¿Puede
alguien dotado de una mínima sensibilidad para el cine y los relatos cansarse alguna
vez de ver y volver a ver Steamboat Round the Bend? Encontramos en la película
el acabado y cabal universo de John Ford, su extraordinario mundo completo, sus temas
y personajes característicos, su humor a veces grueso –con el que el
cepogordista disfruta como un enano- y su rebuscar en la historia de los
Estados Unidos (ese lugar misterioso) a través de las peripecias vividas por
los personas que hacen su vida a lo largo del río Misisipi, vendiendo licores
medicinales, pilotando barcos de vapor o predicando la salvación. Dudley
Nichols y Lamar Troti escribieron un guión en el que nada falta y nada sobra:
los novios, la cárcel, la niña gorda y pecosa... y Ford puso todo aquello en
imágenes que todavía sobrecogen al ojo entrenado que es el ojo cepogordista. Es
una película de 1935, con una fotografía que quisieran para sí muchos de los
bodrios que se estrenan sin pudor. Vean un par de ejemplos:
No
queremos incluir demasiadas imágenes de la película, para no desmenuzar la obra
que es un todo. Lo suyo es verla fumando un cigarro acompañado de algún honrado
licor. Pero si queremos señalar un punto importante. Y es que encontramos en Steamboat
Round the Bend algunos de los más afamados y característicos tipos
cepogordistas. Ya hemos dicho muchas veces cuanta es la admiración del cepogordismo
por la compleja y sutil obra del maestro Ford, tan rica bajo su aparente
sencillez. Las intersecciones con el cepogordismo son muchas. Aclaremos por
favor que no es lo mimo el cepogordista que un cepogordita. La ese lo es todo.
Sin la ese seríamos una tribu, una horda, una secta, los cepogorditas; pero con la ese el
cepogordismo encuentra su centro y razón de ser y no hay cepogorditas que
amenacen en el horizonte con sus barbas rizadas a tenacilla y sus tiaras de bronce.
Volviendo
a nuestro asunto de los tipos cepogordistas. Hay en esta película dos que reúnen,
condensan y ejemplifican sintetizándolo, el mundo cepogordista casi a la
perfección. Se trata del capitán del barco Pride of Paducah y del sheriff del pueblo
interpretados por el escritor Irvin S. Cobb y el gran Eugene Palette,
respectivamente. Vean, vean.
¿Hace
falta que digamos porqué encarnan los extraordinarios valores del cepogordismo?
Sobran palabras, no es necesario relatar obviedades. Sólo faltó que pudiera
aparecer un rato Mark Twain en la película para completar la pintura. Hubiera
sido demasiado. Habría que referirse a Will Rogers, extraordinario, y al “New Moses”,
pero preferimos no destripar más el asunto. Anímense. Con el Nuevo Moisés (interpretado por Berton Churchill) les
dejamos, no lo confundan con el Nuevo Elías (y hasta pronto).
Estupenda y deliciosa entrada. No conocía la película, todo un descubrimiento. Lo que no entiendo es que aquí no haya ningún comentario, mientras que los hay a cientos en todo lo que son groserías, bromazo chusco y análisis política de trazo grueso. Inexplicable. Menudo público tienen ustedes (o usted si es que tiene doble o triple personalidad).
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