hábitos verbales del anglosajón para quien todo es global, mundial, todo son lecciones aprendidas, mejores prácticas, si, no, hacer no hacer… Con ayuda de unos buenos carros de combate todas las artes salen mejor.

Al cumplirse la tercera hora de conferencia sobre procesos y casillas, y pese a la abundancia de agua mineral, ya han muerto dos oyentes. Uno se ha desplomado sobre la mesa, con la cabeza sobre el cuaderno. De forma bastante discreta, todo hay que decirlo. Como estaba sentado no se ha notado mucho. Parce que se ha quedado dormido, pero le sangran las orejas. Ha reventado por dentro en la casilla ochenta y dos, faltaba poco. El otro se desliza de la silla y cae debajo de la mesa, desaparece tragado, escondido por el mantel. No le encontrarán más que al día siguiente, al oponerse su grosura inerte al avance del aspirador. Hay un panorama de cráneos pelados, sobre gruesas nucas, con el cogote surcado de rollizas arrugas. Ya lo decía Pardo Bazán, nosotros vamos a los toros mientras ustedes beben solitarios hasta perder el conocimiento, perseguidos por sus ligas antialcohólicas.

miércoles, 11 de julio de 2018

Apuntaciones sueltas II. Dietario del gran polígrafo. C. de Liposthey.


 Junio de ****.- Iba andando por el poligó. Al pasar un coche cerca de mí, me grita el pasajero, ¡eh puto gordo! Luego se oye una carcajada grosera, estridente, ventruda. Yo me indigno, utilizo la expresión ¡como se atreve!, rabio y tasco el freno. Con una inspiración repentina me agacho y agarro a todo agarrar una gran canto y lo lanzo con violencia y rapidez. Con hábil puntería le arreo en todo el melón al de la risa boba que ahora se lamenta de haberse arrimado a paquidermo tan agresivo.


Seto nevado. Colección particular.

martes, 10 de julio de 2018

Apuntaciones sueltas. Nuevamente agradecemos la paciente contribución de C. de Liposthey.


Calvino de Liposthey considera que, pese a su crudeza, los apuntes del dietario del Gran Polígrafo pueden tener cierto interés. Corresponden a la época sombría en que, lejos de Nava, el gran Bergamota sufría los rigores de ser empleado por cuenta ajena. Las entradas del dietario de aquella época cuentan con el atractivo de una cierta frescura y espontaneidad, propia del apunte trasladado al papel para que no se olvide la impresión de un momento.
Conviene recordar que el Gran Polígrafo consideraba aquella época como una experiencia personal desoladora en su mayor parte. Coincidía en eso tanto con Hayek cuando afirma que una sociedad de asalariados no puede constituir una sociedad de hombres libres, como con el Tradicionalismo al que se unió en Nava y sus críticas al capitalismo financiero de grandes multinacionales. Curiosamente, en el mismo sentido iba Ramiro Ledesma cuando en su Discurso a las Juventudes de España se refiere varias veces al asalariado como perteneciente al más bajo de los estratos de la sociedad: “Si las juventudes angustiadas y sensibles a las desgracias de España emprenden una acción enérgica en pro de su fortaleza y liberación, tienen que buscar con más insistencia que otros los apoyos y colaboraciones de una parte —lo más amplia que puedan— de la clase obrera, de los asalariados, de los pequeños agricultores y, en fin, de esa masa general de españoles en constante y difícil lucha con la vida.” Y el tío, más adelante remata: “(…) Y más aún, no se trata sólo de asalariados, de proletarios. El paro amenaza hoy asimismo a zonas inmensas, pertenecientes a las clases medias, y se agudiza cada día con caracteres más graves en las juventudes.” Obsérvese como asocia asalariado y proletario y de alguna manera lo considera como no perteneciente a las clases medias. En fin. Así es la vida.

Calvino de Liposthey nos facilita un primer apunte del famoso dietario. Esperamos que la cosecha sea abundante y vengan más.

Finales de junio de ****.- Subiendo las escaleras me cruzo con Pepita que es el bombón de por aquí y además actúa como tal. Podría incluso decirse que lo que la convierte en el bombón de por aquí es más la actitud, la actuación, que la propia condición física, que tampoco es que esté mal. Baja las escaleras con una falda más que mini, camiseta tensa y el pie al aire, al cruzarnos suelta como una risilla-gemido y al tiempo se muerde el labio inferior con los ojos disparados. La primavera trastorna al personal, es evidente. Y da que pensar sobre esa parte de nuestra personalidad que casi siempre pasamos por alto, más cercana de la naturaleza primera, bruta, que racional. Pepita que bajaba por las escaleras estaba en ese momento más cerca de la planta tropical, del felino, que de la ciudadana urbanita pagadora de impuestos. Hemos escapado con vida, que no es poco.

La FAUNA.


jueves, 21 de junio de 2018

Los sueltos de El Heraldo de Nava: don Pedro Mourlane.


 

Por el Pirineo azul, vascongado
el Rey de la barba Florida ha pasado…
F. Q. S.

Valentín de Zubiaurre
Hemos pasado un rato con don Pedro Mourlane. Si señores, los hay con suerte, así son las cosas. ¡Claro que le conocíamos! ¿Quien no ha oído contar aquello que le dijo a Jacinto Miquelarena, asomado a la ventanilla del tren?: ¡Que país Miquelarena! Pero la mayoría de las veces no se pasa de ahí. Y es una pena quedarse en la anécdota, famosa por la eufonía del apellido del amigo.Ya se quejaba en vida Jacinto Miquelarena de pasar a la posteridad por la dichosa frase que parece haberles ocultado a los dos. No pasar de ahí aclara mucho de lo que en estos tiempos sucede, censuras y cesuras, y lecturas de novelillas traducidas.
 
Alrededores de Irún.
Le conocíamos de oídas, pero realmente nos lo presentó hace unos días Dionisio Ridruejo. Le dedica unas páginas en la parte final de Casi unas memorias, denominada Memorias literarias. Valga un ejemplo: Pocos hombres han carecido como Mourlane de la pasión burguesa por el lucro y la competencia, nos dice Ridruejo. Y añade: Para mis ojos medios niños –tendria quizá 19 años cuando me senté por primera vez a su mesa- Mourlane era un espectáculo fascinante[1].
 
Así que aprovechando la ocasión, hemos estado charlando hoy con él. Esperamos que pueda repetirse la entrevista. Su obra no es mucha, han quedado un par de libros y la parte periodística, que sepamos, completamente dispersa. Y muchos comentarios alrededor del personaje, contradictorios, distintos, elogiosos algunos, como el de Ridruejo, magnífico; otros menos. Y hay también muchas alusiones a don Pedro como esta que escribimos, que no llega a vago apunte. Y las famosas anécdotas. Al parecer Mourlane era un espectáculo verbal, al hablar, al declamar, al narrar, al decir. Una obra escrita dispersa, pero un mundo propio, enteramente poseído, nada de retales. Y además el personaje. Durante la charla nosotros atentos y el hablando.

Bidasoa con vista a Hendaya.
Obra de Rafel Boti
Don Pedro formó con el poeta Ramón de Basterra y algunos amigos el grupo llamado “Escuela Romana del Pirineo”. Estaban Pedro Eguillor que presidía la tertulia, Julián Zugazagoitia, Rafael Sánchez Mazas y Fernando de la Quadra Salcedo entre otros. Les ahorramos esta vez lo que para cada uno de ellos supuso la guerra civil del 36.

 
Don Pedro era irunés, que así se nombra a los naturales de Irún, como bien nos recordaba hace poco nuestro gran amigo Sardanápalo Salmón Lafuente-Bermeja. Insiste en que al citarle precisemos que su segundo apellido, unido por un guion, es compuesto. Así lo hacemos.
 
Pues don Pedro era irunés y para quien conozca un poco la región, con eso de la Escuela Romana del Pirineo se abre todo un mundo. Mejor dicho, se nos recuerda su existencia y que lo cortés no quita lo valiente, como que por ejemplo fue Irún un gran puerto romano. Claro que estas cosas sencillas y claras incomodan. Son como chinchetas puestas en la mesa sobre la que se quiere descargar el puñetazo.
 
Nos decía hoy don Pedro -no nos atrevemos todavía con lo de “el amigo Mourlane”, tal vez un día-; nos decía que el disturbio romántico estremece aún el aire de Europa. Hemos asentido. Rompiendo el silencio, hemos añadido que tal vez ahora más que nunca. Todo envuelto en otros aires y sirviendo de caballo de Troya para la siniestra cantinela de mentiras, utopías y persecuciones que conforman el paisaje oficial. Y don Pedro, irunés, desde Irún, desde Bilbao y hoy en Madrid, nos recordaba que el bien no está en las cosas, sino en el orden de las cosas, que es su justificación en cuanto trasunto del orden eterno. ¡El orden! Atardece y nos entra una como punta de melancolía. ¡El orden, la inteligencia, el saber!
 
Nunca, que sepamos, posó a la manera local, ni tuvo que hacer el cansino alarde de vasquismo con el que tantos creen justificarse no se sabe bien ante quien ni ante que. No es necesario hacer exhibición de lo que se es auténticamente y nos conforma con naturalidad. Tampoco su inteligencia despierta y su cultura clásica lo hubieran permitido.
 
Don Pedro tenía una calle en un pueblo de su provincia, Guipúzcoa, pero el orden nuevo le hacía pintadas en el cartel, llamándole lo de siempre, facha. Así que se cambió el nombre de la calle y arreglado. Cuando se lo cuento, a don Pedro esto le importa poco y nos mira de una forma, desde tan alto, desde tan lejos, que nos sonrojamos un poco. Fue poco amigo de vanidades y actitudes impostadas. Aunque a el no le importa, al paseante de aquél pueblo, que tampoco se llama ya como se llamó durante siglos, le quitan el nombre de la vista y con el nombre tal vez la curiosidad y el preguntarse por la Escuela Romana del Pirineo. Quien sabe.

Y es que hay a toda costa que cegar las fuentes y para ello esconder a Mourlane que nos decía: Osemos remontar las aguas para beber en los manantiales a que deben su origen. Es lo que hace el amor, que reta al tiempo y, con sólo recordar, lo vence. Para vencer a nuestra manera al olvido, a la estrechez de los tiempos y al enemigo malo, dejamos esta nota sobre nuestra primera charla con don Pedro Mourlane. Hemos quedado para otro día.

Para el Heraldo de Nava, Genaro García Mingo.
Valentín de Zubiaurre, nuevamente.



[1] Dionisio Ridruejo, Casi unas memorias, editorial Península, 2017, pag. 480 y siguientes.

domingo, 17 de junio de 2018

Poética de SINFOROSO GARCÍA POTE, VIII


En primer plano, desvencijada reja con un aire romántico, parte del cerramiento de la casa original.
En segundo plano, el nuevo HORROR CÚBICO



sábado, 16 de junio de 2018

Hemos visto: DOMINGO DE CARNAVAL de Edgar Neville.


Edgar Neville es uno de esos directores que de alguna manera rescatan el cine español. No es el único por supuesto. Un argumento sencillo y ameno, sin histrionismos ni segundas intenciones, nadie va a darnos una lección. Cuidada realización, dominio del contar haciendo cine. Excelentes actores, todos ellos. En esta ocasión Conchita Montes y Fernando Fernán Gómez, pero también la extraordinaria Julia Lajos, por citar sólo a uno de los llamados actores de reparto, que se come literalmente la pantalla. Y por encima de todo, Madrid.

Un paseo por Madrid visto por unos ojos que saben mirar ¡y de qué forma! el Rastro, la plaza de Cascorro, una corrala. Es el gran acierto de Edgar Neville, mirar lo suyo, contar lo que conoce. Domingo de Carnaval podría formar junto con La torre de los siete jorobados y El crimen de la calle de bordadores algo así como una trilogía de Madrid. Un Madrid entre castizo y noir, entre alegre y terrible por la presencia del crimen, pero sin que esto suponga caer en tremendismo, tópicos o Españas negras. Por la sencilla razón de que el talento y la finura del director, que es también guionista, no lo permiten. Un paseo por la ciudad redescubierta por la mirada viva y no exenta de ironía de un gran cineasta.

Manuel Requea en su papel de
 ... Sr. Requena precisamente.
No falta en su cine una veta de profunda comicidad. Ahí es donde el papel de Julia Lajos es es esencial, pero también el de Manuel Requena, fabuloso en su papel de impasible castizo metido a ayudante de detective.







Máscaras solanescas.
Por otra parte, agradecemos infinitamente su recreación de Madrid y de lo español; el tono, el acento, la naturalidad y en definitiva el profundo conocimiento de aquello que recrea y narra. Y todo ello se resume en el clarísimo y natural homenaje a la pintura de José Gutierrez Solana y, por Solana, inevitablemente también a la de Goya. La obra de los dos pintores, sobre todo la del primero, amigo de Neville y que moría poco antes del estreno de la pelicula, forma el paisaje en el que se desarrolla toda la película, en pleno carnaval. Y ahí están las máscaras terribles –una de ellas en un momento determinando nos hace dar un brinco en el asiento- las escenas de comparsas, el entierro de la sardina llevada sobre una cama antigua, de las de barrotes, escena que recrea la recogida por Solana en uno de sus cuadros. Y todo ello sin las estridencias ni el esperpento que tanto ha encasillado al cine español, después de que la extraodinaria pareja formada por Berlanga y Rafael Azcona hubiera como secado, por el vendaval de su enorme talento, otras fuentes de inspiración, dándose hoy por imposible, parece, retomar con ánimo y talento la senda que dejó abierta Edgar Neville.

Para el Heraldo de Nava,
Alcides Bergamota Elgrande