Ayer se cumplió el octavo aniversario de los atentados del 11-M. Una efeméride horrible, triste, que ha dejado una mancha obscura y siniestra en la reciente Historia de España.
No tenía previsto escribir sobre este asunto ya que a mi juicio casi todo lo que puede decirse a día de hoy ya está dicho y sólo queda que la investigación avance para que algún día, estoy seguro, conozcamos una verdad que hasta hoy sólo barruntamos. Ahora bien, acabo de leer el periódico y me topo con unas declaraciones del Fiscal General del Estado Torres-Dulce que según se publica ha dicho textualmente "La verdad jurídica esta contenida en la sentencia de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo".
Si no fuera por la gravedad del asunto al que se refiere, el requiebro taurino del señor Torres Dulce podría tomarse como una muestra más de la ironía cómico-jurídica de determinados operadores del Derecho. Y me pregunto yo ¿Qué es “la verdad jurídica”?
Que yo sepa verdad sólo puede haber una, así que o bien las sentencias son correctas y sus juicios reflejan la verdad o bien no son correctas y por tanto no hacen honor a la verdad de lo sucedido.
Ahora el operador del Derecho cuenta con una nueva verdad “la verdad jurídica”, una nueva creación intelectual que aparentemente sirve para justificar lo que un órgano jurisdiccional hace contra los hechos, el sentido común y el espíritu de la ley.
Torres Dulce podía haber dicho “La instrucción y el juicio fueron conformes a Derecho y por tanto jurídicamente no tengo nada que reprochar”… pero no ha dicho eso, ha hablado de “verdad jurídica” y eso da pie a pensar que el teme, sospecha o conoce que la “verdad verdadera” como diría un niño pillado en falta es otra.
Uno de los grandes problemas de la España actual y sin duda una de las cosas más desagradables de vivir en este país hoy día consiste en que los políticos y los cargos que estos eligen tienen la bondad de considerar a los españoles completamente imbéciles.
Comprendo que dado el nivel medio de la cabaña que puebla hoy la tierra que antaño habitaron San Isidoro, Santa Teresa, Balmes, Juan de Mariana, Francisco Suárez, Ortega y Zubiri (por citar solo algunos de los españoles que le han dado “un poco” al seso) un tipo semi-avispado que ha llegado a tener un cargo considera que puede decir lo que le de la gana e insultar la inteligencia del que escucha con total impunidad, pero no es así, ni es así ni debe serlo. Que aguanten los demás, yo, me niego.
Resulta que para tapar su falta de arrestos o para tapar lo que tenga que tapar de los señores que ahora gobiernan y de los que lo hicieron hasta fin del año pasado hay que hablar de “verdad jurídica”.
Pero, vamos a ver señor Torres Dulce ¿usted a quien se cree que le está diciendo esa memez mayúscula?.
Lo peor no es decir gilipolleces sino “ponerse fino” diciéndolas. El señorito se nos pone técnico y habla ahuecando el plumón como un palomo con el calentón. Ir de técnico cuando lo que se está diciendo es una mendrugada de tomo y lomo (homenaje a Ibáñez que gusta mucho de esa expresión) es antiestético, antihigiénico y de todo punto ilícito.
Sea usted valiente y diga que no piensa hacer nada porque no se le pone en las narices o porque desde arriba no interesa hacer nada. Diga usted que “allá penas, yo me voy a los toros a fumarme un puro”. Toque usted la cornamusa en el balcón de su despacho o váyase al cine… pero no nos tome por idiotas.
El proceso del 11-M ha sido un escándalo de la A a la Z. La instrucción fue un choteo y el juicio una mezcla siniestra de drama, astracanada y ópera bufa. Se ha condenado a unos señores sin conocer el arma del crimen ni poder haber establecido su participación de manera fehaciente. El procedimiento está plagado de irregularidades, las pruebas falsas o truncadas, los testigos manipulados, los testimonios torcidos…
¿Formará todo eso parte de la verdad jurídica que contiene la sentencia? Por lo que se ve, a usted "lo que le contiene” es una cara de hormigón armado.
En fin, los que se alegraban hace unos días de que la fiscalía fuera a investigar el foco del tren encontrado por los periodistas que con coraje y denuedo siguen investigando el 11-M ya pueden irse olvidando.
O bien este hombre da muestras de algún tipo de inestabilidad emocional y arrea con el tema pese a su explicación de hoy o mucho me temo que todo va a quedar parapetado tras una losa de pseudo-positivismo de tres al cuarto disfrazada de falso rigor. Así es, señores, ustedes no lo entienden, en fin que son memos e iletrados porque no tienen en cuenta la “verdad jurídica” que a tenor de lo visto debe ser aquella que emana de una aplicación torticera de la Ley.
Que pena de Justicia violentada, si Ulpiano levantará la cabeza y conociera de este asunto se cargaría a más de uno... o quizá se fuera a una taberna a empinar vino dejando el seso anestesiado para no tener que soportar tanta bajeza intelectual y moral.
Sanglier.