Los recientes nombramientos de Wert y Lasalle dejan claro una lamentable tendencia que ha acompañado a los políticos de la "derecha sociológica" desde hace décadas.
El complejo amparado bajo la denominación "cultura" se ha dejado en manos de la izquierda y sus diversas avenidas multiformes y plurisémicas.
Tanto la "cultura" en el ámbito educativo y universitario cómo la "cultura" en la creación, producción y difusión han sido y son coto casi exclusivo de los representantes de lo política e ideológicamente correcto que es, por supuesto, lo que en cada ocasión considere oportuno el pensamiento progresista anti-hispánico y por ende anticatólico.
El desinterés de la derecha sociológica española por los asuntos de la creación y el pensamiento resulta entre cómico y patético.
En determinados medios la letra impresa es mirada con recelo y la creación parece una actividad más propia de gentes marginales que de personas que están en el mundo, como si ese mundo estuviera exclusivamente constituido por la cuenta corriente, el gasto y la horterada ladrillera.
El medio cultural que viven en gran medida de las subvenciones directas e indirectas del poder (a cuenta del presupuesto, por supuesto) ha sido dejado en manos de la izquierda y sus adláteres.
Aquellos que esperaban que el nuevo gobierno se orientara hacia una regeneración social pueden esperar sentados.
Los políticos del arco centro-derecha carecen de interés por las cosas del seso y el alma y se centran más en otras glándulas del organismo. Para mucha de su gente la cultura es algo progre per se y por tanto es mejor repartirse las funciones, ellos a la pasta y los progres a la cultura.
Tal es la falta de miras en estas cuestiones que uno ha de pensar que no es simple estupidez sino auténtica mala fe.
Lo que no se dan cuenta, ni van a admitir nunca, es que entregar el mundo de la idea y la creación a la progresía es la mejor forma de armar al enemigo ya que lo único que triunfa a largo plazo es la idea.
Nadie recuerda quien financió un puente ni en muchos casos quien decidió erigirlo en cambio permanecen vivos los sonetos que se inspiraron en su belleza, las novelas que situaron la acción en el mismo y los ensayos acerca de su valor arquitectónico o su oportunidad política.
Al perpetuarse la cesión del terreno intelectual a la progresía y conceder a sus medios el negocio cultural, lo único que hace la centroderecha es ahondar en su ruina futura y de paso enterrar aún más si cabe cualquier resto de lo que la cultura española fue.
No creo que les importe, creo incluso que a muchos les alegra, eliminar los restos de la tradición es una actividad en la que progresía, centro-derechismo y jerarquía eclesiástica se encuentran a gusto.
Hacer cuentas con la herencia cultural hispana es algo que gusta al progre casi más que contemplar el saldo de su cuenta corriente.
Asistimos entristecidos a este espectáculo abominable y mientras escuchamos las voces que hablan de libertad, pluralidad, multiculturalidad... palabras huecas que no dicen nada.
Entre unos y otros van matando a la cultura hispana y como si de un ritual macabro se tratase se entretienen en irla enterrando a trozos a los acordes de una marcha fúnebre posmoderna de la cual se cobrarán los derechos de autor y se financiarán las difusiones, no olvidemos el dinero, nunca, porque al final es lo que une a todos y a todos importa.
Sanglier.