Cambises
García Lardón, alias El Zuavo, nuevo colaborador de Cepo.
- ¡Que te calles la boca!
- Pero si no he empezado a hablar Cambises, un poco de calma.
- Mmmm.
- Esos artículos tuyos. A ver cómo te lo digo. Yo creo que son un poco violentos, como te diría, son despiadados, hasta el punto de faltar a la caridad de una manera…Mira a ver si…
- ¡Yo no tengo por qué dar explicaciones! Yo describo lo que veo, en conjunto, lo que es como es. - Pero la realidad no es…
- ¡La realidad es como yo quiera! Es la que yo veo, la que yo describo. Y me da igual que además, individualmente, haya otras cosas, otra gente. Yo describo las masas, el fenómeno colectivo, repugnante y atroz. ¡El asunto de nuestro tiempo! ¡Las montañas de carne! ¡Ya veréis el día en que les soltéis de la correa, ya veréis!
- Bueno, visto así, puede titularse tu sección algo así como Las Masas.
- Si, o la pasta brisa…
El diálogo que precede tenía lugar hace poco en la redacción de Cepo. Aunque sin decir nada participó también, y no con un papel menor, el calor de julio.
***
La
lectura de Los hermanos Tanner, de Robert Walser es una decepción. Lo bueno
es que era un ejemplar tomado en préstamo de la biblioteca pública. Lo malo es
que por esa razón no hemos podido quemarlo. ¡¡¿Cómo?!! ¿Pero usted quema
libros? Pues claro caballero, no como usted que los tira a la basura. El
caballerete culto, que todo lo encuentra tan moderno, se sonroja. Si, si,
póngase colorado, que le he visto arrastrar en bolsas de plástico bibliotecas
enteras al contenedor de papel… ¡No es verdad! gime azorado el intelectual que
todo lo encuentra de una modernidad tan, tan… ¡tan interesante! Por supuesto que es
verdad, replica con una frase que es como un latigazo El Zuavo, ¡¡tanto que
tengo fotografías!! El caballerete se rinde y permite que El Zuavo, hombre de oscuros
métodos, se explaye, no sobre el pobre Robert Walser, sino sobre su libro.
Me
decepciona. La verdad es que el libro se me cae de las manos, de tan
artificioso. Es posible que la prosa del original alemán incorpore una poesía
que con la traducción se pierde sin duda. Larguísimos monólogos en los que los
protagonistas se explican a sí mismos con el mayor detalle y minuciosidad,
ensartando banalidades y "étât d'ame" que la verdad, resultan
bastante grises y tediosos. ¿Se trata tal vez del elogio del vagabundo? ¿Del
vagabundo rescatado por la mujer? No lo sabemos. Hemos acabado por abreviar la
cosa de un bajonazo leyendo, como suele decirse, en diagonal... Se da la
paradoja de que el texto en sus palabras se refiere a hondas emociones y
grandes sentimientos, entre un halo de romanticismo, sin que falten los grandes
lagos, el paseo en barca, los sueños, la exaltación de los sentidos, de la vida
verdadera, de la autenticidad y de la naturaleza. Pero todo ello en forma de
monólogos introspectivos, con tesis tan artificiales y penosas, que la falta de
credibilidad resulta en monotonía y frialdad. Como si se tratara de personajes
de cartón recitando un papel sin contenido, a fuerza de ensartar los más planos
lugares comunes.
Para
vagabundos, el inolvidable don Camilo, cuyos textos, sin ninguna pretensión ni
despliegue de sensibilidades, sin tesis de ningún tipo, son de una belleza
incomparable. Y punto.
El
Zuavo
¡¡O
sea que además Bergamota tiene la pretensión de utilizar heterónimos como si
fuera Pessoa!! Pero oiga si no se le conoce un línea decente, será para
defraudar a hacienda.