Al agitador de la coleta le están sacando sus vergüenzas a base de bien. Ni sus "doctrinas" son originales, ni sus independencias son tales, ni su antisistemismo es el que parece, ya que no es sino un hijo predilecto del sistema de masas -la casta televisiva- y su "lucha por el poder" la está haciendo desde y para el sistema.
A estas alturas, quien no quiera darse cuenta que es un gran timo teñido de rojo intenso es porque es memo o porque es trucho. Que cada cual elija su opción.
De todo este espectáculo lo más lamentable es comprobar, una vez más, el borreguismo de una parte no pequeña de la población.
La diferencia social entre la primera transición y la que ahora quieren imponer como segunda transición o revisión radical republicana, consiste a mi juicio en que la sociedad de los setenta y ochenta era mucho más madura, creativa y rica intelectualmente que la del tiempo actual.
Estamos hartos de escuchar que la gente de hoy día está mejor preparada (una cantinela falsa de toda falsedad en cuya refutación no me voy a detener ahora) pero la realidad es que su compromiso ético y político y su capacidad creativa son muy inferiores a las de sus mayores.
Si hay dudas, ruego se compare el panorama artístico en todas sus expresiones: música, pintura, literatura, cine...y no sigo para no abochornar a nadie.
La transición política no fue la maravilla que nos venden, pero la base social sobre la que se edificó me parece bastante superior a la actual.
Los que han votado las opciones antisistema o son gentes enrocadas en mitos ideológicos o son gentes sin suficiente formación para darse cuenta de que están comprando humo. Un humo sucio y peligroso para la salud, mucho peor que el del tabaco, un humo que lleva al totalitarismo, la pobreza, la represión y la fealdad.
En cuanto a los seguidores de las diversas facciones independentistas (catalana, vasca, gallega...) no cabe decir mucho más que no son sino panteistas que ha substituido el credo de sus mayores por la religión del pueblo, paisaje y lengua (no hablan de la raza porque se les rompe el juguete).
No hace falta mas que palpar el ambiente de los pueblos muy contaminados donde el "ser" independentista es una forma de vivir y entender el mundo que excluye cualquier otra opción intelectual, espiritual y estética.
Es el triunfo de la tribu, la pasión cegadora por el paisaje como nuevo dios, la lengua como forma de comunicarse con ese nuevo dios que nadie que no es de la tribu posee. En fin, hace falta mucho manicomio, mucha lectura, mucho viaje y sobre todo mucho trabajar duro y dejarse de vivir de los impuestos que pagan los demás.
Que vergüenza, decir que la gente antes estaba más preparada, será para robar, el compromiso ético de los políticos ya se ha visto. Todos a meter la mano en la caja. Predicar con el ejemplo ni el Rey.
ResponderEliminarCon una República seria y repartiendo las riquezas a los más necesitados, este país será imparable. Siempre defendiendo la casta y al privilegiado.
La hoz y martillo si señor, con y sin coleta. VIVA PIQUETTY.
A GOLPE DE REFERENDUM
ResponderEliminarParece que la entrada de España en el Siglo XXI, aunque han pasado ya los primeros 13 años, nos ha traído el virus del referéndum. Este año 2014, debería de bautizarse con el año del referéndum republicano-independista, como si metiendo la mano en la urna, que no en bolsa ajena, los problemas y las viejas aspiraciones de los españoles de solventaran a golpe de papeleta.
Esta forma de querer hacer política o imponer las ideas a base de referéndums revisionistas, resalta una de las cualidades innatas del españolito de a pie, que parecía estar aletargada, y es su tendencia natural a cercenar cualquier tipo de estabilidad y continuidad institucional y legislativa, en el país. Todo tiene que estar sometido a constante revisión que impide centrarse en los problemas más graves del país y solucionarlos.
Se ha llegado incluso a manifestar que el 60% de la población española no había votado la Constitución Española del 78, ¿que se pretende un referéndum constitucional cada 40 años?
Hay un miedo atávico a solucionar los problemas reales del país, que pasan necesariamente por una estabilidad institucional y legislativa que nos permita llegar a buen puerto.
Tianet Rahola.