domingo, 17 de julio de 2016

Mérida


Veinticinco años antes de Cristo, Octavio Augusto ordena fundar una ciudad para el retiro de los veteranos de dos legiones que llevan años guerreando y, para alojar a los soldados eméritos, se funda Emérita Augusta, la actual Mérida. Y la ciudad no se hace a medias. Diseñada para ser capital de una nueva demarcación administrativa, la provincia Lusitana, patrocinado el proyecto por un yerno del emperador, Marco Agripa, nada se hace a medias. Sobre el eje del decumanus, varios foros, templos (puede verse el de Diana que todavía impresiona), teatro, circo, dos puentes, acueducto, murallas, el arco llamado de Trajano, etc. Preservada por su pequeño tamaño  y letargo económico de las salvajadas urbanísticas del desarrollismo de los años sesenta y setenta, Mérida conserva intacto un patrimonio de la época de su fundación que al visitante le resulta pasmoso y que, al parecer, sigue apareciendo, pues la ciudad nueva está construida sobre la antigua, y con cada movimiento aparecen nuevos restos que van alimentando el Museo Nacional de Arte Romano. Merece la pena conocer el museo, tanto por el continente (al proyecto de Rafael Moneo en este caso no podemos ponerle peros) como por el contenido. Desde las inscripciones de sus lápidas funerarias nos mandan recuerdos los primeros habitantes del lugar, como Phoebus y Restituta, ella nacida en Roma como se indica de forma destacada en la lápida que nos informa de la longevidad de ambos, más de ochenta años cuando les llegó el tránsito. Eso que es más normal en ella, dice mucho del vigor de Phoebus.  

A mediados del siglo II después de Cristo, el griego Pausanias al describir la polis de Panopis observa: “Hay veinte estadios desde Queronea hasta Panopis, una ciudad focia, si es que un sitio tal puede ser llamado ciudad, pues aquí no hay ni edificios administrativos, ni tampoco un gimnasio, ni un teatro ni tampoco un ágora, ni siquiera agua que corra de la fuente (…)”. Estamos seguros de que Pausanias no hubiera puesto una sola objeción a la Mérida romana que todavía hoy puede recorrer, de alguna manera, el visitante curioso.



Caballo lusitano. Está acreditada la crianza profesional de estos caballos en época romana y la organización de carreras.


Octavio Augusto

TORO
Perfil de matrona romana. ¿Tal vez Restituta uxor?














jueves, 14 de julio de 2016

Los Hermanos Tanner, por El Zuavo.


Cambises García Lardón, alias El Zuavo, nuevo colaborador de Cepo.

 
- Oye Cambises…
- ¡Que te calles la boca!
- Pero si no he empezado a hablar Cambises, un poco de calma.
- Mmmm.
- Esos artículos tuyos. A ver cómo te lo digo. Yo creo que son un poco violentos, como te diría, son despiadados, hasta el punto de faltar a la caridad de una manera…Mira a ver si…
- ¡Yo no tengo por qué dar explicaciones! Yo describo lo que veo, en conjunto, lo que es como es. - Pero la realidad no es…
- ¡La realidad es como yo quiera! Es la que yo veo, la que yo describo. Y me da igual que además, individualmente, haya otras cosas, otra gente. Yo describo las masas, el fenómeno colectivo, repugnante y atroz. ¡El asunto de nuestro tiempo! ¡Las montañas de carne!  ¡Ya veréis el día en que les soltéis de la correa, ya veréis!
- Bueno, visto así, puede titularse tu sección algo así como Las Masas.
- Si, o la pasta brisa…


El diálogo que precede tenía lugar hace poco en la redacción de Cepo. Aunque sin decir nada participó también, y no con un papel menor, el calor de julio.

***


La lectura de Los hermanos Tanner, de Robert Walser es una decepción. Lo bueno es que era un ejemplar tomado en préstamo de la biblioteca pública. Lo malo es que por esa razón no hemos podido quemarlo. ¡¡¿Cómo?!! ¿Pero usted quema libros? Pues claro caballero, no como usted que los tira a la basura. El caballerete culto, que todo lo encuentra tan moderno, se sonroja. Si, si, póngase colorado, que le he visto arrastrar en bolsas de plástico bibliotecas enteras al contenedor de papel… ¡No es verdad! gime azorado el intelectual que todo lo encuentra de una modernidad tan, tan… ¡tan interesante! Por supuesto que es verdad, replica con una frase que es como un latigazo El Zuavo, ¡¡tanto que tengo fotografías!! El caballerete se rinde y permite que El Zuavo, hombre de oscuros métodos, se explaye, no sobre el pobre Robert Walser, sino sobre su libro.

 

Me decepciona. La verdad es que el libro se me cae de las manos, de tan artificioso. Es posible que la prosa del original alemán incorpore una poesía que con la traducción se pierde sin duda. Larguísimos monólogos en los que los protagonistas se explican a sí mismos con el mayor detalle y minuciosidad, ensartando banalidades y "étât d'ame" que la verdad, resultan bastante grises y tediosos. ¿Se trata tal vez del elogio del vagabundo? ¿Del vagabundo rescatado por la mujer? No lo sabemos. Hemos acabado por abreviar la cosa de un bajonazo leyendo, como suele decirse, en diagonal... Se da la paradoja de que el texto en sus palabras se refiere a hondas emociones y grandes sentimientos, entre un halo de romanticismo, sin que falten los grandes lagos, el paseo en barca, los sueños, la exaltación de los sentidos, de la vida verdadera, de la autenticidad y de la naturaleza. Pero todo ello en forma de monólogos introspectivos, con tesis tan artificiales y penosas, que la falta de credibilidad resulta en monotonía y frialdad. Como si se tratara de personajes de cartón recitando un papel sin contenido, a fuerza de ensartar los más planos lugares comunes.

 

Para vagabundos, el inolvidable don Camilo, cuyos textos, sin ninguna pretensión ni despliegue de sensibilidades, sin tesis de ningún tipo, son de una belleza incomparable. Y punto.

El Zuavo

 

¡¡O sea que además Bergamota tiene la pretensión de utilizar heterónimos como si fuera Pessoa!! Pero oiga si no se le conoce un línea decente, será para defraudar a hacienda.

martes, 12 de julio de 2016

RITOS ANCESTRALES

Todo esto no sucedió hace cien años, ni cincuenta, ni cinco, sino ayer mismo por la tarde, pero vamos por partes que luego el personal se acelera leyendo y confunden churras con merinas y así nos va Gorgonio que hasta nos hurtan las patatas...
 
Estamos en Losa, mes de julio, todavía baja el agua fresca por el río gracias a las fuertes nevadas de este invierno.
 
Estoy en mi casa terminando una acuarela con dos pinzones y una piña rebosante de resina y de rato en rato observo la casa del vecino por entre las ramas de los magnolios y pienso que en cuanto termine me pongo a contarles esto y aquí estamos...
 
A Girolamo Panzavecchia le gustan más los canutillos rellenos de crema de Antibes que a un tonto un lápiz.
 
Cada martes Girolamo recibe su cajita de medio kilo enviada desde la afamada confitería de Rufino Glass sita en el Paseo de Pereda de Santander, confitero que tiene merecida fama de ser la Meca de las cremas de Antibes, la Babilonia de las cremas inglesas, el Ulan Bator de las dobles cremas, el  Southampton del Chantilly y de todas esas creaciones humanas que encogen las arterias y ensanchan la sonrisa y el espíritu.
 
Girolamo Panzavecchia es profesor de física en la Universidad de Bolonia y está casado con Carmencita del Valle, que es una señora muy fina y más sorda que un coronel de artillería gracias a la cual disfruta de unos aseadísimos y prolongados veranos en Losa de Guijarro.
 
La familia del Valle proviene de Losa de Guijarro y el abuelo de doña Carmencita la hizo heredera de un hotelito de tres plantas con jardín, huerto  y alberca.
 
Girolamo se pasa las mañanas sentado en el jardín bajo un tilo gigantesco leyendo novelas de Agatha Christie y bebiendo cervezas Peroni que se hace enviar de Italia por agencia de transportes.
 
A Girolamo le vino Dios a ver el día que conoció a Carmencita que es buenísima, discretísima, sordísima y riquísima. Cuando se conocieron Girolamo era un afamado físico pobre como una rata del laboratorio de biología pero la caprichosa fortuna para unos y la Providencia  para otros hizo que su camino se cruzara con el de Carmencita y de rata leída pasó a ser rico consorte que es una de las mejoras formas de ser rico, sobre todo porque da trabajo pero menos que ser gerente y propietario de Aceros Especiales de Oklahoma que es una cosa espantosamente trabajosa, y encima hay que vivir en Oklahoma, figúrense ustedes.
 
Mi padre y el abuelo de Carmencita fueron compañeros en Salamanca y aunque la vida separó sus caminos durante casi treinta y cinco largos años, cuando ya ambos contaban arrugas y cenaban sopas de ajo se reunieron en Losa gracias a la amable cercanía de sus respectivos domicilios.
 
Si hoy les hablo de Girolamo no es por causa de mi padre o del difunto abuelo de su señora esposa sino porque ayer se produjo un hecho del todo lamentable que alteró por primera vez en más de veinte años el sagrado rito de los canutillos del martes. Agárrense que viene curva.
 
El Profesor Panza, como es cariñosamente conocido en Losa y su comarca, tiene una sobrina, hija de su hermano Nene, que es jovencita, morenita, altita, monita y un poco lerdita.
 
La sobrina, que atiende al nombre de Sabrina (ufonía y birra fría) ha terminado con excelentes calificaciones su primer año de universidad (lo que dice poco de la universidad o mucho de otras cosas... no nos liemos..). Para celebrar tan magno evento a Donatella, la mamá de Sabrina, no se le ha ocurrido mejor idea que financiar un viaje a su hija y a su íntima amiga Chiara para que conozcan las bellas tierras de España.
 
Chiara, que es muy parecida a su amiga Sabrina pero en versión rubia, es una chica inquieta y en cuanto se enteró de los planes y los presupuestos no tardo ni diez minutos en trazar un plan de viaje que, comenzando en julio y entrando por Irún no podía tener mejor estreno que San Fermín. 
 
Así pues, estaba ayer nuestro amigo y vecino el Profesor Panza sentadito en su sillón de fieltro verde con una copita de grappa "Prime Uve" dando lentas chupadas a su pipa de brezo cuando su plácida digestión fue interrumpida por un alarido de su santa y admirable esposa.
 
Solícito como solo él sabe serlo acudió Panzavecchia a socorrer a su amada costilla y la sorprendió paralizada frente a la pantalla del televisor.
 
Carmencita, mujer interesada por todas las novedades que el ancho mundo de la noticia televisiva ofrece, estaba viendo un reportaje sobre las fiestas de San Fermín.
En el momento en que el reportero iba desgranando los entresijos del "chupinazo", la cámara iba recorriendo la masa informe de cuerpos teñidos de tintorro y quedaba congelada en la imagen central dónde se veía a dos jovencitas, una rubia y otra morenita que alzaban sus camisetas al cielo dejando al aire de Pamplona y a las manos de doscientos cincuenta energúmenos la apetitosa curvatura de cuatro senos imponentes que en pocos segundos pasaron del blanco al rojo.
 
Panzavecchia dejó caer la pipa de brezo y se hundió en el mullido tresillo al tiempo que entrelazada sus manos con las de Carmencita que, incapaz de mayor reacción, murmuraba "¡ay madre!, ¡ay madre!, ¡ay madre!"...
 
Ayer llego de Santander la caja de canutillos y se quedó en el frigorífico a la espera de las atenciones del Profesor Panza que no llegaron a materializarse.
 
Esta mañana Carmencita ha enviado a casa a su fiel Faustina con la caja de canutillos y aquí me tienen ustedes zampándome uno con un café con leche de los que hacen época. Cuando termine me da que voy a salir a dar un paseíto hasta el río y no descarto fumarme un Allones, que su fortaleza siempre casa bien con los aromas del campo.

lunes, 11 de julio de 2016

CRONICAS CALIENTES

Como es habitual, en Julio la capital del reino se cuece y recuece. Se impone la sombra, el gazpacho, los salmonetes fritos y la sangrante rodaja de sandía. El panorama nacional sigue en su atonía tontorrona. Mariano resiste impávido los ataques y Sánchez a lo suyo con el "no" colgado del labio como antaño la colilla de Lucky Luke y la cara de hogaza que se la ha quedao desde el lejano 20 de diciembre, la jornada de los "resultados históricos". De Rivera no sabemos nada nuevo, casi mejor. De Iglesias si sabemos y como ya nos tiene habituados es otra melonada. El gran hermano que vigila incansable los tuiter y los facebuques ha pillado al profeta rojo cometiendo faltas de ortografía en la lengua del Dr. Johnson. ¡Que novedad! Si comete faltas en la lengua de Cervantes cómo no en otras que le son más ajenas, al menos en la práctica. Lo mas chusco no es que se le vean las entretelas del Assimil sino que le atizó a Obama un tomete sobre la brigada Lincoln que es un tema más sobado que las pechugas de la guiri a la que alzaban las avinadas huestes que asistían al chupinazo. Me da que a  Obama la brigada Lincoln y el profeta rojo se la traen al pairo. Se me antoja que el tomete con la dedicatoria analfabeta acabará en el almacén de regalos presidenciales junto al tamagochi que canta fados y el abanico fabricado con láminas de madera de palofierro pintado a mano por la sobrina segunda de Rigoberta Menchu. Un gesto más de la infinita banalidad con la que cursan las relaciones internacionales. "Reunirse" diez minutos en un aeropuerto a la hora de la siesta y con el presidente americano que ha demostrado mayor capacidad de escurrir el bulto. Unos ritos bobos que no engañan a nadie y cuya falsedad es sólo superada por las declaraciones de los asistentes a los programas del corazón. La bondad natural queda reflejada, una jornada más, por aquellos que aún mantienen la inocencia y el corazón puro, como ese pequeño aficionado portugués cuyo gesto caballeroso y verdaderamente humano ha dado la vuelta al mundo. Buen ejemplo para los amigos del igualitarismo, midan las reacciones del muchacho y comparen con las de un puñado de canallas que se han alegrado de la trágica muerte del torero en la plaza. Me dirán que no tiene nada que ver, que son cosas distintas. No se engañen, hablamos de lo mismo, de actuar bien o mal en cualquier circunstancia. No todos somos iguales, hay buenos y hay canallas, cada uno se pone en su sitio con sus obras. Puestos a vivir en sociedad, yo prefiero hacerlo con el pequeño portugués que con los hijos del odio, la gente de la entraña negra y la bilis, ese grupo no pequeño de gentes enanas que no saben perder ocasión de mostrarnos el verdadero rostro de su fea entraña.

domingo, 10 de julio de 2016

Don Camilo y el arboreto de Luis Ceballos.


Cepo gordo es muy devoto de don Camilo. El olvidado don Camilo. Le consagra estos días la biblioteca nacional una bonita exposición. Don Camilo es como España áspero y genial. No es para paladares insípidos, para quien no guste de decir las cosas, ni para las medias tintas. Y don Camilo es compañía para cualquier momento, por ejemplo para el paseo que hemos dado esta mañana, evocando todo el tiempo, y por motivos diversos, la memoria de Luis Ceballos, ingeniero forestal, mientras ascendíamos animosos y acalorados hasta su arboreto.

La salida, pasadas las nueve.

El Monasterio, abandonado ya el camino de la Horizontal.

Helechos.

La floresta.

Olmo de los Llanillos (Ulmus Laevis, 30 metros de altura, 3,15 metros de perímetro).

El pico de Abantos.



Las cumbres sin tinieblas.

El monasterio (O monasteiro, para que nuestro lector gallego no se sienta raro).


Zarzas en flor.

***












sábado, 9 de julio de 2016

DE UN RATO DE LECTURA

T. que es todo un gentleman, se siente muy irritado, hasta casi perder los estribos, ante las hermenéuticas sexo-místicas tan de moda en los mismos estudios académicos sobre San Juan de la Cruz, pero no menos ante la literatura religiosa sobre estos temas que, desde luego, es tan ridícula, y tan azucaradamente vomitiva. Mañana se irá a su país, y esta noche misma tendrá que estar en Madrid, así que, cuando salimos de nuestra visita a la iglesia de Fontiveros, y recapitulando nuestro encuentro, mientras tomamos una taza de café, me dice que, en suma, tenemos que rezar para que, si no se nos otorga el don del genio, del que hablaba la Weil, para sentir y contar la desgracia y la alegría, al menos se nos niegue el talento según las medidas del mundo que nos ha tocado vivir, y que éste se compre un mono que le ría las gracias.
Le digo a esto que Schopenhaeur decía que “lo que me consuela es que no soy un hombre de mi tiempo”, y que Louis Calaferte comentaba que eso “más que una consolación es una salvaguarda”. Y me contesta que no es cierto, que ese anacronismo, sin el cual no hay ni siquiera la más elemental cultura, es también un don, y hay que pedirlo.

José Jiménez Lozano
Los Cuadernos de la letra pequeña
Editorial Pre-Textos

jueves, 7 de julio de 2016

HABANOPIPISMO

En la mayoría de los casos, el cepogordismo suscita terribles reacciones, es una constante fuente de polémicas y nos pasamos el día eliminando agresivos comentarios y quemando cientos de cartas incendiarias, que lógicamente arden con suma facilidad.

Sin embargo, en contadas ocasiones recibimos mensajes de otra naturaleza, de otro nivel, en verdadera sintonía con el más egregio espíritu cepogordista, incluso si de disentir o simplemente de matizar se trata. Esto es lo que ha sucedido en el caso de la breve entrada pipista (que no pipera) publicada ayer. Damos a conocer, para el deleite de nuestros lectores, la breve y luminosa carta que comentando dicha entrada acabamos de recibir.

Sr. Cepogordista,
Por favor explique a sus correligionarios cepogordistas (si le parece oportuno; no pretendo intervenir en la línea editorial de su excelente publicación) que "la lentitud, la languidez, el tiempo suspenso" son precisamente lo característico de la pipa, para no entrar en disquisiciones históricas sobre si la pipa se difundió en Europa antes o después que el cigarro de tabaco puro, para lo cual carezco de bagaje.

(Otra cosa es que la pipa sea más versátil, porque se puede disfrutar incluso paseando --una especie de pequeña y ridícula superioridad que no estoy dispuesto a comentar porque opino, con fuerte convicción, que la disposición competitiva y polémica es intrínsecamente incompatible con el sosiego filosófico que se requiere para disfrutar correctamente del tabaco).

He sido fumador de pipa varios años, y después de cigarros, tabacos y puros (depende de la localización geográfica), durante bastantes más. Ahora ya llevo muchos (años) retirado de todo ello --como sin duda sabe-- y no soy en absoluto beligerante. Pero todo tiene un límite. Amicus Plato, sed magis amica veritas.
Un gran abrazo
A.