Muerte y juicio, infierno y gloria, ten cristiano en tu memoria.
sábado, 20 de marzo de 2021
Sueños del Amigo Pulardo.
miércoles, 3 de febrero de 2021
Don Epitafio. Narraciones de Nava, cortesía de Calvino de Liposthey.
La vieja criada, que lleva centurias habitando el palacio de Doroteo en Nava de Goliardos anuncia visita. Es pálida, casi translucida, pelo cano y sus andares no dejan huella ni ruido, sólo mueven el aire.
-
Señorito, que
ha venido don Epitafio… ¿Le digo que pase?
-
¡Aaaaggghh!
¡La morte, la morte vine aquí! -grita el amigo Pulardo en italiano con voz aterrada-
¡Huyamos, huyamos antes de que la parca nos agarre por dónde más duele!
Interviene Doroteo pidiendo calma sosiego, que
todavía no se ha servido el café:
-
Pero
amigo Pulardo, un poco de calma, ¿Qué ha sido de sus
facultades intelectuales? Es Epifanio, el panadero del pueblo que los sábados
tiene a bien acercarnos el pan y unos bollitos rellenos de crema que hornea
para el desayuno, un poco de calma, tómese el café que ya viene Wilfreda a
servirlo.
La silenciosa aparición de Wilfreda, la centenaria y
alba criada cuyos pasos no se oyen ni se sienten, no acaba de tranquilizar al
amigo Pulardo, que visita por primera vez Nava (o Puebla) de Goliardos, y se
mueve con torpeza lejos de la plaza de toros y su gentío y sus murmullos. Se
encuentra torpe por las calles empedradas, no teniendo que dar brincos por los
tendidos, almohadilla en mano.
martes, 12 de junio de 2018
Unos párrafos sobre el Amigo Pulardo, cedidos por Calvino de Liposthey, siempre atento. Ilustraciones propiedad de la colección particular A.B. Elgrande.
domingo, 27 de mayo de 2018
TOROS - Alcides Bergamota el Grande nos cede unas cuartillas.
- ¿Oiga pero que es ese grito? – exclamó Regino Heno Herrera dando un respingo.

- Pues muy sencillo. Es Lentini Spotti, la pústula de los Abruzzos, que de vez en cuando le da una propina para que el pobre grite esas cosas.
- ¿Y se lo trae desde Nava?
- Con tal de fastidiar es capaz de todo. En cuanto se ha enterado de que habría la casa para la temporada ha empezado con las intrigas. Lo de que mueran los señoritos le chifla – dio una nueva calada al gran cigarro que descubría un poco más de esa ceniza compacta de un gris espléndido, ¡un verso de Mallarmé!
- Pues a mí no me gusta nada eso de las amenazas, aunque las grite un tonto.
- Oiga Regino, no se haga el fino que lo del grito no va con usted, usted de señorito ya sabemos que nada.
Con gesto breve de la mano libre el Amigo Pulardo atajó un principio de protesta de Regino Heno, que venía ese día tan compuesto; con corbata y traje claro, la raya en medio, los cuatro pelos sujetos con un poquito de gomina y bastante riego de un agua de colonia como infantil que a él le parecía que hacía inglés. Porque Regino Heno es culturalmente un inocente, un alma cándida que cree que hacer el inglés le da realce y elegancia, que es una pose adecuada porque aquello, ya sabe usted, no se puede comparar, es superior. Y suelta a veces un plis, por please, y un zenquiu por thank you y hasta un zans por thanks.
Regino se había servido otra palometa. El Amigo Pulardo está bien surtido y para la tertulia con Regino tiene dos marcas de anís, Anís Tenis y la Cordobesa. Porque a Regino que es muy inglés, como él dice, al final le tira más Monforte del Cid que los brandys de Jerez, el vino de oporto o los licores franceses del aparador del Amigo Pulardo.
- ¡Déjeme hombre, que el verbo es de lo poco que nos queda! Así que como le decía, a los de la coleta ni arrimarse. Remato ahora el argumento.
- Pues se le agradece que vaya al grano, sí.
- Hombre, pero que exagerado es usted. Y un tanto cenizo en su análisis. Y además, que quiere que le diga, de esa sociedad que usted describe en tonos tan negros sale el público que va hoy a los toros – y al decir esto, como para darse un premio Regino Heno remató la segunda palometa.
Regino Heno era como el Amigo Pulardo buen aficionado y se unía a la tertulia que él llamaba “de los de Nava” cuando estos acudían a Madrid a los toros. Llevaba tiempo preocupado por lo que el calificaba, refiriéndose a la Plaza de las Ventas, como la desorientación general de público, diestros y empresas. El cigarrón del Amigo Pulardo seguía ardiendo con pausada y constante lentitud, sereno aromático, y subían hacia los cielos del pequeño salón de altísimos techos, volutas de humo azul. Metiendo dos dedos regordillos en el bolsillo del chaleco para consultar el reloj de cadena, apreciadísima joya familiar, se dio cuenta de que era ya hora de partir hacia la plaza.
- Pues mire Regino, tampoco le falta a usted razón. ¿No se dice que los toros son como un reflejo, un resumen, del estado de la sociedad española? Por ahí va su comentario me parece. Todo esto hay que pulirlo bien, matizarlo como conviene porque, por una vez, no hay contradicción entre las alabanzas al espectáculo y la condición del público que acude cada tarde a presenciarlo. Porque al menos ese público sigue acudiendo a las tardes de toros, y aunque lo haga desnortado y a veces en estado calamitoso, sigue interesándose por algo que está por encima de la media y que no es una simple recreación de la cultura muerta de épocas pretéritas.
- Vamos que no llegamos – dijo Regino poniendo punto final a la amigable charleta.