lunes, 12 de marzo de 2012

CRÓNICA CANADIENSE


CRÓNICA DEL FRÍO

Impecable el aterrizaje del avión a pesar del panorama blanco que nos espera.
Lo que en Madrid quizás habría provocado nerviosismo entre los pasajeros (o al menos algún comentario), aquí produce indiferencia. Es más, mi vecino de asiento, un "montrealense" con el que he congeniado durante el largo viaje, simplemente me dice, cuando ya nos levantamos para salir del avión: "bonito abrigo".

Y es que estoy bien preparado: un imponente abrigo de plumas con una capucha casi hermética pesado de transportar pero muy útil a 10 ó 15 bajo cero.

Uno de mis primeros días voy a comer a una cafetería. En general aquí la gente es pausada y amable, pero yo quiero agradar, y por tanto agudizo bien el oído para que las conversaciones sean fluidas (en lo posible... ). La camarera me pregunta:

-         Et en breuvage, ce sera quoi ? ( Y como brebaje, ¿ qué será ? ).

Me quedo con cara de póquer un instante. Y por fin, contesto:

- Canada Dry ( me gusta más que nada por el nombre... )

En Montreal (o Montréal, con acento, aquí nunca se les olvida) hay una mezcla curiosa: lo anglosajón y lo francés junto pero no muy revuelto. En el "Square Dorchester", por ejemplo, están frente a frente un enorme "building" de los años ´20 y la catedral católica. El rascacielos es de una aseguradora cuyo nombre ahora no recuerdo, pero se puede leer en uno de los enormes bloques de granito del edificio una referencia en inglés a la persona que puso la primera piedra (algo así como "Don ....  Presidente de la Compañía... Puso la primera piedra de este edificio en 1915... Había entrado a trabajar como "clerk" treinta años antes…). Y al otro lado de la plaza, la catedral con su inscripción en francés: "Cathédrale Sainte-Marie". Y lo que sigue es lo que más me gusta: "Reine du Monde" ("Reina del Mundo").

Cerca de allí hay otra plaza llamada "Square Phillips", presidida por una gran estatua del rey de Inglaterra Eduardo VII. Parece que los servicios de limpieza de la ciudad se han olvidado de él, ya que alguien le arrojó pintura a la cara y así se ha quedado. Con la misma cara de póquer que a mí después de escuchar: "Et comme breuvage, ce sera quoi?"

Abrazo,

Luis.

viernes, 9 de marzo de 2012

PINTURA


 
Este cuadro se subastará en unos días, el autor es Alberto Arrue y Valle. Insiste Alcides Bergamota, conocido polígrafo y colaborador de Cepo Gordo, en discutir la atribución, pues su fino olfato le hace inclinarse por un autor de la escuela sevillana, casi sin lugar a dudas. Quien sabe. En todo caso sienten los cepogordistas dejarlo escapar. Otra vez será. La imagen no es nuestra, por lo que si molestara que aquí figure, la retiraremos en un pis pas.





jueves, 8 de marzo de 2012

TABACO


El tabaco habano es un concentrador. En la sociedad de la interrupción, definida de esta manera por el Sr. Carr en su ensayo sobre Internet, el tabaco nos mantiene quietos durante una hora, o durante dos horas, dependiendo de la calidad y tamaño del tabaco seleccionado. Durante esas dos horas, la compañía tiene necesariamente que ser sosegada, no caben incomodidades ni agitaciones, y la preferida suele ser la del libro de papel, si es necesario con un lápiz encajado en la oreja, para las anotaciones. No hay enlaces dónde pinchar, no saltan las pantallas, no se clica ni se arrastra, no hay zumbidos ni destellos, sólo el humo azulón que sube formando volutas para perderse fuera del arco de luz que la lámpara de luz delimitada. El humo y el arco de luz forman por tanto una doble protección para el lector afortunadamente desconectado. Los vaivenes del fumar – acercar el cigarro al cenicero, arrancar la anilla, tal vez volver a encender, observar el color y la forma de las volutas de humo, permitirán levantar un momento los ojos de la lectura, y dejar que la mente vague un poco por lo leído, lo masque y le de unas vueltas, para seguir al momento el viaje por las páginas.

Las consejas de Doroteo


Conviene precisar que no es lo mismo el puro apretado que el puro que no tira. El primero se puede fumar, lo único que pasa es que al torcedor se le ha ido un poco la mano y le ha puesto más empeño del necesario. En cambio el segundo, el cigarro que no tira, es otra cosa. Doroteo, que es quien me comenta esto que ahora dejo aquí apuntado, lo llama el cigarro paradójico. Porque el tiro del cigarro, que es elemento esencial para el buen fumar, se define como la resistencia a la succión. Es precisamente el cigarro que mucho resiste, el que no se puede fumar. Es cigarro con mala baba, que marca la calavera y hace enrojecer al fumador. No hay que perder un momento con él. A la calle, se tira entero a las llamas de la chimenea, sin piedad, y se enciende otro, aparentando como que no ha pasado nada. En cambio, al puro apretado sólo hay que mimarlo, prestarle atención, dedicarse a él con un poco mas de paciencia y habilidad, más lentamente. Y entonces se deja fumar. Aquí Doroteo mete, en lugar de eso tan correcto de “se deja fumar”, aquello del elefante y la hormiga…Pero en fin, no sabemos si es comparación apropiada, salvo por lo de la paciencia, y no hemos querido transcribirla de manera exacta, con toda su crudeza. Ya hablaremos de Doroteo otro día.

domingo, 4 de marzo de 2012

Dibujo


La ilustre casa de Ramires

“Los tres amigos volvieron a emprender el camino de Villa-Clara. En el cielo blanco, una estrella lucía sobre Santamaría de Craquéde. El Padre Sueiro, con su quitasol bajo el brazo, recogiese a la Torre, lentamente, en el silencio y en la dulzura de la tarde, rezando las Avemarías y pidiendo la paz de Dios para Gonzalo, para todos los hombres, para los campos y casales adormecidos y para la tierra hermosa de Portugal, tan llena de gracia adorable, que bendita sea siempre entre todas las tierras.”

José María Eça de Queiroz, La Ilustre Casa de Ramires.
Edición de la Librería Nacional y Extranjera de Francisco Beltrán,
Calle del Príncipe, 16, Madrid, 1911


martes, 28 de febrero de 2012

A CIDADE E AS SERRAS


“E agora, entre roseiras que rebentam, e vinhas que se vindimam, já cinco annos passaram sobre Tormes e a Serra. O meu Principe já não é o ultimo Jacintho, Jacintho ponto final―por que n'aquelle solar que decahira, correm agora, com soberba vida, uma gorda e vermelha Theresinha, minha afilhada, e um Jacinthinho, senhor muito da minha amisade.”


EÇA DE QUEIROZ

A CIDADE E AS SERRAS

PORTO
LIVRARIA CHARDRON
De Lello & Irmão, editores
1901
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