lunes, 12 de marzo de 2012

A VUELTAS CON EL 11-M

Ayer se cumplió el octavo aniversario de los atentados del 11-M. Una efeméride horrible, triste, que ha dejado una mancha obscura y siniestra en la reciente Historia de España.

No tenía previsto escribir sobre este asunto ya que a mi juicio casi todo lo que puede decirse a día de hoy ya está dicho y sólo queda que la investigación avance para que algún día, estoy seguro, conozcamos una verdad que hasta hoy sólo barruntamos. Ahora bien, acabo de leer el periódico y me topo con unas declaraciones del Fiscal General del Estado Torres-Dulce que según se publica ha dicho textualmente "La verdad jurídica esta contenida en la sentencia de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo".

Si no fuera por la gravedad del asunto al que se refiere, el requiebro taurino del señor Torres Dulce podría tomarse como una muestra más de la ironía cómico-jurídica de determinados operadores del Derecho. Y me pregunto yo ¿Qué es “la verdad jurídica”?

Que yo sepa verdad sólo puede haber una, así que o bien las sentencias son correctas y sus juicios reflejan la verdad o bien no son correctas y por tanto no hacen honor a la verdad de lo sucedido.

Ahora el operador del Derecho cuenta con una nueva verdad “la verdad jurídica”, una nueva creación intelectual que aparentemente sirve para justificar lo que un órgano jurisdiccional hace contra los hechos, el sentido común y el espíritu de la ley.

Torres Dulce podía haber dicho “La instrucción y el juicio fueron conformes a Derecho y por tanto jurídicamente no tengo nada que reprochar”… pero no ha dicho eso, ha hablado de “verdad jurídica” y eso da pie a pensar que el teme, sospecha o conoce que la “verdad verdadera” como diría un niño pillado en falta es otra.

Uno de los grandes problemas de la España actual y sin duda una de las cosas más desagradables de vivir en este país hoy día consiste en que los políticos y los cargos que estos eligen tienen la bondad de considerar a los españoles completamente imbéciles.

Comprendo que dado el nivel medio de la cabaña que puebla hoy la tierra que antaño habitaron San Isidoro, Santa Teresa, Balmes, Juan de Mariana, Francisco Suárez, Ortega y Zubiri (por citar solo algunos de los españoles que le han dado “un poco” al seso) un tipo semi-avispado que ha llegado a tener un cargo considera que puede decir lo que le de la gana e insultar la inteligencia del que escucha con total impunidad, pero no es así, ni es así ni debe serlo. Que aguanten los demás, yo, me niego.

Resulta que para tapar su falta de arrestos o para tapar lo que tenga que tapar de los señores que ahora gobiernan y de los que lo hicieron hasta fin del año pasado hay que hablar de “verdad jurídica”. 

Pero, vamos a ver señor Torres Dulce ¿usted a quien se cree que le está diciendo esa memez mayúscula?.

Lo peor no es decir gilipolleces sino “ponerse fino” diciéndolas. El señorito se nos pone técnico y habla ahuecando el plumón como un palomo con el calentón. Ir de técnico cuando lo que se está diciendo es una mendrugada de tomo y lomo (homenaje a Ibáñez que gusta mucho de esa expresión) es antiestético, antihigiénico y de todo punto ilícito.

Sea usted valiente y diga que no piensa hacer nada porque no se le pone en las narices o porque desde arriba no interesa hacer nada. Diga usted que “allá penas, yo me voy a los toros a fumarme un puro”. Toque usted la cornamusa en el balcón de su despacho o váyase al cine… pero no nos tome por idiotas.

El proceso del 11-M ha sido un escándalo de la A a la Z. La instrucción fue un choteo y el juicio una mezcla siniestra de drama, astracanada y ópera bufa. Se ha condenado a unos señores sin conocer el arma del crimen ni poder haber establecido su participación de manera fehaciente. El procedimiento está plagado de irregularidades, las pruebas falsas o truncadas, los testigos manipulados, los testimonios torcidos… 
¿Formará todo eso parte de la verdad jurídica que contiene la sentencia? Por lo que se ve, a usted "lo que le contiene”  es una cara de hormigón armado.

En fin, los que se alegraban hace unos días de que la fiscalía fuera a investigar el foco del tren encontrado por los periodistas que con coraje y denuedo siguen investigando el 11-M ya pueden irse olvidando.

O bien este hombre da muestras de algún tipo de inestabilidad emocional y arrea con el tema pese a su explicación de hoy o mucho me temo que todo va a quedar parapetado tras una losa de pseudo-positivismo de tres al cuarto  disfrazada de falso rigor. Así es, señores, ustedes no lo entienden, en fin que son memos e iletrados porque no tienen en cuenta la “verdad jurídica” que a tenor de lo visto debe ser aquella que emana de una aplicación torticera de la Ley.

Que pena de Justicia violentada, si Ulpiano levantará la cabeza y conociera de este asunto se cargaría a más de uno... o quizá se fuera a una taberna a empinar vino dejando el seso anestesiado para no tener que soportar tanta bajeza intelectual y moral. 

Sanglier.


Dos mecenas españoles: Vicencio Juan de Lastanosa y Gaspar Remisa y Miarons.



I. Vicencio Juan de Lastanosa
 
Evocación de dos mecenas españoles encontrados al hilo de lecturas dispersas. Información espigada de aquí y allá, primero de la lectura de textos que poco tenían que ver con ellos, luego una ojeada a la red (con bastante cuidado pues aparecen incoherencias y contradicciones) y de nuevo en algún libro de los de casa. De todo lo consultado (que tampoco es mucho, pues esto es más una evocación que el trabajo exhaustivo que uno hubiera deseado) destacamos el estupendo artículo de Isabel Ortega Fernández, Técnico de Museos del Museo Nacional del Romanticismo, publicado en la web de dicho museo en octubre 2010 cuyo título es San Pablo de Valladolid, comentario a una acuarela de Jenaro Pérez Villaamil, así como la Vida de Gracián que sirve de introducción a la edición de El Criticón, publicaba por la Fundación José Antonio de Castro y que firma Emilio Blanco.
Al leer esa breve “Vida” de Gracián descubrimos a Vicencio Juan de Lastanosa (1607-1681). Según explica Emilio Blanco, la ciudad de Huesca fue la patria literaria de Gracián, y oscense era Vincencio Juan de Lastanosa, que tuvo un papel importante en la vida del primero, del que fue amigo y protector. Unos años más joven que Gracián, Lastanosa fue el prototipo del mecenas barroco. De familia noble, gentilhombre[1] de la Casa del rey Carlos II, soldado competente, participó en las campañas contra Francia anteriores a la paz de los Pirineos en tiempos de Felipe IV, distinguiéndose en las acciones de Salsas en 1640 y Monzón en 1641, al mando de las tropas levantadas en Huesca. Escribió y es autor de las obras Museo de medallas desconocidas españolas (1645) y Tratado de la moneda jaquesa (1681). Pero sobre todo destaca como “protector de escritores y artistas” y porque “mantuvo contacto personal o epistolar con españoles y extranjeros y convirtió su casa en un cenáculo literario”. Varios textos de Gracián están dedicados a Lastanosa y existe correspondencia entre ambos. En una carta a Lastanosa citada por Emilio Blanco, Gracián se queja de la Corte: “Todo es embeleco, mentiras, gente soberbia y vacua”. Parece que la tertulia en casa de Lastanosa, que Gracián frecuentaba en sus épocas de Huesca, fue decisiva para su carrera como escritor. Formaban parte de las reuniones, además del propio Lastanosa, su hermano Orencio, un canónigo Salinas y el historiador Ustarroz, también protegido de Lastanosa. Nos dice Emilio Blanco que “junto a ellos, y especialmente junto a Lastanosa, Gracián comienza a sentirse escritor”. Al parecer la casa de Lastanosa contribuía también a todo aquél ambiente. Se trataba de un palacio en la ciudad de Huesca, “famoso por sus exquisitos jardines, por una bien dotada armería, por la colección de medallas y por la biblioteca (cerca de siete mil volúmenes)…”. La ilustración que puede verse representa la casa de Lastanosa tal y como la vio el acuarelista a finales del siglo XIX.

Lastanosa ocupa una pequeña entrada en la enciclopedia, de apenas unas líneas, como escritor y erudito español. Pocas líneas, que no hacen justicia a una labor social inapreciable. Tal vez su figura como escritor no tenga una importancia excesiva, pero lo que más nos interesa destacar y nos parece fundamental es su papel como eslabón central del entramado social de su ciudad. Lastanosa fue sin duda una de esas personas que hacen posible que florezca y se desarrolle el talento de otros, a los que animan e impulsan a trabajar para crear. Lo hacen con el estímulo directo del patrocinio consistente en la ayuda y medios materiales, pero sobre todo con el regalo de un círculo social estimulante, en el que poder desenvolverse recibiendo no sólo ánimos sino los estímulos para la labor creativa que puede producir el contacto con la actividad creativa y la obra de otros. No es sorprendente que Lastanosa tuviera en su casa de Huesca un jardín extraordinario. Cabe pensar que se necesiten cualidades parecidas para la creación y embellecimiento del jardín y para la creación y mantenimiento del cenáculo literario. No queremos decir con esto que Gracián fuera la zanahoria del huerto de Lastanosa. No hay que llevar las comparaciones a extremos.

A la muerte de Lastanosa, las vicisitudes sucesorias y los avatares familiares resultaron en la dispersión de su patrimonio, la venta de las colecciones (gabinete de curiosidades, colección de monedas, instrumentos ópticos –telescopios y microscopios-, armas, etc.), la desmembración de su biblioteca desperdigada por España y por otros países europeos. Parece que sus fondos originales se conocen hoy por la descripción de un catálogo cuyo original se conserva en Suecia. Finalmente, a finales del s. XIX el palacio mismo fue derribado. Los jardines, o un parte al menos, sobreviven en forma de parque público de la ciudad de Huesca.

El recuerdo de Lastanosa se conserva únicamente en dos capillas familiares, una en la Catedral, bajo la que hay dos criptas subterráneas en las que están enterrados Vincencio Juan de Lastanosa, su mujer Catalina, su hermano Juan Orencio y otros miembros de su familia, y una segunda capilla, construida por sus descendientes en la iglesia de SantoDomingo[2].



Según el diccionario de la Real Academia gentilhombre significa: “Hombre que servía en las casas de los grandes o en otras para acompañar al señor o a la señora”.
Gentilhombre de la casa era el que “acompañaba al rey después de los gentileshombres de boca”, siendo el de boca el “criado de la casa del rey, en la clase de los caballeros, que seguía en grado al mayordomo de semana, y cuyo destino propio era servir a la mesa del rey. Posteriormente solo acompañaba al rey cuando salía a la capilla en público o a otra fiesta de iglesia, y cuando iba a alguna función a caballo.
[2] Hay más información en http://www.lastanosa.com/ que está dedicada al personaje y su obra. De esta página hemos tomado prestadas las ilustraciones, que dejaremos de utilizar de inmediato si por hacerlos causamos alguna molestia.

CRÓNICA CANADIENSE


CRÓNICA DEL FRÍO

Impecable el aterrizaje del avión a pesar del panorama blanco que nos espera.
Lo que en Madrid quizás habría provocado nerviosismo entre los pasajeros (o al menos algún comentario), aquí produce indiferencia. Es más, mi vecino de asiento, un "montrealense" con el que he congeniado durante el largo viaje, simplemente me dice, cuando ya nos levantamos para salir del avión: "bonito abrigo".

Y es que estoy bien preparado: un imponente abrigo de plumas con una capucha casi hermética pesado de transportar pero muy útil a 10 ó 15 bajo cero.

Uno de mis primeros días voy a comer a una cafetería. En general aquí la gente es pausada y amable, pero yo quiero agradar, y por tanto agudizo bien el oído para que las conversaciones sean fluidas (en lo posible... ). La camarera me pregunta:

-         Et en breuvage, ce sera quoi ? ( Y como brebaje, ¿ qué será ? ).

Me quedo con cara de póquer un instante. Y por fin, contesto:

- Canada Dry ( me gusta más que nada por el nombre... )

En Montreal (o Montréal, con acento, aquí nunca se les olvida) hay una mezcla curiosa: lo anglosajón y lo francés junto pero no muy revuelto. En el "Square Dorchester", por ejemplo, están frente a frente un enorme "building" de los años ´20 y la catedral católica. El rascacielos es de una aseguradora cuyo nombre ahora no recuerdo, pero se puede leer en uno de los enormes bloques de granito del edificio una referencia en inglés a la persona que puso la primera piedra (algo así como "Don ....  Presidente de la Compañía... Puso la primera piedra de este edificio en 1915... Había entrado a trabajar como "clerk" treinta años antes…). Y al otro lado de la plaza, la catedral con su inscripción en francés: "Cathédrale Sainte-Marie". Y lo que sigue es lo que más me gusta: "Reine du Monde" ("Reina del Mundo").

Cerca de allí hay otra plaza llamada "Square Phillips", presidida por una gran estatua del rey de Inglaterra Eduardo VII. Parece que los servicios de limpieza de la ciudad se han olvidado de él, ya que alguien le arrojó pintura a la cara y así se ha quedado. Con la misma cara de póquer que a mí después de escuchar: "Et comme breuvage, ce sera quoi?"

Abrazo,

Luis.

viernes, 9 de marzo de 2012

PINTURA


 
Este cuadro se subastará en unos días, el autor es Alberto Arrue y Valle. Insiste Alcides Bergamota, conocido polígrafo y colaborador de Cepo Gordo, en discutir la atribución, pues su fino olfato le hace inclinarse por un autor de la escuela sevillana, casi sin lugar a dudas. Quien sabe. En todo caso sienten los cepogordistas dejarlo escapar. Otra vez será. La imagen no es nuestra, por lo que si molestara que aquí figure, la retiraremos en un pis pas.





jueves, 8 de marzo de 2012

TABACO


El tabaco habano es un concentrador. En la sociedad de la interrupción, definida de esta manera por el Sr. Carr en su ensayo sobre Internet, el tabaco nos mantiene quietos durante una hora, o durante dos horas, dependiendo de la calidad y tamaño del tabaco seleccionado. Durante esas dos horas, la compañía tiene necesariamente que ser sosegada, no caben incomodidades ni agitaciones, y la preferida suele ser la del libro de papel, si es necesario con un lápiz encajado en la oreja, para las anotaciones. No hay enlaces dónde pinchar, no saltan las pantallas, no se clica ni se arrastra, no hay zumbidos ni destellos, sólo el humo azulón que sube formando volutas para perderse fuera del arco de luz que la lámpara de luz delimitada. El humo y el arco de luz forman por tanto una doble protección para el lector afortunadamente desconectado. Los vaivenes del fumar – acercar el cigarro al cenicero, arrancar la anilla, tal vez volver a encender, observar el color y la forma de las volutas de humo, permitirán levantar un momento los ojos de la lectura, y dejar que la mente vague un poco por lo leído, lo masque y le de unas vueltas, para seguir al momento el viaje por las páginas.

Las consejas de Doroteo


Conviene precisar que no es lo mismo el puro apretado que el puro que no tira. El primero se puede fumar, lo único que pasa es que al torcedor se le ha ido un poco la mano y le ha puesto más empeño del necesario. En cambio el segundo, el cigarro que no tira, es otra cosa. Doroteo, que es quien me comenta esto que ahora dejo aquí apuntado, lo llama el cigarro paradójico. Porque el tiro del cigarro, que es elemento esencial para el buen fumar, se define como la resistencia a la succión. Es precisamente el cigarro que mucho resiste, el que no se puede fumar. Es cigarro con mala baba, que marca la calavera y hace enrojecer al fumador. No hay que perder un momento con él. A la calle, se tira entero a las llamas de la chimenea, sin piedad, y se enciende otro, aparentando como que no ha pasado nada. En cambio, al puro apretado sólo hay que mimarlo, prestarle atención, dedicarse a él con un poco mas de paciencia y habilidad, más lentamente. Y entonces se deja fumar. Aquí Doroteo mete, en lugar de eso tan correcto de “se deja fumar”, aquello del elefante y la hormiga…Pero en fin, no sabemos si es comparación apropiada, salvo por lo de la paciencia, y no hemos querido transcribirla de manera exacta, con toda su crudeza. Ya hablaremos de Doroteo otro día.