martes, 9 de octubre de 2012

Donde Sanglier responde al muy ilustre Ambrose Rose Polidori

Hace bien poco que de la almibarada pluma de nuestro corresponsal Ambrose Rose Polidori ha surgido una colaboración que con desmedida generosidad dirige a mi insignificante persona.

A tenor de su prosa, uno diría que Polidori es uno de esos autores decimonónicos que colecciona chucherías y "postales artísticas" de bellezas rubensianas. Un sujeto de aspecto atildado y modales   afectados que a su paso deja un ligero aroma de agua de lavanda y que a cada rato succiona con devoción un caramelo de violeta. No es así, conocemos a Polidori y nos consta que pese a sus requiebros untuosos es hombre cabal y de conducta masculina, un tipo más bien castellano viejo que conoce el arte inigualable de cortar la perilla del cigarro, de acercar la llama y dar el fuego justo y encender al fin el veguero con la calma y deleite que requiere semejante momento supremo. 

Siendo así, ¿que explicación cabe para esa invitación a la liviandad, esa exacerbación de lo inguinal y balánico, ese canto a la cópula entre arrayanes?. No soy capaz de ofrecer una respuesta congruente. Se me antoja que el calor de este verano eterno que la naturaleza nos regala ha hecho mella en la facunda sesera de nuestro corresponsal y ha terminado por ablandarle el bulbo raquídeo y el bulbo bajero al mismo tiempo.

No puedo estar de acuerdo con sus observaciones acerca de la belleza serena de Recoletos o del Retiro. Al amparo de la canícula los nacionales y extranjeros llenan las calles, pero el espectáculo lejos de ser edificante y armonioso es más bien una suerte de catálogo de vulgaridades postindustriales.

Cuan difícil resulta cruzarse con una mujer que vista como tal o con un caballero que haga honor al nombre. Qué imposible ver unos niños de aspecto sano que no sean presa de la modernidad mercantilizada en su vestir y proceder. Qué poco seductora resulta la vista del cuerpo que nada esconde, todo muestra y todo lo que exhibe anda decorado con tatuajes y tachuelas.


Querido Polidori, dilecto Ambrose, le sugiero con todo aprecio que en su próxima incursión por el centro turístico madrileño evite a toda costa los espirituosos y los caldos añejos, no abuse usted de los coñases y anisados, refrénese, evite el brandy y las espumosas copas de cerveza y así podrá ver el mundo que desfila ante usted sin el tinte amable del buen Baco.

Con todo afecto de su lector y amigo.

Sanglier. 

1 comentario:

  1. Sangli es el amo en refutar lo que no se ha dicho. El pobre Polidori no recomienda nada, solo hace un poco de pintura impresionista y nos traslada la belleza fugaz de un instante. Impresión subjetiva que puede incluir elementos que se han hecho hermosos durante ese instante en que se perciben, el tatuaje alado, el obsceno patín, mientras están en movimiento, que dejan de serlo, a lo mejor, cuando se detienen. El aire suave de pausados giros que decía Rubén, oiga. Da gusto en cualquier caso leer sus refutaciones. Y aquí dejo este diálogo entre nous, un poco exhibicionista.

    A. Polidori. Cronista.

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SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.