En estos tiempos de sequía del ingenio literario en lengua española una buena forma de combatir la atonía es la recuperación de autores vetados o desparecidos de los estantes de las grandes librerías.
La fecunda labor editorial de una multitud de románticos y atrevidos editores independientes está recuperando para el gran público las obras de numerosos escritores españoles cuyas creaciones habían sido olvidadas cuando no arrinconadas por diversas causas, casi siempre inconfesables.
Uno de estos autores es Ángel Vázquez (Tánger 1929 - Madrid 1980) cuya novela Fiesta para una mujer sola (1964) fue reeditada en 2009 por el estupendo sello Rey Lear, que con tanto acierto ha relanzado la obra de grandes escritores olvidados como Francisco García Pavón.
Ángel Vázquez, ganador en 1962 del Premio Planeta por su obra Se enciende y se apaga la luz, fue un escritor atormentado e insatisfecho (según el mismo confesó como explica muy bien Sonia García Soubriet en la introducción) al que su origen tangerino marcó de forma indudable.
La atormentada biografía de Ángel Vázquez; precariedad económica, desarraigo, alcoholismo, explican bien su sabiduría a la hora de captar y transmitir los vaivenes sentimentales de unos personajes que resumen toda una época de España.
Escrita con una técnica circular y basada en una trama aparentemente simple, el mayor valor de esta novela es la precisa recreación de los paisajes y los personajes a través de un lenguaje empleado con precisión y economía.
Las historias entrecruzadas de Damián y Paula Carosio (la mujer sola) sirven al autor para elaborar un retrato de una época vista desde la lejanía de la provincia, en este caso el África española. Se trata de una novela muy moderna que hoy día mantiene toda su frescura y dónde las cuestiones morales y sociales se tratan abierta y crudamente sin recurrir al dogmatismo ni al exceso.
La madurez literaria del autor queda de manifiesto en su forma de entrelazar las historias y situarlas en un marco físico descrito con sutileza cinematográfica. Novela de planos cortos y largos, de diálogos justos, de tempo variable y bien manejado. Es de lamentar que ningún director de cine haya tenido la idea de llevarla a la pantalla ya que tanto la historia cómo el marco dónde se desarrolla se prestan magníficamente para ser narrados en la pantalla.
El Tánger de Ángel Vázquez por ser real y auténtico escapa de ese aura de ciudad mágica que tan bien define Mohamed Chuckri " Todo aquel que llega a Tánger quiere ser su rey Shariar y convertir a la ciudad en su Sherezade". El Tánger dónde vive Paula Carosio y al que llega Damián es un ambiente acomodado y cosmopolita pero que convive con las gentes sencillas de una ciudad compleja de múltiples razas, religiones y lenguas.
La visión de Vázquez nos aparece como pesimista, fatalista, como si los personajes no pudieran escapara a una vida predeterminada dónde los momentos especiales no son sino el preludio de un destino inexorable. Se palpa una visión muy personal, la mirada de un autor solitario, probablemente sumamente sensible y tímido.
Quizá Vázquez escuchó de labios de su amigo Paul Bowles las palabras que según relata Chuckri dirigió a Chaker Nouri durante una entrevista en Tanger "Yo nunca hice proyectos porque estaba seguro de no poder realizarlos", es posible que Vázquez tampoco hiciera muchos proyectos y por eso mismo fuera capaz de dejarnos tres buenas novelas de gran interés y una indudable calidad literaria que ni el tiempo ni el silencio han marchitado.
Sólo queda esperar que Rey Lear se anime y nos ofrezca su re edición de Se enciende y se apaga la luz y La vida perra de Juanita Narboni, estoy seguro de que los lectores actuales lo agradecerán.
Sanglier.
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