Los toros no pueden verse más que de una sola manera y en realidad no se han visto nunca más que de esa sola manera. Siempre la misma. Y si ese punto de vista cambia, desaparecen los toros. La plaza en realidad si es un matadero. Ver toros es asistir al sacrificio público de reses bravas. Lo que ocurre es que el sacrificio se hace de una manera ordenada, ritual, en la que la res, en lugar de ser enviada a un matadero en manada, sale al ruedo sola, de forma individual. De esa forma, el sacrificio de la res, de alguna manera se dignifica. Y se dignifica sobre todo por la forma de hacerlo conforme a unos cánones, a una manera de hacer las cosas, no de cualquier manera. Por eso es clave en la corrida de toros la muerte del toro, sin ella no hay sacrificio. Toda la lidia no tiene otro objeto que prepararla y lograr que se culmine de forma eficaz, rápida, vistosa, carente de ensañamiento, de crueldad y de fallos. Si no se torea bien, conforme al canon, que es lo que logra quebrantar al toro, vencer su poder, se complica la suerte final, se hace más difícil entrar a matar y las probabilidades de no culminar el sacrificio aumentan. Por eso no se debe premiar la faena de quien, al no matar bien no culmina el sacrificio y, por el contrario, es posible premiar una faena menor culminada con una gran muerte.
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viernes, 1 de julio de 2022
jueves, 12 de mayo de 2022
Un apunte con motivo de la corrida de toros de ayer día 11 de mayo. Por A. Bergamota, para el Heraldo de Nava.
Fueron toros de la Quinta para Morante de la Puebla, Juli y Pablo Aguado.
Hay una falta de personalidad grande entre los de la montera. Se ve perfectamente al acudir a una novillada. Salen de las escuelas como cromos, con el mismo toreo de salón, falta ponerles un espejo en el ruedo para que se miren. Morante es lo contrario, personalidad a raudales, con su punto de chulería castiza, sus guiños a la tauromaquia añeja, su majeza, patilla, cigarro y montera antigua. Sólo por eso ya es algo, aunque no baste. A mí, lo de bajar la calle de Alcalá como lo hizo ayer, en calesa o jardinera que no se pone la gente de acuerdo, me gusta, me hace gracia. Me parece retador y un aquí estoy yo, con la estética de la España de siempre. Solo le falta la redecilla en el pelo y que le pinte Goya. Yo que no le tenía simpatía, pues me tiene en el bote. Luego, en el ruedo, no termina de auparse donde parece que podría. La espantada de ayer se suma a muchas otras. Aunque sólo por cómo anda en el ruedo y ese físico de torero antiguo, algo grueso, suma y suma. ¿Faltan corazón, cabeza, ganas? Quién sabe. Un vecino de localidad recordaba lo que dijo un teroro antiguo, tal vel el Guerra, cuando le caía una bronca monumental: Yo aquí he venido a cobrar. Nos sonreímos pensando en lo bien traído que estaba viendo la desgana del matador.
Lo cierto es que hoy no se torea mejor que nunca como dicen los de la tele y los cronistas oficiales. A la vista está que cuando salen del mono encaste les cuesta horrores y dónde triunfaron tantos -Paco Camino era un especialista de Santa Coloma - los de ayer se la pegan con seis bastante abordables, justos de casta y fuerza. Y para uno que en su segundo demostró que puede, Juli, la mayoría de las veces prefiere mono encaste y toreo trucado, con el toro en línea por fuera y los mil pases. Un misterio. Pero está claro que sobre el papel el cartel de ayer es magnífico y llena la plaza y queremos ver a los figuras con un ganado distinto al habitual. Parece que eso se lo debemos a Morante y a sus gestos. Espero que haya más. A mi Juli me espanta como torero, pero si se anunciara con Miura, Torrestrella, Saltillos, Escolares y demás, sería el primero en la cola. Por cierto, el tan injustamente denostado siete, ayer le aplaudió su segundo puesto en pie y con razón.
martes, 2 de febrero de 2021
Incierta gloria. I. Genaro García Mingo para el Heraldo de Nava.
Terminamos el sábado Incierta gloria, de Joan Sales.
Inexplicable ciertamente que, a un libro de esa categoría, tan magnífico, se le
adhieran como prólogo las banalidades de Juan Goytisolo sobre sus heroicidades
contra el franquismo. El prólogo, aunque insignificante, es como un parásito de
la novela. Pero lo cierto es que si desde el punto de vista editorial y de como
está España da que pensar la intromisión de esas páginas como antesala de la
novela, esta es tan magnífica que nada se recuerda de la bilis encapsulada del primer
texto.
miércoles, 16 de octubre de 2019
Comentario a un comentario.
Nota: sobreabundan los análisis políticos y jurídicos en los medios y las redes, dónde podrán ustedes saciar su sed de novedades informativas e interpretaciones originales que nosotros no podremos darles. Esto no impide que de vez en cuanto reproduzcamos aquí alguno de los inocentes comentarios que en forma de cartas al director o similar envían Doroteo, Genaro García Mingo o el Gran Bergamota, tanto al Heraldo como a la Voz de Nava. Sobre todo al segundo, más inclinado a beber los vientos del momento. Un ejemplo de esta inocente y anticuada costumbre es el texto siguiente, publicado en la Voz de Nava. En el Genaro García Mingo, plumífero con ínfulas, expresa su desacuerdo con un comentario elogioso a la sentencia. La Sentencia por antonomasia.
Sr. Director,
Algunas
cosas me llaman la atención: En el comentario parece que subyace cierto temor a
que se nos pueda considerar no homologables a otros países europeos, como si
hubiera que demostrar una y otra vez lo adecuado, garantista y estupendo que es
nuestro sistema jurídico. Miramos demasiado hacia fuera y damos un valor a
todas luces excesivo a los demás países de nuestro entorno. A mi modo de ver,
esta falta de confianza radical en nosotros mismos, es uno de los factores, uno
de los muchos, que llevan años impidiendo una redacción adecuada y contundente
a lo que ocurre en Cataluña, en las provincias vascas y en el sistema de las
autonomías en general. Somos tan estupendos que nos negamos a ver que ocurren
cosas anormales y excepcionales, no vaya a ser que se emborrone el cuadro que
nos hemos pintado y es tan bonito. O todo funciona tan mal que mejor no hablar de ello. Sería
deseable encontrar el punto de equilibrio.
Por el contrario, el punto de
equilibrio no me parece argumento válido para defender la sentencia. Que disguste
a unos y a otros no la hace mejor ni peor. Pensaba que la vara de medir debían
ser la Justicia y la Verdad, no la opinión pública.
Me
sorprende también lo de calificar a los independistas de partidarios de una
democracia iliberal. Parece un extraño circunloquio para no decir totalitario,
tribal, etc. Tenemos ante nosotros desde hace años un asalto totalitario que no
sabemos cómo parar, no por falta de medios sino por falta de convicciones.
Y
por último, saliéndome ya lo entiendo, del ámbito del comentario de la
sentencia, la violencia lleva presente en Cataluña, muchos, muchísimos años
-empezando porque no se cumplen allí las sentencias del TS- y con esta
sentencia poco remedio se pone. Cuando veamos salir a la calle en un año a los
condenados el mensaje estará claro: puedes organizar la de San Quintín con los
medios de la administración, contra el sistema constitucional y tampoco es para
tanto, adelante pues. Y no se nos diga que es el resultado del sistema que nos
hemos dado cuando instructor, fiscalía y abogado del estado coincidían en la
calificación, antes de la sustitución de este último a instancias del Gobierno.
Mientras tanto el ciudadano de a pie, a callar. El estado de derecho en España
lleva años tambaleándose y las dos últimas sentencias del TS son dos golpes
más, y muy fuertes. En fin.
jueves, 10 de octubre de 2019
Carta de Genaro García Mingo, publicada en el Heraldo de Nava.
Agradecemos
al Heraldo de Nava, decano de la prensa local, el permiso para reproducir a
continuación la carta enviada por Genero García Mingo Emperador a su director. La
carta es un comentario a una tercera firmada por el propio director y publicada
en el mismo periódico, texto que se omite aquí, porque sí. Ha sido calificado
como wonderful y glamourous por la crítica.
Sr. Director,
Vaya por delante mi agradecimiento por su análisis y por el esfuerzo de poner las cosas por escrito. Sin embargo, mi impresión es que su entrada no es sino darle vueltas una vez más a un fenómeno conocido desde hace décadas. La democracia secuestrada por la partidocracia era un asunto que ya se trataba en la facultad de derecho, como parte del temario de primero de carrera, en mi caso a finales de los años ochenta. Ya se apuntaban entonces, mejor dicho, ya se señalaban con toda contundencia como quebrantamientos a nuestro sistema político la sentencia del Tribunal Constitucional en el caso Rumasa y la aprobación de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, donde se reguló de forma definitiva el Consejo, derogándose la Ley Orgánica de 1980, y que implicó un cambio en la forma de elección de los vocales, impulsada por el PSOE de la mayoría absoluta. Puesto que al principio de su artículo de alguna manera renuncia usted a proponer soluciones, su texto viene a ser una cierta confesión de impotencia. No es algo que yo le reproche, porque creo que la misma impotencia la sentimos muchos españoles.
Yo me atrevo a vaticinar que prácticamente ninguno de los buenos deseos de reforma que expone el autor llegará a concretarse. Al menos no de forma pacífica. No veo yo a esta clase política renunciando a sus prebendas, no veo en el horizonte nada parecido al tan mentado harakiri del franquismo. En cuanto a las agencias de control, ¡Dios nos libre de tener que sufragar más organismos públicos para uso y disfrute de partidos políticos!
Al
llegar a cuestiones de fondo, se percibe una posición relativista (“no imponer
una versión de la verdad sobre otras”) y una vaga apelación a la vigencia de la
llamada sociedad abierta. Y es aquí dónde puede que se encuentre la clave de lo
que sucede, no en España, sino en todo el llamado occidente: asistimos al
declive casi absoluto de un sistema al que no parce posible reanimar. El mundo
surgido de las revoluciones francesas y americana llega a su fin. Como
reconocen los propios liberales más conspicuos, no hay libertad sin tradición (Hayek lo explica en Los fundamentos
de la libertad). Pero puesto que el liberalismo supone hacer del hombre la
medida de todas las cosas y consagrar la libertad de espontaneidad o libertad
negativa, esa misma circunstancia ha ido erosionando las bases de un sistema
que pese a todos sus terribles efectos (pensemos en el siglo XX) era capaz de
sostenerse. Mientras el liberalismo creció sobre la tierra todavía fértil de la
antigua cristiandad, pudo dar frutos. Con la definitiva descristianización que
nada ha sustituido el edificio se derrumba. ¿Cómo funcionar sin creencias
comunes? ¿Cómo puede sobrevivir una sociedad que no se pone de acuerdo ni
siquiera sobre cuestiones básicas de sexualidad, biología, naturaleza humana? No
nos queda ya ni siquiera vigor biológico para reproducirnos. No se construye
sobre la nada, ni sobre el capricho de cada cual, ni sobre la llamada cultura
de la muerte. Es lógico que ante esta situación no sea fácil proponer
soluciones. Y es muy dudoso que encontremos las soluciones en las causas de lo
que hoy sucede.
viernes, 30 de agosto de 2019
Las palabras del músico. Recogidas para el Heraldo de Nava, por GGM, plumífero.
“(…).
En cualquier caso creo que lo urbano, hasta tiempos recientes, no hace acto de
presencia irreversible en el mundo rural convirtiendo un sistema cultural que
podría responder a calificativo de “plácido” en “angustiado”. Hoy no se conoce
un lugar del planeta al que no haya llegado esa angustia en forma de radio, de
televisión, de refresco de cola o de deporte obligatorio que necesariamente hay
que practicar o que sufrir como espectador. Todos los conocimientos llegan a
los jóvenes por el único camino que tienen para recibirlos, y reduciendo su
capacidad crítica y especializando al máximo el aprendizaje, con lo que ello
conlleva de pérdida de curiosidad y de
posibilidades de relación. (…) Esa vida de relación e intercambio de
conocimientos ha desaparecido en favor de una sociedad con grandes adelantos
técnicos pero con los mismos problemas humanos y de relación entre individuos
que hace tres o cuatro mil años.”
Joaquín Díaz Las palabras del músico, conversaciones con Joaquín Díaz, por Joaquín Alvarez Barrientos, editorial Ámbito, 2001
domingo, 21 de julio de 2019
Museo de pinturas. La tercera del Heraldo de Nava, por Genaro García Mingo.
Don
García de Medici todo lo preside desde su pequeño marco en la inmensa sala.
Nada turba desde hace siglos la rosada carnación de sus mofletes soberbios, los
bucles rubios de refinado infante. Es hijo de la hermosa Leonor de Toledo. Leonor,
que vino a la Italia, a la Florencia de los Medici y dio al duque la numerosa
descendencia que este ansiaba, y pudo sujetar el voluble humor de su consorte, introvertido
y colérico. Leonor de Toledo, hija de don Pedro, Virrey de Nápoles. La
sonoridad de su nombre evoca por si sola las más altas cumbre de nuestra
historia. El refinamiento de su porte aristocrático, inmortalizado por uno de
sus pintores, el Bronzino, nos impresiona. Mantiene a conveniente distancia a
quien se acerca atraído por su belleza.
En
nada nos extrañan, por tanto, el porte, la mirada, los bucles de don García. Si
animamos un poco el hierático retrato cortesano, veremos que don García tiene un
aire con un punto cómico, don García de Medici, niño de tres años, pequeño
adulto por esa vestimenta de corte, encarnadas sedas, cuello bordado de perlas,
rico collar. Es algo consentido, tal vez gruñón a ratos, como delata el ligero
mohín de su boca regordeta, pero también risueño y despierto. La flor del
azahar de su mano derecha recuerda su pureza infantil. Lo que no le impide
mirar severamente a quien se para a contemplarle. Su refinada presencia es un
recordatorio sencillo de que no todas las cosas son como nos las quieren pintar.
Le mira un señor con el pelo pintando de verde y vestido con una camiseta de
baloncesto. Resiste poco tiempo la mirada
de don García. Luego se acercan unas chicas muy mal vestidas las pobres,
una flacucha, la otra desparramada, su único adorno son los cascos que les ha
prestado el museo, pues la poca belleza que pudieran tener de nacimiento bien
disimulada la llevan, si es que existió alguna vez. La mirada de don García se
hace más severa. ¡Quien las ha dejado pasar vestidas de esta guisa! ¡Ellas se
ríen con impertinente descaro del noble infante!
La
presencia de don García parece recordarnos que si somos iguales a los ojos de
Dios, y deberíamos serlo ante las leyes –cosa que va siendo dudosa- ahí se
acaban los emparejamientos, porque para lo demás, la cuna, la educación, el
pulimiento, las maneras y la sensibilidad, más a menudo separan que igualan, en
un mundo en el que ya son raros los que aspiran a lo mejor, a elevarse, y
multitud los que se afanan en arrastrar a los demás al fango en el que les
complace revolcarse. ¿Oiga pero usted quien se cree que es? ¡Ya ha saltado el
primero!
Pasaron
los años y la malaria se llevó a don García, como se llevó a otros mortales,
sin hacer distinciones. Lo que ni quita ni pone a lo anterior, simplemente lo
confirma.
- ¿Qué
quieren ustedes? nos dice don García de Medici. Es la pura realidad.miércoles, 17 de julio de 2019
Consultar el INE, una forma de salir de casa. Suplementos de la Voz de Nava (¿pero no era el Heraldo?)
Datos
del Instituto Nacional de Estadística ("INE"):
1. Nacimientos fuera del matrimonio.
Existe
una enorme disparidad en el número de nacimientos fuera del matrimonio que se
registró en 2016 en los países de la Unión Europea, siendo el más bajo en
Grecia (9,4%) y el más alto en Francia (59,7%). Portugal (52,8%) y España
(45,9%) se acercaron al valor más alto.
2. Matrimonios canónicos.
De
163.430 matrimonios celebrados en España en 2018, 37.859 lo fueron según la
religión católica, es decir un poco más del 23%. Es una media, en algunas zonas
baja por debajo de 10%, en otras, para compensar, sigue por encima de 40%.
jueves, 4 de julio de 2019
lunes, 1 de julio de 2019
Soldado azul.
Hemos vuelto a ver la película Soldado azul. Son notables las diferencias
respecto de la novela del mismo título que adapta, y es mucho lo que debe a una
buena banda sonora setentera que le da un aire de juvenil rebeldía de otra
época, siendo el fondo de la historia que cuenta, la espantosa masacre de Sand
Creek, terrible. Hay escenas de una violencia excesiva, violencia que podía
haberse tratado o transmitido de otra manera sin perjudicar al relato. Fue todo
un escándalo entonces y siguen siendo excesivas incluso para mellada
sensibilidad actual. Afortunadamente se concentra muy al final, casi en el
desenlace. Pero hasta entonces tiene la película un aire setentero y como de
contracultura que hace sonreír en algunos diálogos, una pareja de protagonistas
que funciona muy bien en esa clave de época –no nos preguntemos si la Cresta de
1860 podía o no parecerse a Candice Bergen o si es verosímil un soldado como
Peter Strauss, prácticamente objetor de conciencia desde el principio de la
historia- y una trama principal clásica, bien tratada y entretenida, durante la
que se nos cuenta como los dos protagonistas escapan a un ataque indio y su
odisea campo a través para llegar a Fort Union, con el consiguiente proceso de
conocimiento mutuo y enamoramiento.
Decíamos que aunque el hilo argumental es
el mismo, las diferencias con la novela de Olsen son notables y la principal el
tratamiento de la protagonista femenina. Frente a la más bien ruda y recia
campesina de la novela, nos encontramos con una atractiva, deslenguada y un
tanto cínica activista de los derechos humanos encarnada por una de esas suecas
espléndidas que enloquecieron al hispánico carpetovetónico del desarrollismo.
Tampoco les fue mal allende los mares.
Volviendo a la banda sonora, le da a la película –que se leyó en clave
de denuncia de la guerra de Vietnam- una aire de inocencia traicionada, de fe
hippy en un país joven en pleno crecimiento y al que se quiere (“Yes this is my country/ Young a and growing/
free and flowing. See to see (…)”). Crecimiento, esperanzas y visiones
idealistas quebrantadas por la inmoralidad de los mayores y de los dirigentes,
personificada en el coronel al mando de los voluntarios de Colorado, viejo,
seco, rígido, incomprensivo, racista…
La del vozarrón protesta es Buffy Sainte-Marie, activista amerindia, canadiense de origen Cree, autora e intérprete de música folk, étnica, de lánguidas melenas, desgarrada, rebelde, la imaginaos meneando la cabeza, haciendo que se agite al viento el largo cabello suelto, mientras toca la guitarra como quien blande un arma para el combate… Los Estados Unidos siguen a vueltas con todo esto, el racismo y la violencia insertos en la raíz de su nacimiento como nación, y de paso la redención de esa culpa nos la hacen pagar a todos con el alumbramiento puritano de lo políticamente correcto y las discriminaciones positivas que son eso, una prolongación del racismo y la violencia. ¡Dichoso el dominico Montesinos que ya en la Hispaniola nos evitó a los españoles este terrible camino de expiación…!
Para el Heraldo de Nava, A. Bergamota.
La del vozarrón protesta es Buffy Sainte-Marie, activista amerindia, canadiense de origen Cree, autora e intérprete de música folk, étnica, de lánguidas melenas, desgarrada, rebelde, la imaginaos meneando la cabeza, haciendo que se agite al viento el largo cabello suelto, mientras toca la guitarra como quien blande un arma para el combate… Los Estados Unidos siguen a vueltas con todo esto, el racismo y la violencia insertos en la raíz de su nacimiento como nación, y de paso la redención de esa culpa nos la hacen pagar a todos con el alumbramiento puritano de lo políticamente correcto y las discriminaciones positivas que son eso, una prolongación del racismo y la violencia. ¡Dichoso el dominico Montesinos que ya en la Hispaniola nos evitó a los españoles este terrible camino de expiación…!
Para el Heraldo de Nava, A. Bergamota.
miércoles, 19 de junio de 2019
El paso al frente. Extracto de un texto más largo aparecido en el Heraldo de Nava.
En
primer lugar agradecer el esfuerzo del autor por tratar de elevar un poco el
nivel de la reflexión en estas horas de frenesí político. Pero sólo hasta aquí
llega mi coincidencia con él. De la lectura de su artículo surgen infinidad de
objeciones, de distinto orden. No es posible exponerlas todas en este
comentario, pero ahí van algunas de ellas:
Una
de carácter general, aplicable tanto a este artículo como a otros de tono
similar que han ido apareciendo en blogs, medios, tertulias y hasta en prensa
de papel. Todos ellos escritos desde posturas católicas. La impresión general
es que para todos ellos la aparición de XX no sólo no representa algo de luz
al final del túnel, sino que por el contrario les ha disgustado profundamente.
Todos denuncian la situación de la sociedad española, pero cuando surge alguien
que puede representar, aunque sea remotamente, una esperanza, entonces se ponen
exquisitos para rechazarlo en nombre de los grandes principios, pero sobre todo
con el argumento de que XX no es perfecto. Una actitud que nuestro refranero
conoce perfectamente, por desear lo mejor, rechazan lo bueno. Nuestra vida
pública es un lodazal en el que estamos enfangados desde hace años, en el que
el olor a agua estancada sube y sube sin cesar. Cuando por fin algunos de los
que lo sufren, en lugar de quejarse, deciden ponerse manos a la obra y tiran de
pico y pala para tratar de desatascar la situación, entonces los que desde hace
años venían quejándose de la situación empiezan a objetar que el pico no es
adecuado, la pala podría ser mejor, y el uniforme de los poceros tiene un botón
descosido. Es lo que yo llamo la actitud Chateaubriand, no por la pieza de
carne, sino por el escritor católico francés. Le gustaba tanto cantar el fin de
un mundo, lamentarse ante lo que fue y ya no será, que él había conocido y los
demás no, que acababa por necesitar ruinas para inspirarse… y con su actitud
contribuía decisivamente a crearlas, a desarmar a los suyos. Nada de lo que
hicieran los contemporáneos de su cuerda era lo suficientemente puro, lo
suficientemente auténtico.
Pues
bien, parece como si a muchos católicos les molestara que alguien intentara
enderezar lo que ellos denuncian que está torcido. Como si el intento o el
éxito posible fuera a dejarles sin la ruina que es su motivo de inspiración. ¿Y
ahora que denuncio yo? ¿Y ahora contra que clamo? Cuando otros empiezan a
moverse nos damos cuenta de que nos hemos quedado quietos, y eso escuece. Éramos
nosotros los que por nuestros méritos y por nuestra pureza inmaculada merecíamos
estar a la cabeza. Sin duda, pero es que seguimos quietos y otros han dado un
paso al frente. (...)
A. Bergamota Elgrande
jueves, 13 de diciembre de 2018
Una nota en El Heraldo de Nava.
Hace mucho que
Cepogordo no comenta la actualidad política. La razón es muy sencilla. Puesto
que no somos periodistas profesionales ni disponemos de fuentes de información
distintas a las del común de los mortales, hay poco, muy poco, que podamos
añadir a lo que escriben y comentan los miles de profesionales que hablan y
escriben en prensa de papel, digital, radio y televisión. Entendemos que la
exhibición de nuestros sentimientos y reacciones respecto de la actualidad
–indignación, contento, sorpresa, indiferencia- poco aporta y poco importa al
lector.
El comentario
que sigue no es una excepción a lo anterior. Más que comentar la actualidad nos
preguntamos si una parte de lo que hoy ocurre no está ya en los libros de texto
o al menos de historia, por haber ocurrido antes, hace muchos años.
La Historia,
con mayúsculas, se entiende de distintas formas. Es un círculo, un eterno
retorno, lo que ha sucedido volverá a suceder. ¡No! Es una línea, de progreso
constante para unos, de simple continuidad para otros. Y para otros es una
espera. Dijo Marx que la historia se repite, primero como tragedia, luego como farsa.
Y Santayana que quien olvida su historia se condena a repetirla, refiriéndose a
los pueblos, claro.
¿Dónde se sitúan
las recientes elecciones andaluzas? Apenas doce diputados de un parlamento
regional y parece como si llegara el fin del mundo. Escándalo e insultos,
lluvia de palabras y expresiones como extrema derecha, ultraderecha o derecha
extrema. ¿Será que para la España oficial, la que maneja y se zampa la tarta,
la llegada de este partido que no se muerde la lengua y que tiene objetivos
claros –algo tan distinto a la nebulosa que es Ciudadanos- anuncia cambios que podrían
afectar a sus prebendas?
De ahí el
movimiento de pánico que se ha producido en la clase política y en sus medios
de comunicación, que lo son casi todos. ¿En qué estado de debilidad mental
creen los medios oficiales –prensa, radio, televisión, partidos- que se
encuentran los españoles? ¿Creen que tapando la realidad con las palabras de
siempre -fascismo, populismo, ultras- seguirán dictando sin más su moralina de
corrección política, su doctrina para una nueva sociedad, tutelando al
ciudadano de a pie al que desprecian? Parece que han ido demasiado lejos y que
ya nadie se calla.
Pero nos
referíamos al principio a la Historia. Y es que hay cosas que se repiten.
Cuando llegó la segunda república, ardieron edificios religiosos ante la
pasividad de la autoridad (la biblioteca de los jesuitas que ardió en Madrid, era
al parecer la segunda en importancia de España, después de la nacional). El
mensaje que se dio fue más o menos el siguiente: esos edificios no forman parte
de la república. Cuando la derecha –radicales de Lerroux y CEDA- ganó las
elecciones en 1933, los demás partidos reaccionaron escandalizados, negándose a
admitir lo sucedido y presionando para que no entrara la CEDA en el gobierno.
Acabaron por alzarse en armas contra el gobierno legítimo. Un golpe, el de
1934, organizado por el PSOE, verdadero preludio de la guerra civil. Las izquierdas
concibieron la segunda república como un régimen a su servicio, que
deslegitimaron en cuando perdieron las elecciones. Las urnas como plebiscito de
adhesión a la izquierda, nada más. Nada de aceptar las reglas. Se hizo
responsable al partido Falange Española de la violencia que se instaló en las
calles españolas de entonces, refiriéndose siempre a aquello de la dialéctica
de los puños y las pistolas. Pero se oculta que Falange, en primer lugar y
antes que nada, antes de pasar a defenderse, fue víctima de los pistoleros de
izquierda que atentaban contra sus miembros y simpatizantes. Hasta el punto de
que se contaba un chiste macabro sobre sus siglas, FE, diciendo que
significaban Funeraria Española.
Muy poco
tienen que ver las circunstancias de entonces con las de ahora. Prácticamente
nada. No hay Falange Española, no hay un partido de extrema derecha tampoco. Ni
el país es el mismo, si sus circunstancias sociales, ni su economía. Tienen
poco que ver, salvo en un punto: la reacción y el comportamiento de la
izquierda oficial española no sólo ante el resultado de las elecciones, sino en
el juego político.
Vox, pues de
Vox se trata obviamente, no ha protagonizado un solo acto violento. No ha
boicoteado actos políticos, ni atacado rivales, no tiene matones que repartan
palos por las calles, prendan fuego a contenedores o rompan escaparates y
destrocen el llamado mobiliario urbano. No pinta las sedes de otros partidos,
no utilizad el lenguaje ni las expresiones de los terroristas, no llama a
realizar escraches. Cumple estrictamente
con la legalidad y actúa dentro del marco de la vigente constitución, sin
ocultar que quiere reformarla. Todos sus actos los preside la bandera española,
sin que se enarbolen banderas históricas. Pero desde hace mucho tiempo, y con
anterioridad a las elecciones andaluzas desde luego, sufre no sólo insultos
sino que se han producido incitaciones a la violencia contra el partido y
contra sus simpatizantes y los primeros acosos y ataques.
Valgan como
botones de muestra los siguientes: el acoso sufrido por su campamento de verano
en Tarragona, en julio del 2018 (“pim,
pam, pum, que no quedi ni un”, en catalán), las palabras de Pablo Iglesias
en la noche electoral animando a tomar las calles, animando a la lucha
antifascista (¿?), las algaradas en Cádiz y en Granada, las protestas contra Vox
en Sevilla ante el parlamento andaluz, el mal perder de la candidata socialista
a la Junta (“(…) impedir que el gobierno
de #Andalucía dependa de un partido extremista, machista, homófobo y racista.
Hablaré con todas las fuerzas constitucionalistas.”), o el reportaje de la
sexta en Marinaleda tratando de identificar a los 44 votantes de Vox, es decir,
señalando a los disidentes con el dedo en un pueblo de dos mil setecientos
habitantes. Son simples botones de muestra. Hay mucho más. Además, esta
izquierda que tan mal digiere los resultados electorales enarbola cada vez que
puede la bandera que fue oficial durante la segunda república. Según su atroz
jerga, una bandera preconstitucional. Una izquierda que ha
hecho de arremeter contra las instituciones y en particular contra el Rey, su
programa.
¿Se repetirá la historia? Desde luego nuestro
deseo es que no se produzca la repetición y que, en el libro de texto que se
está escribiendo, la narración sea completamente distinta a la evocada, sin
incendios, persecuciones, ni violencias. Habrá que contribuir todos a ello.
martes, 27 de noviembre de 2018
Jacobus miles Christi (del Heraldo de Nava).
(Entre paréntesis: yo estoy contra el moro; mis
abuelos de todas las ramas van hartos de probar que no tenían ni gota de sangre
de moro, para poder servir a la Católica Monarquía con la espada y el navío, en
el Santo Oficio y en la Orden, con el rojo lagarto en el pecho. Eso que anda de
moda de los lazos de sangre y de espíritu con el moro, a mí no me toca en nada.
Más de la mitad de la contextura hispánica, social e intelectual, residió
durante siglos en no tener nada que ver con el moro, en darle, aún muerto, gran
lanzada, y en cogiéndole vivo, Fe católica, tocino y vino tinto. Aún lo dicen
por tierras que fueron frontera, y en las Américas de nuestros galaicos linajes
militares: “Te he de dar Fe católica y tocino”. Así, pues, revuélquese entre
las patas del caballo jacobeo el moro enturbantado.)
Alvaro Cunqueiro,
Por el camino de las
peregrinaciones.
Alba Editorial, 2004, primera edición.
Citado del artículo
Peregrinos a la mesa (1957).
- Y con perdón, claro.
- ¡Desde luego para mí un bálsamo, oiga!
- ¡Que me dice!
- ¡Lo que oye!
- Y al que no le guste, se le aplica la susodicha
receta. Pues eso.
lunes, 26 de noviembre de 2018
RENZO DE FELICE
El historiador italiano sobre la Historia:
“Cuando un estudio se encuentra frente a realidades
tan complejas y dramáticas como el racismo y el antisemitismo -esto es válido también para otras
realidades, empezando por el fascismo y el antifascismo- debe tener el valor de
escapar a la elección del bando y de la toma de posiciones emotivas: los
rechazos morales carecen de sentido y eficacia. Rabia y resentimiento, indignación
y condena, son sentimientos que, al igual que la militancia, deforman la
correcta interpretación histórica, prohíben la reconstrucción de los hechos,
impiden identificar las motivaciones que subyacen bajo hechos tan monstruosos
que parecen inconcebibles.”
Renzo de Felice, Rojo y negro
Ariel Historia.1ª edición, septiembre de 1996.
miércoles, 11 de julio de 2018
Apuntaciones sueltas II. Dietario del gran polígrafo. C. de Liposthey.
Junio de ****.- Iba andando
por el poligó. Al pasar un coche cerca de mí, me grita el pasajero, ¡eh puto gordo!
Luego se oye una carcajada grosera, estridente, ventruda. Yo me indigno, utilizo
la expresión ¡como se atreve!, rabio y tasco el freno. Con una inspiración
repentina me agacho y agarro a todo agarrar una gran canto y lo lanzo con
violencia y rapidez. Con hábil puntería le arreo en todo el melón al de la risa
boba que ahora se lamenta de haberse arrimado a paquidermo tan agresivo.
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Seto nevado. Colección particular. |
martes, 10 de julio de 2018
Apuntaciones sueltas. Nuevamente agradecemos la paciente contribución de C. de Liposthey.
Calvino de
Liposthey considera que, pese a su crudeza, los apuntes del dietario del Gran Polígrafo
pueden tener cierto interés. Corresponden a la época sombría en que, lejos de
Nava, el gran Bergamota sufría los rigores de ser empleado por cuenta ajena. Las
entradas del dietario de aquella época cuentan con el atractivo de una cierta
frescura y espontaneidad, propia del apunte trasladado al papel para que no se
olvide la impresión de un momento.
Conviene
recordar que el Gran Polígrafo consideraba aquella época como una experiencia
personal desoladora en su mayor parte. Coincidía en eso tanto con Hayek cuando
afirma que una sociedad de asalariados no puede constituir una sociedad de
hombres libres, como con el Tradicionalismo al que se unió en Nava y sus
críticas al capitalismo financiero de grandes multinacionales. Curiosamente, en el mismo
sentido iba Ramiro Ledesma cuando en su Discurso a las Juventudes de España se
refiere varias veces al asalariado como perteneciente al más bajo de los
estratos de la sociedad: “Si las
juventudes angustiadas y sensibles a las desgracias de España emprenden una
acción enérgica en pro de su fortaleza y liberación, tienen que buscar con más
insistencia que otros los apoyos y colaboraciones de una parte —lo más amplia
que puedan— de la clase obrera, de
los asalariados, de los pequeños agricultores y, en fin, de esa masa general de españoles en
constante y difícil lucha con la vida.” Y el tío, más adelante remata: “(…) Y más aún, no se trata sólo de asalariados,
de proletarios. El paro amenaza hoy asimismo a zonas inmensas, pertenecientes a
las clases medias, y se agudiza cada día con caracteres más graves en las
juventudes.” Obsérvese como asocia asalariado y proletario y de alguna
manera lo considera como no perteneciente a las clases medias. En fin. Así es
la vida.
Calvino de
Liposthey nos facilita un primer apunte del famoso dietario. Esperamos que la
cosecha sea abundante y vengan más.
Finales de junio de ****.- Subiendo las
escaleras me cruzo con Pepita que es el bombón de por aquí y además actúa como
tal. Podría incluso decirse que lo que la convierte en el bombón de por aquí es
más la actitud, la actuación, que la propia condición física, que tampoco es
que esté mal. Baja las escaleras con una falda más que mini, camiseta tensa y
el pie al aire, al cruzarnos suelta como una risilla-gemido y al tiempo se
muerde el labio inferior con los ojos disparados. La primavera trastorna al
personal, es evidente. Y da que pensar sobre esa parte de nuestra personalidad que
casi siempre pasamos por alto, más cercana de la naturaleza primera, bruta, que
racional. Pepita que bajaba por las escaleras estaba en ese momento más cerca
de la planta tropical, del felino, que de la ciudadana urbanita pagadora de
impuestos. Hemos escapado con vida, que no es poco.
La FAUNA.
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