Retrato
del escritor ruso por su compatriota Rossinsky.
Observen que no sólo hay
verdaderos bigotes sino una cuidada perilla. Las facciones son finas y hay elegancia en la actitud, la vestimenta, la mirada. Observen también la excelente
pinta, el aire entre señorial –lo que denota su origen social- y ensimismado, lo
que podría referirse a su condición de escritor. La impresión se refuerza por
el fondo del cuadro, una biblioteca. Un esbozo de ojeras que apuntan cansancio
y algo de melancolía, no consiguen menguar la nobleza, la dignidad y el empaque
de su figura. Es posible que subsista parcialmente el tipo en algún rincón
escondido y remoto. Pero no completo. Completo como tal, el comité científico
de la Fundación Tato lamenta tener que considerarlo como definitivamente
extinguido.
Incluimos una fotografía para que se vea que Rossinsky supo captar, que no inventar. |