lunes, 21 de noviembre de 2011

Alejado de la actualidad.


12 de abril de 2011.- Encuentro por fin la carta de José Antonio a Rafael Sánchez Mazas de la que hablaban el otro día en la conferencia de Aquilino Duque. Es la que sigue:

CARTA A RAFAEL SÁNCHEZ MAZAS
Prisión Provincial de Alicante, 19 de noviembre de 1936.
Querido Rafael:
Voy a escribir muy pocas cartas, pero una ha de ser a ti. Desde que nos separamos quedó cortada nuestra comunicación, ya que, aunque recibí cartas tuyas, creo que no logré hacer llegar a tus manos ninguna de las dos que te escribí. Sirva ésta para anudar ese cabo suelto y para dejarlo ya anudado hasta la eternidad. Perdóname –como me tenéis que perdonar cuantos me conocisteis– lo insufrible de mi carácter. Ahora lo repaso en mi memoria con tan clara serenidad que, te lo aseguro, creo que si aún Dios me evitara el morir sería en adelante bien distinto. ¡Qué razón la tuya al reprender con inteligente acierto mi dura actitud irónica ante casi todo lo de la vida! Para purgarme quizá se me haya destinado esta muerte en la que no cabe la ironía. La fanfarronada sí, pero en ésa no caeré. Te confieso que me horripila morir fulminado por el trallazo de las balas, bajo el sol triste de los fusilamientos, frente a caras desconocidas y haciendo una macabra pirueta. Quisiera haber muerto despacio, en casa y cama propias, rodeado de caras familiares y respirando un aroma religioso de sacramentos y recomendaciones de alma, es decir, con todo el rito y la ternura de la muerte tradicional. Pero ésta no se elige: Dios quizá quiera que acabe de otro modo. Él acoja mi alma (que ayer preparé con una buena confesión) y me sostenga para que la decorosa resignación con que muera no desdiga junto al sacrificio de tantas muertes frescas y generosas como tú y yo hemos conmemorado juntos. Abraza a nuestros amigos de las largas tertulias de la Ballena, empezando por el tan querido canciller don Pedro Mourlane. Dos abrazos especiales para José María Alfaro y Eugenio Montes, a quienes no sé si podré escribir, pero a quienes recuerdo de todo corazón. Y que a ti, a Liliana y a tus hijos os dé Dios las mejores cosas.
Un fuerte abrazo, Rafael.
JOSÉ ANTONIO

Carta de José Antonio a Rafael Sánchez Mazas. De "José Antonio" de Julián Pemartín. Col. "Temas españoles". Madrid, 1953. Se alude a dos anteriores misivas: son las que fueron dirigidas a Pamplona y a Roma, lugares donde José Antonio suponía refugiado a Sánchez Mazas

martes, 15 de noviembre de 2011

Biblioteca

Hemos ojeado esta fotografía en la red y, la verdad, no nos resistimos a incluirla aquí.
¿Que más queremos?

Del segundo número: ¿En qué creen los que no creen?

¿En qué creen los que no creen?

Bajo este título se recoge una recopilación de cartas entre Umberto Eco y el arzobispo  emérito de Milán Carlo Maria Martini, a cuyas reflexiones se unen las de dos filósofos, dos periodistas y dos políticos. El libro no es muy voluminoso, se compone de tres partes:
La primera: “diálogos”, recoge ocho cartas en las que  U. Eco y C.M. Martini dialogan sobre temas como el fin del mundo (Apocalipsis), el origen de la vida humana, los hombres y mujeres según la Iglesia, etc.
La segunda: “coro”, recoge las respuestas de dos filósofos (E. Severino y M. Sgalambro), dos periodistas (E. Scalfari e I. Montanelli) y  dos políticos (V. Foa y C. Martelli), a la  siguiente pregunta formulada por  C.M. Martini a U. Eco: ¿dónde encuentra el laico la luz del bien?
La tercera: “recapitulación”, donde  C.M Martini da una visión general de los temas tratados y  responde a las cartas de los  participantes.
                Aunque los asuntos debatidos, se  plantearon hace más de catorce años, siguen siendo actuales.
Sólo pretendo destacar tres cuestiones:
La primera: se refiere a la diversidad de respuestas de los participantes, a la siguiente  pregunta de C.M. Martini, que plantea de tres formas distintas:
a) ¿En qué basa la certeza y la imperatividad de su acción moral quien no pretende  remitirse, para cimentar el carácter absoluto de una ética, a principios metafísicos o en todo caso a valores trascendentes y tampoco a imperativos categóricos universalmente validos?
b) o dicho de otro modo, ¿Qué razones confiere a  su obrar  quien pretende  afirmar  y profesar principios morales, que puedan exigir incluso el sacrificio de la vida, pero no reconoce un Dios personal?
c) o bien, ¿Cómo se puede llegar a decir, prescindiendo de la referencia a un Absoluto, que ciertas acciones no se pueden hacer de ningún modo, bajo ningún concepto y que otras deben hacerse  cueste lo que cueste?
                Con objeto de no cansar al lector, expongo sucintamente la síntesis de las respuestas dadas por los autores, sobre el fundamento de proceder de cada uno:

1º.-U. Eco: el perdón hacia los demás.
2º.-E. Severino: buena fe.
3º.-M. Sgalambro: el bien que depende del pensamiento.
4º.-E. Scalfari: el instinto.
5º.- I. Montanelli: no encuentra explicación y reconoce su frustración por carecer de fe.
6º.-V.Foa: la conciencia.
7º.-C. Martelli: en un credo laico derivado del humanismo cristiano.

                Quizás algún lector, pueda aportar su respuesta a la reiterada pregunta o éstas le sirvan de fundamento para su proceder u obrar.
                La segunda: se pretende contrastar las precisiones que expone C.M. Martini, sobe la figura del concebido no nacido y lo dispuesto en nuestro ordenamiento jurídico.
C.M. Martini nos hace las siguientes precisiones:

A partir de la concepción nace en efecto un nuevo ser. Nuevo significa distinto de  los dos elementos que, al unirse le han formado.
El dónde (empieza la vida) puede seguir siendo un misterio, pero queda subordinado al valor del que  es. Cuando algo es de sumo valor, merece el máximo respeto. Este debe ser el punto de partida para cualquier casuística en casos límite.

El artículo 15 de la Constitución Española recoge el derecho a la vida y por lo  tanto brinda protección a la figura del concebido no nacido, y el Tribunal Constitucional, al menos desde la STC 53/1985, ha fijado un marco jurídico que hasta el momento se ha mantenido inalterado y que puede resumirse en los siguientes puntos:
1º.-  La vida humana concebida es diferente de la de la madre y por tanto merece protección, inclusive  en el ámbito penal (FJ 5 y 7).
2º.-  El estado con carácter general ha de abstenerse de interrumpir o de obstaculizar el proceso natural de gestación. (FJ 7).
3º.-  En caso de conflicto entre la madre y el nasciturus, en la medida en que no puede afirmarse de ninguno de ellos su carácter absoluto, hay que ponderar los bienes y derechos en función del supuesto planteado, tratando de armonizarlos si ello es posible o, en caso contrario, precisando las condiciones y requisitos en que podría admitirse la prevalencia de uno de ellos (FJ.9).
Termino formulando una pregunta, expuesta la doctrina del Tribunal Constitucional: ¿en qué sentido se pronunciará  éste, cuando se someta a su consideración la nueva Ley del Aborto, que amplia los plazos de interrupción, seguirá otorgando protección penal al concebido no nacido?
La tercera responde a la siguiente pregunta, ¿tiene  legitimidad la Iglesia u otra confesión religiosa a manifestarse abiertamente sobre el contenido de  una determinada Ley?
A muchos les vendrá a la mente la frase: "Dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César (Mateo 22,21)", que se suele interpretar erróneamente en el siguiente sentido: demos culto a Dios en la vida privada y dejemos la política para los políticos.
Si hay un hecho claro y aceptado es el relativo a que los laicos no tienen derecho a criticar el modo de vivir de un creyente (sea cual fuere su confesión), salvo en el caso de que vaya contra las Leyes de Estado, o dicho de otro modo, a que  nadie tiene derecho a juzgar las obligaciones que las distintas confesiones imponen a sus fieles.
                A este respecto nos dice C.M. Martini que:

No se puede hablar  de “leyes del Estado"  como de algo absoluto e inmutable. Las leyes expresan  la conciencia común de la mayoría de los ciudadanos y tal conciencia común está sometida al libre juego del diálogo y de las propuestas alternativas, bajo las que subyacen (o pueden subyacer) profundas convicciones éticas. Resulta por ello obvio que algunas corrientes de opinión, y por lo tanto las confesiones religiosas también, pueden intentar influir democráticamente en el tenor de las leyes que no consideran correspondientes a un ideal ético que para ellos no representa algo confesional sino perteneciente a todos los ciudadanos.

                El lector sagaz, habrá observado que C.M Martini, parte de una concepción platónica de la Ley, recordamos lo que dice Platón:

“No son leyes verdaderas las que unilateralmente proceden de grupos o clases a cuyos intereses favorezcan parcialmente, aunque sena mayoritarios, sino las que proceden de una verdadera omónoia global, de tal modo que respondan al bien colectivo de la ciudad entera.”

                Queda mencionar al artículo 16 de la Constitución  que recoge y garantiza la libertad  religiosa  en dos vertientes la interna y la externa (agere licere)

La interna: garantiza la existencia de un claustro íntimo de creencias y por tanto un espacio de autodeterminación intelectual ante el fenómeno religioso, vinculado a la propia personalidad y dignidad individual (STC 177/1996).

La externa: faculta a los ciudadanos para actuar con arreglo a sus propias convicciones y mantenerlas frente a terceros. Reconociéndose el derecho de los ciudadanos a actuar en ese campo con plena inmunidad de coacción del Estado y de cualesquiera grupos sociales, o dicho de otro modo que las actitudes religiosas  de los sujetos de derecho, no pueden justificar diferencias de trato jurídico (STC 177/1996 y STC 24/1982).
Cierro el artículo, señalando que se echa en falta en los asuntos tratados en el libro, la opinión de otras confesiones religiosas que hubiese aportado una visión más global de la sociedad.

Tempus fugit.

Ideal de perfección


lunes, 14 de noviembre de 2011

El segundo número - una de toros.


De como el toro se hace torero

Los asiduos a los festejos taurinos hemos asistido desde hace unos años, como indican fielmente las encuestas, a un declive apabullante en la calidad de dicho arte, ¿porqué?, nadie tiene la respuesta. Unos dicen que es porque los toreros ya solo piensan en el dinero y han perdido la “fe” en la fiesta, tomándose tan magna representación como si fuese una función de un espectáculo más. Sinceramente no creo que les falte algo de razón, efectivamente los toros no son un espectáculo mas, no solo se trata de una fiesta lúdica, se trata en definitiva de un duelo, sobre el que planea permanentemente la muerte, entre la fuerza bruta y la inteligencia del ser humano, es una confirmación y al mismo tiempo explicación  del porque el ser humano, ha podido moldear a su antojo este planeta en el que vivimos, poniéndose por encima del resto de los habitantes de este mundo, creando una sociedad de convivencia y desarrollo, en definitiva, superándose como simple ser vivo y convirtiéndose en ese “algo mas”. La fiesta de los toros nos lo recuerda, nos recuerda como no es necesario poseer la fuerza para poseer el dominio y el control. Con un simple “trapito” somos capaces de domar y conducir la fuerza bruta y acabar venciéndola. Todo ello engalanado de una estética, pulida por los años y las generaciones, que hacen de este espectáculo algo único, único por su belleza, inteligencia y riesgo.

Pues bien todo ello esta paulatinamente siendo dejado de lado, ¿porqué?, pues porque en ese combate desigual, en el que la inteligencia vence a la fuerza como he dicho anteriormente, ese combate dominado por el hombre, esta siendo poco a poco dominado por el animal, no porque estos hayan ganado en casta, todo lo contrario desafortunadamente, sino porque el hombre esta perdiendo la batalla de los conceptos, de el porqué debe existir esta fiesta. La necesidad de la fiesta taurina no es únicamente la diversión, si no el seguir demostrando que el hombre es capaz de conducir los destinos del mundo, es capaz de invertir el orden establecido, haciendo que 600kgs de carne a toda velocidad se pasen por donde El quiere, vayan donde El quiere y hagan lo que El quiere.

Si dejamos que el toro se haga torero, la fiesta taurina perderá su sentido, perderá su concepto del que he hablado y que la ha hecho tan única, no hay otros ejemplos en el mundo en el que vivimos de esta cualidad humana. Si el hombre pierde esta batalla al toro, esta perdiendo la batalla por si mismo, por sus valores, valores de valentía, inteligencia y  belleza, todos ellos integrados en este arte.

No dejemos que el toro se haga torero dejando decaer este maravilloso ejemplo de superación, si perdemos esta batalla nos habremos quedado sin algo fundamental en la esencia del ser humano, la victoria de la inteligencia.

Doc

El segundo número - una reflexión del 2009


Sabemos de donde venimos y nos tememos a donde vamos.
Una breve reflexion sobre el estado de la España actual

No puede decirse que en España hayamos comenzado el nuevo milenio con buen pie. Los errores y horrores que nos despidieron a fines del convulso siglo veinte se reproducen como las colas rotas de un gigantesco reptil venenoso. Se ataca a la vida; aborto, eutanasia, genética. Se ataca la libertad; expresión y opinión, educación, tabaco. Se ataca la propiedad; impuestos injustos, presupuestos abusivos etc...
La Historia de España en el siglo veinte ha sido la de una nación que perdió el rumbo, se vio abocada a una guerra civil (la peor de las guerras posibles), evito caer en las garras del comunismo y vio como un Movimiento en el que pocos creían pero del que muchos vivieron (y viven hoy todavía) fue degenerando en una suerte de quiste maligno cuyas propias células lo devoraron dejando un tejido infecto que ahora, a duras penas, cubre los huesos pelados de un ente amorfo, difícil de nombrar.
España, una vez mas esta en crisis, y al revisar la Historia de los últimos siglos uno piensa si ha dejado de estarlo en algún momento. Lo que hace particularmente desagradable la nueva ola de degeneración social es la atonía de los españoles, su inacción, su total falta de sangre para levantarse ante el cúmulo de desastres (los materiales son los menores) y desatinos con los que convivimos cada día.
Triste país, pobre sociedad la que nunca se levanta ante una injusticia. ¿Dónde están los genes de Fuenteovejuna?
No hay sociedad que pueda, en buena ley, reclamar una población formada en exclusiva por gigantes como Guzmán el Bueno y los héroes de Baler, pero tampoco puede llegarse al extremo de aceptar, como se acepta hoy día, una nación poblada de sombras mudas, de impositores silentes, de votantes ovinos, de consumidores convencidos.
En los últimos cinco años he asistido en compañía de un entrañable amigo a varias de las manifestaciones que han convocado a españoles de todo origen y condición en torno a cuestiones fundamentales; libertad, seguridad (lucha contra el terrorismo), libertad de expresión y defensa de la vida. En cada ocasión mi sensación ha sido la misma; ¿en que país vivimos y que sociedad conformamos que debe manifestarse para perseguir a un asesino? ¿Qué clase de gentes somos que hemos de reclamar el derecho a vivir o a recibir la educación conforme los principios que cada familia determine?
El que esto lea y sea amigo de la polémica podría argumentar en mi contra que si ha habido manifestaciones, mis diatribas ante el inmovilismo del rebaño hispánico son injustificadas.
Lamento adelantar a este posible polemista que las manifestaciones a las que me refiero han reunido a un número relevante pero insignificante en comparación de los muchísimos millones de silentes, cuando no claudicantes, conciudadanos.
Como uno duerme cada vez menos, piensa cada vez mas y lee por ahí lo que le deja la falta de tiempo y las obligaciones impositivas, últimamente me ha dado por repasar la Historia de nuestros infortunios patrios y en tal búsqueda he encontrado no se bien si el alivio o el horror al constatar que nuestra lamentable época, si bien particularmente siniestra, no presenta novedad alguna en cuanto al sanchopanzismo de nuestros conciudadanos.
Sirva de muestra un botón tomado de la pluma del genial don José Pla, el cual en una de sus desgarradoras crónicas de 1931, narra la primera jornada en la que ardieron las iglesias de Madrid. Con su inimitable y fácil pluma, el escritor ampurdanés describe la escena ante el edificio del convento de los jesuitas de la calle Floren llamas.  El pueblo de Madrid (en sentido extenso y amplio del termino) reunido ante el fuego observa entretenido el incendio sin hacer ademán de sofocarlo ni protesta de horror o indignación, ante la afluencia cada vez mas numerosa de curiosos comienzan a reunirse los vendedores ambulantes de toda suerte de productos desde churros y buñuelos hasta cordones y retratos.
Hoy no se queman iglesias porque la izquierda radical ha aprendido mucho tras la caída del comunismo y la sinarquía sabe que vale mas la revolución silenciosa y eficaz a través del mercado, porque además les rinde pingues beneficios. 
La peor herencia del actual gobierno no será la ruina económica (cuyos mimbres ya dejó plantados el anterior) sino su transformación de la sociedad en una suerte de poza hedionda donde el aborto se convierte en anticonceptivo, el terrorista recibe una pensión pública y la pareja gay adopta un niño a modo de juguete.
Mientras esto sucede, el pueblo español, que ha mudado los churros y los cordeles por la televisión de pago y la pizza a domicilio, contempla y paga en silencio, sin hacer ademán de sofocar el fuego y sin apenas protesta, excepto la de unos cuantos, muy pocos, los únicos que gracias a un milagro mantienen su condición de hombres libres y quieren vivir en una sociedad ordenada y no bajo la dictadura de la idiocia y el mal.
Sólo Dios sabe que dirán los historiadores del futuro de esta época lamentable, pero si existen y son serios, mucho me temo que nada bueno. Espero sinceramente que les sorprenda, como a mí, el grado de inacción y degeneración al que hemos llegado, esa será la prueba de que el bien al final vence, la luz se impone a la oscuridad y la esperanza en la victoria final de la vida es lo único que ningún gobierno, partido o sinarquía pueden arrebatarnos.
Para el lector de estas líneas que piense que el tenor del texto es excesivo y el autor escribe engolfado en alguna suerte de pesimismo rencoroso o bajo los efectos de un exceso de alcohol, le prescribo que abra el periódico impreso o digital que quiera y repase cuatro páginas al azar, con eso tendrá suficiente.

Sanglier.

Otra ilustración de Prendergast para My Lady Nicotine, A Study in Smoke, de James Barrie

Podría titularse: ARCADIA FELIZ