Al que se meta con Azorín, palo.
No hay duda de que a día de hoy, y pese a todos los peros y problemas,
una tarde de toros es un acontecimiento mayúsculo, algo único, el espectáculo
público más extraordinario, auténtico e interesante de un occidente que crea
poco y está dedicado a repasar y a sobar lo hecho hace años por las
generaciones anteriores. Una fuente de impresiones y estímulos de toda suerte,
única.
Magnífico Azorín, me encanta su personaje del Doctor Dekker.
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ResponderEliminarTato: A mí que no me digan ná de ná, porque estoy en el tendido cuatro, sombra, fila 10, así que a ver la corrida tranquilito y a disfrutar...¡este Doroteo es el no va más!.
ResponderEliminarEl tendido cuatro no es de sombra.
ResponderEliminarEntonces Tato está un poco despistado, le perdonaremos. La próxima vez que elija entre sol y sombra, por el relativismo actual.
EliminarVamos a quitar la posibilidad de comentar, no echaremos de menos las aportaciones anteriores.
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EliminarAgradecemos su magnífico blog Señor Cepo Gordo, sabiduría y simpatía...¡que más pedir!. Le deseamos que le vaya bonito.
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ResponderEliminarEl título del post ha dado para mucho...ha resultado todo lo contrario, todo un éxito el artículo en respuestas al título del mismo post.
ResponderEliminar¡Siempre es llamativo imaginarnos esos comentarios eliminados!.
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