Antero Tarquínio de Quental. En vano hemos buscado en casa el libro de sus sonetos que compramos hace un par de años. Probablemente lo prestáramos. Tal vez a Tato, tal vez a Doroteo. ¿Pero que pueden hacer Tato o Doroteo con los sonetos de Antero de Quental? Me los imagino, zampándose el bocadillo de chorizo, sujeto con la izquierda, mientras con la derecha tienen en alto el libro de Antero, y bizquean al concentrarse para penetrar en su poesía. Portugués insular, nacido en las Azores, a dónde regreso para morir, pegándose dos tiros; amigo de Eça de Queiroz, de Oliveira Martins, duelista, poeta, pensador, político, minado por una enfermedad incurable que llegó con las rentas que le legó su padre, fundador del Cenáculo e inspirador de las conferencias del Casino de Lisboa, viajero, barbudo, probable fumador de buen tabaco. Conocemos mal su obra, hemos perdido su libro de sonetos, tal vez prestado a alguna dama delicada, que señala las páginas con las que se emociona intercalando aterciopelados pétalos de rosa roja; tal vez robado por aquella gorda que trotó una tarde por casa, que lo utiliza en estos momentos de tope para la puerta de su cuarto de baño. ¡Que se mueva el aire y le haga cosquillas mientras retoza en el agua, cocida por el calor, dando palmas de foca bigotuda!
Así que conocemos mal su obra pero nos gusta este soneto, hermoso, delicado, amoroso y optimista, cantado por Camané, con música de fado:
María II
Nova luz, que me rasga dentro d'alma,
Dum desejo melhor me veste a vida...
Outra fada celeste agora leva
Minha débil ventura adormecida.
Outra fada celeste agora leva
Minha débil ventura adormecida.
Não sei que novos horizontes vejo...
Que pura e grande luz inunda a esfera...
Quem, nuvens deste inverno, nesse espaço,
Em flores vos mudou de primavera?!
Quem, nuvens deste inverno, nesse espaço,
Em flores vos mudou de primavera?!
Se as noites nos enviam mais segredos,
Ao sacudir seus vaporosos mantos,
Se desprendem do seio mais suspiros...
É que dizem teu nome nos seus cantos.
Se desprendem do seio mais suspiros...
É que dizem teu nome nos seus cantos.
Nem eu sei se houve amor até este dia...
Nem eu sei se dormi até esta hora...
Mas, quando me roçou o teu vestido,
Abri o meu olhar - acordo agora!
Mas, quando me roçou o teu vestido,
Abri o meu olhar - acordo agora!
Antero de Quental
No hay comentarios:
Publicar un comentario
SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.