sábado, 10 de junio de 2017

El toro automático: San Isidro la víspera de Miura.

Esta actividad un poco extraña que es ir a ver toros, sólo o en compañía de Pototo, Boliche, Tato, el gran Bergamota, Calvino de Liposthey, toda esta gente que convierte la plaza en un hervidero social. Lo que también forma parte del asunto. El Amigo Pulardo, un poco hastiado, se negaba el otro día a saludar.

Hemos visto el toro automático, Jandilla. Es algo verdaderamente asombroso, el animal completamente mecanizado, frío, neutro, automático. Le buscábamos con los prismáticos, ¡con los gemelos hombre!, eso con los gemelos, el resorte con el que le habían dado cuerda sin duda. Imaginábamos al mayoral en los corrales con la gran llave de manivela. ¿Cuánta cuerda don Borja? Y esto lo decimos sin chufla. Hay que ser un ganadero realmente extraordinario para conseguir ese producto tan acabado, tan pulido, tan mecanizado siendo todavía un animal. Otra cosa es que nos guste ese toro o no. Y no nos gusta. No es el Toro. Es otra cosa, una automatización de lo zoológico que sirve para una forma de entender el toreo que a nosotros nos parece que rompe con lo que torear debería ser, con lo que ha sido torear durante siglos. Y que francamente, tiende a aburrir. El toro automático no plantea problemas, no los que plantea el toro bravo con algo de casta, cuyo comportamiento variará dependiendo de cómo se le hagan las cosas, o los que plantea el toro manso, no digamos el manso encastado, o el bravo encastado, codicioso, de poder. El toro automático pasará mil veces, las mil de la misma forma, sin enterarse, en la misma posición, al mismo ritmo. Nosotros que no vamos apenas a esas tardes de toros automáticos (de esos que permiten el lucimiento cuando no se desploman, el famoso toro artista –las memeces que hay que oír-) nos quedamos verdaderamente asombrados. Y el aburrimiento viene de eso, de lo previsible que no presenta desafío técnico alguno, que alarga las faenas, que resulta, al final, frío y carente de verdadera emoción. Y al asunto ese se le echa encima la palabra arte, para taparlo, y todos encantados, grita el Amigo Pulardo congestionado.

Frente al toro automático, la llamada semana torista. La denominación es ya indicativa de la crisis que se vive. ¿Es que un espectáculo que se llama “los toros” puede no ser torista, puede no tener como centro, como eje, el toro? Pues eso es lo que ocurre. Que el toro es el eje de la fiesta sólo durante los días finales de San Isidro y durante esos días, con la honrosa excepción de Talavante, a quien hay que agradecer el gesto –ya decía el Amigo Pulardo que los toros son gesto, como la vida misma-, las figuras se esfuman. Y se enfrentan al toro toro, otros toreros. A ellos les agradecemos también el gesto, como no, pero nos dejan con las ganas de saber qué pasaría si a esos Cuadri, Dolores Aguirre, Rehuelga (Santa Coloma Buendía) los torearan los que se supone que son los mejores toreros. ¿Veríamos al rey desnudo? ¿Se confirmaría la crisis de verdaderas de figuras del toreo? ¿O por el contrario se revitalizaría el espectáculo?

El éxito de la corrida de Victorino Martín del martes pasado nos da una idea del resultado. Lleno de no hay billetes, 23.564 entradas vendidas. Vimos a Talavante torear esos toros y sobre todo vimos a Paco Ureña fajarse con Pastelero, en unos lances de una profundidad, intensidad y belleza que pusieron a la plaza de pie: la acometividad del toro era impresionante y la forma en que Ureña colocado en el sitio lograba canalizarla en muletazos profundos y largos más aún. Y eso a un toro atento, mirón, serio hasta decir basta, presto a aprovechar cualquier fallo del torero que le diera una pista de por dónde iban las cosas. La vuelta al ruedo que dió el torero, sin mayores trofeos para fallar con la espada, vale más que  la mayoría de orejas de la feria. Al día siguiente, con los impresionantes Santa Colomas de Rehuelga volvieron bravura y acometividad, con seriedad, sin automatismos. En las dos tardes vimos toros acudir raudos al caballo tres veces ¡tres! cada vez desde una distancia mayor, empleándose a fondo con un poder y una bravura que brillaban por su ausencia hasta entonces. Se planteó la cuestión de si los Santa Colomas estaban fuera de tipo o pasados de kilos. Pero lo cierto es que poderío tenían, lo que dio pie a que un aficionado dijera que la casta mueve los kilos que sean. 

Sin duda el toro de la feria debería salir de una de esas dos tardes. ¿Pastelero o Liebre? Y lo mismo decimos de la mejor faena, la de Ureña a Pastelero, y de la mejor corrida, la de Rehuelga, aunque el no haberse lidiado completa (le rechazaron un toro, cosa harta extraña a la vista de los otros cinco) lo impedirá. Como decía un cartel el otro día, en pleno tendido: no hay mejor marketing que la casta.
 Genaro García Mingo Emperador,

para el Heraldo de Nava.


PASTELERO
(fotografía de la web de Las Ventas)
 PASTELERO Y UREÑA
(fotografía de la web de Las Ventas)

El impresionante Liebre, de Rehuelga.
(fotografía de Andrew Moore, publicada en Pureza y emoción)

sábado, 27 de mayo de 2017

A los toros.

Claro que seguimos acudiendo a La Plaza. La Plaza con mayúsculas, pese a todos los avatares. Y con nosotros el Amigo Pulardo, Tato, Bergamota el eximio polígrafo, Doroteo y the Countess, cada vez más arrimados los dos últimos. Calvino de Liposthey a menudo se une a la pequeña expedición que se monta desde Nava de Goliardos, que también es Puebla de lo mismo. Lo que sea necesario para no perder el hilo de sus crónicas.

El Amigo Pulardo ha estado esta misma mañana husmeando por La Plaza, comprando alguna entrada suelta, fisgando y observándolo todo desde su corta estatura, casi todo el rato de puntillas sobre sus lustrosos botines de piel de potro, con sombrero de jipijapa, pañuelo de algodón, corbata de lazo. El Amigo Pulardo se agita en la cola de las taquillas, con poca gente que es muy pronto. Se le acerca un reventa destentado: entradas para hoy. No gracias si tengo ya entradas, vengo para otro día. Un abonado quiere colocar las suyas, son dos, porque el cartel de por la tarde no le entusiasma del todo. Una entrada para el apartado oiga, aquí tiene. Se dirige hacia el patio de caballos al trotecillo lento de su piernas cortas aunque bien proporcionadas. Dos mejicanos piden un programa con los carteles de San Isidro, que lo quieren llevar para Méjico de recuerdo. Se les acerca un señor para explicarles que, por un euro, pueden ver el apartado de la corrida de por la tarde, accediendo por el patio de caballos a los corrales de la plaza. Se quedan como pensativos, asombrados del gesto amable en su humildad de turista modesto, temeroso del engaño. ¿Un euro? Queda en el aire el gesto amable. Mire, es que en los toros, como en la vida todo está en el gesto.

El Amigo Pulardo sube las escaleras despacio, enseguida resopla como un ternero cebado. Va embutido en un terno magnifico, salido de las manos de un buen sastre. No ha renunciado a eso. Los toreros se visten de plata y de oro. ¡El Amigo Pulardo se viste también! Es su forma de hacer, a su manera, un gesto también. Para mostrar respeto por los que pisan el ruedo, un respeto un poco trasnochado para estos tiempos en que hasta la corbata cae y la gente no se viste ya ni para la Misa del Gallo. El traje marca con precisión artesana su silueta canija, elegante y oronda, llena de severo empaque. Pero se ha descuidado últimamente. Teme que si resopla demasiado (resopla usted como una ballena oiga) salten las costuras del traje y puedan asustarse los toros por el estallido, y la gente de verle de repente en ropa interior, semi en cueros, como si de una performance marrana se tratara. Así que se para en un peldaño y deja pasar a la gente, para acompasar la respiración. Aquello está lleno de niños piensa con cierta alegría. La cornamenta inmensa de uno de los bueyes de la parada de la plaza le recuerda de inmediato a Fidelio Lentini Spotti, la pústula de los Abruzzos, el gran cornudo. Se hace el silencio y desfilan los gruesos toros de los Espartales, negros, ensillados. ¿Qué juego darán? Acodado en una barandilla repasa la corrida a placer y ve moverse los toros con los ojillos encendidos.

Ya en el museo taurino, saludos con el de las entradas. De usted me acuerdo caballero. ¿Les gustaron los toros de aquél día? El Amigo Pulardo va a tiro hecho. Lo que quiere es leer de nuevo aquél poema conmovedor de Rafael Duyos, a la muerte de su amigo Antonio Bienvenida. El sacerdote y el torero. Al Amigo Pulardo se le va el sentido murmurando aquellos versos. También se acerca a ver el busto de Ricardo Torres “Bombita”, y el retrato de Belmonte de Vázquez Diaz. Con los billetes en el bolsillo se va a casa. Al salir del patio de caballos se cruza con los dos turistas mejicanos que llevan en la mano las entradas del apartado al que finalmente han asistido. ¡Por un euro, híjole!

miércoles, 24 de mayo de 2017

Conferencia de Alcides Bergamota el Grande (y motín). Parte I.

Tres noticias de un día cualquiera en los medios: el congreso aprueba la prohibición de cortar el rabo a los perros; cien estudiantes se encierran en los cuartos de baño de la facultard para reclamar que sean multigenero o algo así, los presentadores de un programa de radio cultural (grima nos da escribir la palabra) se refieren varias veces a Blancanieves como Snowhite, que se oye como esnoguaite… Gilipollez generalizada. Lógicamente, tarde o temprano habrá llanto y crujir de dientes si no vuelven la aguas de la tontuna, la memez y el joputismo al cauce de dónde no debieron nunca salir, bien contenidas por todos los instrumentos coercitivos, de represión, palo y tentetieso que sean necesarios para acotar esta chifladura colectiva. En primer lugar una educación férreamente elitista, dónde se premie al alumno responsable y trabajador con independencia de su origen social, una educación alejada de las zarpas ponzoñosas del Estado y de esta infame clase política que la ha destrozado en prácticamente toda Europa.

Así concluía la larga conferencia dictada por el eximio polígrafo y ya estaban en plena batalla campal, arrancando sillones.
(continuará...)

lunes, 22 de mayo de 2017

Don Manolito y don Estrafalario: bullying vecinal. Es decir, acoso y derribo de vecino redicho.

- Hoy en día escribe cualquiera
- ¡Incluso usted!
- ¡Oiga que yo hago lo que me da la gana! ¡Hasta escribir!
- Hombre, tampoco se ponga así.
- No, si no me pongo.
- Con los medios que hay, que remedio.

Suena el timbre. Sin abrir contestan con un ojo inquieto puesto en la mirilla.

- ¿Quién es? ¿Qué quiere?
- Soy el vecino de abajo.
- ¿Otra vez? ¡Pues no le abro!
- ¡Les voy a denunciar, ya está bien de tirar cosas por la ventana!
- ¡Váyase a paseo! ¡Con mi ventaba hago lo que me da la gana!

Se oye un murmurar sordo y pasos que se alejan por la escalera.

- ¡Todo porque vacío la pipa por la ventana…!
- Y también tira por la ventana las flores secas, y las pochas, y la poda, que le he visto.
- Eso es ecológico, no molesta.
- ¿Y las brasas de la pipa? ¿Y las cerillas encendidas? Y el otro día un cabo de cigarro todavía caliente y lleno de babas negras. Y por lo visto, de la chaqueta blanca de la visita reboto a la taza de té de otro de los invitados, salpicando a los demás, encima.
- Veo que está usted en todo. Pues que barran, o haber puesto la terraza en otro sitio. ¡O que pongan un toldo!


Caía la noche, entraba por los ventanales abiertos una brisa casi detenida. Tómese la pastilla don Estra, que luego le sube la tensión. Tiene razón, la tomaré con un dedal de brandy, ¿me acompaña usted? No faltaba más, muy agradecido, y tengo aquí dos tabacos, ¿no me rechazará usted uno? ¡Don Manolito, como ya he dicho está usted en todo! Traiga para acá. En esa caja de marquetería fina tiene todo los utensilios: cortapuros, navaja capadora o micológica, cerillas, lanzallamas… ¡Lo que más le cuadre que en esto de chiscar el habano hay muchas manías! Cuando acabemos, ¡¡todo por la ventana!!

viernes, 19 de mayo de 2017

¡Informes a mi!

¡Informes a mí!

El ayuntamiento de Zaragoza pretende ejercer una acción declarativa de dominio ante la justicia respecto de dos templos católicos, la Seo y la iglesia de Santa María Magdalena. Está en las noticias desde hace unas semanas.

Como es sabido, “una acción declarativa de dominio es una de las acciones encaminadas a la salvaguarda o protección del derecho de propiedad. La acción declarativa de dominio se encuentra entre las meramente declarativas que no buscan la obtención actual del cumplimiento coercitivo del derecho sino la puesta en claro del mismo[1]. Es decir lo que se busca es, existiendo una controversia sobre la propiedad sobre un bien, aclararla. Dicho de otra forma, que se declare una relación de derecho puesta en duda o discutida. No existiendo tal controversia sobre el bien, no cabría interponer tal acción.

No vamos a entrar ahora en si tiene el ayuntamiento de Zaragoza legitimidad para iniciar acciones legales sobre la base de una controversia realmente inexistente que el mismo ha provocado por cuestiones de sectarismo ideológico. Desde el punto de vista técnico jurídico nos supera y excede también de este apunte. Tampoco entraremos sobre el significado último de todo esto (aunque dan ganas de decir que es ilustrativo de una mentalidad que en gran medida está en el origen de nuestra guerra civil y que parece rebrota). Sigamos con la historieta.

Un juzgado de lo contencioso-administrativo parece que ha suspendido de forma cautelar el acuerdo por el que el ayuntamiento instaba a sus servicios jurídicos a iniciar el procedimiento legal[2]. El ayuntamiento habría adoptado su decisión sin contar con un informe previo de carácter legal, que aunque no es vinculante, es preceptivo (esto es “ordenado por un precepto” y, por tanto, obligatorio).

El fin de dicho informe es asesorar al ayuntamiento desde el punto de vista legal sobre si las acciones que pretende iniciar tienen o no algún fundamento jurídico. El fin último sería evitar que por imprudencia o desconocimiento el ayuntamiento iniciara acciones legales de forma temeraria resultando en despilfarro del dinero público, perjudicando por tanto el interés general (posible condena en costas, desvío de recursos para dedicarlos a una causa sin fundamento, etc.). En definitiva, dicho informe no es otra cosa que lo que se conoce en el mundo privado como la consulta con el abogado. Es la que un particular suele hacer antes de tirarse al ruedo de los juzgados, cuando minutas de profesionales y consecuencias del pleito irán a su cargo, no pudiendo disparar con la pólvora del rey.

En este caso como decimos, el informe no existe. Podria tratarse de un error, de un olvido, es cierto, pero revelador en todo caso. Pues lo interesante es lo que la inexistencia del informe revela, sea cual sea la causa. Lo que el juzgado contencioso-administrativo reprocha al ayuntamiento es querer iniciar un procedimiento judicial sin contar ni siquiera con algún indicio de los derechos que fundamentarían su acción. Es decir, el ayuntamiento decide iniciar acciones legales sin verificar primero sin le asiste realmente algún derecho para ello, si existe algún indicio de su supuesto derecho sobre los dos templos cuya propiedad reclama.

Dicho de otra forma, el ayuntamiento podemita decide una tarde que La Seo y la iglesia de Santa María Magdalena le pertenecen. Y punto. Al ataque. ¡Informes a mí!

Continuará (seguramente).

Alcides Bergamota el Grande,
para el
Eco de Nava.






[2] Utilizamos el verbo parecer porque nos guiamos por la prensa sin haber leído la resolución judicial.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Diátriba a partir de una noticia que sirve como pretexto.


Leemos en la prensa, hace unos meses: “Jorge Galindo (Madrid, 1965) asume el reto de reinterpretar la Colección Lázaro Galdiano mediante un gran collage compuesto por miles de páginas de la Revista de Arte Goya, publicación editada por la Fundación Lázaro Galdiano desde 1954. Invade la totalidad de las paredes del Salón de baile y la galería superior del museo. El artista reinterpreta la arquitectura del palacio que alberga el museo y lanza un guiño a la faceta humanista de José Lázaro. La muestra forma parte del programa institucional de la feria de arte contemporáneo ARCOmadrid 2017 y puede verse hasta el 14 de mayo.” Junto con el texto aparecen algunas fotos, como las siguientes:

 


¿Porqué no haber rajado a doña Gertrudis?



Como siempre que se trata de arte contemporáneo oficial, lo que hace el supuesto artista es ensuciar. El tío lanza un guiño mientras se cepilla las revistas de la fundación. Lo ha debido pasar bomba. ¿Qué quiere decir con que se cepilla? No pregunte hombre, no quiera conocer los detalles. Dejemoslo, por ejemplo, en que restriega las ojas arrancadas contra las paredes del palacete antes de pegarlas. Hace feo lo que no lo era y eso lo hace amparándose, escondiéndose en los pretextos de siempre.

 

Por una parte “reinterpretar” que debe entenderse como ensuciar, emporcar, estropear, montarse sobre lo que otro ha hecho y apropiárselo ensuciándolo. La obra original pero en versión inmunda, pringosa, hedionda. La cosa es que sea FEA. Tal vez nuestro tiempo sea eso, feo, y consista en hacer nuestras las cosas que otros crearon con más acierto, pero estropeándolas, a lo cochino vamos. Una forma de sublimar la frustración del que no es capaz de crear sino detritus. Ya ven que derivamos a lo freudiano, hacia la materia fétida.

 
Por otra parte, el segundo pretexto para el asalto a lo bello cuchillo en mano (o con bote de cola y engrudo) es por supuesto el arcano. Lo oculto, el secreto impenetrable (menos para entendidos y bujarrones) en que consiste, para quien lo explota, el arte contemporáneo, el timo contemporáneo: si usted no sabe apreciarlo es precisamente por eso, porque no sabe, no está en el machito, no conoce el lenguaje de los elegidos, es usted un cateto y, además, no cobra ni un duro por manchurrear paredes con pegote, burratajos y garabatos. El artista contemporáneo se pone las botas, aunque no sepa ni coger el lápiz. Porque no se trata de dibujar o pintar, de crear belleza, sino de manejar el BOE, de andar por los pasillos adecuados, de tener entradas en un ministerio o en una consejería, de trincar subvenciones –mamá yo quiero ser artista-, de darle, en definitiva, un buen sablazo al presupuesto público –o privado, que algún bobo esnob completará con su peculio la suma que ya le sacan al contribuyente-, contando con los amigos adecuados dentro del sistema. Todos en pelota, sin niño que lo denuncie.