sábado, 31 de enero de 2015

TERTULIA

Doroteo y la Condesa tiene cada cierto tiempo una tertulia decimonónica. No porque se trate de una tertulia de maneras antiguas, sino porque versa sobre aquel siglo. Se comentan las novelas de entonces. Doroteo y la Condesa consideran, sin ánimo de despreciar a nadie, que sus impresiones sobre aquella literatura y aquél mundo al que vuelven a través de la obra de los autores de aquél tiempo, no pueden ser ni compartidas ni entendidas por quien no pertenezca a una estirpe de cierta prosapia antigua. Para departir con ellos es necesario tener memorias que por los menos se remonten a entonces. Claro que no serán personales, sino familiares. Para estas tertulias, suelen espontáneamente cambiar el tratamiento, y sin darse cuenta se hablan de usted, para pasmo de quien lo oye sin estar iniciado en estas ceremonias.
-            Si querida, es un libro desolador y hermoso a la vez. Gran escritura, gran pintura de aquella sociedad, terrible historia.
-            Que retrato de la condición femenina, Doroteo, ¡Que vida!
-            Un mundo ciertamente implacable para ellas, para la que se atreviera a vivir fuera de la norma.
-            Y que agudísimo análisis de la psicología femenina, del alma de la mujer.
-            Cuanto de lo que pinta sigue siendo actual, ¿verdad?
-            Sin ninguna duda, en la medida en que los sentimientos, por mucho que pueda modelarlos la sociedad tienen una parte eterna, intemporal, que está ahí, más o menos soterrada, pero que vuelve. Esa permanente inquietud, esas ilusiones, ese soñar despiertos...
-            Y si me lo permite, que afán incesante por copular, que desenfreno sexual bajo esas levitas, chisteras, miriñaques, vestidos, faldones, lazos, abanicos y encajes.
-            Desde luego, se queda una pasmada. Pero más asombroso es aún ver a los personajes masculinos llorar, lo que se produce en más de una ocasión a lo largo de la novela. Hay brutalidad bajo esas maneras exquisitas y dolor y una aguda sensibilidad bajo esa brutalidad.
-            Una sociedad compleja, cargada de códigos que la sujetan pero bajo los cuales la vida fluye, como el agua filtrándose por un muro que no puede apenas contenerla. Una superposición de matices, una capa sobre otra, dónde nada es enteramente lo que parece…
-            ¡Como la lasaña! si me permiten ustedes la comparación – dice Tato que ha tomado asiento y emplea el usted de rigor.
-            Pero Tato por favor…
-            No hay duda, querida Condesa, de que este Federico de Roberto es un gran escritor y merece entrar en la Gran Lista con esta obra, La Ilusión.
-            Si Doroteo, pero no es para cualquier paladar, porque el hermoso ritmo de la escritura, la profusión del retrato, los matices, son los propios de aquél tiempo, de un fluir más sereno y lento.
-            Sin duda, sin duda, comenta Doroteo.

Tato, encendiendo un cigarro añade:

-            Pues lean Los Virreyes, ya verán.
-            Tato, es usted una caja de sorpresas.

El intelectual y el paisano.

El cretino artista o EL INTELECTUAL ORGÁNICO:

-           La literatura salvífica.

El comentarista o EL PAISANO:

-           Ya empezamos.

-           Me parece muy interesante destacar…

-           A mí no.

-           El entrecruzado de elementos coincidentes bajo circunstancias colaterales.

-           ¿Vamos a dar una vuelta a ver si nos da el aire?

-           Como latinoamericano mi estancia en París tuvo un carácter iniciático y transgresor, auténtica peripecia vital.

-           ¿Y este gilipollas por qué no se quedaría en casa?

-           El artista en el lugar de privilegio que ocupa es el visionario que nos redime y nos ayuda a ver en nosotros mismos.

-           A mi este señor me molesta y empieza a producirme un cierto mareo.

-           Desde su apartada soledad comprometida (¿Se fija en mi dominio del lenguaje sin significado? Es imprescindible para vivir honradamente del presupuesto público que se forma con la plata que le jalan a usted, personajillo gris, oscuro abejorro productor, persona intrascendente que no se preocupa por las grandes cuestiones del arte… USTED NO SE POSICIONA) el artista otea un mundo de desolación que trasciende con su obra, verdadero manifiesto de una sensibilidad resueltamente moderna.

-           SI ME POSICIONO, dispuesto a patear su gigantesca posadera de chupóptero. Cuando oigo la palabra moderno, salgo corriendo.

-           Voy ahora a hacer pública profesión de mi compromiso inalienable con el Arte y …

-           ¡Mira que pibón! ¡Uy perdone! ¿Decía usted algo?

-           Mi YO está entregado a una búsqueda permanente, sin tregua, incesante, la constante problemática de la contemporaneidad…

-           ¿Y a su edad todavía no ha dado con nada? ¿No será mejor que lo deje ya?

-           Sin duda la literatura y el gran Arte, así entendido con mayúsculas, en su trascender al individuo salvan al autor y nos salvan en lo que sería un ensimismamiento creador, delimitador del absurdo.

-           Es posible que con algodón en los oídos, pero sobre todo corriendo mucho, yo logre salvarme de usted. Si soy rápido, muy rápido, es posible que el vacío que usted representa no me trague.

-           Asomados al abismo, el artista nos sujeta, nos acompaña, en un abrazo salvífico.

-           ¡Qué manía con abrazar! ¡A mí no me ponga las manos encima! Se ve que con usted todo es salvífico, pero yo casi prefiero el abismo.

-           La condición humana que yo vivo dolorosamente, en un sufrimiento interior del que no puedo apenas dar cuenta, es sin duda la materia del Arte, la búsqueda incesante que persigo a través de mi obra trascendente.
-           Cuando la caza de la subvención se hace pornografía.

-           Háblenos del oficio de escritor, de sus pasos en el cine, de su entrega a la cultura: ¿Por qué la palabra? Nos encantan las preguntas apasionantes.

-           Con semejantes preguntas me temo lo peor. Me ha dado una ahorcada al leerla.

-           Sin duda el escritor se busca y de nuevo escribe para salvarse y hacerse mejor. Es sin duda una suerte de primitivo sacerdocio, de apertura hacia el prójimo mediante la palabra, al vaciarse uno mismo en la introspección creadora. El escritor otea desde las alturas ¿me comprende? ¡Hay que reconocerles esto!

-           De nuevo, esto es para salir corriendo y no parar. El sacerdote este querrá que le mantengamos claro, es el correlato lógico de tanta obscenidad. Un paseo por la calle vale más que las obras juntas de tanto sinvergüenza.

-           La falta de reconocimiento social del escritor, de un simple escritor como yo, por ejemplo, que vivo en constante introspección y soy profundamente serio y no me pierdo un sarao, da una idea del déficit democrático que aqueja a nuestra sociedad. En este país no hay cultura sabe usted.

-           ¡¡¡El garrote!!! ¡¡¡¿¿¿Dónde está el garrote para cascar a este memo????!!! (…) Pero vayamos a dar un paseo que hace una bonita tarde, helada y clara, de esas que reconfortan el ánimo.

A la hora de la verdad resulta que el intelectual es funcionario del Ministerio de Kultura, algo que inventaron los bolcheviques, mientras que el paisano es autor de una hermosa obra poética sin pretensiones, que comparte con tres amigos escogidos. Y es el dueño e impulsor de la biblioteca pública de Nava de Goliardos, a la que dedica muchas horas de su tiempo libre, sin catequizar a nadie. En el catálogo de la biblioteca no se encuentran las obras dogmáticas del intelectual profesional, vaya usted a saber por qué.

sábado, 10 de enero de 2015

LA GRAN LISTA

Bergamota aseguraba que no eran realmente de vacación los días de asueto, si no se dedicaba un rato tranquilo a abrir los pliegos de algún volumen intonso. No faltaba ocasión de entregarse a esa labor, pues el legado del tío Semiramis contenía mucho libro virgen, al que nadie había hincado el diente (o metido mano como afirmaba Tato). Semiramis Bergamota, al morir, era dueño de una considerable biblioteca en la que junto con los libros que su sobrino llamaba de lectura, se encontraba una buena proporción de papeles y rarezas, fruto de cierta manía bibliófila contra la que el tío Semiramis había luchado toda su vida a brazo partido. Al final habían vencido los de leer a los papeles y rarezas, que sin embargo no eran pocos. La biblioteca del tío Semiramis había acabado en Nava, unida a la propia del Gran Bergamota, instaladas las dos en la planta del palacio cuyo uso había cedido Doroteo al gran polígrafo. Una de las estancias, amplia, luminosa, de fácil ventilación por los grandes ventanales orientados al Este, había sido convertida en biblioteca y despacho. No era raro que las reuniones entre los tres amigos se celebraran en la biblioteca de arriba, como se la nombraba para distinguirla de la biblioteca de la casa, situada en la planta baja. Bergamota aprovechaba para abrir pliegos con una afiladísima navaja portuguesa de larguísima hoja y cachas de madera clara, mientras se hacía la tertulia. En esos días de asueto, en el que las ocupaciones habituales dejaban sitio a un dulce aunque organizado vagar, solía unirse al grupo la Condesa de la Croqueta. Era una excepción que se admitiera a alguien en la tertulia de la biblioteca de arriba en los días de vacación, y esa excepción tenía lugar, única y exclusivamente, con la Condesa. Fidelio Lentini Spotti, el demonio de los Abruzzos, rabiaba por no haber sido nunca invitado al lugar.

Aparecer la Condesa y lanzarse todos al gran juego era inevitable. Le ofrecían asiento, se sentaban alrededor de la mesa, cogía ella recado de escribir, como le gustaba decir, y daba comienzo la elaboración de la Gran Lista:

-          Hoy nacional, he dicho.
-          ¿Nadie de fuera? ¿Seguro?
-          Seguro.
-          Hombre precisamente llevo unos días con un descubrimiento bueno y …
-          Nacional, narices.

Tato había impuesto delicadamente su criterio, pese a los intentos de Doroteo. Bergamota terciaba asegurando que en cualquier caso la lista nacional era siempre la mejor, la más valiosa, no sólo por la calidad extraordinaria del país de poetas – así se refería a España alguna vez- sino por el idioma. El idioma materno, mascado, esculpido, trabajado, rotundo, aéreo, luminoso.

-          Pues Tato, ¡lánzate hombre! dijo Doroteo un poco picado.
-          Pues claro, ahí voy: García Pavón, un fuera de serie.
-          Hombre claro, pero creo que ya le teníamos dentro de la Gran Lista…

La Condesa se tiró al ruedo:

-          De lo primero en la Gran Lista, Corrochano. ¿Qué es torear? es algo extraordinario, toda una España.

-          Por lo que a mí respecta, incluya usted en la Gran Lista al pintor Solana, por sus libros claro.

Bergamota era un devoto de los escritos del pintor y pasaba horas delante del retrato que Solana había hecho del abuelo de Doroteo: traje azul, mesa de despacho cargada de objetos –purera, habanos, pipero- en la biblioteca del palacio, de la que se veían los estantes, detrás del retratado, atestados de libros.

Finalmente, Doroteo pidió que se incluyera en la Gran Lista a Dionisio Ridruejo por los Cuadernos de Rusia. Pero lejos de dejar aquí la cosa la condesa concedió dos rondas más y así llegaron a la lista el Belmonte de Chaves Nogales; la Vida de Manolo de Pla; Nuestro padre San Daniel y El obispo leproso, de Gabriel Miró (propuestos por varios de los participantes a la vez), el poema de Góngora que empieza con aquello de hermana Marica…, los versos de Francisco de Aldana, El fulgor y la sangre de Aldecoa, y alguna cosa más.

Hasta que con la hora del paseo, se deshizo la reunión.

domingo, 4 de enero de 2015

BOCETO A LA MANERA DE PATRIARCA.

La exégesis bergamotiana considera que este dibujo de incierta atribución (¿Tato, Doroteo, la delicada mano de Humphrey du Tilleul?) podría ser en verdad una acertada aproximación al aspecto del gran Bergamota en los primeros días de su exilio provinciano, representado con vago aire de patriarca –no está exento el dibujo de cierto atrevimiento e irreverencia- patriarca de Nava de Goliardos, o tal vez Puebla de Goliardos, quien sabe. Otros dicen que en nada se parecen el egregio prócer local y el grave personaje del esbozo que hoy traemos aquí.


lunes, 22 de diciembre de 2014

NI DEBEMOS NI PODEMOS

Desde su irrupción en la escena política, la polémica en torno al movimiento-partido-alternativa PODEMOS ha generado un aluvión de noticias, críticas, comentarios y chascarrillos de toda y variada índole.

Imagino que más de un lector de éste emérito suelto cepogordista andará estragado y harto del tema. 

No es mi intención el molestar al personal aún más de lo que ya lo hacen a diario los políticos al uso y sus comentaristas de alcoba pero creo que cabe hacer algunos comentarios dirigidos a todos aquellos "desencantados" que se están planteando la posibilidad de votar a la opción revolucionaria y totalitaria que ofrece el partido liderado por Iglesias.

Qué es podemos y qué pretenden es algo que a estas alturas está muy claro para cualquier espectador de la realidad política española que se haya molestado cinco minutos en informarse.

De las fuentes ideológicas de las que bebe Podemos no creo que haya que decir mucho, también son conocidas y su falsedad y peligrosidad han sido ampliamente analizadas y comentadas en otros lugares y por personas de mayor autoridad.

Dicho ésto, el lector se preguntará de qué quiero hablar, pues muy sencillo, de la frivolidad de algunos y de la imprudencia de otros. Frivolidad e imprudencia han acompañado a los españoles en muchos acontecimientos clave de su Historia y los resultados han sido, siempre y sin excepción, nefastos para la nación y sus ciudadanos.

Entiendo perfectamente a todos aquellos que sienten repugnancia hacia los partidos convencionales que han venido detentando el poder desde la restauración democrática.

Entiendo muy bien que votar al PP, PSOE y otros es algo que no puede hacerse ni tapándose la nariz.

Dicho ésto, considero que votar a PODEMOS para darle una patada en el culo los partidos convencionales es un solemne error, un acto de irresponsabilidad intolerable.

PODEMOS tiene una base de apoyo incondicional (hasta ahora) en un conjunto de personas de su misma o aproximada ideología. Ese grupo humano está compuesto por una masa que oscila entre el millón a dos millones de votantes (que no es moco de pavo). El resto, hasta alcanzar las cifras que los profetas de la demoscopia auguran para las próximas elecciones generales, lo conforma el voto del cabreo, el voto del asco, el voto de la patada en el culo.

A ese voto es el que apelo yo. A esos votantes es a los que pido reflexión y serenidad. Votar con la entrepierna no es una buena idea. Amén de anti-higiénico y anti-estético, el gonadismo militante de algunos de nuestros conciudadanos conduce, indefectiblemente, al desastre.

El proyecto de PODEMOS es un proyecto revolucionario y totalitario. Si acceden al poder real, si "pisan alfombra" y se hacen con el mando del BOE, los "señores" de PODEMOS no tienen previsto hacer otra cosa que apoderarse de las estructuras del Estado para de manera fría y calculadora ir ejecutando sus visiones de ingeniería social, económica y revolucionaria.

Su estrategia consiste en penetrar la estructura a través de las fórmulas legales (vía electoral) y posteriormente ir actuando de forma científica y revolucionaria.

Puede pensarse que esto son "suposiciones" e "hipótesis" y que se puede correr el riesgo de darles una oportunidad para ver cómo  actúan ya que peor que lo que hay no pueden ser (recientemente he escuchado ese comentario, literalmente, de boca de un funcionario de un cuerpo superior de la Administración del Estado). 

No se dejen engañar. El caso es idéntico al de regalar a un pirómano una bidón de gasolina y una caja de cerillas y dejarlo suelto por un bosque "a ver si se contiene".

Si PODEMOS llega al poder gracias al voto del cabreo, la responsabilidad de los votantes será terrible y las consecuencias, que sufriremos todos, son fáciles de imaginar.

Conociendo el peligro, ni debemos votar el suicidio ni podemos permitirnos que un cabreo más que justificado hunda a España en una sima de la que resultaría muy difícil escapar.

Existen alternativas, la sociedad sana siempre puede hacer cosas, no debe caerse en la solución fácil de la patada en el culo y el cabreo de barra de bar. 

Quien quiera apoyar el saneamiento del sistema que lo haga y ayude a crear los cauces, darle oxígeno a una revolución no es la solución.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Después de recordar a don Camilo, apuntes alrededor de la ya famosa conferencia de la pistola.

Cambiando de tercio, o como diría un francés, pasando del gallo al burro, se habrán fijado que de política nada. Que no escribimos un artículo. Lo último fue aquello que empezaba con un violento “nos gobiernan cerdos”. Pues bien, Calvino de Liposthey ha tenido la gentileza de hacernos llegar lo que fue en su día el armazón de la famosa conferencia de la pistola. Como es lógico, se trata de una estructura un tanto seca, carente del empaque y el garbo con que la embelleció en su momento el verbo florido del conferenciante. Pero ayuda a hacerse una idea de lo que fue aquella sesión que tanto dio que hablar y permite ir poniendo los jalones para su completa reconstitución. Este es el breve texto, que sin embargo, ampliado en vivo por el Gran Bergamota, permitió alargar la conferencia hasta alcanzar la hora, cuando se produjo la gran trifulca:

          Son varias las razones para no lidiar con el asunto político: llega un momento en que no se sabe por dónde empezar; tenemos las ideas claras y no necesitamos darle muchas más vueltas a las cosas. Lo que vemos y conocemos nos causa ya poco o ningún asombro y, además, hay gente dedicada profesionalmente a seguir la política y a comentarla, que lo hace mejor que nosotros y además cobra. Nosotros tecleamos menesterosos para cuidar el píloris. ¿Pero qué dice? ¡Es usted memo! No si ya estamos faltando [al parecer este primer diálogo consigo mismo provocó las primeras murmuraciones entre el público]. Queremos decir que soltar cuatro palabrejas como éstas y fumar untuosos habanos vienen a ser dos formas de lo mismo: cuidar del píloris. ¡Otra vez! [al parecer nuevas murmuraciones del público y un se chotea que se oyó perfectamente]. Pero volviendo un poco a la cosa política, que para eso me han pedio que intervenga aquí, ante este selecto público adocenado, lo que parece, así a vuelapluma, es que Europa se resquebraja. Los que se empeñan en flagelarse todavía con los añejos conceptos de España es así o asá y este país, se equivocan y renuncian a pensar. Me atrevería a decir que representan, con su huida del pensamiento crítico, lo que antes se hubiera designado como la canalla, y temo que haya aquí, frente a mi una nutrida representación de ese tipo social [al parecer, entre el pública empieza a notarse un sordo cabreo]. Ya lo hemos dicho muchas veces. No es cuestión local, sino de civilización. Estábamos en un cruce de caminos, cargados de ansiedad –como ese calvo de mala pinta que seguro que está forrado a pastillas [al parecer el aludido se levantó murmurando y blandiendo el puño cerrado y se marchó de la sala atestada dando un portazo, dos señoras se pelearon por su sitio, interrumpiendo por un momento la conferencia]. Y después de estar un tiempo instalados en el cruce y ahora hay que mover ficha, decidirse a cruzar. Y resulta que cada uno tira para un lado con el cuerpo social en peligro de descuartizamiento. Ahora que se conmemora su estallido, hay que recordar que Europa empezó su declinar con la primera guerra mundial y sus terribles consecuencias. Quedaron afectados los cimientos del continente, abonado el terreno para su descristianización y el crecimiento de los totalitarismos que encarnaron todo aquello que ya venía gestándose: nihilismo, colectivismo, anulación del hombre individual y paradójicamente conversión del hombre abstracto en la medida de todas las cosas. Resulta paradójico que de la segunda guerra mundial surja el estado de bienestar que con todas sus aparentes ventajas y bonanzas viene a sentar las bases para una nueva tutela del cuerpo social por las superburocracias. Con diversos pretextos –el de la salud sin duda uno de los más utilizados- van volviendo por la puerta de atrás los viejos reflejos: la tutela del individuo, el estatismo, la restricción de las libertades, el control de las conciencias. El bienestar es la piedra angular con la que se justifica una exacción fiscal cada vez mayor, que coartando la iniciativa individual por falta de medios, refuerza los instrumentos de que dispone el burócrata para ejercer su control, mediante la concesión graciosa a los ciudadanos de migajas de la gran hogaza de pan que previamente les ha sustraído [los representantes locales de los partidos políticos se agitan sobre sus sillas y se perciben discretas señas, la mujer del alcalde cuasi vitalicio resopla pesadamente si se arrea en la pechera con un grueso abanico con los colores del partido]. El hombre de a pie trabaja para pagar facturas dedicando más de la mitad del año a trabajar para el todopoderoso Estado, con el fin de que éste pueda disponer de los cuantiosos recursos necesarios para poder mantener su gran tela de araña clientelar internacional. Las arañas locales se reciclan en instituciones internacionales desde las que vuelven de visita al terruño para recomendar mayor presión fiscal sobre la sociedad [los concejales se miran unos a otros como si les picara el cuerpo, la señora del alcalde pone ojos como platos cuando oye la palabra chupóptera dicha a sus espaldas]. Jamás recorta la araña burocrática su propia tela. El hombre de a pie, el que ni es parte de la burocracia ni vive de ella, trabaja y trabaja, viendo como del fruto de su trabajo le llega una parte cada vez menor, y calla para que no le den de palos, cargando además con una culpa cada vez mayor. Culpa que se le inocula por no ser travesti, homosexual –maricón como se decía antes-, negro, étnico, minoritario, divorciado, monoparental adoptante, ideólogo, progresista, abierto, dialogante, amigo del consenso, pornógrafo, ecológico, igualitario, relativista, sano, sumiso, blando, maleable, multiorgásmico, vigoréxico y capao, fit, fot, jogger y runner, trendy, y sobre todo por tener todavía cuatro o cinco creencias y alguna convicción de las que no consigue desprenderse pese a todos sus esfuerzos y a la presión brutal que soporta para ello. Así que el europeo trabajador está un poco desconcertado y también un poco cansado y claro bastante cabreado. Y lo que hace es dar un portazo, diciendo que no quiere saber nada, y con eso acaba de enterrarse, porque se aísla aún más y al hacerlo se ciega, no dándose cuenta de al menos dos cosas:

          La primera es que la superburocracia vive y se nutre del aislamiento y soledad del europeo trabajador, desagarrado por mil tensiones y tirones a los que sólo no puede enfrentarse.
          Y la segunda es que ese europeo enfadado –el que lo están, tampoco son todos, miren a la mujer del alcalde que tranquilota está- [al parecer la aludida rebrinca en la silla y se oye un Mariano di algo], decíamos que el europea enfadado acaba por no apreciar lo que tiene y por no darse cuenta de que son muchos los que están en su situación –gente infinitamente válida y honrada- que conforman en líneas generales una sociedad que merece la pena, muy distinta a la que pintan los medios. No se da cuenta que todavía hay esperanza y fuerzas. Al renegar de lo que ve, al aislarse, justificando con mil argumentos eficaces ese aislamiento como algo inevitable y necesario, renegando de la política sólo refuerza el círculo negativo de disolución de la sociedad europea cayendo en un pensamiento torpemente reaccionario y de una ingenuidad que sorprende, cuyo centro viene a ser el renegar de la política con un pesimismo de cataclismo. Que al europeo contemporáneo se le hunda el mundo porque la clase política no sea honrada demuestra que el europeo contemporáneo ha dejado de leer y ha abandonado sus estudios de historia y humanidades antes de tiempo y que no es consciente todavía –a estas alturas- del enfrentamiento ya clásico entre lo que hemos llamado superburocracia y Libertad. ¿Cómo se ha vuelto la tropa tan pardilla? ¿Cómo es posible que haya olvidado lo que es el poder, la lucha por acapararlo, la lucha por defender al individuo del abuso? Podemos relacionar esto –esta ignorancia mezclada de un servilismo agotado, un ánimo de entregarse a quien quiera decidir en su lugar- con el estado de la educación y de las universidades europeas. Y no nos sorprenderá ver que son un coto cerrado, en su mayoría, de la superburocracia. Hemos pasado en una generación, por poner un ejemplo, de don Luis Diez del Corral a Pablo “el coletas” Iglesias, como símbolos de la facultad de ciencias políticas. Es el resultado de un asalto a las instituciones y a las mentalidades por el totalitarismo vencedor de la segunda guerra mundial, mudada su fría piel soviética en acogedora y suave pelliza socialdemócrata, ante el desarme intelectual, moral y anímico de ese otro europeo, heredero de la parte más fértil de las tradiciones del continente que ha enmudecido presa de las dudas sobre sí mismo provocadas por los dos cataclismo bélicos del siglo XX. [Al parecer reina un gran silencio en la sala de conferencias].

Ese europeo al que hemos llamado europeo trabajador, en lugar de renunciar a pensar, renegando indignado de la política, en realidad debe unirse para recuperar el lugar que le corresponde en la dirección de los asuntos públicos, aupado para ello sobre lo que ha sido la parte mejor de la tradición europea – la defensa de la libertad individual, de la iniciativa y de la propiedad privadas, la libertad y la acción- que sigue viva y puede recuperarse. [Al parecer reina un gran silencio entre la audiencia].

Una precisión sobre eso que hemos llamado europeo trabajador. A estas alturas de época, el trabajo se da por supuesto en toda persona de bien. A esas personas nos referimos. Pero el trabajo como tal y por sí sólo no es por supuesto suficiente para nada. Esto es lo que parecen desconocer ciertos políticos, funcionarios en origen, que se llenan la boca de lo mucho que trabajan. Sólo faltaba que no atendieran sus obligaciones. Pero el asunto es para qué trabajar y en qué dirección, eso no lo dicen porque no lo saben, o tal vez porque lo tienen demasiado claro. Veo que reina el silencio y caras de pasmo. Incluso expresiones alucinadas. Pues está bastante claro lo que he explicado, zoquetes [al parecer este desliza logra romper el silencio y dan comienzo las invectivas, pero es ya otra parte de la historia].

DON CAMILO

La razón por la que la obra Cela ha desaparecido de la faz de la tierra es un misterio. A nosotros nos parece un gran escritor y hemos pasado momentos extraordinarios con sus cuentos, con los Apuntes carpetovetónicos, con el Viaje a la Alcarria y sus andares por Castilla la Vieja, con La colmena, con Pabellón de reposo y Mazurca para dos muertos… El bonito crimen del carabinero, El retablo de don Cristobita, y cuantas historias más. Y además, Papeles de Son Armadans. El que no sepa lo que es que busque un poco y se llevará una sorpresa. Pero parece que todo esto no cuenta, como si el personaje que construyó en vida hubiera quemado al morir la obra del escritor. ¡Qué cosas!

Nunca nos cansamos de recomendar las entrevistas de Joaquín Soler Serrano en el programa A fondo, de la TVE en blanco y negro. Son extraordinarias. Hay una con Cela que merece la pena. Se puede ver, de gratis como suele decirse, en el iutuve ese.