Termino ayer el pequeño libro de
relatos de Lampedusa, el autor del Gatopardo, que compré hace unos días. No
sabe uno con que quedarse: si con lo que son relatos en si, por ejemplo, el
extraordinario titulado La sirena, o con los recuerdos de infancia que abren el
pequeño volumen, dónde aparecen personajes, lugares, recuerdos y sensaciones
que luego desarrollará en la famosa novela. Un pequeño libro verdaderamente
notable. Tal vez los recuerdos, que nos llevan en amoroso paseo por aquellas
casas sicilianas, por salones y jardines, son en su evocadora sencillez de un
mundo desaparecido (el eterno tema, es cierto) verdaderamente conmovedores. Lampedusa
escribe, por ejemplo, con toda naturalidad y sencillez: “La preferida era
Santa Margherita, en la que pasábamos largos meses, incluso en invierno. Era
una de las casas de campo más bellas que jamás he visto. (…) Situada en el
centro del pueblo, precisamente frente a la sombreada plaza, se extendía en una
superficie inmensa y contaba, entre grandes y pequeñas, con trescientas
habitaciones. Daba la impresión de ser una especia de conjunto cerrado y autosuficiente,
una especie de Vaticano, digamos, que abarcaba salones de recepción, salas de
estar, aposentos para treinta huéspedes, cuartos para la servidumbre, tres
patios inmensos, cabellerizas y locales para guardar los coches, teatro e
iglesia privados, un enorme y bellísimo jardín y un gran huerto.” Nada más
y nada menos.martes, 16 de febrero de 2021
De los cuadernos de A. Bergamota ELgrande. Un apunte de febrero. Cortesía de Calvino de Liposthey.
Termino ayer el pequeño libro de
relatos de Lampedusa, el autor del Gatopardo, que compré hace unos días. No
sabe uno con que quedarse: si con lo que son relatos en si, por ejemplo, el
extraordinario titulado La sirena, o con los recuerdos de infancia que abren el
pequeño volumen, dónde aparecen personajes, lugares, recuerdos y sensaciones
que luego desarrollará en la famosa novela. Un pequeño libro verdaderamente
notable. Tal vez los recuerdos, que nos llevan en amoroso paseo por aquellas
casas sicilianas, por salones y jardines, son en su evocadora sencillez de un
mundo desaparecido (el eterno tema, es cierto) verdaderamente conmovedores. Lampedusa
escribe, por ejemplo, con toda naturalidad y sencillez: “La preferida era
Santa Margherita, en la que pasábamos largos meses, incluso en invierno. Era
una de las casas de campo más bellas que jamás he visto. (…) Situada en el
centro del pueblo, precisamente frente a la sombreada plaza, se extendía en una
superficie inmensa y contaba, entre grandes y pequeñas, con trescientas
habitaciones. Daba la impresión de ser una especia de conjunto cerrado y autosuficiente,
una especie de Vaticano, digamos, que abarcaba salones de recepción, salas de
estar, aposentos para treinta huéspedes, cuartos para la servidumbre, tres
patios inmensos, cabellerizas y locales para guardar los coches, teatro e
iglesia privados, un enorme y bellísimo jardín y un gran huerto.” Nada más
y nada menos.viernes, 5 de febrero de 2021
El HUEVO. Historias de J. Nippon. Colecionadas por Genaro Garcia Mingo.
miércoles, 3 de febrero de 2021
Don Epitafio. Narraciones de Nava, cortesía de Calvino de Liposthey.
La vieja criada, que lleva centurias habitando el palacio de Doroteo en Nava de Goliardos anuncia visita. Es pálida, casi translucida, pelo cano y sus andares no dejan huella ni ruido, sólo mueven el aire.
-
Señorito, que
ha venido don Epitafio… ¿Le digo que pase?
-
¡Aaaaggghh!
¡La morte, la morte vine aquí! -grita el amigo Pulardo en italiano con voz aterrada-
¡Huyamos, huyamos antes de que la parca nos agarre por dónde más duele!
Interviene Doroteo pidiendo calma sosiego, que
todavía no se ha servido el café:
-
Pero
amigo Pulardo, un poco de calma, ¿Qué ha sido de sus
facultades intelectuales? Es Epifanio, el panadero del pueblo que los sábados
tiene a bien acercarnos el pan y unos bollitos rellenos de crema que hornea
para el desayuno, un poco de calma, tómese el café que ya viene Wilfreda a
servirlo.
La silenciosa aparición de Wilfreda, la centenaria y
alba criada cuyos pasos no se oyen ni se sienten, no acaba de tranquilizar al
amigo Pulardo, que visita por primera vez Nava (o Puebla) de Goliardos, y se
mueve con torpeza lejos de la plaza de toros y su gentío y sus murmullos. Se
encuentra torpe por las calles empedradas, no teniendo que dar brincos por los
tendidos, almohadilla en mano.
martes, 2 de febrero de 2021
Incierta gloria. I. Genaro García Mingo para el Heraldo de Nava.
lunes, 1 de febrero de 2021
Moderno.
De los cuadernos de A. Bergamota Elgrande: un apunte de marzo de 2017.
Ayer a la hora de comer, tormenta de nieve.
