De
Wenceslao Fernández Florez esta genialidad:
“No es fácil escribir un libro de
lecturas para la infancia. Muchos creen que para esto basta con que el autor
carezca absolutamente de talento. Es un error. Hay en el mundo muchísimos
tontos incapaces de producir esta clase de obras. Un tonto vulgar, un tonto que
no rebase el nivel corriente de la tontería, no podrá nunca dar a luz un tomo
de esa especie; hace falta ser un genio de lo ñoño, penetrar en los más
profundos abismos de la pesadez, saber extraer la preciosa esencia del más
idiota de los aburrimientos, y verterla en unas cuantas páginas.
Los
libros de lecturas infantiles son un dique providencial opuesto a la audacia de
los hombres. Todo el mundo sabe que la Naturaleza se defiende de mil maneras
contra los atrevimientos del humano saber. Si no hiciese esto sus secretos
serían bien pronto violados. Los libros de lectura de las escuelas son su arma
principal y eficacísima. El cerebro mejor dispuesto después de varios repasos a
Las tardes de Manolito, El niño bueno o El preceptor de Pepito, queda inútil
para todo lo que no sea el servicio del Estado en las oficinas públicas. Manolito,
Pepito y Florita son, en estas páginas, encarnaciones de lo imbécil. Si una
subsiguiente educación no acudiera a manera de contraveneno espiritual, el
mundo, lleno de esos seres, se haría insoportable.
Debía
organizarse una Liga que protegiese a los chiquillos contra tales lecturas.”
Wenceslao Fernández Florez
Los ojos del diablo
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