Tarareaba El
Amigo Pulardo, al dar los primeros pasos por la calle húmeda todavía de lo que
había llovido de madrugada, menuda tromba de agua oiga, vaya primavera no me
diga, el refrán de una coplilla:
- Porque yo soy un caballero de sangre azul y casa
real y sólo quito los dineros, farruca de mi alma, a la gente principal...
- Se ve que le gusta Juanito.
- Un genio, lo más grande.
-¿Y la copla que ha elegido es por algo? ¿Afición a
lo ajeno tal vez? ¿Complejos de nacimiento?
- Oiga, Spotti, váyase a su mundo y déjeme en paz.
Vamos a
comprar unos filetes. Y una carne para asar.
- Aquí tiene - dice el bigotudo carnicero enseñando la
mágnifica pieza de carne ya limpia- ¿Se la meto en una rejilla?
- No muchas gracias – comenta el Amigo Pulardo. No es
necesario, de verdad, no se moleste, no hace falta, de ninguna manera…
- Bueno pues de todas formar se la meto en la rejilla
que va mejor. Eso.
El Amigo
Pulardo en materia taurina no pasa una, pero en estas cuestiones prefiere
callar.
A veces nos
ponemos pesados, es cierto, se nos espesa la mente y nubla el entendimiento. ¡Otras
veces somos más ligeros, aéreos! ¡Somos el vuelo de una mariposa indómita,
etéreos! ¡Abolimos a Newton! Mire yo creo que hasta aquí por hoy, si le parece,
vamos.
¡Hala con Peluca y todo!, ¿ tendrá varias para cambiarse no?.
ResponderEliminarVáyase volando
ResponderEliminarEl amigo Pilardo, no se come ni un anacardo.
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