miércoles, 21 de junio de 2017

Ante el atronador éxito de la primicia ofrecida ayer, la redacción de Cepo Gordo ha decidido ofrecer a sus leales y muy apreciados lectores otra de las inigualables creaciones poéticas contenidas en "Cien poemas de amor y veinte cantos de corneja en la Corte de Lin-Tai-Pu". 

La traducción, como siempre corre a cargo de nuestro amable colaborador y eximio polígrafo Fernando Tilde Cesura.

Li-Po, tu mirada es profunda como la cueva de Tien-King

La rata almizclera protege a sus crías con inusitada violencia.

El tigre nival lleva una vida normal, ni bien ni mal.

El monje cojo se harta de subir escaleras.

¿Dónde estarán las perlas de la Emperatriz Yu?

La tasa de interés es un invento odioso, reduce el cuenco del granjero y la paga del agrimensor.

Ante estas verdades, solo me queda emigrar a Hong Kong para trabajar en un taller de flores de plástico.

Li-Po, tu mirada es profunda como la cueva de Tien-King,

Al amarte siento que mi fortuna es muy superior a la de Bo-Ting

martes, 20 de junio de 2017

CIEN POEMAS DE AMOR Y VENTE CANTOS DE CORNEJA

Nuestro eminente colaborador y afamado políglota, Fernando Tilde Cesura, nos hace partícipes de la inminente aparición de su nueva obra titulada "Cien poemas de amor y veinte cantos de corneja en la Corte de Lin-Tai-Pu" publicada por la selecta y celebrada editorial 
Losa Editores, en su colección de poesía y teoría literaria Avutardas Albinas.

Ofrecemos en exclusiva uno de los poemas, traducido por nuestro amable colaborador, un ejemplo de la exquisitez oriental y la belleza expresiva que nos conmueven, como el aroma del jazmín y la pinaza.

Pi-Lu, peonía de suaves pétalos
El estanque brilla bajo la luz de la luna
A lo lejos suena una canción de la tuna.

Yin-Chu, pino de frondosas ramas
La carpa me mira fascinada
mientras pienso en brasas calientes y vino frio. 

Kao-Lin, tu tez es blanca como la tiza
La frase se compone de sujeto, verbo y predicado.
¿porqué hacerte el amor resulta tan complicado?

Pi-Lu, Yin-chu, Kao-Lin, mi vida sin vosotras
no tiene sentido, marcho a tirarme desde lo alto del viaducto.

Chao-chin.

lunes, 19 de junio de 2017

MENSAJE DE CORFÚ RECIBIDO EN LA REDACCIÓN

De nuestro corresponsal en Corfú recbimos el siguiente mensaje que reproducimos por su indudable interés periodístico. Con su habitual prosa elegante, Aristides Makrokopulos nos ofrece un extraordinario análisis sobre el estado de cosas en Europa. Se puede decir más alto pero no más claro.

La Redacción.

λας γολοσίνας γυσταν  βαστάντε α λος λαμινέρος, αλ μένος ες λο κυε σε δική εν αραγονιές εν ιστός κάσος.
 Ελ κίε ποέτα τραδυκίρ έστω κυε λε δε ρεκόερδοσ α μη πρίμα Ασυγκίνητοó, κυε χάσε υα διεζ αñως κυε μαρχο α βιβίρ α Μοντεβιδέο η εσκριβε πόσο.
Τρες ιράν τρες, λας ηύξας δελ μολινέρο. ¡Η κυε κωλο τενιαν λας μου καναλλασ!
Λα τια ενρικύετα τένια υν γυανετε ξόδιο, κυε ξόδιο ελ γυανετε κυε δόλια μεáσ κυε υνα λίτρα προτεστάδα.
Βόενο, πόες κυε τηγάνι βυεν δíα.
Σαλοδοσ 
Ανακλητο.

viernes, 16 de junio de 2017

EL SPLEEN DEL PRIMO TOTÓ

El primo Totó viene a Madrid a pasar unos días de vacaciones. El primo Totó es el hijo mayor de la tía Virgina Livia, a la que todo el mundo en Roma conoce como Donna Livia. El parentesco con los Ortini di Peruginni nos viene por el tío Ernesto, hermano pequeño de papá que conoció a la tía Virgina durante un viaje a San Remo que acabó en boda y le permitieron cuarenta años de pegarse la vida padre en el Palazzo Ortini a medio kilómetro del Vaticano. El tío Ernesto era (según el gossip familiar) el más indolente de los hermanos de mi padre, lo cual, créanme ustedes, es mucho decir. Según me informa la prima Casilda que sabe mucho de los asuntos de la familia y que al ser de Bilbao si no tiene razón al menos impone su opinión, el tío Ernesto se pasó cuarenta años vistiendo impecable, asistiendo a la ópera impecable, comiendo impecable, montando a caballo impecable y aguantando a Donna Livia con actitud impecable y paciencia infinita. Totó tiene tres hermanos, dos varones Gigí (Gabriel Ernesto Ludovico) y Ursino (Joaquín María del Rosario) y una hermana Lilí (Livia Marcela de las Angustias) que es bellísima, miópe y cataléptica.
Según me cuenta la prima Casilda, entre sorbo y sorbo de Murrieta, el tío Ernesto falleció al día siguiente de enterarse de la subida de impuestos que planeaba el nuevo gobierno socialdemócrata de la república italiana. Es verdad que he oído al primo Patricio (mejicano, bebedor y canchero, del que les hablaré otro día) que eso es pura invención y que el tío Ernesto falleció tras una semana de excesos con motivo de la visita a Roma de su amigo y condiscípulo Fernandito Guisasola. Cualquiera sabe. El caso es que la tía Livia se quedó viuda y al cargo de cuatro hijos aún mas indolentes que su marido. Gracias a que el Altísimo protege a muchos incapaces, la tía Livia recibe unas rentas anuales fabulosas. Al parecer uno de los Ortini se casó unos siglos atrás con la hija de un banquero florentino de oscuras raices meridionales que aportó un río de oro por el que han navegado muchas generaciones de Ortini dedicadas al dificil arte del dolce far niente. 
El primo Totó aterriza en Barajas con más equipaje que la Maharajaní de Ruhalia que a tenor de las crónicas precisaba de cinco elefantes para portear sus baúles. Al llegar al aparcamiento y echar un ojo a mi maltrecho Saab frunce el ceño con esnobismo. Hace calor. El primo Totó viste de lino desde los Rossetti hasta el panamá y pese a ello se queja del calor. Se queja del automóvil. Se queja del aparcamiento y se queja de mi por dejar caer su valigetta d'Etro dónde me dice que lleva un laptop. Al tiempo que maldigo al primo Totó, a su equipaje, al calor de Madrid y a mi señora madre por mezclarme en este asunto, pienso que para qué diantres quiere un ordenador un tipo que lleva cuarenta años sin hacer nada más que cambiarse de ropa y flirtear con Julias, Valerias, Andreas, Livias y Carlotas.
Al llegar a casa y dejar el equipaje en manos de Antonio la cosa mejora un poco. Nuestro modesta residencia le resulta burguesa pero suficiente como pied-a-tèrre para curarse el ataque de spleen que lo tenía encerrado en casa sin salir.
Salimos a dar un paseo Serrano abajo. Nos cruzamos con la horda turística, espectáculo atroz de carnes, tatuajes, sudores, chancletas y chorts apretados mostrando nalgas monstruosas y pechugas de bisturí. El primo Totó camina por entre la plebe a paso lento y a medida que avanza, la masa se aparta ante el espectáculo de un europeo de otra época con zapatos lustrosos, traje de lino, corbata de lazo con topos de color heliótropo y sombrero de panamá con cinta tricolor. Unas japonesas le hacen una foto, una americana gorda se arrima con ánimo de hacerse un selfie. El primo Totó sin inmutarse fuma su Rothmans y me comenta: la plebe è lo stesso in tutto il mondo.
Como han cerrado Embassy y José Luis no es ni la sombra de lo que fue, he arreglado las cosas para ir a casa de Paco Vasconcelos, un amigo portugués que tiene un ático mirando al Retiro y nos invita a tomar el aperitivo. Paco Mendes de Figa y Alentejo, duque de Vasconcelos, aparte de ser el mayor coleccionista europeo de pitos irlandeses, asunto que merece ser tratado en otro momento y lugar, es un tipo de hombre al que se puede encomendar cualquier misión que requiera temple, paciencia y saber estar. La misión de aguantar al primo Totó requiere todas estas virtudes y habilidades y algunas más, pero mi recurso al amigo Paco no se ha debido tanto a sus virtudes cuanto al hecho de que su hermana Fernanda está en Madrid de paso, y Fernanda, queridos amigos, ha sido clasificada por todas las autoridades en la materia dentro de la categoría venusina superior; es decir una verdadera y auténtica sultana, una belleza ibérica morena, de piel dorada, piernas dóricas, estructura escultural, cabello negro córvido y mirada azul brumosa del color del oleaje otoñal que rompe contra los acantilados de Cascais. Que el encuentro "casual" con la bella Fernanda sea o no el remedio para el spleen del primo Totó es algo que sólo podremos empezar a vislumbrar en los capítulos que seguirán. 
Aquí les dejo que me espera una copa de fresca manzanilla.
Continuará... 

lunes, 12 de junio de 2017

Sobre el calor, con el pretexto de Miura, se dicen varias inconveniencias.

Con la corrida de Miura de ayer acabó para nosotros la feria de San Isidro. Justo a tiempo. Con Madrid asfixiado por un calor indescriptible, denso y aplastante. Más que nunca municipal y espeso hasta el extremo. La plaza hirviendo, los alrededores nefando, con la gente transformada en masa acalorada, en gentuza despechugada y corretona; el musleo derretido, desbordado e incontenible, el ruido ensordecedor, una olla a presión a punto de estallar. Pero todo llega a su fin, afortunadamente. Ha llegado el momento, justo el momento, de abandonar la gran ciudad recalentada, para irse cada uno, según le corresponda, a la quinta de recreo,  a la villa cercana a la costa -desde la que tal vez se vislumbre el mar-, al hotelito provinciano de umbrío y silencioso jardín. Volveremos en septiembre, a mediados, no es cuestión de tener prisa. En todas esas casas nos esperan la biblioteca con sus sillones de lectura, el salón de fumar, el jardín cuajado de rosales que se abren al caer la fresca, los veladores blancos, los paseos al amparo de blancas sombrillas y amplios sombreros de dorada paja, las tertulias de sosegada conversación y lánguido fumar, las horas de atenta y deleitosa lectura, las campanas de la Iglesia que se harán cargo del ritmo de las cosas. De buena, de excelente factura, dentro de la casa casi hace frío mientras los madrileños se achicharran como torreznos en la sartén. Así que los señores visten chaqueta y pantalón largo. Y un zapato cerrado, que puede ser una alpargata. El monte, la sierra, el campo, el mar…

¡¡Ahhh!! ¿Que usted se queda en Madrid? ¿Qué sólo sale quince días, a la carrera, pernocta en catorce lugares distintos, le cuesta una fortuna y vuelve peor de lo que se fue después de cien discusiones con centenares de hirsutos parientes? ¡Pero bueno! ¿Y usted quien es, quien le ha dejado pasar? A ver, Julián traiga dos mozos y echen a este señor a la calle, sin contemplaciones, con rudeza, que ruede, que muerda el polvo. Y si dice algo, le dan además unos bastonazos, tres o cuatro, no es cuestión de ensañarse. Con el que usted quiera, con el vergajo si prefiere. Pero acuérdese de moderar el golpe si usa el de cerezo ¡con lo que pesa! ¿Pero cómo se nos habrá colado en el jardín semejante pelagatos?

Hoy cenamos en casa de Doroteo, en el jardín de la parte de atrás, bajo la pérgola cubierta de jazmín de olor. Tato ha prometido una tabaco magnifico para la sobremesa. La condesa recibe también esta semana, en el frescor de su casona blasonada, cenaremos seguramente en el comedor de las panoplias. Sin que fuera necesario ponerse de acuerdo, Calvino de Liposthey dará señales de vida más adelante, para dejar días de soledad y retiro, de largos paseos, de largas lecturas. Entonces iremos a conocer la casa molinera que se ha arreglado, también en Nava. El gran corral ha sido ajardinado siguiendo un dibujo preparado con ayuda del Gran Polígrafo, inspirado al parecer en los jardines de la casa de Vicencio de Lastanosa, el amigo de Gracián. La cena de la fundación Tato será a partir de la Virgen de Agosto, cuando haya refrescado del todo si el tiempo no ha enloquecido completamente para entonces, como estos pobres madrileños que no teniendo a dónde ir tratarán de viajar sin un duro y medio en cueros, como un rebaño, sin hacer por tanto caso de las recomendaciones de Edgar Neville.

Así son las cosas oiga usted. Mire el otro días visitábamos un palacio madrileño. Y el guía, una señora trabajadora, soltaba su historieta. Al señalar una como terraza que da sobre el jardín explicaba que en ese lugar se estaban los marqueses en verano porque era más fresco. Le faltó decir que se iban allí los dos para estar más frejjquitos y describir a la marquesa en chancletas enseñando los dedillos, y al marqués en chores negros, con la canilla al aire y una riñonera llena de barritas energéticas y clinessss. Aguantándose las ganas de armarla Doroteo, que estaba entre los visitantes, explicó que era muy dudoso que los marqueses disfrutaran de la terraza en verano, simplemente porque los marqueses, en verano, no estaban en Madrid. Y no quiso decir más, ni a dónde iban ni por cuanto tiempo. Pues eso. 

¡UNOS QUE SE HABÍAN COLADO!