Reunión de urgencia. Los redactores de Cepo Gordo son convocados por el Presidium del Círculo Cepogordista.
Es la primera vez que sucede. Nunca se vió mejor momento para emplear la frase hecha "la tensión se palpaba en el ambiente".
Alcides comparece tarde, como siempre, pretextando no sé que retraso del tren, Tato, que es uno de los potentados que financian el invento se remueve inquieto en su sillón, Doroteo trata de calmarlo silbando por lo bajinis una copla, Sanglier se agita un poco, como hace a menudo en su charca literaria, tratando de encontrar el hueco en el enorme sofá que le ha tocado en suerte. El humo azul asciende en volutas hacia el techo perdiéndose entre las recargadas tallas del artesonado. El Presidium, trajes oscuros, caras largas y cigarros humeantes permanecen sentados en silencio, con los ojos semicerrados y el gesto adusto que corresponde a todo consejero de alguna institución que se precie. Por fin llega El Escriba que viene, como no, de un funeral o de un versnissage y se queja de haber sido advertido con tan poca antelación. La reunión puede dar comienzo.
El secretario, un abogado joven atildado y con voz de falsete toma la palabra y se dirige al auditorio.
-Señores, nos hemos visto en la obligación de convocarles ante la avalancha de comentarios críticos que los lectores de cepo vienen registrando a propósito de ustedes, de su temas, de sus razones y estilo.
-Pero...trata de decir Alcides que interrumpido de inmediato por el miembro más grueso y ceñudo del Presidium.
- Cállese, especialmente usted debe permanecer en silencio hasta que el secretario concluya su alegato.
El secretario hace un gesto con la cabeza.
-Como les decía, desde hace unas semanas se ha registrado un creciente y preocupante aumento de quejas por parte de los lectores. Las críticas no nos preocuparían si no fuera porque tras analizar lo publicado en esas fechas por los colaboradores, señores Alcides Bergamota, Doroteo y Sanglier, hemos de admitir que las quejas son justificadas. Tras un detenido análisis en el que han participado algunos asesores externos que figuran entre lo más granado de la progresía social y literaria (y que dicho sea de paso nos han cobrado un pico...largo por el detallado estudio de folio y medio) hemos llegado a la conclusión de que en manos de ustedes Cepogordo se ha convertido en una publicación apolillada y carca. Ustedes sólo hablan de toros y de libros, de cigarros, de asuntos inguinales, de autoproclamadas grandezas históricas y heráldicas, de noticias provincianas que a nadie interesan. Exaltan ustedes con total impudicia las virtudes del chocolate con picatostes, del vino tinto, del queso en aceite, del bacalao al pil-pil, de la caza a mano y con galgo, del libro intonso, de la monja de clausura, del conquistador español, del Tercio y la pintura negra, todo esto resulta IN-TO-LE-RA-BLE.
El secretario, que se está gustando en la faena, se detiene unos segundos para beber unos sorbos de agua mineral y referescarse la incipiente calva con una toallita de colonia Loewe que extrae del bolsillo interior de la chaqueta. Tras apretarse el nudo de la corbata con gesto mecánico retoma la palabra.
Alcides, Doroteo y Sanglier, sentados en primera fila contienen a duras penas sus respectivos ataques que se manifiestan en una gama cromática que pasa del bermellón al grana. Tato, con la boca abierta, da la sensación de haber sufrido una apoplegía, el aspecto de El Escriba no trasluce ningún síntoma de cabreo, se limita a tomar notas pulcramente en su cuadernillo, a saber que terribles represalias está pergeñando en su cerebro.
-Les recuerdo a ustedes que Cepo Gordo se instituyó para ofrecer un canal independiente de comunicación que permitiera opinar de manera libre sin prescindir de las necesarias convenciones del mundo actual y con un respeto exquisito a los valores del mundo moderno, en especial la igualdad valorativa de todas las opiniones, el multiculturalismo, la defensa de la opción LGBT...
El discurso es interrumpido por un bramido -al unísono- que escapa de las gargantas de Alcides y Sanglier. Doroteo comienza a patear y Tato sólo es capaz de ponerse en pié y gritar "¡Jamás!, con mi dinero eso si que no, ¡Jamás! El Escriba llama por teléfono a un Notario amigo y le pide que acuda de inmediato.
El secretario, petrificado ante el bramido de la raza, se ve alzado por cuatro manos que lo zarandean hasta bajarlo del estrado. Los miembros del Presidium contemplan la escena con indiferencia, han vivido tanto.
Reducido el secretario al que han amordazado con un pañuelo de Doroteo y han atado con los cordones de la cortina más cercana, Alcides toma la palabra situándose frente a la mesa que ocupa el Presidium.
-Señores, no sabemos de dónde ha salido éste mequetrefe ni tampoco de dónde ha sacado doctrinas tan desviadas y lamentables. Cuando ustedes nos ofrecieron su desinteresado apoyo económico para financiar la difusión de nuestro órgano de expresión cepogordista, nunca, y repito, nunca, se acordó un ideario modernista y desnaturalizado, inhumano y antiespañol. Nuestro benefactor aqui presente -se dirige con un gesto hacia Tato, que sigue el discurso petrificado, haciendo gala de una generosidad rayana en la prodigalidad cubre los modestísimos gastos de nuestra publicación y distribución ordinaria. Si accedimos a recibir la ayuda y colaboración de su grupo Internacional de Ideas y Publicaciones Culturales, fue porque consideramos la oportunidad de hacer llegar nuestras modestas inquietudes a nuestros hermanos de Iberoamérica y America del Norte que a tenor de las estadísticas nos siguen con devoción. Ahora bien, si su colaboración estaba viciada de inicio y su aparente munificencia no era sino un pretexto para corromper nuestros espíritus y torcer nuestras voluntades, entonces, yo, Alcides Bergamota - ¡El Grande! gritaron Doroteo, Tato y Sanglier al unísino- reniego de ustedes, reniego de esta colaboración maléfica y prefiero mil y una veces regresar a nuestro estadio anterior dónde difundíamos nuestras ideas e inquietudes desde la tranquilidad espiritual y económica, desde la modestia y austeridad que son propias a la provincia hispánica..Dicho ésto Alcides tomo asiento con la mayor dignidad y encendió una perla de González Márquez.
Al punto tomó la palabra Sanglier que con tono poco amable se dirigió al Presidum que continuaba inmóvil y humeante.
-Señores, y les llamo así por emplear un trato convencional, ya que al parecer gustan tanto de los convencionalismos, a lo dicho por mi maestro, amigo y compañero de redacción Alcides Bergamota no cabe añadirle ni quitarle nada. Quiero meramente dejar constancia de que hemos sido engañados de forma artera. Ustedes prometieron una colaboración sin condiciones, hicieron protestas de devoción ante nuestros textos, nuestros gustos y pareceres que dijeron compartir. Cuales son sus razones ya no me interesan. Al dejar hablar a ese pelele que denominan secretario y al convocar esta reunión con intención malévola y nulo aprecio por las buenas formas se han retratado ustedes y el ánimo que les dirige. Desde hoy pueden dar por finiquitada nuestra relación y no les quepa duda que cualquier intento de presión será severamente reprimido por la vía de la ley y por la vía de los hechos. En resumen, que como se vuelvan a presentar en cualquier acto cepogordista les vamos a partir la cara y no se pongan farrucos con esos escoltillas horteras que les acompañam porque no conocen todavía a los hermanos Mendicutía y a los cofrades del Santo Niño de la Roca que llevan treinta años jugando a pelota sin vendajes.
Tras esta amable intervención, Sanglier tomo asiento junto a su amigo Alcides que sonreía con simpatía al tiempo que agitaba la humeante perla en señal de victoria.
Doroteo y Tato se pusieron de pie al unísono como movidos por el mecanismo de un gigantesco e invisible resorte.
- Secundamos lo dicho - dijo Doroteo, de inmediato Tato tomo la palabra:
- Financiaré con sumo gusto la edición nacional de Cepo como hasta ahora y prometo a los presentes que buscaré suscriptores entre lo más granado de mis amigos, socios y clientes a fin de lanzar la edición americana por nuestros propios medios, sin necesidad de partenershipes ni jointes-ventures ni gentlemanes-agreements. ¿Queda claro?. Pues eso.
Terminada la intervención de Tato, que causó hondo pesar en el Presidium a juzgar por el aspecto de unos rostros, poco antes esculpidos en roca que comenzaban a agrietarse, se escuchó la voz clara y bien modulada de El Escriba que desde el fondo de la sala:
- Y sepan ustedes y quede reflejado en el acta, que desde hace una hora y pico está presente en la reunión a petición mía Don Isidoro Vaca de Parladé y Tritón de Riofrío, notario de Madrid y entrañable amigo, que procederá a levantar acta de esta reunión-trampa, de este inequívoco intento de extorsión.
Los rostros del Presidium comienzan a resqubrajarse. Veo narices desprenderse, orejas sin lóbulo, arcos occipitales caer sobre el tapete verde que cubre la mesa....en ese instante me despierto. ¡Que horror! ¡Menuda pesadilla! Ayer no debí de cenar tanto, Alcides y Doroteo son una mulas, a quien se le ocurre cenar torreznos y atascaburras y zamparse un Reblochon entero de postre, ahora, bueno estaba muy bueno, riquísimo...en fin, ya ha pasado, un vasito de agua y a dormir hasta las siete y media que aún queda un rato. ¡Que gusto da saber que uno es libre para escribir de lo que le interesa y hablar de lo que le apetece..! En fin, mañana será otro día y si alguien se siente incómodo con los cepogordistas y las cepogordadas que se compre el Telva o El Pais o cualquier panfletillo modernista, que gustan mucho...abur que me quedan dos horitas, ¡que maravilla!
Sanglier.