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lunes, 1 de julio de 2024

A comprar el pan.

El sábado muy pronto subíamos la calle camino de la panadería, con una mañana espléndida, fresca, húmeda, con un cielo tirando a oscuro, cargado de nubes, como de Cantábrico. Sólo faltaba tener el paseo marítimo y un mar cárdeno esperando tras el cambio de rasante. Por la acera de la izquierda, un chico desemboca corriendo en la calle principal, desde una bocacalle. Corre a toda velocidad, pero no puede ser para coger el autobús que está llegando a la parada que se ve a lo lejos, hay demasiada distancia. Lleva una bolsa negra a la espalda. Va mal vestido, como la bolsa, también en colores grises y negros. Ropa deportiva, pantalón corto gris, camiseta negra. Adelanta a toda velocidad a un señor que sube la calle como yo, a su ritmo, y que le mira al pasar con curiosidad. Al poco de adelantarle se detiene bruscamente ante la puerta del jardín de una casa, parece llamar con insistencia, le abren, entra corriendo, se cierra la puerta, desaparece el joven de la mochila. Se oyen ladridos y una voz de mujerona que ordena callar al perro. Al pasar al poco tiempo por delante de la puerta, el señor de hace un momento se detiene y pega el ojo, por breves instantes. ¿Por una mirilla, a través de la reja? Estamos demasiado lejos para poder confirmarlo. Enseguida sigue su paseo cuesta arriba y, dicho sea de paso, yo el mío. Miss Marple a nuestro lado es una aprendiz.

lunes, 21 de septiembre de 2015

POIROT.


No hay mucha duda del superior encanto de Poirot sobre Miss Marple. No es que la vieja y venerable anciana nos caiga mal, pero la extraordinaria personalidad de Poirot, su carácter algo maniático, su excentricidad a prueba de bombas, poderosa y desacomplejada, nos deslumbran. Pero sobre todo, lo que es irresistible para un lector dotado de una mínima sensibilidad es su cabeza en forma de huevo. Este detalle sin lugar a dudas le dota de una superioridad innegable sobre la anciana y encantadora Jane Marple.