Es lamentable que una tierra maravillosa como España esté controlada por una pequeña pero ruidosa cantidad de gente tonta, poco instruida, maliciosa y vaga que sólo aspira a vivir de sus conciudadanos y a destruir todo lo bello que existe.
Ese grupo de gentes sin moral se prestan a servir de capataces de la gran transformación social que ha puesto de rodillas a Occidente y que amenaza con barrer de la faz de la tierra los valores espirituales y las huellas físicas de lo que el hombre europeo hizo en los siglos pasados.
Me dirán ustedes que todo esto son exageraciones y pesimismos. Todo lo contrario.
A diferencia de esa pequeña legión de enanos mentales yo si creo en España, yo no me avergüenzo de nuestra Historia, yo no tengo complejo de inferioridad ni ansias de aparente "modernidad" que viene de fuera. ¿de dónde? Estoy harto de escuchar la cantinela de los paises de nuestro entorno...¿qué entorno es ese? Francia, corrompida hasta el tuétano, Austria que publicita cantantes barbudos, Holanda amiga de las eutanasias, Bélgica dónde se plantean la eutanasia infantil, Estados Unidos la tierra de los vientres de alquiler...¿quieren que siga?...si esos son nuestro "entorno de referencia" yo lo rechazo, abomino de ese "entorno" no quiero ser "del entorno" de ninguno de esas sociedades que han enterrado al hombre en la miasma más profunda de la desesperación.
Hoy escribe Sostres un artículo valiente y a contra corriente en la edición en papel de el diario El Mundo. Pide una España confesional. Leánlo, no tiene desperdicio.
Da gusto que alguien escriba algo que es cierto y por ello, hoy en día, original. La verdad es tan infrecuente que se ha convertido en algo verdaderamente nuevo y refrescante.
Estoy harto de las correcciones políticas, de los progresismos de manual, de las opiniones comunes que no provienen de la reflexión personal sino del pesebre intelectual de turno.
Lo más asqueroso del mundo es un pseudo-intelectual de carné.
Estoy harto de escuchar mentiras repetidas hasta la saciedad acerca de nuestra Historia, de nuestra cultura, de nuestra sociedad, de nuestros defectos, de nuestras carencias, de nuestras debilidades.
Y todo eso lo dicen gentes que odian España, odian a la familia, odian el don de la vida, odian la verdadera libertad sexual, odian el amor, odian hasta los campanarios con sus cigüeñas y sus oquedades habitadas por lechuzas centenarias y por campaneros enjutos y huesudos con manos que asemejan racimos de sarmientos.
¡Cuanta fealdad! ¡Es insoportable! La televisión se ha convertido en una cloaca fétida a través de la que se emiten vapores pestilentes de una humanidad en descomposición. El español alienado se alimenta de la televisión y por tanto su mente y su alma están repletas de fealdad pues no es sino fealdad lo que la televisión dosifica día a día con frecuencia y abundancia científicas.
No señores, no es el camino. Ya está bien de comulgar con las ruedas de molino del falso progreso, de la falsa modernidad, de la falsa multiculturalidad, del relativismo que todo lo cubre con una capa de baba viscosa.
Todo el repugnante pugilato político al que estamos asistiendo no es sino un espectáculo lamentable de ínfima altura, es como una pelea de cojos, tuertos y mancos que se atacan con bajeza, con los peores recursos, sin código, ni honor, ni gallardía.
Si España ha llegado a la crisis social en la que se encuentra no es sino porque la sociedad ha dado la espalda a los cuatro valores que la hacían verdaderamente rica y consistente.
Pero no, había que cifrar el progreso en función del número de televisores, del número de turistas, del número de divorcios, del número de vehículos...eso era la modernidad para los avanzados de hace cuarenta años. El asunto es viejo, las responsabilidades muchas.
España sólo podía tener interés si se permitía abortar, y cambiarse de sexo. Eso era el progreso y la liberación de la mujer (vean si no las opiniones vertidas por la señora Alborch en un reciente documental de televisión sobre los años 80)
Hemos permitido que gobiernen y lideren la sociedad un conjunto de gentes degeneradas, con problemas de madurez emocional, gentes cargadas de complejos y taras que han legislado, influido, escrito, televisado y distribuido en función de sus neurosis, de sus obsesiones, de sus retardos infantiles.
Les hemos dado el mando a personajes que no son capaces ni de conducirse con un mínimo de decencia en sus vidas privadas, por eso mismo quieren que sean privadas, como sus creencias que no tienen, luego deben ser privadas, privadísimas, desconocidas hasta para ellos mismos.
Me dirán ustedes que lo mismo ha sucedido en otros lugares del mundo, y mucho antes que a nosotros.
Pero no es lo mismo, no señores, porque en otros lugares del mundo no tienen ni nuestra tierra, ni nuestra Historia ni nuestras capacidades. Si, han leído bien, capacidades.
El problema es que los tarados de la cúpula no creen en España ni en su Historia, se ríen del Gran Capitán, de Velázquez, de Menéndez Pidal, del cura Merino, de Blas de Lezo...de tantos y tan variados, aunque no los conozcan, mejor aún, si no los conocen es porque presienten que son aún peores, más risibles, más "viejos", "caducos", "carcas"...y eso si supieran cual es el significado de semejantes palabras.
Son los mismos que dicen que Madrid no tiene nada monumental que enseñar, los que se avergüenzan del pueblo de sus ancestros, como si el resto de la humanidad viniera de salones guarnecidos de telas. Aborrecen la estética natural de nuestra tierra y prefieren lo ajeno aunque sea falso y de escaso valor. No les gusta el llano de Castilla ni los valles Cantábricos ni las rías Gallegas ni las colinas cargadas de cereal y olivo de la Bética. No, a los tarados con aires de modernidad les gusta todo lo de fuera, más, y si es caro, muy caro, mucho más. Por eso ahora los ejes a copiar son Miami y los Emiratos.
¡Cuanta incultura! ¡Cuanta horterez! ¡Cuantísimos enanos!...pero... ¡cuan poderosos!
¡Que horror! Estamos atrapados en una barca manejada por unos pilotos tramposos y propensos a la deserción. Les gustaría pasarse a la armada inglesa, a la holandesa, a cualquiera que no sea la del pabellón rojo y gualda, la de la cruz de Borgoña.
En fin, mantendremos el ánimo, seguiremos soñando amaneceres de plata en los olivares, seguiremos contemplando como las aguas de la ría se agitan al encontrarse con el mar, seguiremos queriendo a Quevedo y a Santa Teresa, seguiremos deteniendo el coche para contemplar la torre mudéjar y el castillo fronterizo, continuaremos andando los caminos de España y sonriendo a las niñas que juegan en las plazas, a los mozos que corren su primer encierro, seguiremos bebiendo vino rojo como la sangre del toro y comiendo quesos viejos y olorosos, seguiremos soñando con la España que fue y la que debería de ser ...si no fuera por los enanos, por los tarados que alcanzaron la cúpula, por los que odian al hombre y no aspiran sino a convertirlo en un esclavo a quién poder uncir al yugo del consumo, del relativismo, un ser sin voluntad al que ir despojando de su condición humana para convertirlo en un animal obediente y regulado.
Sanglier.
Con un par de banderillas, si señor, ya esta bien de aguantar a tanto rojete y a tanto nacionalista tocapelotas.
ResponderEliminarEl fiblo.
Ha leído el informe de unicef sobre la pobreza infantil.
ResponderEliminarHay que ser corto...pero no te has dado cuenta que lo que critica son las causas que dan lugar a ese informe y otros mucho mas graves. Hay que leer con cuidado!
EliminarQue grosero y ordinario,hace honor a su nombre, revuelquese en la charca.
ResponderEliminarEs usted imposible.
Menudo elemento ese Soñaste o sostres, si ese es el futuro, vamos al exilio.
ResponderEliminarSoy de la casta,vete pasa.
Sanglier, que conste que a mí no me parece mal que se desahogue, es necesario y es bueno para la salud. Pero su diatriba, su tono, ¿qué quiere que le diga? Aunque tiene su punto acaba pareciendo una arenga de taberna, dicho sea sin ofender. Termino la lectura y me pregunto ¿Y qué? A ver si puedo mandarles una carta más larga y me la publican explicándome un poco mejor. A mí me parece que acierta usted mucho más en otros terrenos. Permítame ser un poco cursi y redicho y hablar del “territorio Marguerite”. Quiero decir que deplora usted lo que sucede hoy, añora una España ideal que por otra parte no ha existo como tal ideal nunca, no rescata nada de lo presente, todo es negro y maniqueo. En fin, que no hay ningún análisis, que no explica usted las causas, ni analiza nada. Todo es un escándalo, todo degenera, no hay nada bueno. Su artículo se queda en terreno de nadie. No es política, ni análisis político ni es ficción (salvo parodia del quejumbroso). Yo creo que sería mejor que creara usted un personaje inspirado en quien tanta indignación le produce y se entregara en cuerpo y alma al género satírico que tan bien práctica, dejando esto que parece política pero no es más que queja tabernaria, sin ton ni son, pataleta de abuelo chocho para quien cualquier tiempo fue mejor. Pues lo dicho, la sátira o el relato, o el análisis fundamentado, de un asunto concreto, pero no estas generalidades que no tiene mucho sentido. ¿No tiene usted a mano un jardín pequeño? Cultívelo con mimo, que también eso es trabajar en el presente y es más creativo que dar voz al anciano cascarrabias que el autor de Marguerite no puede realmente ser. Hortalizas, muchas y largas hortalizas.
ResponderEliminarOtro marisabidillo, que dice vaguedades y se permite criticar sin fundamento, ni que fuera el sursum cordam Deje a Sanglier en paz, le quiere dirigir, fascista. Váyase. Al zoo o a domar elefantes.
ResponderEliminar¿Oiga y por qué es agresividad? Debatir no es ofender me parece a mi. no voy a caer en la trampa y empezar a insultarle qu es lo que usted quiere. So pretexto de defender a los demás lo que impide es debatir. Muy mal don agresivo, muy mal.
EliminarTiene razón, el anónimo tiene toda la pinta de ser un novicio fracasado. Vaya blog.
ResponderEliminarSeñores, como moderado pido un poco de cordura y moderación en sus expresiones. Todos son anónimos así que no puedo identificarles para dirigirme a ustedes, pero un poco de calma. La intervención más larga parece más constructiva, céntrense en el tema.
ResponderEliminarEl novicio pide clemencia, no respeta la libertad de expresión, pretende dar lecciones a los demás de lo que debe hacer y le conviene. Me recuerda a uno que va con coleta. Respete a los demás.
ResponderEliminarSi esto iba de cigarros puros, yo les ruego que vuelvan al tema.
ResponderEliminarSi esto va de puros, a ver cuando los reparten.
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