A Tato y a Alcides les ha tenido que dar un toque Doroteo. Les ha dicho que no pueden ir por la calle diciendo en voz alta todo lo que piensan. Han sido ya varios los incidentes. No deben mantener por ejemplo el siguiente diálogo:
- ¡Tócate los cojones que tía más basta!
- Y aún diría vasta, querido Alcides, porque es inabarcable.
Los dos se quedan mirando, asombrados por las hechuras y la pinta del gorrión: botín sadomasoquista, pantalón de cuadros, superposición de camisetas, chaqueta vaquera con hombreras de clavos, como para llenar una caja de herramientas, cara de pastel, pegotes de maquillaje, chiclorro y hablando medio en inglés, con unos acrónimos y siglas atroces. Cuando Alcides la señala con el dedo y Tato no sujeta más la carcajada, la sujeta se revuelve sobre su zapato pezuñero, como un Miura furioso, y como es una mula, amenaza con un bolso brutal. Rápidamente la calman con un billete de veinte euros, para que se compre un kilo de pipas y ahorre lo que sobre. Aseguran que son productores y que la llamarán para el casting de un reality verdaderamente horrible, sucio, mísero y lujurioso. Discustin, decía Tato. Con este caramelo se ha aplacado la bestia.
Doroteo les ha reprochado tanta prepotencia, tanto machismo, tanta falta a la caridad, aunque se deslizaba entre los reproches, por lo bajini, algo así como un ¡quien pudiera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.