TIPOS
CIRCULISTAS
[Sobre
la pantalla del auditorio se proyecta la cita siguiente:
“Los que hoy
vivimos no tenemos a quien imitar sino a quien sufrir”
Diego de Torres
Villaroel
Visión y visitas
de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte.]
He aceptado dar
esta pequeña charla en el marco de estas jornadas deleznables con el firme
propósito de contribuir poner remedio a la verdad que expresa la cita que la
encabeza, aunque nada firme dura. [La
dicción no es del todo precisa, pero se le entiende con claridad]. No le
falta razón a don Diego de Torres y si sólo se sufriera por la falta de
ejemplaridad pública, contentos estaríamos, pero es que además somos acosados
de forma casi cotidiana por un sinfín de mentecatos, en forma de personas
físicas, personas jurídicas e instituciones administrativas, a menudo
combinadas entre sí y avanzando con estrategia coordinada [Se levantan entre los asistentes los primeros murmullos, por el momento
denotan perplejidad. Se ha oído
claramente un ¿Pero que dice este tío?]. Y estamos solos. La sátira
española ha ido desapareciendo para dejar paso a una cosa a la que hay que
referirse con la palabreja “buenismo” [El
conferenciante escupe a un lado por la comisura de los labios y se pasa la
manga del traje por los labios ¿o deberíamos decir los morros? Se oyen varias
interjecciones y gestos de desaprobación, la primera fila ha dado un respingo].
Esto del buenismo que ha colonizado los medios de comunicación de masas y la
mente de las masas es una cosa cretina, acrítica, roma y pringosa. [Crece la agitación, el personal se yergue
para prestar mayor atención. El conferenciante hipa]. Don Diego de Torres
es el autor del libro “Sacudimiento de mentecatos habidos y por haber”,
con el que el la gente decente del siglo XVIII pudo sentirse reconfortada. Pero
ha pasado el tiempo, y hoy el nuevo índice de libros prohibidos funciona a
pleno rendimiento, extendiéndose a las ideas. Dan el tono las tontiministras,
las culibajas de cuota, zerapias, feotas, odiosas. Así que el saldo es negativo
por el momento. Pero no hay que dejarse arrastrar por la ola de necedad, ni
desanimarse, achicamos agua con energía y proponemos remedios. [La agitación es completa. Se ha oído un “¡decente
lo será tu padre!”. Un lacayo de la fundación ha salido corriendo del auditoría
para dar aviso al ayuntamiento de lo sucede. El conferenciante agita los brazos
en alto para hacer callar a la gente y parece que la ola queda por un rato
contenida].
El modesto propósito
de esta charla, y de las que seguirán a la vista del interés que parece que
suscita, no es más que presentar a la juventud despistada modelos ejemplares a
los que poder asirse en momentos de zozobra. Personajes virtuosos, rectos, de
integridad evidente, a veces limitada a un campo en el que su excelencia
resulta obvia. A veces, como en el caso del personaje que presentamos hoy, nos
limitaremos a proponer un sencillo ejemplo de prestancia física, de cuidado
estético, de noble porte, que pueda servir de remedio para jóvenes descarriados
(de esos que enseñan a la par el calzoncillo y la hucha de los ahorros) o
desaliñados provectos (de los que seducidos por el horror contemporáneo piensan
que ha llegado el momento de abandonar la corbata). [Nuevo rebrote de indignación y primeros silbidos, pero por encima de
los silbidos se oyen fuertes aplausos. El fondo de la sala se ha llenado de
gente de lo más atildada. Todos llevan corbatas estrictamente anudadas, trajes
bien cortados, alguna chaqueta de tweed, pelo corto peinado a raya la mayoría,
sombrero otros. Se ve incluso un inexplicable abrigo loden - de color verde
como se sabe-. Aunque la mayoría son bastante jóvenes, todos parecen aquejados
de algún problema locomotor pues cada uno de ellos, sin excepción, agarra con
fuerza un grueso bastón nudoso].
[El conferenciante prosigue.]
Una galería de
personajes, en fin, que delimiten ese tipo humano, físico, estético, incluso
espiritual, que admiramos, con el que nos sentimos sanamente identificados y un
poco más acompañados en el cotidiano batallar con la piara social. [Nuevamente gritos y silbidos tapados por los
aplausos que llegan desde el fondo de la sala y hacen volver la cabeza a las
juventudes progresistas. Desde que ha empezado la conferencia saltan como
grillos sobre sus asientos.]
[Se proyecta la siguiente fotografía que el
conferenciante pasa a comentar de manera prolija].
Las cualidades
de nuestro tipo ejemplar de hoy son evidentes. No necesitan comentario, son
obvias, muchas y magníficas y saltan a la vista. Sin embargo, nos piden un
esfuerzo justificativo de la elección, unas líneas. Piensa quien les habla que
el despiste es mucho, mayúsculo. Muchos podrían quedar con la mandíbula
descolgada contemplando la fotografía sin entender nada, con el hilillo de
babeja a punto. Evitemos semejante estampa y situación tan embarazosa.
Expliquemos por qué nuestro amigo, ya lo es un poco, merece figurar en esa
galería de tipos escogidos en lugar preeminente. Vamos allá. [Desconcertado el auditorio por la fotografía
se ha hecho el silencio, pero se masca la tensión. Se han unido al grupo del
fondo dos personajes también atildados, ambos con corbata de lazo, lo que
irrita especialmente a la juventud progresista e incluso a la que no lo es. Su
problema locomotor debe ser, por la edad, más grave, porque sus bastones son
verdaderamente gigantescos.] Continuará.
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