Cepo
gordo es muy devoto de don Camilo. El olvidado don Camilo. Le consagra estos
días la biblioteca nacional una bonita exposición. Don Camilo es como España
áspero y genial. No es para paladares insípidos, para quien no guste de decir
las cosas, ni para las medias tintas. Y don Camilo es compañía para cualquier
momento, por ejemplo para el paseo que hemos dado esta mañana, evocando todo
el tiempo, y por motivos diversos, la memoria de Luis Ceballos, ingeniero
forestal, mientras ascendíamos animosos y acalorados hasta su arboreto.
La salida, pasadas las nueve.
El Monasterio, abandonado ya el camino de la Horizontal.
Helechos.
La floresta.
Olmo de los Llanillos (Ulmus Laevis, 30 metros de altura, 3,15 metros de perímetro).
El pico de Abantos.
Las cumbres sin tinieblas.
El monasterio (O monasteiro, para que nuestro lector gallego no se sienta raro).
Zarzas en flor.
***
Y de Peppone nadie se acuerda, el alcalde comunista que logró la prosperidad para el pueblo. Así se escribe la historia con incienso.
ResponderEliminarEs usted un poquito piernas. No hay prosperidad con comunismo.
EliminarQué tendrá que ver el culo con las temporas
ResponderEliminar¡¡Siempre hay uno que se cree graciosoy esta sacando los pies fuera del tiesto¡¡
ResponderEliminarQue tiene que ver Don Peppone con el paseo por elEscorial.
Interesante artículo siga por ese camino y no haga caso, ya se aburrirán.
ResponderEliminarViva el Arboreto, ¡COHONE!
ResponderEliminarEso!!!! COHONEJJJ MIL!!!
Eliminar