A partir de cierta edad es recomendable y deseable disponer de unos días en invierno para irse al mediodía a tomar el sol.
Esta costumbre de muchas gentes más o menos pudientes del norte de Europa y América responde a una necesidad física de "caldearse los huesos y la piel" tundidos por las humedades y los fríos del gélido invierno septentrional.
España, tierra bendecida con una climatología bondadosa, lleva dos años seguidos sufriendo inviernos duros, mucho más agitados de lo habitual y no es simple percepción personal sino un dato corroborado por las series estadísticas que facilita el Instituto Nacional de Meteorología (al que creo ahora lo llaman Estatal, por aquello de practicar el analfabetismo hasta sus últimas consecuencias).
Me da la impresión de que la causa de tantas mareas desaforadas, vientos huracanados, lluvias inclementes y nevadas copiosas no se debe tanto a la reacción de Gea ante la incontrolada acción de sus hijos, cuanto al efecto nocivo que causan los tontos en el medio ambiente.
Tontos los hay de muchas clases pero los peores son los tontos pagados de si mismos ya que tienden a mutarse en "joputas crónicos", que como todo el mundo que ha estudiado Historia Natural sabe, son el caso más agudo de joputa vulgaris.
A causa de algún proceso cuyo origen y naturaleza está por estudiarse, en España ha crecido extraordinariamente el número de tontos mutados en joputas.
La presencia masiva de joputas ha caldeado el ambiente hasta tal punto que las lluvias invernales se han tornado en torrentes, las nieves se agolpan hasta desprenderse en aludes sobre los pueblos de montaña y los ríos se desbordan a su paso por la villas y ciudades.
Ha de observarse que similares fenómenos están sucediendo en Francia e Inglaterra, otras tierras dónde el número de joputas ha crecido considerablemente.
No me ha sido dado conocer el remedio contra el desarrollo y reproducción de los joputas.
Las Autoridades nada pueden hacer en esto ya que están infestadas, las fuerzas del orden tampoco ya que son dirigidas por seres del mismo gremio y en cuanto a los institutos de investigación y los consejos científicos es mejor no decir nada, no sea que como en Jaun de Alzate nos pongan a bajar de un burro los estamentos bien pensantes del estilo asociación de padres y demás ralea.
Sin remedio práctico ante el joputismo, lo único que cabe es prevenirse ante el contagio, de ahí que el recurso de retirarse unos días al sol del mediodía cumple dos funciones; una, secar el hueso enmohecido y dos, escapar por unos días del asedio del joputismo.
Al joputa no le interesan los bancos al sol, ni los pájaros, ni las veredas de grava, ni las explanadas frente al mar (salvo que pueda hacer en ellas algún desarrollo inmobiliario ilegal con el que lucrarse) así que lo mejor es buscar una distracción clásica y sencilla cómo sentarse a leer al sol en un banco de piedra, dar de comer a los gorriones (a las palomas no, la única paloma decente es la salvaje en la cazuela), tomarse un vino en un bar de puerto con mantel a cuadros y camarera gruñona. En esos ambientes no encontraremos joputas.
Si no hay "celebrities", ni bares premium, ni hot yoga, ni cigarros premium, ni comida fusión y gourmet, ni carta de ginebras, ni plaza para aparcar el cayenne no hay peligro de que el lugar sea visitado por ningún joputa, así que sigan mi consejo, váyanse al mediodía, siéntese al sol, coman lentejas con alcaparras, beban vino de monastrell, paseen entre cipreses, mirtos y lentiscos y olvídense por unos días de los joputas y el joputismo, les hará bien.
Sanglier.
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