Leemos en la prensa, hace unos meses: “Jorge Galindo (Madrid, 1965) asume el reto de reinterpretar la
Colección Lázaro Galdiano mediante un gran collage compuesto por miles de
páginas de la Revista de Arte Goya, publicación editada por la Fundación Lázaro
Galdiano desde 1954. Invade la totalidad de las paredes del Salón de baile y la
galería superior del museo. El artista reinterpreta la arquitectura del palacio
que alberga el museo y lanza un guiño a la faceta humanista de José Lázaro. La
muestra forma parte del programa institucional de la feria de arte
contemporáneo ARCOmadrid 2017 y puede verse hasta el 14 de mayo.” Junto con
el texto aparecen algunas fotos, como las siguientes:
¿Porqué no haber rajado a doña Gertrudis?
Como siempre que se trata de arte contemporáneo oficial, lo que hace
el supuesto artista es ensuciar. El tío lanza un guiño mientras se cepilla las
revistas de la fundación. Lo ha debido pasar bomba. ¿Qué quiere decir con que
se cepilla? No pregunte hombre, no quiera conocer los detalles. Dejemoslo, por
ejemplo, en que restriega las ojas arrancadas contra las paredes del palacete
antes de pegarlas. Hace feo lo que no lo era y eso lo hace amparándose, escondiéndose
en los pretextos de siempre.
Por una parte “reinterpretar” que debe entenderse como ensuciar,
emporcar, estropear, montarse sobre lo que otro ha hecho y apropiárselo ensuciándolo.
La obra original pero en versión inmunda, pringosa, hedionda. La cosa es que
sea FEA. Tal vez nuestro tiempo sea eso, feo, y consista en hacer nuestras las
cosas que otros crearon con más acierto, pero estropeándolas, a lo cochino
vamos. Una forma de sublimar la frustración del que no es capaz de crear sino
detritus. Ya ven que derivamos a lo freudiano, hacia la materia fétida.
Por otra parte, el segundo
pretexto para el asalto a lo bello cuchillo en mano (o con bote de cola y
engrudo) es por supuesto el arcano. Lo oculto, el secreto impenetrable (menos
para entendidos y bujarrones) en que consiste, para quien lo explota, el arte
contemporáneo, el timo contemporáneo: si usted no sabe apreciarlo es
precisamente por eso, porque no sabe, no está en el machito, no conoce el
lenguaje de los elegidos, es usted un cateto y, además, no cobra ni un duro por
manchurrear paredes con pegote, burratajos y garabatos. El artista
contemporáneo se pone las botas, aunque no sepa ni coger el lápiz. Porque no se
trata de dibujar o pintar, de crear belleza, sino de manejar el BOE, de andar
por los pasillos adecuados, de tener entradas en un ministerio o en una
consejería, de trincar subvenciones –mamá yo quiero ser artista-, de darle, en
definitiva, un buen sablazo al presupuesto público –o privado, que algún bobo
esnob completará con su peculio la suma que ya le sacan al contribuyente-,
contando con los amigos adecuados dentro del sistema. Todos en pelota, sin niño
que lo denuncie.
Me parece que eres un rancio y que no entiendes nada de arte moderno. Se trata de un proceso intelectual, no plástico, así que tu concepto de la belleza sobra, esta viejo. No te enteras.
ResponderEliminarMenudos carcas!!! Que os gusta las pinturas de Altamira???!! Hay que ver menuda gente. Pero en que siglo viven???
ResponderEliminar